Nuestra sociedad parece enamorada de lo terrorífico y lo satánico. Solo basta con ver los títulos de las películas y series que se estrenan en el cine y en las plataformas de streaming para darse cuenta. De alguna manera, esto minimiza la percepción negativa de Satanás y transmite la idea de que la maldad es una forma de entretenimiento y no lo que realmente es: una amenaza.
Sin embargo, los hijos de Dios entendemos que la existencia de Satanás es real, que es el enemigo de Dios y, por lo tanto, también el nuestro. Entendemos que Satanás está haciendo todo a su alcance para entorpecer el avance del reino de Dios, pues no quiere que la gente se arrepienta de sus pecados, crea en Jesús y salga de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios (Col 1:13).
No obstante, este plan redentor nunca podrá ser impedido; entonces surgen algunas preguntas: Si Dios es soberano y salvará a quienes Él quiera (Ro 9:15), ¿por qué Satanás trata de detener la obra soberana de Dios? ¿Qué sentido tiene que Satanás se oponga y quiera comer la semilla del evangelio (Mt 13:18)?
Permíteme compartir contigo cuatro razones por las que Satanás todavía se opone al curso del evangelio.
1. Satanás es un enemigo vencido que odia al Rey
No hay duda de que Jesús es el Rey victorioso sobre Satanás, el pecado y la muerte, gracias a Su obra en la cruz (Col 2:14-15). Satanás es un enemigo vencido, pero lejos de rendirse, esta realidad le hace odiar a Dios aún más.
Satanás detesta a Dios con todas sus fuerzas. Eso fue lo que lo llevó a su situación de «ángel caído» (cp. Is 14:12). Quiso ser como Dios, quiso Su gloria y soberanía, y para conseguirlo se levantó contra Dios y Su reinado. Satanás quiere ser adorado como Dios es adorado (Mt 4:9) y quiere el trono de las naciones que le corresponde al Hijo de Dios (Sal 2:8). Satanás odia a Dios porque es todo lo que él no es (2 Co 6:15).
Cada tentación que Satanás ofrece a los humanos tiene como meta evitar que vean la luz del evangelio y la gloria de Dios en Cristo
Odia la presencia de Dios en la tierra y por eso intentó desviar al Hijo encarnado varias veces de Su misión y hasta orquestó Su muerte. Pensó, absurdamente, que la cruz era la llave para la derrota de Dios. Sin embargo fue el triunfo del plan redentor y de la sabiduría eterna del Padre (Hch 2:23).
Así como envenenó las mentes y los corazones de los judíos para que permanecieran ciegos al conocimiento del Dios encarnado (2 Co 4:4), así también trabaja hoy para oponerse a la predicación del evangelio, porque, aun vencido, odia a Dios.
2. Satanás es un enemigo vencido que odia a los ciudadanos del reino
Satanás no solo odia a Dios, también detesta a Sus criaturas y, en especial, a los ciudadanos de Su reino. Por eso quiere que el evangelio no se predique, para que nadie más crea en Dios. Cuando Satanás tentó a Adán y a Eva, lo hizo porque los odiaba. Odiaba ver a dos personas que amaban y servían a Dios, y vivían una vida plena en Él. Entonces la serpiente los tentó con la misma promesa que lo hizo caer a él: «Serán como Dios» (Gn 3:5).
Cada tentación que Satanás ofrece a los humanos tiene como meta evitar que vean la luz del evangelio y la gloria de Dios en Cristo (2 Co 4:4). Creo que esa es la razón principal por la que hubo tantas posesiones demoníacas durante el ministerio de Jesús en la tierra. Satanás poseía sus cuerpos, lastimándolos y matándolos (Mr 9:17-25), queriendo impedir que escucharan a Jesús predicar. como Jesús mismo dijo, Satanás solo viene a «robar, matar y destruir» a las personas y quiere impedir que reciban una vida abundante (Jn 10:10).
Esa es la razón por la que Jesús lo asemeja a un ave rapaz y perversa que se come la semilla del evangelio que cae sobre los corazones de las personas (Mt 13:19). Y aún más, a quienes han creído en Dios, Satanás los odia tanto que quiere dañarlos con sufrimientos con la intención de que su fe se debilite, (1 P 5:8-9; Ef 6:11-12).
3. Satanás es un enemigo vencido que odia el evangelio
Queda claro en los puntos anteriores que Satanás no solo odia a Dios y a la iglesia, sino también al evangelio mismo. Tanto que hasta tiene su propio (falso) «evangelio», el cual enseña que nosotros podemos ser «como Dios», en el sentido de ser nuestro propio «dios» (Gn 3:5).
El evangelio bíblico enseña que en Cristo podemos recuperar nuestra imagen y diseño original (Ro 8:29) y desde el principio Satanás detesta esto. El evangelio bíblico enseña la verdad y el amor de Dios, por lo que el padre de la mentira odia este mensaje con todo su ser (Jn 8:44).
No hay nada más satisfactorio para Satanás que ver a las personas esclavizadas por el mal y, por lo tanto, el mensaje de liberación de pecados es lo más odioso que escucha y hace todo lo posible para evitar que se propague más (2 Ts 2:9-10).
4. Satanás es un enemigo vencido que defiende su territorio
Sabemos que Satanás es un enemigo vencido, pero Dios le permite engañar a este mundo con su falso evangelio (2 Co 11:3; Ef 2:2). Pablo nos recuerda que él es el «dios de este mundo» y puede cegar el entendimiento de los incrédulos (2 Co 4:4). Toda obra del mal en nuestro mundo encuentra su origen en las obras del maligno (Mt 6:13; 2 Co 2:11).
La predicación del evangelio conlleva una lucha, pero nada podrá detenerlo y el mensaje redentor llegará hasta lo último de la tierra
Jesús mismo señaló que Su reino no había llegado a plenitud aún porque «un enemigo se opone» (Mt 13:28, 39). El mundo es el territorio de Satanás y lo defiende con vehemencia, pero sabe muy bien que es una concesión de Dios hasta que se cumpla el tiempo y el regreso de Cristo. Satanás es un enemigo vencido y lo sabe, pero se aferra y defiende su territorio hasta las últimas consecuencias.
Un enemigo bajo la soberanía de Dios
Satanás es el enemigo de Dios que se opone a la predicación del evangelio por las razones que expliqué. Pero es muy importante clarificar que la existencia de Satanás no disminuye la soberanía de Dios. No se trata de una guerra entre pares, entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas. En un sentido, en realidad no hay guerra alguna porque Dios no tiene contrincante (Sal 24:8). No estamos esperando que el bien gane, porque el bien nunca ha sido ni cercanamente puesto en aprietos. Dios siempre ha sido el Rey victorioso y la oposición de Satanás nunca le ha restado poder, control o gloria. Satanás es el enemigo de Dios, sí, pero es un enemigo vencido. Es un enemigo que se opone y se rebela ante la voluntad de Dios, pero quien nunca podrá torcer Sus planes.
La predicación del evangelio conlleva una lucha (Ef 6:15), pero nada podrá detenerlo y el mensaje redentor llegará hasta lo último de la tierra. La Palabra de Dios es una espada de doble filo y nadie puede parar su glorioso poder (He 4:12). No tememos a Satanás, sino que esperamos ansiosamente el día en que sea juzgado por todos sus delitos y echado al lago de fuego para siempre y siempre (Ap 20:10). ¡El evangelio de Jesús ha triunfado por la eternidad!