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¿Puede alguien cumplir perfectamente la ley de Dios?

Desde la Caída, ningún hombre ha sido capaz de cumplir la ley de Dios de manera perfecta, sino que la quebranta una y otra vez con sus pensamientos, palabras y obras.

Desde la Caída, ningún hombre ha sido capaz de cumplir la ley de Dios de manera perfecta.

Respuesta para Niños

Versículo bíblico

Romanos 3:10–12

No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!

Devocional

LEO SCHUSTER

Dios nos creó para que le amemos, le disfrutemos, le glorifi­quemos y le obedezcamos y, al hacerlo, prosperemos como seres humanos. Si es así, ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo? Como una sofisticada pieza de maquinaria que está descom­puesta, no funcionamos de la manera en que fuimos diseña­dos para hacerlo debido a la Caída. ¿Qué es la Caída? Dios creó a los humanos con la capacidad de cumplir Su ley de una forma perfecta, pero perdimos esa capacidad cuando el primer humano y representante de la raza humana, Adán, decidió rebelarse y desobedecer a Dios. Él cayó en una con­dición de pecado y arrastró a toda la humanidad consigo. La Biblia describe esta condición de diferentes maneras —re­belión espiritual, ceguera, enfermedad, esclavitud y muerte.

¿Cómo nos afecta actualmente? Como resultado de la Caída, nuestro espíritu no solo fue afectado, sino que pasó a estar incapacitado. No solo somos débiles, sino que no tenemos ningún poder innato para obedecer la ley de Dios y glorificarle. Estamos separados de nuestro Creador, de los demás y del resto de la creación. En esta condición espiri­tual somos incapaces de obedecer la ley de Dios no solo con nuestras acciones y palabras, sino incluso con nuestros pen­samientos, actitudes y motivaciones. Tal como dijo el pro­feta Jeremías: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jer. 17:9 NVI). Por tanto, estamos separados de Dios y somos culpables delante del Dios santo del cielo y de la tierra.

Por supuesto, esto es muy desalentador, pero no es el final de la historia; solo es el principio. Estas son las malas noticias que preceden la espectacularmente buena noticia del evangelio que nos da vida y esperanza. Aunque somos in­capaces de cumplir perfectamente la ley de Dios, hay Alguien que cumplió esa ley de una forma perfecta en nuestro lugar. Jesús obedeció fielmente a Su Padre, incluso hasta el punto de morir en la cruz, para que aquellos que confiamos sola­mente en Él no sigamos viviendo bajo la culpa, el poder y la esclavitud del pecado, sino que seamos liberados. Jesús dijo: “Así que, si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres” (Jn 8:36 NVI). Y aunque caímos en Adán, hemos sido le­vantados con Cristo. Tenemos confianza en que el Dios que levantó a Jesús de los muertos está obrando amorosamente en nosotros y no nos dejará hasta el día en que nos lleve a Su presencia eterna en gloria, donde ya no habrá más lucha. Allá finalmente podremos obedecer con libertad y perfec­ción a Aquel que nos creó y nos redimió.

Oración

Dios santo, si fuera por nosotros, quebrantaríamos Tu ley en cada oportunidad. No tenemos defensa y debemos declarar­nos culpables ante Tu trono de juicio. Tu ley nos condena y les pone fin a nuestras pretensiones de justicia, convenciéndonos de que necesitamos desesperadamente un Salvador. Amén.