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Definición

Israel y la iglesia son dos de los personajes principales en el desarrollo de la historia de la Biblia. Uno juega un papel muy importante en el Antiguo Testamento y el otro en el Nuevo Testamento. Una de las preguntas más importantes que los cristianos han tratado de responder desde el primer siglo es esta: ¿Cómo se relacionan estos personajes?

Sumario

Para responder, comenzaremos con una pregunta más modesta: ¿Quién cumple las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de Israel? ¿Estas promesas son cumplidas por Israel o por la iglesia? Veremos que Romanos 9-11 es el único lugar en el Nuevo Testamento que fue escrito específicamente para responder a estas preguntas. Lo que veremos es que las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de Israel son, en general, cumplidas por Israel y que todo esto sucede dentro de la iglesia.

Introducción

¿Cuál es la relación entre Israel y la iglesia? Es como la pregunta del millón en la teología bíblica. Está claro que ambos son personajes principales en la historia de la Biblia. Pero, ¿cómo se relacionan? ¿Son el mismo personaje solo con un cambio de nombre a la mitad de la trama, como Cefas que se convierte en Pedro a la mitad del Evangelio de Mateo? ¿O un personaje está destinado a prepararse para el otro? ¿Es el papel de Israel como el papel de la ley, preparatorio para algo que sucederá más adelante en el libro? ¿O deberíamos entender la relación entre Israel y la iglesia de alguna otra manera? Por supuesto, cómo entendemos la relación entre los dos es un largo camino hacia cómo entendemos una pregunta aún más grande: ¿Cómo se relacionan el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento? Para el caso, también contribuye en gran medida determinar «la tribu bíblico-teológica» de uno, ya sea del pacto, dispensacional o alguna variación intermedia.

La respuesta a la pregunta gira en torno a la interpretación de muchos pasajes bíblicos, que son demasiados para abordarlos aquí de manera satisfactoria. Lo que haremos en su lugar, por lo tanto, es abordar una pregunta más modesta, una que tiene el potencial de arrojar un poco de luz sobre la pregunta más importante. Haremos y contestaremos la pregunta: ¿Quién cumple las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de Israel? ¿Es Israel? ¿O es la iglesia? Haremos esto mirando un lugar en el Nuevo Testamento escrito específicamente para abordar esta misma pregunta: Romanos 9-11. Lo que veremos es que las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de Israel son, en general, cumplidas por Israel, y el Israel que cumple estas promesas es parte de la iglesia, no distinta de ella.

Las promesas del Antiguo Testamento de la salvación de Israel son cumplidas por Israel

Para ver esto, comenzaremos con el argumento más amplio de Pablo en Romanos 9-11, antes de pasar a tres lugares específicos donde se traza una línea recta entre los referentes del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento. Concluiremos observando un lugar donde podríamos decir que Pablo «dobla las reglas» o no es tan rígido con ellas.

Entonces, primero, el argumento de Pablo. En Romanos 9-11, Dios está «en el banquillo», su carácter está bajo revisión. Después de todo, había hecho grandes promesas a la iglesia mayoritariamente gentil en Roma (Ro 8), lo que naturalmente planteaba dudas sobre las promesas igualmente grandes que había hecho a Israel en el Antiguo Testamento, promesas de que el estatus de Israel como «enemigos» del evangelio (11:32) serían puestos a prueba. Si Israel no podía contar con la fidelidad de Dios, ¿quién dice que los romanos deberían hacerlo? (¿Confiarías en un paracaídas que no se abrió la última vez que se usó?) En estos tres capítulos, Pablo vindica a Dios en tres pasos. Comienza, insistiendo en que si vamos a responsabilizar a Dios por Su Palabra, Sus promesas, al menos asegurémonos de haberlas entendido correctamente (9:6-29). Para ser perfectamente claro: Dios nunca prometió salvar a cada persona judía (9:6), solo a aquellos «con quienes Él quiso [tener] misericordia» (9:18) o, paradójicamente, solo a aquellos que creyeron. Ese es su próximo paso (9:30–10:21). La incredulidad de Israel, en este sentido, no era problema de Dios; ¡Era el problema de Israel! Aun así, si bien Dios nunca prometió salvar a todos los israelitas, sí prometió salvar a Israel (11:1-32), razón por la cual, Pablo continúa insistiendo, estarán «completamente incluidos» (11:12). Ellos deben estar. Si no fuera así, entonces «la palabra de Dios [habrá] fallado» (9:6), lo cual, de nuevo, sería un gran problema para los cristianos gentiles, pero un problema aún mayor para Dios. (Además, sería muy difícil para Pablo seguir afirmando, al menos con seriedad, que no estaba «avergonzado del evangelio»).

En segundo lugar, Pablo traza una línea bastante recta entre las promesas del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento en al menos tres lugares de estos capítulos.

  1. Pablo dice que las promesas del Antiguo Testamento sobre la preservación por parte de Dios (es decir, la salvación) de un remanente judío se aplican a los cristianos judíos. Dios prometió preservar un remanente judío (ver Is 1:9 y 10:22-23 en Ro 9:27-29 ), especialmente cuando vino el Mesías y causó el tropiezo de tantos en Israel (ver Is 8:14 y 28:16 en Ro 9:33). Pablo afirma que esto es precisamente lo que Dios ha hecho: hay un «remanente escogido por gracia» (11:5), uno que «obtuvo» (11:7) la «justicia que es por la fe» (9:30). Para probar esto, Pablo no señala a los cristianos gentiles. (Tampoco señala a Jesús como el verdadero Israel). Más bien, se señala a sí mismo , «un israelita…, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín» (11:1) y a muchos más israelitas además (11:2-5). En resumen, los referentes de las promesas-remanentes del Antiguo Testamento son personas autodenominadas «israelitas» y «descendientes de Abraham», gente, de hecho, de tribus específicas dentro de Israel, es decir, no ha cambiado el referente de las promesas remanentes del Antiguo Testamento.
  2. Pablo dice que las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación gentil se aplican a los cristianos gentiles. Pablo declara que «La salvación ha venido a los gentiles para dar envidia a Israel» (11:11; cp. v. 14). Esto está ocurriendo, tal como Dios lo prometió. Pablo muestra que Dios dijo hace mucho tiempo, «Yo los provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo» y «fui hallado por los que no me buscaban» (Ro 10:19-20 cita Dt 32:21; Is 65:1). Pablo, de hecho, hace algo similar con las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de los gentiles al final de su carta (Ro15:9-12 cita 2 S 22:50; Sal 18:49; Dt 32:43; Sal 117:1; Is 11:10). Por supuesto, estas son promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de los gentiles, no de Israel. Aún así, esto muestra que al igual que las promesas remanentes del Antiguo Testamento, Pablo una vez más se contenta con trazar una línea recta entre un referente del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento. Las promesas hechas a Israel son cumplidas por Israel y las promesas hechas a los gentiles son cumplidas por los gentiles. Al menos hasta este punto, la hermenéutica de Pablo es bastante sencilla.
  3. Pablo dice que las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de todo Israel se aplican a los cristianos judíos. Pablo dice, «todo Israel será salvo» (11:26a), tal como Dios lo prometió. Porque, «como está escrito: “El libertador vendrá de Sión; apartará la impiedad de Jacob. Y este es mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados”» (Ro 11:26b-27, cita Is 59:20-21; 27:9; Jr 31:33-34).

Algunos han argumentado que «todo Israel» y «Jacob» aquí se refieren a «todos los elegidos, tanto judíos como gentiles». Pero es difícil darle a «Israel» ese significado y darle sentido al argumento de Pablo aquí en el capítulo 11. Una conclusión, por lo que vale, compartida por la mayoría de los intérpretes. Después de todo, Israel, a lo largo del capítulo, es una entidad corporativa, compuesta por un remanente «elegido» y una mayoría «endurecida» (v. 7), de «ramas naturales» todavía unidas al olivo y otras que han sido «desgajadas» (vv. 17-24). La suma de estos dos grupos es el remanente y la mayoría endurecida, lo que constituye «todo Israel». (Para esta lectura, mira mi ensayo «El futuro del Israel étnico», en inglés). Incluso si «todo Israel» se refiere a todo el remanente judío, sigue siendo todo el remanente judío. Así, como en otros lugares, Pablo se contenta con trazar una línea recta entre los referentes del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento.

En tercer lugar, nada de esto impide que Pablo «rompa las reglas» al menos en un lugar. Es justo que lo miremos de frente. Pablo dice que las promesas del Antiguo Testamento sobre la revocación del estatus de «no-pueblo» de Israel son cumplidas por los gentiles. Eso es lo que Pablo quiere decir cuando aplica Oseas 2:23 y 1:10 (en ese orden) a los gentiles en Romanos 9:25-26. No servirá negar que Pablo tiene a los gentiles a la vista. El argumento se establece para probar algo acerca de judíos y gentiles (ver v. 24). La parte judía de la prueba se encuentra claramente justo después, en los versos 27-29 (ver «acerca de Israel», en el verso 27). Tampoco servirá negar que Oseas tiene a los judíos a la vista. El tema de la promesa de Oseas es Israel, específicamente las diez tribus del norte de Israel (ver Os 1:6-7).

Entonces, ¿cómo cuadra todo esto con lo que hemos visto hasta ahora? Parece encajar incómodamente con la agenda retórica de Pablo. Una vez más, si Romanos 9-11 pretende defender la integridad de Dios y, por lo tanto, dar a los cristianos romanos (y, de hecho, a otros) confianza en la confiabilidad de Dios, el tipo de estrategia hermenéutica que Pablo usa aquí no parece ser de mucha ayuda. («¡Nada puede separarte del amor de Jesús, excepto, por supuesto, una hermenéutica que redirige “tú” de “tú, cristiano romanos” a “tú, alguien más”!»). Y además de esto, ¿para qué molestarse en alinear los referentes del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, como lo hace Pablo con las promesas de inclusión de la preservación del remanente, la salvación de los gentiles y «todo Israel» si ese tipo de línea recta ni siquiera es necesaria?

La explicación más simple parece ser que Pablo ve una superposición fácil entre dos «pueblos que no son míos», es decir, entre las tribus del norte incrédulas e idólatras de Israel y las naciones gentiles. Cuando lo planteamos de esta manera, la estrategia hermenéutica de Pablo comienza a tener sentido. Toma un texto que habla de alguien que no es el pueblo de Dios, que no es amado, y lo aplica a los gentiles y lo ve cumplido en ellos, que es precisamente en lo que Dios dijo que Israel se había convertido (ver Os 1:8-10). Se convertirían en gentiles. Se convertirían en «pueblo no mío»; se convertirían, como Esaú de antaño, en «no amado mío». En la misericordia de Dios, que es el punto de Romanos 9:24-29 (cp. también 15:9-12), Dios prometió hacer un cambio de estatus. Podríamos decir que Él prometió «injertar» junto con el remanente (ver 9:27-29) un «pueblo no mío», no solo de entre aquellos judíos que habían sido «endurecidos» y, por lo tanto, «desgajados», pero también de entre los gentiles, de entre los «brotes de olivo silvestre». En resumen, la promesa de Oseas al Israel pagano es una promesa a otros gentiles, ya que todos comparten el simple hecho de que están desconectados del olivo y necesitan misericordia desesperadamente. Sospecho que es esta superposición, esta referencia a ambos, tanto al Israel pagano como a (otros) gentiles, lo que explica por qué 9:25-26 no se dirige explícitamente a los gentiles, al menos de la misma manera que los vv. 27-29 están explícitamente dirigidas a Israel. Es porque se dirigen a dos tipos de gentiles, uno por juicio y el otro por naturaleza.

Las promesas del Antiguo Testamento de la salvación de Israel son cumplidas por Israel en la iglesia

Si bien Israel, en general, cumple las promesas de Dios del Antiguo Testamento sobre la salvación de Israel, eso no es todo lo que dice Romanos 9-11 sobre la relación entre Israel y la iglesia. También nos dice que el Israel que cumple estas promesas no las cumple fuera, sino dentro de la iglesia. Todo cristiano judío, ya sea parte del remanente o entre los injertados de nuevo, es parte de la iglesia romana (o de Efeso, Galacia o Tesalónica…). Son parte de aquellos en Roma y en otros lugares «que son amados por Dios y llamados a ser su pueblo santo» (1:7). Son cristianos (ver, p. ej., 16:7). Son cristianos romanos, de hecho, termina hablando de una iglesia que se reúne en el hogar de los cristianos judíos (ver 16:3-4 a la luz de Hechos 18:2).

Es más, Pablo dice que esta época de salvación —de la creencia judía y gentil— concluye con la resurrección («vida de entre los muertos», 11:15), es decir, con la Parusía (cp. 11:15 a la luz de 1 Corintios 15:23 ; ver también, quizás, «desde Sion» en 11:26). Lo que esto significa es que toda la «inclusión» (11:12) y la «aceptación» (11:15) y la «entrada», toda la salvación prometida en el Antiguo Testamento, tiene lugar antes del regreso de Jesús. En otras palabras, tiene lugar ahora (ver 11:30-31; también v. 14) y en la iglesia.

Conclusión

Entonces ¿cuál es la relación entre Israel y la iglesia? Hemos tratado de arrojar luz sobre esa gran pregunta observando una un poco más pequeña: ¿Quién cumple las promesas del Antiguo Testamento sobre la salvación de Israel? Lo hemos hecho desde el punto de vista de Romanos 9-11. Lo que hemos visto es que las promesas de Dios sobre la salvación de Israel se cumplen en Israel y en la iglesia. Pablo, de hecho, traza una línea bastante recta desde los referentes del Antiguo Testamento hasta su cumplimiento en el Nuevo Testamento. ¿De qué otra manera va a preservar la integridad de Dios, y mucho menos brindar algún consuelo a sus amigos en Roma? Es verdad, a veces Pablo se aparta de esta estrategia hermenéutica. Está feliz, por ejemplo, de incluir a los gentiles en las promesas de Dios al Israel pagano. Aunque incluso aquí, hace este punto al mismo tiempo que señala que uno de estos pueblos «gentiles» es injertado en el olivo «mucho más fácilmente» que el otro (11:24). Es decir, aun cuando enfatiza la similitud entre judíos y gentiles en la iglesia, Pablo mantiene un ojo firmemente fijo en sus identidades únicas en la familia de Dios.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Sergio Paz.


Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.

Lecturas adicionales

Hay mucho escrito sobre esta pregunta y la docena de temas relacionados que toca. Aquí simplemente anoté algunos de estos problemas y sugerí uno o dos lugares para comenzar bajo de cada uno.

Antiguo Testamento en Nuevo Testamento: Generalidades

Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento: Romanos

Israel y la Iglesia