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En el año 2009 fue publicada la versión en inglés de El enrejado y la vid. El éxito del libro sorprendió a sus autores Colin Marshall y Tony Payne, quienes lo describen —con la típica humildad australiana— como “un libro pequeño y poco emocionante que consiste mayormente en ideas bastante obvias” (p. 12). A menudo las ideas “bastante obvias” son las más importantes para las cuales necesitamos entendimiento y claridad, especialmente sobre el discipulado en la iglesia.

Antes de empezar a hablar sobre el nuevo libro, El proyecto de la vid: Moldea tu cultura ministerial en torno al discipulado, sería bueno repasar la metáfora principal de El enrejado y la vid. Como el título sugiere, la “vid” representa el crecimiento espiritual por actividades del discipulado centrado en la Biblia (enseñanza, oración, entrenamiento, lectura de la Biblia uno a uno), y el “enrejado” representa las estructuras del ministerio (administración, programas, etc.). 

Una de las principales lecciones que nos deja este libro es que las iglesias necesitan moldear sus ministerios en torno al discipulado y formar a sus miembros en el evangelio, y no enfocarse demasiado en las estructuras y programas del ministerio.

El proyecto de la vid

El proyecto de la vid

Poiema Publicaciones. 352.

El proyecto de la vid: Moldea tu cultura ministerial en torno al discipulado se presenta como una hoja de ruta hacia un plan integral y estratégico que ayudará a promover una cultura de discípulos que hacen discípulos. No es un libro para leer una vez y volverlo a poner en el estante; es una guía para un proyecto o un viaje. Basándose en su convincente teología bíblica del discipulado, Marshall y Payne seleccionan y aplican hábilmente los principios virtuosos, y bíblicamente aceptables, de la cultura empresarial al contexto del ministerio.

Poiema Publicaciones. 352.

El enrejado y la vid provocó innumerables conversaciones e hizo que muchos reconsideraran su enfoque del ministerio. También desenterró serias luchas. Aunque muchos se sintieron cautivados por la visión bíblica, tuvieron problemas al promover cambios en la cultura de su iglesia.

Una nueva serie de sermones o una campaña de lectura bíblica uno a uno no es suficiente para cambiar la cultura. Sin un plan integral y estratégico —que fomente la dinámica correcta del enrejado para el crecimiento de la vid— cambiar la cultura de una iglesia es como “tratar de girar un buque usando un remo” (p. 30).

Así surge El proyecto de la vid. Este nuevo libro se presenta como una hoja de ruta hacia un plan integral y estratégico que ayudará a promover una cultura de discípulos que hacen discípulos. No es un libro para leer una vez y volverlo a poner en el estante; es una guía para un proyecto o un viaje. Basándose en su convincente teología bíblica del discipulado, Marshall y Payne seleccionan y aplican hábilmente los principios virtuosos, y bíblicamente aceptables, de la cultura empresarial al contexto del ministerio.

5 fases para promover cambios en la cultura eclesiástica

El cambio de cultura comienza cambiando convicciones arraigadas que sustentan a la cultura actual y sus actividades, prácticas y estructuras que expresan esas creencias (p. 26-27).

La fase uno, “aclara tus convicciones”, presenta una teología del qué, por qué, cómo, quién, y dónde hacer discípulos, a lo que los autores llaman “aprender a Cristo”. Esta fase establece una base bíblica sobre la cual construir las próximas cuatro fases. Por su enorme valor, las 100 páginas de la fase uno configuran lo que considero una lectura obligatoria para cada cristiano.

La fase dos busca “sembrar convicciones bíblicas” de discipulado en el corazón del lector para reformar su cultura personal. Esto presupone que los líderes ejemplifiquen el cambio que buscan fomentar.

La fase tres desarrolla “una evaluación amorosa y honesta”. Esta guía a los líderes a realizar una auditoría de formación de discípulos en toda la iglesia para comprender cómo funciona y diagnosticar los obstáculos que se interponen. Aquí es donde comienza el arduo trabajo de implementar El proyecto de la vid para el cambio cultural.

La fase cuatro anima a que los creyentes “innoven e implementen”. Esta es una fase detallada y práctica que presenta un plan para reconstruir paso a paso lo que la fase tres deconstruye. Es probable que esta resulte ser la parte más útil y más referenciada del libro.

Lo anterior se puede desarrollar a medida que los líderes busquen refinar sus reuniones dominicales, piensen en caminos para el crecimiento de los discípulos y cambien la forma en que se comunican. Desde un punto de vista jerárquico, el enfoque para el cambio es tanto de arriba hacia abajo (busca que el equipo de liderazgo estructure sus actividades y comunicación), como de abajo hacia arriba (trabaja con líderes laicos e individuos para que sepan cómo adoptar la nueva propuesta).

La fase cinco se enfoca en “mantener el impulso y comprender la dinámica” de la implementación de El Proyecto de la vid a largo plazo, y enseña habilidades prácticas para que su iglesia siga avanzando hacia una cultura basada en el discipulado.

Una hoja de ruta fiel y necesaria

A pesar de que es muy difícil cambiar la cultura establecida de una iglesia, poner en práctica El proyecto de la vid es muy efectivo. Sobre lo anterior, quiero compartir mi experiencia. Pasé tiempo con los autores del libro, cuando vinieron a entrenar a los líderes de nuestro ministerio. Al ver cómo lo hicieron, reconozco que sus diagnósticos y propuestas bíblicas de soluciones son necesarios para moldear a la iglesia con la Palabra de Dios. Los pastores y líderes valorarán los recursos recomendados, los ejercicios, las preguntas de discusión y las entrevistas perspicaces con los líderes ministeriales que vieron avances en sus ministerios.

El proyecto de la vid afina, aclara y se basa en los principios de El enrejado y la vid de manera cohesiva, dirigida a la implementación. Es una obra que comprenderás y apreciarás aunque no hayas leído la primera publicación.

Por sus características, pienso que este segundo libro —al igual que el primero— será un gran recurso para las iglesias que buscan cultivar una cultura de formación de discípulos y crecimiento del evangelio. Pero sospecho que este libro dejará frustrados a algunos, no por lo que le falta, sino por la demanda de paciencia y constancia que requiere la naturaleza paulatina del discipulado y del cambio. Considera las palabras de un líder cristiano entrevistado:

“La mejor forma de manejar el cambio, en mi opinión, es reconocer que este cambio por el bien de la misión hace que las cosas sean más difíciles, no más fáciles —y eso está bien— es lo que Dios usa para hacer Su obra. El hecho de que las personas reconozcan el caos es lo que evita que el caos acabe con el impulso. De hecho, es emocionante cuando el cambio crea un caos, porque demuestra que estamos andando en el patrón de la Escritura” (p. 310).

El patrón en los procesos de las Escrituras es a menudo el camino lento y difícil, pero al final glorioso. La lectura e implementación de El proyecto de la vid te recordará que Dios se encuentra con nosotros en ese camino difícil y complicado cuando, como pueblo de Dios, proclamamos su buena Palabra con oración, paciencia y amor a Dios y hacia los demás.

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