Creo que hago un trabajo decente: me gusta la mayor parte de lo que hago y me agradan la mayoría de mis colegas. Sin embargo, estoy lidiando con la envidia en mi lugar de trabajo. Algunos de mis compañeros se destacan en lo que hacen, y me encantaría tener sus habilidades y sus oportunidades. Pero ¿cómo puedo saber si solo necesito sentar raíces y contentarme, o si estoy en el trabajo equivocado y debería estar buscando algo donde pueda sobresalir?
En primer lugar, aprecio lo genuina que es tu pregunta. Es una tensión honesta con la cual creo que la mayoría de nosotros luchamos.
Es fácil glorificar a los “revolucionarios del mundo” que encabezan la lista del organigrama corporativo; sin embargo, la mayoría de nosotros avanzamos lentamente en nuestro trabajo diario, agradecidos por la oportunidad que este nos brinda y batallando a través de lo cotidiano. Este escenario se parece más a la vida diaria en la que me desenvuelvo.
Sin embargo, independientemente de nuestro estado, ese viejo ladrón de gozo, la comparación, siempre está tocando nuestra puerta.
Así que puedo escuchar el anhelo detrás de tu pregunta. Escucho el descontento que surge de una identidad frustrada. Después de todo, si nuestra identidad está fuera de lugar, nuestro trabajo y nuestra adoración también tienden a estarlo.
Tal como dice mi antiguo pastor y amigo Scott Sauls: “Dios no te ha llamado a ser maravilloso. Más bien, te ha llamado a ser humilde, fiel, perdonado, y libre”.
Podemos dejarle a Jesús el ser maravilloso.
Contento “en cualquier circunstancia”
El apóstol Pablo ofrece una valiosa idea cuando se trata de lidiar con el contentamiento. Considera el muy conocido versículo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Este versículo se ha usado excesivamente como un lema para un equipo deportivo, inspiración para aprobar ese examen para el que no estudiaste y, en general, para empujarnos a través de las diversas pruebas de la vida hacia el éxito.
Pero eso no es a lo que Pablo se refiere.
El libro de Filipenses es una carta afectuosa a una iglesia que Pablo ama, y en esta exhortación final escribe sobre la provisión de Dios, tanto para sí mismo como para este amado cuerpo de creyentes:
“Me alegré grandemente en el Señor de que ya al fin han reavivado su cuidado para conmigo. En verdad, antes se preocupaban, pero les faltaba la oportunidad. No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo, he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad”, Filipenses 4:10-12.
La famosa oración que le sigue: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, no es llegar al triunfalismo, sino al contentamiento. Es una palabra de ánimo para aquellos que luchan con la comparación en sus situaciones actuales, incluyendo su vocación.
El “todo” que Pablo puede hacer no se trata de ganar juegos o ser promovido, sino de ser humillado y, sin embargo, abundar en todas las circunstancias. Con Cristo mismo como nuestra porción, somos libres para descansar bajo la ligera carga y el yugo fácil que Él ofrece (Mt. 11:28-30).
En vez de anhelar los dones y las habilidades de los demás, considera tu lugar de trabajo como un escenario para obedecer los mandamientos más importantes: amar a Dios y amar al prójimo (Mt. 22:36-40). Este no es un medio para inflar tu ego; es una oportunidad para replantear cómo y por qué trabajas.
Aunque es fácil y común ser acorralado por la envidia en el lugar de trabajo, el evangelio nos traza el camino a seguir, pues nos lleva lejos de la naturaleza esforzada del momento cultural en el cual nos encontramos.
Los «tres llamados» de Andy Crouch
Hace unos años atrás en un blog, el autor y conferencista Andy Crouch ayudó a esclarecer tres categorías para entender el llamado. Antes de considerar un cambio de carrera, especialmente porque sí disfrutas tu trabajo y de tus colegas, te recomiendo reflexionar sobre estos principios.
Primero, compartes un llamado con cada ser humano de ser portador de la imagen de Dios. Esto significa que “ejercemos dominio al cuidar y cultivar el buen mundo y al hacer de él algo muy bueno a través de nuestra creatividad”. La mayoría del trabajo que hacemos cae en esta categoría. Desde las primeras páginas del Génesis, primero vemos a un Dios que es trabajador Él mismo, y es por esto que como sus criaturas podemos encontrar orientación y seguridad de la bondad y el potencial del trabajo humano, a pesar de los efectos actuales del pecado.
El segundo principio es similar, pero reservado para los miembros de la familia de Dios: restaurar la imagen de Dios. Este es un acto audaz de confrontar la injusticia y el quebrantamiento en el mundo donde el pecado entra e infecta. Es cuidar el jardín, como se le ordenó a Adán en Génesis 2:15, y rechazar sistemas, estructuras, y patrones defectuosos que infringen la dignidad de la humanidad.
Si estás tratando de encontrar un trabajo donde te sientas maravilloso, recuerda que Jesús ya ha sido maravilloso por ti.
Mientras piensas sobre tu carrera y vocación, especialmente a la luz de los posibles próximos pasos y un posible cambio de carrera, pregúntate si estás aplicando estos dos aspectos en tu trabajo diario. Si es así, anímate en el trabajo que ya estás haciendo.
Advierto en contra de usar la envidia en el lugar de trabajo como una razón para el escapismo, ya que puede robarte la oportunidad de ser estirado y madurado por el Señor. En cambio, profundiza en las razones que podrían estar dando origen a tu frustración. Investigar las raíces producirá mejores resultados que arrancar las ramas.
Si ya estás viviendo los dos llamados anteriores, el tercero tiende a encajar por sí mismo: aprovecha al máximo hoy, mientras todavía se llama hoy. Esto significa ser muy consciente de las maneras en que Dios está presente contigo en este momento, guiándote por aguas de reposo y llamándote a reflejar su imagen según estabas destinado a hacerlo.
De hecho, toda buena obra presenta una oportunidad de vivir para lo que fuiste creado. Si puedes confiar en que el poder del Señor se perfecciona en la debilidad (2 Cor. 12:9) y te apoyas en los llamados que Él le pide a su pueblo a través de su Palabra, estás viviendo su voluntad para tu vida.
Y si estás tratando de encontrar un lugar de trabajo donde te sientas maravilloso, recuerda que Jesús ya ha sido maravilloso por ti. Tu trabajo es simplemente ser libre y fiel.