×

Definición

El Nuevo Testamento atribuye a Jesús los mismos nombres de Dios (Dios, Señor) y describe su identidad y misión a través de una variedad de títulos ricos en simbolismo del Antiguo Testamento.

Sumario

La imagen de Cristo en el Nuevo Testamento no puede reducirse a los nombres y títulos que tiene. Su identidad divina también se revela mediante sus acciones salvadoras, los atributos de la deidad que se le atribuyen y la adoración que recibe. Sin embargo, los nombres y títulos de Cristo proporcionan un punto de entrada en la representación bíblica de su persona y obra. Su nombre de pila, Jesús, ya revela su identidad como Salvador. También lleva los mismos nombres de Dios (por ejemplo, “Dios”, theos; “Señor”, kurios), y se le describe mediante una rica variedad de títulos, tales como “el Cristo” (el ungido), “el buen pastor”, “la luz del mundo” y muchos más.

El nombre “Jesús”

Cuando el ángel del Señor se le apareció a José, anunciándole que María iba a concebir y dar a luz un hijo, a José le dijeron que nombrara al niño Jesús, “porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mt 1:21). El nombre Jesús (Yeshua/Josué) significa “el Señor salva”. Al igual que el Josué de antaño, Jesús librará a su pueblo de su esclavitud y lo llevará a la verdadera tierra prometida del perdón de Dios. Pero Jesús lleva este nombre no solo como instrumento o conducto de la salvación de Dios. Encarnó esta salvación en su propia persona como Emmanuel, “Dios con nosotros” (Mt 1:23; Is 7:14).

Los nombres divinos de Jesús

Además de su nombre personal, la identidad de Jesús también se revela mediante los diversos nombres divinos que se le atribuyen. La imagen de Cristo en el Nuevo Testamento no puede reducirse a los nombres y títulos que lleva. Su identidad divina también se revela mediante sus acciones salvadoras, los atributos de la deidad que se le atribuyen y la adoración que recibe. Sin embargo, los nombres y títulos de Cristo proporcionan un punto de entrada en la representación bíblica de su persona y obra.

Dios

La mayoría de las veces en el Nuevo Testamento, el nombre “Dios” (theos) se usa para referirse al Padre (aunque en algunas ocasiones se refiere al Espíritu Santo; p. ej., Hch 5:4). Pero nueve veces distintas, el nombre “Dios” se usa en referencia a Jesús. El Evangelio de Juan identifica a Jesús, la Palabra de Dios, con Dios mismo (Jn 1:1), de hecho como el “unigénito Dios” (Jn 1:18). Al final de Juan, Tomás confiesa a Jesús: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20:28). En los Hechos de los Apóstoles, Pablo habla de “la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre” (Hch 20:28). Las cartas del Nuevo Testamento también se refieren a Jesús como Dios varias veces. Cristo es “Dios bendito por los siglos” (Ro 9:5), “nuestro gran Dios y Salvador” (Tit 2:13), “Señor y Salvador” (2 P 1:1) y el “verdadero Dios y la vida eterna” (1 Jn 5:20). El libro de Hebreos cita el Salmo 45:7-8 y lo aplica a Jesús: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre” (He 1:8). Algunos discuten el referente de algunos de estos pasajes, y hay variantes textuales que complican un par de textos (especialmente Jn 1:18 y Hch 20:28). Pero puede afirmarse firmemente que cada uno de estos pasajes se refieren simplemente a Jesús como “Dios”. La diversidad de ocasiones (Evangelios, Hechos, epístolas paulinas, epístolas generales) subraya la consistencia de esta práctica temprana de aplicar el nombre de Dios a Jesús.

Señor

A Jesús también se le identifica como “Señor” en todo el Nuevo Testamento. El término griego que se traduce “Señor” (kurios) tiene varios significados. Puede servir simplemente como un término de respeto que significa “señor”, “amo” o incluso “sir” (en inglés). Pero también fue la palabra elegida por los traductores de la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento, para traducir el nombre divino (en hebreo como YHWH). Algunos de los personajes de los Evangelios que se dirigen a Jesús como Señor pueden haber tenido en mente el uso más mundano, pero los autores del Nuevo Testamento desplegaron claramente el término como título divino para Jesús. Por ejemplo, observe cómo Mateo cita a Isaías 40:3 (“Preparen el camino del Señor”) como referencia a la preparación del camino que Juan haría como heraldo de Jesús. “Señor” aparece a menudo junto con “Jesús” y con “Jesucristo”. El nombre completo y el título aparecen a menudo en los escritos de Pablo especialmente: Señor Jesucristo (p. ej., Ro 5:1). Pero a veces “el Señor” aparece solo como referencia a Jesús, subrayando su uso como nombre divino (p. ej., Lc 7:13; 10:1, 41).

Hijo, Hijo de Dios, Hijo Unigénito

El título “Hijo de Dios” tiene un rico trasfondo del Antiguo Testamento. A veces se habla de la nación de Israel como el hijo de Dios (Os 11:1), y el rey davídico en particular lleva esta identidad (2 S 7:14; Sal 2:7). Cuando el Nuevo Testamento habla de Cristo como Hijo de Dios, tiene este trasfondo en vista: Cristo es el verdadero Israel, el mayor David. Pero el nombre también adquiere una profundidad y un alcance que se extiende más allá de estos referentes. Jesús no es solo el Hijo davídico; también es el Hijo eterno del Padre eterno. Jesús tiene la conciencia de ser el Hijo de Dios en un sentido único. Tiene una relación con el Padre que es insuperable: “nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo” (Mt 11:27). Juan habla incluso de Jesús como el “Hijo unigénito” (Jn 1:14; 3:16). El Hijo es la revelación definitiva y el reflejo exacto de la naturaleza del Padre (He 1:1-4). El que ha visto al Hijo ha visto al Padre, afirmó Juan (Jn 14:9). Como tal, “Hijo de Dios” no es solo un título davídico, sino también un nombre divino.

Hijo de Hombre

Puede parecer extraño incluir “Hijo del Hombre” como título divino. Pero “Hijo del Hombre” era la autodesignación favorita de Jesús y sin duda implica la humanidad de Cristo. Pero el trasfondo probable del término es Daniel 7, que habla de una misteriosa figura “como un hijo de hombre” que llega a las nubes y recibe del Señor, el Anciano de Días, el dominio, la gloria y el reino que pertenecen adecuadamente solo a Dios mismo. En la plenitud de la revelación en Cristo, se hace evidente que la figura del Hijo del Hombre es divina y humana. Lo más llamativo es que Jesús infunde esta imagen divina y humana “daniélica” con temas de sufrimiento y muerte que caracterizan más al Siervo Sufriente de Isaías (Is 53; cp. Mr 10:45).

Los títulos de Jesús

Los títulos de Jesús en las Escrituras son demasiados para enumerarlos. Por ello, el enfoque que se presenta a continuación debe ser selectivo y breve.

El Cristo

A veces se menciona que Cristo no es el apellido de Jesús. Cristo es, en cambio, el título que más a menudo se adjunta a su nombre. El término griego Christos traduce el término hebreo Mashiah (Mesías) y significa “el ungido”. En el Antiguo Testamento es un título del rey davídico y una figura para el redentor prometido de Israel (p. ej., Sal 2:2; 18:50). Las raíces de la palabra se encuentran en la antigua práctica de ungir a un rey para consagrarlo por su servicio real. A menudo se ha señalado que había tres cargos en el Israel del Antiguo Testamento que, al menos a veces, fueron marcados por la unción del aceite: profetas, sacerdotes y reyes. Como tal, este título del Nuevo Testamento para Jesús implica mucho sobre su identidad y misión.

Las declaraciones: “Yo soy”

Siete veces en el Evangelio de Juan, Jesús se describe a sí mismo con una fórmula “Yo soy”. Los predicados de estas siete declaraciones “Yo Soy” se enumeran a continuación:

 

  • El pan de vida (Jn 6:35, 48, 51)
  • La luz del mundo (Jn 8:12; 9:5)
  • La puerta de las ovejas (Jn 10:7, 9)
  • El buen pastor (Jn 10:11, 14)
  • La resurrección y la vida (Jn 11:25)
  • El camino, la verdad y la vida (Jn 14:6)
  • La verdadera vid (Jn 15:1)

Cada uno de estos títulos está lleno de simbolismo del Antiguo Testamento. En conjunto, proporcionan una visión fascinante de la propia comprensión de Jesús sobre su identidad. Lo interesante es que, en cada caso, enmarca su identidad en términos de su misión salvadora en nombre de los demás: pan para los hambrientos; luz para los que están en la oscuridad; la puerta y el pastor para las ovejas descarriadas; la resurrección y la vida para los que van a morir; el camino, la verdad y la vida para quienes buscan al Padre, y la vid que da vida a las ramas.

Una cornucopia de otros títulos

Jesús es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1:29, 36). Él es el último Adán, que trae vida de justicia y resurrección donde el primer Adán trajo pecado y muerte (Ro 5:15-19; 1 Co 15:45). Él es la imagen de Dios, no solo en términos de su verdadera humanidad, sino también como aquel que refleja eternamente la naturaleza del Padre (1 Co 11; 2 Co 4:4; Col 1:15; 3:10; Ef 4:24). Es el mediador entre Dios y el hombre (1 Ti 2:5). Él es el Salvador que rescata a su pueblo del pecado y la muerte (Lc 2:11; Jn 4:42; Hch 5:31; 13:23; Ef 5:23; 2 P 1:1, 11; 1 Jn 4:14). Es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos y el gobernante de los reyes en la tierra (Ap 1:5). Es el primero y el último (Ap 1:17; 22:13). Es el león de la tribu de Judá, la raíz de David y el cordero inmolado (Ap 5:5-6). Es el jinete en un caballo blanco, volviendo a juzgar y salvar (Ap 19).

Podríamos seguir. Cuando se trata de explicar los nombres, títulos y descripciones de la obra de Jesús en el Nuevo Testamento, podríamos parafrasear lo que dijo el apóstol Juan sobre las obras de Cristo: si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Jenny Midence-Garcia.

Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.

Lecturas adicionales