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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: 2 Samuel 7

Después de construir su palacio, David reconoce que vive en medio de un gran esplendor en comparación con el tabernáculo pequeño y nada ostentoso. Desea entonces construir un templo, una “casa”, para el arca del pacto (2 Samuel 7).

A través de Natán el profeta, no obstante, Dios le cambió los planes. David quiere construirle una “casa” a Dios, pero Dios declara que él mismo le construirá una “casa” a David. La palabra casa puede referirse a un edificio, pero también se extiende al hogar e incluso a una dinastía (la casa de Windsor, por ejemplo). David esperaba construirle a Dios una “casa” en el primer sentido; Dios le dice que le está construyendo una “casa” en el tercer sentido. Aunque Salomón, el hijo de David, le hará una “casa” a Dios, realmente Dios mismo es el Dador máximo y la “casa” que él se propone construir resultará ser más duradera.

En este contexto, Dios le hace unas promesas extraordinarias a David. “Pero ahora el Señor te hace saber que será él quien te construya una casa” (7:11). Para continuar el linaje de David después de su muerte, Dios añade: “Cuando tu vida llegue a su fin y vayas a descansar entre tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus propios descendientes, y afirmaré su reino. Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono real para siempre” (7:12-13). La referencia no va más allá de Salomón. En el relato de 1 y 2 de Samuel, Saúl sirve de ejemplo perfecto de un rey que reinó y cuyo trono no fue afirmado, cuya “casa” no fue edificada. Pero no será así con David. Su descendiente reinará. Cuando Saúl pecó, a la larga Dios le rechazó. Pero cuando el hijo de David haga lo malo, Dios dice: “lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre. Sin embargo, no le negaré mi amor, como se lo negué a Saúl, a quien abandoné para abrirte paso” (7:14-15). Hasta aquí, entonces, el panorama se centra en Salomón.

Sin embargo, una vez más, Dios tiene una perspectiva más amplia: “Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre” (7:16). Esto puede significar una de dos cosas: que siempre habrá alguien del linaje de David en el trono, o algo aún más poderoso. Después de un tiempo, las profecías acerca del “David” venidero o el “hijo de David” adquieren el peso de una promesa mucho mayor. Isaías profetiza sobre alguien que “gobernará sobre el trono de David y sobre su reino” pero a quien también se le llama “Dios Fuerte” y “Padre Eterno” (Isaías 9:6-7). Aquí tenemos un heredero de David que mantiene la dinastía davídica, no pasándola a su heredero, sino mediante su propio reinado eterno.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Salmos 56–57

El subtítulo del Salmo 57 especifica que este salmo se escribió cuando David huyó de Saúl a una cueva (cp. 1 Samuel 22:1; 24:3). Lo que encontramos, entonces, es parte del tono emocional y espiritual de este hombre cuando se encontraba, como él mismo dijo, “a un paso de la muerte” (1 S. 20:3). Haremos algunas reflexiones:

(1) Incluso cuando clama pidiendo misericordia, David expresa su confianza en el poder soberano de Dios. El lenguaje es sorprendente: “Clamo al Dios Altísimo, al Dios que me brinda su apoyo” (57:2). El título “Dios Altísimo” no es común en el libro de Salmos. David está pensando quizás en otro hombre sin hogar, Abraham, que estaba más familiarizado con esta forma de dirigirse al Señor. Ciertamente, no cree que las circunstancias se hayan escapado de las manos de semejante Dios. Suplica misericordia, pero reconoce que, el Todopoderoso cumple sus propósitos en él. La mezcla de un ruego humilde y una confianza tranquila en el poder soberano del Señor es recurrente en las Escrituras, alcanzando su plano más elevado en la oración del Señor Jesús en el huerto: “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Mateo 26:39). En cierta medida, cada seguidor de Jesucristo querrá conocer la angustia y el gozo de ese tipo de oración.

(2) El estribillo de 57:5 y 11, “¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos; tu gloria cubre toda la tierra!”, muestra que David no sólo está adorando reverentemente, sino también confirmando algo que los creyentes olvidan con facilidad, particularmente cuando se enfrentan a situaciones duras. El equivalente más claro en el Nuevo Testamento se encuentra quizás en la oración que el Señor Jesús nos enseñó: “Santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Aquí, David no medita únicamente en el poder soberano de Dios, sino en su relevancia. Para David, es más importante que Dios sea exaltado sobre los cielos, que salir o no de la cueva. La ferviente oración que somete voluntariamente los intereses personales urgentes a la gloria de Dios produce gozo y estabilidad: “Firme está, oh Dios, mi corazón; firme está mi corazón. Voy a cantarte salmos” (57:7).

(3) Igualmente excepcional es la mirada de David hacia el firmamento cuando se propone dar testimonio: “Te alabaré, Señor, entre los pueblos, te cantaré salmos entre las naciones. Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos; ¡tu verdad llega hasta el firmamento!” (57:9-10). Se trata de una visión absoluta y, actualmente, mientras innumerables personas cantan estas palabras, el voto de David se ha cumplido de una forma más extensa de lo que nunca pudo haber imaginado.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

2 Samuel 7

Promesa del Señor a David

7 Sucedió que cuando el rey David ya moraba en su casa, y el Señor le había dado descanso de sus enemigos por todos lados, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, pero el arca de Dios mora en medio de cortinas». Entonces Natán dijo al rey: «Vaya, haga todo lo que está en su corazón, porque el Señor está con usted». Y esa misma noche la palabra del Señor vino a Natán: «Ve y dile a Mi siervo David: “Así dice el Señor: ‘¿Eres tú el que me va a edificar una casa para morar en ellaPues no he morado en una casa desde el día en que saqué de Egipto a los israelitas hasta hoy, sino que he andado errante en una tienda, en un tabernáculo. Dondequiera que he ido con todos los israelitas, ¿hablé palabra a alguna de las tribus de Israel, a la cual haya ordenado que pastoreara a Mi pueblo Israel, diciéndoles: “¿Por qué ustedes no me han edificado una casa de cedro?”’”.

»Ahora pues, así dirás a Mi siervo David: “Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Yo te tomé del pastizal, de seguir las ovejas, para que fueras príncipe sobre Mi pueblo Israel. Y he estado contigo por dondequiera que has ido y he exterminado a todos tus enemigos de delante de ti, y haré de ti un gran nombre como el nombre de los grandes que hay en la tierra. 10 Asignaré también un lugar para Mi pueblo Israel, y lo plantaré allí a fin de que habite en su propio lugar y no sea perturbado de nuevo, ni los malvados los aflijan más como antes, 11 desde el día en que ordené que hubiera jueces sobre Mi pueblo Israel. A ti te daré reposo de todos tus enemigos. El Señor también te hace saber que el Señor te edificará una casa. 12 Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino. 13 Él edificará casa a Mi nombre, y Yo estableceré el trono de su reino para siempre. 14 Yo seré padre para él y él será hijo para Mí. Cuando cometa iniquidad, lo castigaré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres, 15 pero Mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl a quien quité de delante de ti. 16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de Mí; tu trono será establecido para siempre’”». 17 Conforme a todas estas palabras y conforme a toda esta visión, así Natán habló a David.

18 Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y dijo: «¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi casa para que me hayas traído hasta aquí? 19 Y aun esto fue insignificante ante Tus ojos, oh Señor Dios, pues también has hablado de la casa de Tu siervo concerniente a un futuro lejano. Y esta es la ley de los hombres, oh Señor Dios. 20 ¿Y qué más podría decirte David? Pues Tú conoces a Tu siervo, oh Señor Dios. 21 A causa de Tu palabra, conforme a Tu propio corazón, Tú has hecho toda esta grandeza, para que lo sepa Tu siervo.

22 »Oh Señor Dios, por eso Tú eres grande; pues no hay nadie como Tú, ni hay Dios fuera de Ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos. 23 ¿Y qué otra nación en la tierra es como Tu pueblo Israel, al cual viniste a redimir para Ti como pueblo, a fin de darte un nombre, y hacer grandes cosas a su favor y cosas portentosas para Tu tierra, ante Tu pueblo que rescataste para Ti de Egipto, de naciones y de sus dioses? 24 Pues Tú has establecido para Ti a Tu pueblo Israel como pueblo Tuyo para siempre, y Tú, Señor, has venido a ser su Dios.

25 »Y ahora, oh Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado acerca de Tu siervo y acerca de su casa, y haz según has hablado. 26 Y sea engrandecido Tu nombre para siempre, al decirse: “El Señor de los ejércitos es Dios sobre Israel”; y que la casa de Tu siervo David sea establecida delante de Ti. 27 Porque Tú, oh Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has revelado a Tu siervo, diciendo: “Yo te edificaré casa”; por tanto, Tu siervo ha hallado ánimo para elevar esta oración a Ti.

28 »Ahora pues, oh Señor Dios, Tú eres Dios, Tus palabras son verdad y Tú has prometido este bien a Tu siervo. 29 Y ahora, ten a bien bendecir la casa de Tu siervo, a fin de que permanezca para siempre delante de ti. Porque Tú, oh Señor Dios, has hablado y con Tu bendición será bendita para siempre la casa de Tu siervo».

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

2 Corintios 1

Saludo

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,

A la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

El Dios de toda consolación

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.

Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si somos atribulados, es para el consuelo y salvación de ustedes; o si somos consolados, es para consuelo de ustedes, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de ustedes está firmemente establecida, sabiendo que como son copartícipes de los sufrimientos, así también lo son de la consolación.

Porque no queremos que ignoren, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia. Porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, 10 el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar. 11 Ustedes también cooperaron con nosotros con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos.

Sinceridad de Pablo

12 Porque nuestra satisfacción es esta: el testimonio de nuestra conciencia que en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo y especialmente hacia ustedes. 13 Porque ninguna otra cosa les escribimos sino lo que leen y entienden, y espero que entenderán hasta el fin; 14 como también ustedes nos han entendido en parte que nosotros somos el motivo de su gloria, así como también ustedes la nuestra en el día de nuestro Señor Jesús.

15 Y con esta confianza me propuse ir primero a ustedes para que dos veces recibieran bendición, 16 es decir, quería visitarlos de paso a Macedonia, y de Macedonia ir de nuevo a ustedes y ser encaminado por ustedes en mi viaje a Judea.

17 Por tanto, cuando me propuse esto, ¿acaso obré precipitadamente? O lo que me propongo, ¿me lo propongo conforme a la carne, para que en mí haya al mismo tiempo el sí, sí, y el no, no? 18 Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es sí y no. 19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino que ha sido sí en Él.

20 Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí. Por eso también por medio de Él, es nuestro Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros. 21 Ahora bien, el que nos confirma con ustedes en Cristo y el que nos ungió, es Dios, 22 quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.

23 Pero yo invoco a Dios como testigo sobre mi alma, que por consideración a ustedes no he vuelto a Corinto. 24 No es que queramos tener control de su fe, sino que somos colaboradores con ustedes para su gozo, porque es en la fe que permanecen firmes.

   

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Ezequiel 15

Jerusalén, una vid inútil

15 Entonces vino a mí la palabra del Señor: «Hijo de hombre, ¿en qué es mejor la madera de la vid que cualquier otra rama de árbol que haya entre los árboles del bosque? ¿Se toma madera de ella para hacer alguna obra? ¿Se toma acaso una estaca de ella para colgar alguna vasija? Si en el fuego se ha puesto para consumirla y el fuego ha consumido los dos extremos, también la parte de en medio ha sido quemada, ¿es aún útil para algo? Si cuando estaba intacta, no se utilizaba para nada, ¡cuánto menos, cuando la haya consumido el fuego y esté quemada, se podrá hacer aún algo de ella!

»Por tanto, así dice el Señor Dios: “Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, que he entregado al fuego para consumirla, así he entregado Yo a los habitantes de Jerusalén. He puesto Mi rostro contra ellos; del fuego han escapado, pero el fuego los consumirá. Y sabrán que Yo soy el Señor, cuando ponga Mi rostro contra ellos. Y convertiré la tierra en desolación, por cuanto han cometido infidelidad”», declara el Señor Dios.

   

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Salmos 56–57

Oración de confianza y gratitud

Para el director del coro; según la tonada de «La paloma silenciosa de los que están lejos». Mictam de David cuando los filisteos lo prendieron en Gat.

56 Ten piedad de mí, oh Dios, porque el hombre me ha pisoteado; Me oprime combatiéndome todo el día. Mis enemigos me han pisoteado todo el día, Porque muchos son los que con soberbia pelean contra mí. El día en que temo, Yo en Ti confío. En Dios, cuya palabra alabo, En Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? Todo el día pervierten mis palabras; Todos sus pensamientos contra mí son para mal. Atacan, se esconden, Espían mis pasos, Como esperando para quitarme la vida. Por causa de la iniquidad, arrójalos, En Tu ira humilla a los pueblos, oh Dios.

Tú has tomado en cuenta mi vida errante; Pon mis lágrimas en Tu frasco; ¿Acaso no están en Tu libro? Entonces mis enemigos retrocederán el día en que yo te invoque. Esto sé: que Dios está a favor mío. 10 En Dios, cuya palabra alabo, En el Señor, cuya palabra honro; 11 En Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? 12 Están sobre mí, oh Dios, los votos que te hice; Ofrendas de acción de gracias te ofreceré. 13 Pues Tú has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de tropiezo, Para que yo pueda andar delante de Dios En la luz de la vida.

Oración pidiendo ser librado de los perseguidores

Para el director del coro; según tonada de «No destruyas». Mictam de David, en la cueva, cuando huía de Saúl.

57 Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí, Porque en Ti se refugia mi alma; En la sombra de Tus alas me ampararé Hasta que la destrucción pase. Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que todo lo hace para mí. Él enviará desde los cielos y me salvará; Él reprocha al que me pisotea. (Selah) Dios enviará Su misericordia y Su verdad.

Mi alma está entre leones; Tengo que acostarme entre los que vomitan fuego; Entre los hijos de los hombres, cuyos dientes son lanzas y saetas, Y cuya lengua es espada afilada. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sea Tu gloria sobre toda la tierra. Han tendido una red para mis pasos; Mi alma está abatida; Han cavado una fosa delante de mí, Pero ellos mismos han caído en medio de ella. (Selah)

Firme está mi corazón, oh Dios, mi corazón está firme; ¡Cantaré y entonaré salmos! ¡Despierta, gloria mía! ¡Despierten, arpa y lira! ¡A la aurora despertaré! Te alabaré entre los pueblos, Señor; Te cantaré alabanzas entre las naciones. 10 Porque grande, hasta los cielos, es Tu misericordia, Y hasta el firmamento Tu verdad. 11 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra sea Tu gloria.

   

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