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David Martyn Lloyd-Jones nació en 1899 en la ciudad de Cardiff, Inglaterra. Fue hombre de un intelecto aventajado. Con solo 21 años se graduó como médico cirujano, llegando a ser asistente de Sir Thomas Horder, médico de la corona y eminencia de la época. Horder describió a Lloyd-Jones como “el pensador más agudo que he conocido”. 

Teniendo una prometedora carrera como doctor, Martyn Lloyd-Jones dejó eso atrás para atender el llamado de Dios al pastorado. Hoy es conocido como uno de los predicadores más influyentes del siglo XX. 

Depresión espiritual: Sus causas y su cura está compuesto por 21 sermones que el pastor Lloyd-Jones predicó en domingos consecutivos en la Capilla Westminster. Los hermanos que pastoreaba se acercaban a él para confesar sus miedos, angustias y preocupaciones. Esto hizo que Lloyd-Jones viera la necesidad que había en la iglesia, por lo que realizó esta serie de sermones que luego se publicaron como un libro.

Depresión espiritual: Sus causas y su cura

Depresión espiritual: Sus causas y su cura

Libros Desafio. 315 pp.
Libros Desafio. 315 pp.

El autor se dirige a los cristianos que pasan sus vidas hundidos en la depresión. El libro tiene como objetivo analizar este padecimiento, explica sus causas, y también ofrece una solución bíblica a esta condición moderna. Lloyd-Jones explica que el gozo tiene que estar presente en la vida del cristiano, y que no debemos permitir hundirnos en la tristeza. El estilo de escritura del autor es estructurado y el lenguaje que usa es riguroso sin ser difícil de entender.

Vacío del alma

¿Cómo luce una persona deprimida? Alguien describió así su experiencia: “Para mí la depresión fue un estado en que la mente solo concibe las circunstancias de una forma negativa y no puede ver una salida de ese estado. Los pensamientos de tristeza se multiplican, lo que genera una sensación de agobio y vacío del alma del cual no se puede salir con facilidad. Mis días de depresión fueron horribles”.

En este libro, Lloyd-Jones no está tratando con el tema de la depresión clínica.[1] La depresión espiritual a la que se refiere el autor es un trastorno del alma, donde el cristiano pierde el interés y la alegría por la salvación y su Salvador. 

Lloyd-Jones declara que este asunto debe tratarse con urgencia, porque un cristiano depresivo es una pobre imagen de lo que debería ser un hijo de Dios. El autor aclara que, si un hermano padece de depresión espiritual, no significa que debemos descalificarlo como cristiano, sino que debemos tratar este problema con la Palabra de Dios. 

Depresión espiritual utiliza los salmos como ejemplo de cómo vivir gozándonos en Dios. En los salmos vemos cómo los autores, a pesar de la aflicción, se regocijaban en el Señor y alababan su nombre. El mundo busca la felicidad, pero esta solo dura un momento. En cambio, el Señor nos manda a regocijarnos en Él. Lloyd-Jones aclara que la felicidad y el gozo son dos cosas distintas: “… aunque regocijarse es un mandamiento, hay una gran diferencia entre regocijarse y estar feliz. Nosotros solos no podemos hacernos felices, aunque sí podemos regocijarnos, en el sentido de regocijarnos siempre en el Señor. La felicidad es algo que está dentro de nosotros mismos; el regocijo se halla en el Señor” (p. 3). 

Lloyd-Jones analiza las distintas causas que podrían provocar una depresión espiritual y expone cómo un cristiano debe afrontar esta condición. Por ejemplo, una de las causas son los pecados pasados, que pueden llevar al cristiano a desmayar en la fe pensando en todo lo que ha hecho, perdiendo de vista su perdón a través de la sangre de Cristo. Respecto a esto el autor dice: “No vamos a preocuparnos ni un segundo por nada que no podamos afectar ni cambiar. Eso es dilapidar nuestra energía” (p. 87). Otras de las causas que se presentan en el libro son el miedo hacia el futuro, los sentimientos, un pobre entendimiento de la vida cristiana, entre otras. 

Representemos nuestra fe

¿Por qué es importante conocer acerca de la depresión espiritual? El autor responde así: 

“Al enfrentarnos al mundo moderno, con todos sus problemas y agitaciones, dificultades y tristezas, es de suma importancia que nosotros, los que nos llamamos cristianos y proclamamos el nombre de Cristo, representemos nuestra fe ante los demás de tal manera que les demos la impresión de que nosotros tenemos la solución y la respuesta. En un mundo donde tristemente todo anda por caminos erróneos, nosotros deberíamos destacarnos como hombres y mujeres de otra índole, como gente caracterizada por una certeza y un gozo fundamentales, a pesar de las condiciones adversas” (p. 25-26).

Estas palabras nos pueden parecer chocantes porque son muy directas. Sin embargo, pueden ser justo lo que necesitamos, como cuando un doctor debe entregar el resultado de tus análisis. Si has pasado por periodos de angustia, soledad, y te has sentido en un estado de depresión espiritual, este libro te despertará y te hará ver el evangelio como fuente de todo gozo y de sanidad para tu alma.

El hecho de que el libro es un conjunto de prédicas constituye una muy buena razón para recomendarlo, porque está basado en la Escritura. Lloyd-Jones ofrece a Pablo como ejemplo de un creyente que se regocijaba en el Señor. Filipenses es una epístola alegre, donde se menciona muchas veces el gozo, y donde encontramos el famoso versículo que se usa muchas veces fuera de contexto: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Si el mismo apóstol no hubiese mencionado en varios versículos que está en la cárcel, uno podría pensar que él era el hombre más feliz de la tierra. Pero Pablo estaba preso, sufrió golpes, e intentaron matarlo varias veces. Con todo, aunque fue un hombre que sufrió mucho por predicar la Palabra, él estaba gozoso en el Señor. Esta es la solución bíblica que propone el autor para la depresión espiritual: aunque no tengamos fuerza, Cristo nos fortalece. 

Regocijémonos en Jesús

Cuando nos encontremos en un periodo de depresión espiritual debemos volver al evangelio. Debemos recordar que el Varón de Dolores entregó su vida para salvarnos de la condenación del pecado, para que fuéramos sanos, y para que podamos vivir el verdadero gozo en Él. 

El gozo cristiano no es estar bien siempre sin que nos duela nada, sino regocijarnos en el Señor a pesar de cómo nos sentimos, a pesar de las dificultades. El gozo se aprende a lo largo de toda la vida cristiana, a través de las experiencias y aflicciones. Recordemos “que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro. 8:18). Como escribió Lloyd-Jones: “¡Todo lo puedo por medio de Uno que constantemente me infunde su fuerza!” (p. 315).


[1] Para aprender más sobre los desórdenes mentales, te invitamos a leer este artículo y escuchar PIENSA, nuestro podcast de fe y ciencia.

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