Wendy Bello: A todos nos ha pasado que debemos tomar una decisión, pero no tenemos claridad sobre lo que Dios quiere. En estos casos deberíamos preguntarnos: ¿Dios habla en su Palabra de eso con lo que estás batallando?
Si se trata de algo que Dios ya ha establecido en su Palabra, sabemos que la decisión es obedecer lo que Él dice, aunque sea difícil o no sea lo que quieres hacer. La decisión correcta es obedecerlo. Y aunque la obediencia sea difícil, siempre trae bendición.
También debes preguntarte si estás tratando de tomar estas decisiones sola, o si estás buscando consejo de personas sabias: no solo personas con las que te sientas cómoda para contarles, sino que sean personas que de verdad amen a Dios y a su Palabra, y te puedan guiar con un consejo acorde a las Escrituras.
Por muy difícil que parezca la situación, el Señor nos dice en el salmo 32:8: “Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti”. Él no nos va a dejar a ciegas. El Señor promete guiarnos.
A veces toma tiempo encontrar la respuesta que buscamos. Otras veces, el silencio es la respuesta. Pero debes confiar en que el Señor te va a guiar a tomar la decisión más sabia y que más lo honre. Esto es porque nuestras decisiones, más que acomodarse a nosotros, deben rendirle honra a Dios.
Betsy Gómez: Lo que Wendy dice es muy importante porque a veces, ante la presión de tomar una decisión y el estrés de hacer algo apresuradamente, se nos olvida que si estamos buscando a Dios para esta decisión, no se trata de mí sino de Él.
Por ejemplo, cuando me acerco a la Palabra de Dios, lo hago para conocer su carácter, lo que Dios ha revelado de sí mismo, para conocer cómo encajo en su plan. Si leemos la Biblia para tomar una decisión, pero lo hacemos principalmente con nosotras en mente, muy probablemente vamos a tomar una decisión equivocada.
Tampoco es bueno solo buscar a Dios al momento de tomar un decisión, sino buscarlo siempre. Por eso Romanos 12:1-2 dice: “No se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto”. La palabra clave es transformar. Necesitamos transformar nuestra mente para poder tener una cosmovisión bíblica y, desde ese lente, tomar siempre las decisiones correctas.
También es importante tomar la decisión en oración, presentarle al Señor las posibilidades que tenemos. Y no solo eso, sino también presentarnos nosotros como el salmista: pedirle a Dios que escudriñe nuestro corazón, que conozca nuestros pensamientos, y examine si en nosotros existe un camino de maldad (Sal. 139:23-24).
Rendir nuestros sentimientos y emociones al Señor hace que Él ponga en nosotras una convicción clara de qué es lo que Él quiere hacer.
De igual manera, es necesario buscar a Dios en comunidad porque Él ha repartido su sabiduría en la comunidad de creyentes y ellos son los que te conocen. Es más fácil enviar un correo a un ministerio u organización, o incluso hacerme una pregunta a mí, pero el problema es que no te conozco: no conozco tu vida devocional, tu caminar con Dios, o los patrones de pecado que hay en tu vida. Es por eso que Dios te ha regalado la iglesia local: personas que te conocen, que caminan contigo, y que pueden darte un consejo que tal vez no sea el que quieras escuchar, pero es un consejo que honra a Dios.
WB: Quizá ya tomaste la decisión y de pronto te das cuenta de que no fue la mejor. Aunque no haya vuelta atrás, debes recordar que tenemos un Dios de gracia; un Dios de muchas oportunidades.
En lo personal, el mejor ejemplo acerca de esto ha sido el apóstol Pedro. ¡Cuántas cosas erradas hizo! Pero el Señor le dio otra oportunidad y lo restauró, y conocemos en la historia cómo Dios lo usó.
Si la decisión que tomamos fue errada, podemos volver con toda honestidad a Él y decirle: “Me equivoqué, pero quiero rehacerlo de nuevo. Enséñame, guíame”. Porque Él, con su gracia y su amor, al ver nuestra humildad, nos dará otra oportunidad. No hay decisión tan mala que Dios no pueda restaurar en su gracia.