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Nota del editor: 

El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su podcast Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.

Hoy tenemos una pregunta sobre la vida de Cristo y Su autenticidad: 

¡Hola, pastor John! Me llamo Mark y tengo una pregunta para usted que me cuesta expresar con palabras, pero haré mi mejor esfuerzo. Al leer la Biblia, una y otra vez regreso a algo que Jesús dice en la Pascua, mirando hacia la cruz: «El Hijo del Hombre se va, según está escrito de Él» (Mt 26:24). No logro comprender cómo la cruz puede ser, a la vez, un evento completamente planeado y una decisión que nace del corazón totalmente dispuesto de Jesús. Creo que Él «se dio a Sí mismo en rescate por todos» (1 Ti 2:6, énfasis añadido). Pero cuando pienso en actores que interpretan un guión, no parece que actúen con libertad o autenticidad; siguen la voluntad de otro, no la propia. Entonces, ¿cómo es posible que la vida y la muerte de Jesús hayan sido, al mismo tiempo, algo completamente escrito y una entrega auténtica?


Bien, probablemente debería complicar aún más el problema antes de simplificarlo. No solo la vida de Jesús estaba completamente escrita, sino también la de Judas; de hecho, la vida de cada persona está completamente escrita por Dios. Todos vivimos, actuamos, hablamos, pensamos y sentimos de acuerdo con la providencia de Dios, el decreto de Dios, el guion de Dios.

Cuando Jesús fue traicionado por Judas y arrestado (tomemos a Judas como ejemplo), Mateo escribe: «Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras» —el guión— «de los profetas» (Mt 26:56). Jesús dijo a los discípulos acerca de Judas en la última cena: «No hablo de todos ustedes; Yo sé a los que he escogido; pero es para que se cumpla la Escritura: “El que come Mi pan ha levantado contra Mí su calcañar”» (Jn 13:18). Así que, todo lo que sucede esa noche es conforme al guión divino.

Luego, están las declaraciones generales en la Biblia que abarcan a todas las personas. Proverbios 16:1 dice: «Los propósitos del corazón son del hombre, / Pero la respuesta de la lengua es del SEÑOR.». En otras palabras, nuestros corazones son, sin duda, significativos en la formación de lo que decimos, pero la voluntad del Señor es decisiva en cuanto a lo que sale de nuestra boca. Jeremías dice: «Yo sé, oh SEÑOR, que no depende del hombre su camino, / Ni de quien anda el dirigir sus pasos» (Jr 10:23). Proverbios 20:24 dice: «Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre, / ¿Cómo puede, pues, el hombre comprender su camino?».

Así que tenemos buenas razones para creer que, cuando Pablo dice en Efesios 1:11: «[Dios] obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad» —ese es el guión—, se refiere a «todas las cosas», incluyendo las palabras y acciones de cada persona. Todas las personas están actuando y pronunciando un guion escrito, en última instancia, por Dios.

Abordando una pregunta razonable

La pregunta de Mark es la siguiente: No logro comprender cómo la cruz puede ser, a la vez, un evento completamente planeado y una decisión que nace del corazón totalmente dispuesto de Jesús. Dice: «Cuando pienso en actores que interpretan un guión, no parece que actúen con libertad o autenticidad; siguen la voluntad de otro, no la propia».

Ahora bien, esa es, por supuesto, una pregunta totalmente razonable. Esa última pregunta es completamente razonable. Si uno concibe a un actor leyendo un guión, memorizándolo y recitándolo en una obra de teatro, entonces, claramente, lo que dice no es necesariamente suyo. Es un actor; está actuando. Se deja gobernar total y conscientemente —esto es importante— en lo que dice al memorizar y repetir un guión. Ese es el peligro de todas las analogías. Las analogías son maravillosas y son horribles, ¿no es así? Son tan esclarecedoras y tan confusas.

Jesús estuvo allí en la eternidad pasada, participando en el acto de escribir el guión cuando fue escrito para Él

Hay cosas verdaderas en la analogía entre la providencia detallada de Dios y el guión de una obra de teatro. Existe una analogía allí y hay cosas que son verdad. Además, hay cosas incorrectas en la analogía entre la providencia de Dios y el guión de una obra de teatro. Lo que es cierto acerca de la analogía es que Dios, en efecto, escribe el guión para todo lo que sucede en el mundo y se asegura de que todos actúen de acuerdo con Su guión. Ese es el significado de la providencia divina. Pero lo que no es cierto acerca de la analogía es que, en realidad, ningún ser humano puede leer el guión de la providencia divina antes de que suceda. Nadie está leyendo y memorizando el guión de la providencia divina para luego actuarlo como en una obra de teatro. El guión es secreto en la vida de cada individuo, hasta que se representa, excepto en el caso de Jesús.

Jesús es divino. Él es Dios. Su mente y Su voluntad son totalmente una con el Padre. Jesús estuvo allí en la eternidad pasada, participando en el acto de escribir el guión cuando fue escrito para Él. Lo escribió con el Padre. Así que, a diferencia de todos los demás, Él sí sabía en detalle lo que debía hacer en cada momento, porque Él mismo planeó hacerlo. Por lo tanto, no actuó en contra de Su voluntad al seguir el guión. Es Su guión.

Las palabras en el huerto: «Pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya», no significaron que Dios el Hijo estuviera desalineado con Dios el Padre (Lc 22:42). Significaron que la naturaleza verdaderamente humana de Jesús encontraba la perspectiva de la crucifixión horripilante e indeseable en sí misma, pero la unidad de la voluntad entre el Hijo y el Padre prevaleció. Así que no hay sentido en el que Jesús estuviera siguiendo un guión contrario a Sus deseos máximos. Él escribió el guión junto con Su Padre. Amaba el guión y lo representó de todo corazón, con toda Su alma, desde la eternidad hasta la eternidad.

Abordando una pregunta más difícil

La pregunta de Mark se vuelve mucho más difícil cuando se trata de Judas y de todas las demás personas. Nosotros no escribimos el guión de la providencia. No podemos leer el guión de la providencia antes de actuarlo. No conocemos los planes detallados de Dios para nosotros el resto de esta tarde, esta noche o mañana por la mañana, pero todos actuaremos y hablaremos en perfecta concordancia con el guión de la providencia.

Ahora bien, para abordar esto, quizás me quede un minuto, razón por la cual escribí un libro de 750 páginas para responder a este asunto que abordaré en un minuto. Así que me siento un poco aliviado de que si alguien encuentra inadecuado este próximo minuto, al menos puedo decir: «¿Podrías consultar mi libro Providencia, que tiene 750 páginas de defensa y explicación de esta doctrina?». De modo que eso me reconforta.

Todos le debemos nuestra vida eterna a la gracia soberana de Dios que vence nuestra voluntad pecaminosa y nos hace nuevas criaturas en Cristo

El misterio esencial con respecto a la providencia, el guión divino, es el cómo. Esa es la pregunta clave. ¿Cómo gobierna Dios todas las cosas de tal manera que las decisiones humanas sigan siendo censurables o dignas de alabanza? Es decir, ¿cómo es que los seres humanos siguen siendo agentes morales reales y son realmente responsables de sus acciones? Que Dios gobierna el mundo de esta manera se revela claramente en la Escritura. Cómo lo hace no está revelado claramente en la Escritura. Así que permítanme cerrar con dos versículos para que pienses sobre este misterio.

2 Corintios 8:16-17: «Pero gracias a Dios que pone la misma solicitud por ustedes en el corazón de Tito. Pues… ha ido a ustedes por su propia voluntad». Dios puso en el corazón de Tito hacer algo y el resultado es que lo está haciendo por su propia voluntad. Ese es el misterio.

Pueden ver lo mismo en Romanos 6:17: «Pero gracias a Dios, que aunque ustedes eran esclavos del pecado, se han hecho obedientes de corazón» (énfasis añadido). Así que Pablo agradece a Dios, no a los cristianos romanos, que se hayan hecho obedientes de corazón: una elección y obediencia auténticas, reales, de corazón. Es realmente su elección y Dios es quien, en última instancia, la hizo posible.

Oh, hay mucho más que decir, pero termino con esto. John Piper le debe —y por eso amo esta doctrina— y todos le debemos nuestra vida eterna a la gracia soberana de Dios que vence nuestra voluntad pecaminosa y nos hace nuevas criaturas en Cristo, quien obra en nosotros tanto el querer como el hacer para Su buena voluntad.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
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