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Una respuesta cristiana a la poligamia, el incesto y la pedofilia.

En 1964,  Potter Stewart, juez de la Corte Suprema, definió la obscenidad, o la pornografía explícita, afirmando de manera sencilla: «La reconozco cuando la veo». Tal vez esto era cierto para Stewart o incluso para la persona promedio antes de la revolución sexual. Sin embargo, tras décadas de creciente promiscuidad en los medios, las modas y otras actividades culturales, estamos profundamente insensibilizados ante la inmoralidad sexual. La vemos, pero no la reconocemos.

La normalización de la pornografía, el «trabajo sexual» y la ideología LGBT+ ha embotado nuestras sensibilidades morales, de modo que pecados como la poligamia, la pedofilia y el incesto no están tan lejos como podríamos imaginar. Para algunos, esto podría parecer alarmismo infundado o una variante de la falacia de la pendiente resbaladiza, tan común en los diálogos públicos actuales. No obstante, al analizar las leyes de Estados Unidos, los datos de encuestas y los medios de comunicación —junto con una comprensión teológica de la antropología y el pecado— dicha trayectoria se torna argumentable, incluso evidente.

Cada uno de estos pecados puede refutarse directamente a partir de la ley natural; no obstante, no existe un conflicto entre la revelación general y la especial. Los cristianos deben estar preparados para defender la santidad del matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer, así como la belleza de la castidad, frente a las prácticas paganas de la era moderna. A continuación, se presenta una respuesta bíblica y teológica a la poligamia, la pedofilia y el incesto.

Poligamia (relaciones no monógamas)

Aunque la poligamia sigue siendo técnicamente ilegal en Estados Unidos, es cada vez más común que las personas participen en relaciones abiertas o poliamorosas, junto con una variedad de otros tipos de relaciones no monógamas. La poligamia es más frecuente entre los musulmanes en el África subsahariana, aunque sigue siendo generalmente poco común en la mayor parte del mundo. Sin embargo, una encuesta de Gallup de 2020 reveló que uno de cada cinco adultos en Estados Unidos considera que la poligamia es moralmente aceptable (un aumento del 13 % desde 2003). Los reality shows han normalizado las relaciones no monógamas a través de programas con devotos seguidores como The Bachelor (El soltero, 2002-2024) y, más recientemente, The Secret Lives of Mormon Wives (Las vidas secretas de las esposas mormonas, 2024) y Couple to Throuple (De pareja a trío, 2024).

Los esfuerzos por normalizar la no-monogamia como una expresión legítima de la sexualidad han sido especialmente fuertes dentro de la comunidad LGBT+. Sin embargo, también ha habido un impulso menos conocido promovido por un tipo de masculinidad nociva de figuras como Andrew Tate, quien afirma que la poligamia es «perfectamente normal» y que «la razón por la que el mundo occidental es tan degenerado es porque a los hombres no se les permite vivir sus instintos masculinos naturales». Incluso se ha manifestado en círculos cristianos evangélicos: Vince Bantu, profesor de historia de la iglesia en el Seminario Teológico Fuller, fue acusado recientemente de practicar y defender la poligamia.

La justificación bíblica de la poligamia ha sido objeto de debate durante mucho tiempo, especialmente debido a los ejemplos de hombres piadosos con múltiples esposas en la Biblia: Abraham, Jacob, David, Salomón, entre otros. Además, entre todas las leyes sobre el matrimonio y la sexualidad en el Antiguo Testamento, ninguna prohíbe explícitamente la poligamia. Incluso en el Nuevo Testamento, el único llamado explícito a la monogamia está dirigido a diáconos y ancianos.

Debemos defender la santidad del matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer, así como la belleza de la castidad, frente a las prácticas paganas de la era moderna

Pero estos argumentos se fundamentan en una lectura simplista de las Escrituras, pues no toman en cuenta las diversas maneras en que la Escritura comunica su mensaje. Después de todo, muchas doctrinas deducidas de la Biblia son claras aun sin ser explícitas (p. ej., la Trinidad). Como afirma la Confesión de Fe de Westminster: «La totalidad del consejo de Dios concerniente a todas las cosas necesarias para Su propia gloria y para la fe, vida y salvación del ser humano, está expresamente expuesto en las Escrituras, o por buena y necesaria consecuencia puede deducirse de ellas» (1.6, énfasis añadido). A partir de este principio, se presentan tres argumentos básicos contra todas las formas de matrimonio no monógamo.

  1. Dios instituye el matrimonio como un pacto entre un hombre y una mujer, mientras que la poligamia surge más tarde, después de la caída. Tal como Jesús argumentó respecto al divorcio: «Por la dureza de su corazón Moisés les permitió a ustedes divorciarse de sus mujeres; pero no ha sido así desde el principio» (Mt 19:8). De manera similar, Dios permitió la poligamia y el concubinato, pero desde el principio no fue así. Más bien, la Escritura declara: «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2:24).
  2. Los autores bíblicos frecuentemente enseñan ética a través de la narrativa. El texto no siempre declara explícitamente si una acción individual fue moralmente correcta o incorrecta, pero las consecuencias de dichas acciones resaltan virtudes dignas de imitar y vicios de los que es necesario arrepentirse. El primer caso de poligamia es el de Lamec, un hombre perverso (Gn 4:19). Cada vez que un patriarca toma múltiples esposas, esto da lugar a celos, amargura y parcialidad (p. ej., Gn 29-30). Nunca se promueve como una institución positiva; siempre se presenta de forma negativa. Además, se prohíbe explícitamente a los reyes tomar muchas esposas (Dt 17:17), un mandato que tanto David como Salomón desobedecieron para su propio perjuicio.
  3. A los diáconos (1 Ti 3:12) y a los obispos (v. 2; Tit 1:6) se les exige ser monógamos porque deben conducirse como ejemplos de piedad. Deben ser «maridos de una sola mujer», al igual que se espera que sean dueños de sí mismos, disciplinados, hospitalarios y que no sean codiciosos ni pendencieros. Estos requisitos no son excepciones; representan la descripción estándar de un cristiano maduro. Los pastores y diáconos actúan como imitadores de Cristo, quien tiene una sola esposa santa, la iglesia (Ef 5:21-33), para que las ovejas sigan el mismo camino de fidelidad matrimonial.

Podemos deducir «por buena y necesaria consecuencia» que no debemos practicar la poligamia.

Incesto

El incesto puede parecer algo muy distante de nuestra realidad actual. Sin embargo, está solo un paso más allá del lema «El amor es amor».

Aunque todavía es un tabú en gran parte de la cultura occidental, los matrimonios consanguíneos son comunes en regiones como el norte de África y el Medio Oriente. Por ejemplo, en Pakistán (61.2 %), Kuwait (54.3 %), Catar (54 %), Emiratos Árabes Unidos (50.5 %), Sudán y Sudán del Sur (50 %) y Afganistán (49 %). Más al este, en India, el país más poblado del mundo, más de 50 millones de personas (7.5 %) están en matrimonios incestuosos. En Occidente, el incesto prevalece en situaciones no consensuadas, ya que la mayoría de los abusos sexuales a menores son cometidos por un pariente cercano. Sin embargo, es cada vez más necesario enfatizar que el consentimiento no es suficiente.

Debemos reflejar la gloria del evangelio mediante la belleza de la ética sexual cristiana. La santidad del matrimonio es, y seguirá siendo, la base de toda sociedad próspera

El incesto se ha vuelto más presente en el entretenimiento (p. ej., Juego de tronos). Aunque probablemente sea más por su valor de impacto que por un intento deliberado de normalización, sigue estando allí y, al menos, es sintomático de una cultura que disfruta elevando el umbral de la sexualidad pervertida. No es casualidad que la pornografía con temática de incesto, conocida como fauxcest, sea una de las categorías más buscadas en los sitios populares de pornografía. Las investigaciones han mostrado un aumento del 178 % en la búsqueda de «pornografía relacionada con la familia», además del hecho de que uno de cada diez títulos adquiridos por adultos jóvenes está relacionado con el fauxcest.

Incluso existe una nueva forma de prostitución: los «sugar daddies» y «sugar mamas». Estos benefactores mayores ofrecen recursos financieros a cambio de favores sexuales. Si no pasas mucho tiempo en las redes sociales, es posible que no te des cuenta de lo extendido que está esto. Sin embargo, casi cualquier persona de la Generación Z asocia de inmediato títulos parentales como «mommy» y «daddy» con una connotación sexual, lo que indica que ya estamos viviendo las consecuencias de una cultura de fauxcest.

El incesto es condenado explícitamente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En Levítico 18:6, Dios prohíbe el incesto: «Ninguno de ustedes se acercará a una parienta cercana suya para descubrir su desnudez. Yo soy el SEÑOR». El resto del pasaje (vv. 7-18) detalla los tipos de relaciones que están prohibidas. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista murió defendiendo la santidad del matrimonio después de que Herodes tomó como segunda esposa a la esposa de su hermano (Mc 6:17-28; cf. Lv 18:16). En 1 Corintios 5:1, Pablo reprende a la iglesia diciendo: «En efecto, se oye que entre ustedes hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguien tiene la mujer de su padre» (cf. Lv 18:8). La Escritura tiene una línea clara respecto al incesto: es pecado.

Similar a la poligamia, incluso cuando no está explícitamente prohibido, se enseña por medio de la narrativa que el inceso es incorrecto por buena y necesaria consecuencia. Por ejemplo, las hijas de Lot lo embriagan y tienen relaciones sexuales con él (Gn 19:30-35), Judá tiene relaciones con su nuera Tamar (Gn 38:18) y Amnón viola a la fuerza a su media hermana Tamar (2 S 13:7-14). Todos estos casos se presentan de manera negativa. Se espera que estas historias sean interpretadas a la luz de la ley levítica.

Incluso en el caso de Abraham con Sara, quien era su media hermana (Gn 20:12), debemos reconocer que ya estaban casados cuando Dios lo llamó a la edad de setenta y cinco años (Gn 12:4). El Señor le dijo: «Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre» (Gn 12:1), una casa que «sirvió a otros dioses» (Jos 24:2). Al igual que sus descendientes posteriores, Abraham fue rescatado de una tierra que servía a dioses extranjeros y llevado a un pacto con el Señor, un pacto que requería la circuncisión de su prepucio, como señal de su devoción sexual y procreativa exclusivamente a Dios.

Pedofilia

La sexualización de menores en diversos medios de comunicación está muy extendida, desde los bailes de TikTok hasta películas como Guapis (2020), Pobres criaturas (2023) y Miller’s Girl (2024, La Chica de Miller), así como libros infantiles con contenido sexual. La reciente obsesión de Hollywood con las aventuras tipo Secretos de un escándolo (en este caso, mujeres mayores que mantienen relaciones sexuales con hombres jóvenes que podrían ser sus hijos) ilustra hasta qué punto se está normalizando el deseo de personas mayores por cuerpos más jóvenes.

En el ámbito de la educación, cinco estados de Estados Unidos (California, Oregón, Washington, Colorado e Illinois) han adoptado la Educación Integral en Sexualidad (CSE, por sus siglas en inglés), normalizando la actividad sexual juvenil y promoviendo la ideología de género progresista. Esto incluye la amplia promoción de la «atención afirmativa de género» para niños: afirmación social, bloqueadores de la pubertad, terapia hormonal y cirugías de «parte superior» y «parte inferior». Esta situación se agrava con el reciente impulso en estados como California para crear un «muro de secreto» entre los niños y sus padres, lo que socava la edad de consentimiento en decisiones sexuales.

Al momento de escribir este artículo, en noviembre de 2024, los residentes de California votarán con respecto a la Proposición 3, que busca eliminar del texto de la constitución de California la afirmación de que el matrimonio es entre un hombre y una mujer (nota del traductor: se aprobó esta proposición). Sin embargo, esto no es simplemente un intento de alinearse con la decisión de la Corte Suprema en Obergefell v. Hodges (2015). Según el argumento en contra que fue presentado en la guía para votantes de las elecciones generales:

La Proposición 3 elimina todas las reglas para el matrimonio, abriendo la puerta a matrimonios infantiles, incesto y poligamia. Cambia la constitución de California, a pesar de que el matrimonio entre personas del mismo sexo ya es legal. Al hacer opcional la figura de las madres y los padres, pone en riesgo a los niños. Esta medida irresponsable perjudica a las familias y a la sociedad.

Esta declaración, respaldada por el California Family Council (Consejo Familiar de California), destaca la visión crucial que necesitamos tener. ¿Qué implicaría para nosotros rechazar no solo una definición bíblica del matrimonio, sino rechazar por completo cualquier definición de matrimonio?

Para una cultura que sostiene profundamente el valor de que «el consentimiento es lo único que importa», no dedicamos suficiente atención a proteger a quienes no pueden otorgarlo. Como argumenta un académico: «Para dar un consentimiento legalmente válido, una persona debe poseer las capacidades cognitivas para comprender la naturaleza básica de la obligación matrimonial y aceptar voluntariamente casarse». Este principio también debe aplicarse a las decisiones sexuales en general, incluida la capacidad para optar por la atención afirmativa de género.

Algunos podrían argumentar que, en tiempos bíblicos, era común que un hombre mayor se casara con una joven menor de dieciocho años, pero la cuestión no radica en una edad específica de consentimiento. Una joven de dieciocho años no experimenta un cambio cognitivo radical en el día de su cumpleaños. Sin embargo, es necesario promulgar leyes que protejan la dignidad de todos los niños, basándonos en evidencia que demuestre que una persona tiene la capacidad de consentir y asumir los actos propios del matrimonio.

Al igual que con la poligamia, algunos han intentado desestigmatizar y despenalizar la pedofilia en los últimos años, refiriéndose a los pedófilos como «personas atraídas por menores», como si fuera simplemente una más entre muchas orientaciones sexuales. Según 41 estaciones de policía en el Reino Unido, los delitos de captación en línea aumentaron un 84 % en un período de cuatro años (2018–2022). Internet ha incrementado y facilitado la captación de menores a un ritmo alarmante: se estima que alrededor de 500 000 depredadores están activos en línea todos los días, y el 89 % de los avances sexuales hacia menores ocurren a través de salas de chat o mensajería instantánea. Más allá de estos avances, el abuso sexual de menores es horriblemente alto: al menos una de cada cinco niñas y uno de cada veinte niños son abusados sexualmente antes de alcanzar la adultez.

La posición evidente del cristianismo, desde los inicios de la iglesia primitiva, es que la pedofilia es un pecado maligno y grave. Uno de los primeros documentos cristianos, la Didajé, la condena bajo la categoría de «Pecados graves prohibidos»: «No cometerás paidophthoros». Este término a veces se traduce con una palabra asociada, «pederastia» (paiderastes), un término antiguo que se refiere a hombres adultos que tienen relaciones sexuales con niños varones. Aunque esta práctica era ampliamente aceptada e incluso honrada en el mundo grecorromano, fue rechazada de manera unánime por las comunidades cristianas. Hay numerosos ejemplos de los padres de la iglesia condenando esta práctica, quienes incluso acuñaron una nueva palabra para describirla: paidophthoros. En lugar de usar «pederastia» o su equivalente contemporáneo, «pedofilia», términos que significan algo como «amante de niños», los cristianos hablaron de paidophthoros: «aquel que abusa o corrompe sexualmente a los niños».

Hay algo especialmente perverso en abusar de un niño. Herman Bavinck clasifica las relaciones sexuales con niños como un «pecado contra la naturaleza». Cantar de los Cantares advierte repetidamente contra despertar el amor antes de tiempo (2:7; 3:5; 8:4); cuánto más deberíamos reprender a quienes despiertan un «amor» antes de que un niño haya alcanzado su madurez natural. La ley mosaica establece normas claras contra la violación (p. ej., Dt 22:13–29) y es correcto considerar el sexo con menores como una forma de violación (es decir, «violación estatutaria»). Jesús dijo: «Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeños» (Lc 17:2). Los vulnerables e indefensos son los más preciosos en el reino de Dios y sus abusadores no quedarán sin castigo.

Respuesta cristiana

Cada una de estas prácticas es una perversión maligna del buen diseño de Dios para la sexualidad. No solo contradicen las Escrituras, sino también la naturaleza, ya que el matrimonio es una institución natural. Sin embargo, reconocer esto es solo una introducción al problema, no su solución. ¿Cómo deberíamos responder como cristianos?

Primero, en el ámbito político, debemos crear y reforzar leyes que protejan a los inocentes y vulnerables, que restrinjan y castiguen la perversión sexual y que promuevan el bien común. Debemos votar y abogar en contra de políticas que comprometan estos objetivos. Como individuos públicos con roles activos en la sociedad, debemos argumentar en contra de la desestigmatización de estas prácticas y abstenernos de participar en formas de entretenimiento que las promuevan.

La mejor forma en que un hombre o una mujer casados pueden contrarrestar la locura sexual de nuestro mundo es siendo un cónyuge fiel y amoroso

En las iglesias locales, debemos estar preparados para ministrar a los pecadores sexuales y responder preguntas urgentes sobre las consecuencias de sus acciones. ¿Debería un hombre en un matrimonio polígamo optar por el divorcio? ¿Qué sucede si hay hijos involucrados? ¿Qué pasa con los matrimonios incestuosos o pedofílicos? ¿Cómo podemos amar bien a las víctimas? ¿Cómo perdonas a un depredador? Esto requiere sabiduría y valentía.

Mientras buscamos justicia plena por los crímenes, reconocemos que nadie está fuera del alcance del poder salvador y sanador del Señor Jesucristo. Debemos estar dispuestos a enviar a alguien a prisión y luego visitarlo con las buenas nuevas de que Cristo libera a los prisioneros de la esclavitud del pecado. Polígamos, pedófilos e incestuosos pueden ser transformados por la gracia de Dios. «Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co 6:11).

Más importante aún, debemos, tanto de manera individual como colectiva, «huir de la inmoralidad sexual» (v. 18). Debemos reflejar la gloria del evangelio mediante la belleza de la ética sexual cristiana. La santidad del matrimonio es, y seguirá siendo, la base de toda sociedad próspera. Necesitamos matrimonios sólidos. La mejor forma en que un hombre o una mujer casados pueden contrarrestar la locura sexual de nuestro mundo es siendo un cónyuge fiel y amoroso. Enseña esto a tus hijos, muéstralo a los hijos de tus vecinos e infiltra Internet y las artes con la belleza del santo matrimonio.

Si no estás casado, tienes la oportunidad de exaltar la belleza de la ética sexual cristiana mediante la castidad. La mejor manera en que un hombre o una mujer solteros pueden hacerlo es siendo un hermano o una hermana fiel y amorosos: destierra la pornografía y la masturbación, evita la tentación de una autonomía frívola y rechaza tratar el sexo como algo menos que sagrado.

Cualquiera que sea tu situación, puedes modelar la fidelidad sexual en un mundo que no comprende que la sexualidad es más que sexo ni que Jesús es más que suficiente.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido y adaptado por Eduardo Fergusson.
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