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«¿Por qué en las Escrituras hay tantas citas y alusiones a las Escrituras anteriores?».

Esta pregunta surge con frecuencia respecto a mi investigación sobre el uso que la Biblia hace de la Biblia. Los autores del Nuevo Testamento citan y aluden a las Escrituras de manera extensa y generalizada. Sin embargo, el uso de las Escrituras por parte de las Escrituras no se limita al Nuevo Testamento. Los profetas de Israel y Judá, así como los salmistas, habían estado reutilizando la Torá durante siglos antes de los días de Jesús. Esto no es algo que ellos inventaron; el uso de la Torá dentro de la misma Torá ya era algo antiguo en la época de los profetas y los salmistas.

La Torá establece las bases para una cultura de estudio de las Escrituras. Una cultura, en el sentido amplio del término, se refiere a un conjunto predominante de actitudes, valores y costumbres dentro de un contexto social determinado. La reutilización de las Escrituras anteriores es parte integral de la revelación progresiva de la historia redentora de Dios a lo largo de las Escrituras, y Deuteronomio es clave para entender este fenómeno bíblico.

Deuteronomio llama a desarrollar una cultura de estudio de la Palabra de Dios, una cultura que impulsa a los autores bíblicos a presentar nuevas enseñanzas basadas en las Escrituras anteriores. Consideremos la cultura de contemplar las Escrituras que se describe en Deuteronomio, una práctica que involucra a las familias, a las figuras públicas (profetas, sacerdotes y reyes) y a las asambleas del pueblo en general. Quienes aman a Yahvé deben estudiar y someterse a Su Palabra.

Familias

Deuteronomio 6 presenta de nuevo los dos primeros mandamientos de los Diez Mandamientos —no tendrás otros dioses y no adorarás imágenes— en el contexto de la familia. Estos dos mandamientos destacan que solo Yahvé es Dios y que quienes lo aman obedecen Su instrucción.

Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de Mí (Dt 5:6-7).

No te harás ningún ídolo… Yo, el SEÑOR tu Dios… muestro misericordia a los que me aman y guardan Mis mandamientos (Dt 5:8-10).

El primer mandamiento en el versículo 6 identifica a Yahvé como el Redentor de Su pueblo. El mandamiento sobre las imágenes en el versículo 10 describe a «los que aman [a Yahvé]» como «los que guardan [Sus] mandamientos». Quienes aman a Yahvé obedecen Su voluntad.

Un lector atento observa cómo Moisés, en Deuteronomio 6, fusiona los dos primeros mandamientos y los aplica a las familias.

Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes (Dt 6:4-7, énfasis añadido).

Moisés visualizó una vida familiar centrada en la enseñanza de los mandamientos de Yahvé. Siempre y dondequiera que las generaciones mayores y jóvenes estén juntas, hay un enfoque único: enseñar los mandamientos de Yahvé. Esto es lo que hacen quienes aman a Yahvé.

Moisés visualizó una vida familiar centrada en la enseñanza de los mandamientos de Yahvé

La alusión combinada a los dos primeros mandamientos, integrada en el gran mandamiento de amar a Yahvé en Deuteronomio 6, impregna la vida diaria con conversaciones sobre las Escrituras. La siguiente generación debe dedicar su tiempo a estar constantemente enfocada en obedecer la voluntad de Yahvé.

Figuras públicas 

Yahvé establece una provisión para que la vida pública de Su pueblo sea guiada por profetas, sacerdotes y reyes. El estudio y la enseñanza de las Escrituras deben caracterizar idealmente a estas figuras.

Los profetas no eran innovadores. Hablaban la voluntad de Yahvé tal como está revelada en la Torá y en la realidad: la Palabra de Dios y los actos de Dios. El pueblo era advertido contra los falsos profetas que enseñaban algo que no concordara con la Torá (Dt 13:1-5; 18:20) o con la realidad (Dt 18:21-22). Los verdaderos profetas hablaban en conformidad con la realidad porque lo que decían se cumplía (Dt 18:18).

Los reyes debían ser líderes que dedicaran tiempo diariamente al estudio de las Escrituras (Dt 17:18-19). Deuteronomio no separa la fe del servicio civil. Se esperaba que los gobernantes fueran estudiosos de las Escrituras. Este enfoque cotidiano producía como resultado humildad y fidelidad a la voluntad de Yahvé (Dt 17:20).

Los sacerdotes de la tribu de Leví eran responsables del culto en el templo, porque fueron llamados a llevar la carga de la santidad de Yahvé. Esta responsabilidad incluía un componente de instrucción (Lv 10:10-11). Junto con los levitas, tenían la tarea de enseñar la voluntad de Yahvé a Israel (Dt 33:10).

Cualquiera que fuera su función, las figuras públicas que Yahvé eligió para liderar a Su pueblo fueron llamadas a estudiar y enseñar las Escrituras.

Asambleas

Deuteronomio presenta a Israel reunido ante las enseñanzas de Yahvé. Moisés trazó planes para erigir monumentos inscritos con las Escrituras, los cuales debían ser leídos al pueblo de Dios (Dt 27:1-10; cp. 11:29-32). Se advirtió al pueblo que los levitas debían guardar una copia escrita de la Torá frente a la gloria de Yahvé en el santuario. Las Escrituras servían como testigo contra la rebelión anticipada del pueblo (Dt 31:25-26). La Torá debía ser leída en voz alta para que todos la escucharan (Dt 31:28).

Cualquiera que fuera su función, las figuras públicas que Yahvé eligió para liderar a Su pueblo fueron llamadas a estudiar y enseñar las Escrituras

Además de tener las Escrituras como un testimonio escrito, el pueblo se reunía para escuchar lecturas adicionales de las Escrituras. Al menos una vez cada siete años, toda la nación se congregaba para oír la lectura de la Palabra de Dios (Dt 31:10-11). Esto incluía a hombres, mujeres, niños y los extranjeros que vivían entre ellos. Todos necesitaban escuchar las Escrituras. La lectura pública fomentaba el temor a Yahvé y la obediencia a Su voluntad (Dt 31:12). Esta práctica debía repetirse por todas las generaciones (Dt 31:13).

El estudio de las Escrituras como un estilo de vida

La Torá establece que el estudio de las Escrituras debe permear todos los aspectos de la vida. La vida familiar, los cargos públicos y la sociedad reunida de Israel tienen algo en común: todos están llamados a estudiar las Escrituras. El propósito no es simplemente cumplir con ello en reuniones semanales o en devociones privadas de unos minutos por la mañana. Deuteronomio visualiza las Escrituras como algo que permea la vida del pueblo de Dios.

Los autores bíblicos estudiaban las Escrituras vigorosamente. Las citas y alusiones que recorren la Biblia sugieren que se deleitaban en la Palabra de Dios. Nadie estuvo más comprometido con el estudio de las Escrituras que sus propios autores.

Un compromiso con las Escrituras anteriores transforma por completo los valores literarios convencionales. Los autores de la Biblia no buscaban la originalidad; atesoraban la riqueza de decir: «Como está escrito». Nunca se cansaban de la instrucción alusiva.

Los autores bíblicos nos enseñan la importancia de cultivar una cultura de estudio de las Escrituras. Nos muestran la necesidad de interpretar la Biblia a la luz de la Biblia. Esto debe llegar a ser un estilo de vida en todo lo que hacemos.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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