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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: 2 Corintios 3

En cierta forma, Pablo se encuentra en una posición desconcertante. Si no respondía a algunas de las preocupaciones que tenían los corintios sobre él y su ministerio, podría perderlos: no personalmente (eso no le hubiera molestado), pero sí perder su lealtad hacia él y, por lo tanto, al mensaje que él predicaba. Por otro lado, si hablaba largo y tendido acerca de sí mismo, al menos algunos de sus críticos dirían que estaba ensimismado, o inseguro, o que un verdadero apóstol no tendría que defenderse, o algo por el estilo.

Justamente, no sabemos con certeza cuál era su acusación. Resulta bastante obvio en varias partes de la correspondencia corintia, particularmente en 2 Corintios 3:1-3, que Pablo es consciente de este peligro. Al final del capítulo 2, había insistido en que “nosotros [ya sea un ‘nosotros’ literario o una referencia a los apóstoles]… hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que somos” (2:17): para nada como traficantes que trabajan por ganancia. Ahora pregunta retóricamente: “¿Acaso comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos?” (3:1). La frase “otra vez” nos revela que Pablo se ha enfrentado a este problema anteriormente con los corintios. Pregunta de manera aún más específica: “¿O acaso tenemos que presentaros o pediros a vosotros cartas de recomendación, como hacen algunos?” (3:1). Suena como si “algunos” hubieran intentado establecer sus credenciales trayendo cartas de presentación. Ellos o los corintios luego se vuelven desdeñosos hacia Pablo porque él no encaja ni en el patrón cultural de demostrar sus credenciales al solicitar una paga muy alta (cap. 2), ni trae consigo papeles—de Jerusalén o algún otro centro de autoridad—para establecer su fiabilidad.

Pero Pablo no responde defendiendo su estatus como apóstol en términos de la revelación directa del Cristo resucitado a él. (No obstante, en otro lugar, eso es justamente lo que hace, y aun en este capítulo insiste en que su competencia viene del mismo Dios, 3:5) Aquí adopta sabiamente una postura que, a la vez, apunta a la naturaleza peculiar de su propio ministerio y anima con gentileza a los corintios a reconocer que no están en condiciones de pensar de manera distinta. Lo que les dice es, en efecto, que su existencia como cristianos constituye para ellos suficiente credencial de Pablo. Pablo les predicó el evangelio. Ellos son su “carta de recomendación”, el resultado de su ministerio (3:1,3). Y puesto que la conversión genuina es obra del Espíritu de Dios, ellos, como cartas de recomendación de Pablo, deben verse como escritos “no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente” y no en una hoja de papiro ni en una tabla de piedra, sino en el corazón humano (3:3).

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Salmos 60–61

Uno de mis colegas pastores, el Dr. Roy Clements, ha predicado acerca de muchos salmos, en una serie que ha titulado “Cánticos desde la experiencia”. El título es revelador. Los salmos aunque contienen mucha doctrina no son resúmenes doctrinales. Muchos de ellos, son, literalmente, cánticos de experiencia. No pocas doctrinas se han plantado firmemente en nuestra mente al leer el libro de Salmos, y muchas de sus consecuencias se han desarrollado en nuestra vida, precisamente porque se han cocinado en el fuego de la experiencia. Definiéndolo de otra forma, el valor existencial de muchas doctrinas se ve mejor en la forma en que estas se ponen en práctica en la vida humana. Así pues, existen salmos de esperanza, miedo, duda, gozo desbordado, perdón, desánimo, peligro, desesperación, soledad, contemplación. Muchos de ellos se van sumergiendo de un tema a otro.

El Salmo 61 nos muestra a David anhelando la seguridad que únicamente Dios puede dar. Al principio, parece que está exhausto o deprimido (61:2). Quizás se encontraba muy lejos de su hogar cuando escribió estas líneas: “Desde los confines de la tierra te invoco” (61:2). También puede ser una forma poética de expresar lo solo que se siente, lo lejos que se ve del Dios viviente. Necesita un “refugio” (61:3), un “baluarte contra el enemigo” (61:3) y, en el aspecto que se ha incorporado a muchos himnos, suplica al Señor: “Llévame a una roca donde esté yo a salvo” (61:2). Estas palabras evocan imágenes contrapuestas: una roca que dará refugio a una persona castigada por el sol, una roca que es un reducto escarpado, mucho más seguro de lo que el propio hombre puede estar.

Sin embargo, los versículos siguientes afirman que la seguridad anhelada por David no debe limitarse a la fuerza física, a un “baluarte”, una Línea Maginot, una disuasión nuclear, una fuerza aérea. “Anhelo habitar en tu casa para siempre y refugiarme debajo de tus alas” (61:4). La oración que pedía seguridad se ha vuelto inmensamente personal: David ansía la presencia y protección del propio Dios sobre todas las cosas. El Señor cuida de los suyos, los que han recibido la heredad de temer su nombre (61:5). Es casi como si la naturaleza exacta de la tranquilidad que Dios ofrece estuviese naciendo en David. Cada versículo añade una comprensión más profunda de la verdadera base de la seguridad del creyente, culminando en esta oración para el rey: “Que reine siempre en tu presencia, y que tu amor y tu verdad lo protejan” (61:7). No existe un amparo mayor. No es de extrañar que David termine su reflexión con una alabanza sin límites (61:8), algo que también nosotros debemos hacer.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

2 Samuel 10

Humillación de los siervos de David

10 Sucedió después de esto que murió el rey de los amonitas, y su hijo Hanún reinó en su lugar. Y David dijo: «Seré bondadoso con Hanún, hijo de Nahas, tal como su padre fue bondadoso conmigo». Entonces David envió algunos de sus siervos para consolarlo por la muerte de su padre. Pero cuando los siervos de David llegaron a la tierra de los amonitas, los príncipes de los amonitas dijeron a Hanún su señor: «¿Cree usted que David está honrando a su padre porque le ha enviado consoladores? ¿No le ha enviado David sus siervos para reconocer la ciudad, para espiarla y conquistarla?». Entonces Hanún tomó a los siervos de David, les rasuró la mitad de la barba, les cortó los vestidos por la mitad hasta las caderas, y los despidió. Cuando le avisaron a David, envió mensajeros a encontrarse con ellos, porque los hombres estaban sumamente avergonzados. Y el rey les dijo: «Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba, y después vuelvan».

Al ver los amonitas que se habían hecho odiosos a David, los amonitas mandaron a tomar a sueldo a los arameos de Bet Rehob y a los arameos de Soba, 20,000 soldados de a pie, y del rey de Maaca 1,000 hombres, y de Is Tob 12,000 hombres. Cuando David se enteró, envió a Joab y a todo el ejército de los valientes. Y los amonitas salieron y se pusieron en orden de batalla a la entrada de la ciudad, mientras que los arameos de Soba y de Rehob y los de Is Tob y de Maaca estaban aparte en el campo.

Derrota de Amón y Aram

Viendo Joab que se le presentaba batalla por el frente y por la retaguardia, escogió de entre todos los mejores hombres de Israel, y los puso en orden de batalla contra los arameos. 10 Al resto del pueblo lo colocó al mando de su hermano Abisai y lo puso en orden de batalla contra los amonitas. 11 Y dijo: «Si los arameos son demasiado fuertes para mí, entonces tú me ayudarás, y si los amonitas son demasiado fuertes para ti, entonces vendré en tu ayuda. 12 Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo y por amor a las ciudades de nuestro Dios; y que el Señor haga lo que le parezca bien».

13 Entonces Joab se acercó con el pueblo que estaba con él para pelear contra los arameos, y estos huyeron delante de él. 14 Cuando los amonitas vieron que los arameos huían, ellos también huyeron delante de Abisai y entraron en la ciudad. Entonces Joab se volvió de pelear contra los amonitas y vino a Jerusalén.

15 Al ver los arameos que habían sido derrotados por Israel, volvieron a concentrarse. 16 Hadad Ezer mandó sacar a los arameos que estaban al otro lado del Río y fueron a Helam; y Sobac, comandante del ejército de Hadad Ezer, iba al frente de ellos. 17 Cuando se dio aviso a David, este reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y llegó a Helam. Los arameos se pusieron en orden de batalla para enfrentarse a David, y pelearon contra él. 18 Pero los arameos huyeron delante de Israel, y David mató a 700 hombres de los carros de los arameos, y a 40,000 hombres de a caballo, e hirió a Sobac, comandante de su ejército, el cual murió allí. 19 Cuando todos los reyes, siervos de Hadad Ezer, vieron que habían sido derrotados por Israel, hicieron la paz con Israel y le sirvieron. Y los arameos tuvieron temor de ayudar más a los amonitas.

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

2 Corintios 3

Ministros del nuevo pacto

3 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para ustedes o de parte de ustedes? Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres, siendo manifiesto que son carta de Cristo redactada por nosotros, no escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones humanos.

Esta confianza tenemos hacia Dios por medio de Cristo. No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios, el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, la cual se desvanecía, ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu? Porque si el ministerio de condenación tiene gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de justicia. 10 Pues en verdad, lo que tenía gloria, en este caso no tiene gloria por razón de la gloria que lo sobrepasa. 11 Porque si lo que se desvanece fue con gloria, mucho más es con gloria lo que permanece.

Transformados de gloria en gloria

12 Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza. 13 Y no somos como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los israelitas no fijaran su vista en el fin de aquello que había de desvanecerse.

14 Pero el entendimiento de ellos se endureció. Porque hasta el día de hoy, en la lectura del antiguo pacto el mismo velo permanece sin alzarse, pues solo en Cristo es quitado. 15 Y hasta el día de hoy, cada vez que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. 16 Pero cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.

17 Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. 18 Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.

   

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Ezequiel 17

Parábola de las águilas y la vid

17 Y vino a mí la palabra del Señor: «Hijo de hombre, propón un enigma y relata una parábola a la casa de Israel.

Dirás: “Así dice el Señor Dios: ‘Una gran águila de grandes alas, Largos piñones y espeso plumaje de muchos colores, Vino al Líbano y se llevó la copa del cedro; Arrancó el más alto de sus renuevos, Lo llevó a una tierra de mercaderes Y lo puso en una ciudad de comerciantes. -’Después tomó semilla del país Y la plantó en terreno fértil. La puso junto a aguas abundantes; La plantó como un sauce. -’Brotó y se hizo una vid Muy extendida, de poca altura, Con sus sarmientos vueltos hacia el águila, Pero sus raíces quedaron debajo de ella. Así se hizo una vid, Echó pámpanos y se hizo frondosa.

’Pero había otra gran águila De grandes alas y abundante plumaje, Y esta vid dobló sus raíces hacia ella, Y hacia ella extendió sus sarmientos Desde los surcos donde estaba plantada para que la regara. -’En tierra fértil, junto a aguas abundantes estaba plantada, Para echar ramas y dar fruto, Para hacerse una vid excelente’”.

Dile: “Así dice el Señor Dios: ‘¿Prosperará?

¿No arrancará sus raíces y cortará su fruto Para que se seque y se sequen todas sus hojas tiernas? Y no hará falta gran poder ni mucha gente Para arrancarla de sus raíces. 10 -’Aunque está plantada, ¿prosperará? Cuando el viento del este la azote, ¿no se secará totalmente? En los surcos donde creció, se secará’”».

11 Y vino a mí la palabra del Señor: 12 «Dile ahora a la casa rebelde: “¿No saben lo que significan estas cosas?”. Di: “El rey de Babilonia vino a Jerusalén, tomó a su rey y a sus príncipes y los llevó consigo a Babilonia. 13 Y tomó a uno de la familia real, hizo un pacto con él y le hizo prestar juramento. Se llevó también a los poderosos de la tierra, 14 para que el reino quedara sometido sin poder levantarse, a fin de que guardando su pacto se mantuviera. 15 Pero se ha rebelado contra él enviando embajadores a Egipto para que le den caballos y muchas tropas. ¿Tendrá éxito? ¿Escapará el que hace tales cosas? ¿Puede romper el pacto y escapar? 16 Vivo Yo”, declara el Señor Dios, “que ciertamente en la tierra del rey que lo puso en el trono, cuyo juramento despreció y cuyo pacto rompió, allí, en medio de Babilonia, morirá. 17 Ni con poderoso ejército ni con gran compañía lo ayudará Faraón en la guerra, cuando levanten terraplenes y construyan muros de asedio para cortar muchas vidas. 18 Pues ha despreciado el juramento al romper el pacto; juró fidelidad pero hizo todas estas cosas. No escapará”».

19 Por tanto, así dice el Señor Dios: «Vivo Yo, que ciertamente Mi juramento que él despreció, Mi pacto que él rompió, lo haré recaer sobre su cabeza. 20 Y tenderé sobre él Mi red y será atrapado en Mi trampa. Entonces lo llevaré a Babilonia y allí entraré en juicio con él por la infidelidad que ha cometido contra Mí. 21 Y todos los escogidos de todas sus tropas a espada caerán, y los sobrevivientes serán esparcidos a todos los vientos. Y ustedes sabrán que Yo, el Señor, he hablado».

22 Así dice el Señor Dios: «Yo también tomaré un renuevo de lo más alto de la copa del cedro y lo plantaré; arrancaré de la punta de sus renuevos uno tierno y lo plantaré en un monte alto y eminente. 23 En el alto monte de Israel lo plantaré; extenderá ramas y dará fruto, y llegará a ser un cedro majestuoso. Debajo de él anidarán toda clase de aves, a la sombra de sus ramas anidarán. 24 Y todos los árboles del campo sabrán que Yo soy el Señor; humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde; seco al árbol verde y hago reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, he hablado y lo haré».

   

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Salmos 60–61

Lamento y oración en la derrota

Para el director del coro; según la tonada de «El lirio del testimonio». Mictam de David para enseñar, cuando luchó con Aram Naharaim y contra Aram Soba, y volvió Joab e hirió a 12,000 edomitas en el valle de la Sal.

60 Oh Dios, Tú nos has rechazado, nos has quebrantado, Te has enojado. Restáuranos, oh Dios. Has hecho temblar la tierra, la has hendido; Sana sus hendiduras, porque se tambalea. Cosas duras has hecho ver a Tu pueblo; Nos has dado a beber vino embriagador. Has dado un estandarte a los que te temen, Para que sea alzado por causa de la verdad. (Selah) Para que sean librados Tus amados, Salva con Tu diestra, y respóndeme.

Dios ha hablado en Su santidad: «Me alegraré, repartiré a Siquem, Y mediré el valle de Sucot. Mío es Galaad, Mío es Manasés, Efraín es el casco de Mi cabeza, Judá es Mi cetro. Moab es la vasija en que me lavo; Sobre Edom arrojaré Mi calzado; Clama a gritos, oh Filistea, a causa de Mí».

¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom? 10 ¿No eres Tú, oh Dios, el que nos ha rechazado? ¿No saldrás, oh Dios, con nuestros ejércitos? 11 Danos ayuda contra el adversario, Pues vano es el auxilio del hombre. 12 En Dios haremos proezas, Y Él pisoteará a nuestros adversarios.

Confianza en la protección de Dios

Para el director del coro. Sobre instrumentos de cuerdas. Salmo de David.

61 Oye, oh Dios, mi clamor; Atiende a mi oración. Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo. Porque Tú has sido refugio para mí, Torre fuerte frente al enemigo. Que more yo en Tu tienda para siempre; Y me abrigue bajo el refugio de Tus alas. (Selah)

Porque Tú, oh Dios, has escuchado mis votos; Tú me has dado la heredad de los que temen Tu nombre. Tú añadirás días a los días del rey; Sus años serán como muchas generaciones. Él reinará para siempre delante de Dios; Concédele misericordia y fidelidad para que lo guarden. Así cantaré alabanzas a Tu nombre para siempre, Cumpliendo mis votos día tras día.

   

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