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¿Qué dice la Biblia sobre la responsabilidad de los gobiernos y los gobernados?

La Biblia nos recuerda que nuestra ciudadanía no es de este mundo, sino que está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (Fil 3:20).

Sin embargo, también nos enseña que somos llamados a conducirnos como embajadores del Señor en este mundo, cumpliendo su voluntad en la esfera donde Él nos haya puesto, ya sea como gobernantes o gobernados.

A continuación, se presenta un panorama general de responsabilidades de los gobiernos y de los gobernados a la luz de la Biblia.

Responsabilidades de los gobiernos

1) Hacer justicia y velar para que la justicia se haga efectiva.

“Escucha la palabra del SEÑOR, oh rey de Judá… tú, tus siervos y tu pueblo. Así dice el SEÑOR: ‘Practiquen el derecho y la justicia, y liberen al despojado de manos de su opresor. Tampoco maltraten ni hagan violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda, ni derramen sangre inocente en este lugar’” (Jer 22:2-3).

“Oh Dios, da Tus juicios al rey, Y Tu justicia al hijo del rey. Juzgue él a Tu pueblo con justicia, Y a Tus afligidos con equidad… Haga el rey justicia a los afligidos del pueblo, Salve a los hijos de los pobres, Y aplaste al opresor… la vida de los necesitados salvará… Y su sangre será preciosa ante sus ojos” (Sal 72:1-2, 4, 13b, 14b).[1]

2) Propiciar un ambiente para que el pueblo pueda vivir con tranquilidad y piedad.

“Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias… por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad” (1Ti 2:1-2).

3) Castigar a los que hacen lo malo.

“Es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme. Porque no en vano lleva la espada, pues es ministro de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo” (Ro 13:4).

4) Defender a los débiles de los abusos de los poderosos.

Porque él [el rey] librará al necesitado cuando clame, También al afligido y al que no tiene quien lo auxilie. Tendrá compasión del pobre y del necesitado, Y la vida de los necesitados salvará. Rescatará su vida de la opresión y de la violencia, Y su sangre será preciosa ante sus ojos” (Sal 72:12-14).[2]

5) Estar atentos al clamor del pueblo y responder con sabiduría.

“Y hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos… Entonces me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas palabras. Se rebeló mi corazón dentro de mí, y reprendí a los nobles y a los oficiales y les dije: ‘Ustedes están cobrando en exceso cada uno a su hermano’. Por tanto congregué contra ellos una gran asamblea” (Neh 5:1, 6-7).

6) Mantener bajos los impuestos de los pobres, especialmente cuando los gobernantes viven holgados.

“Por tanto, ya que imponen fuertes impuestos sobre el pobre Y exigen de él tributo de grano, Las casas de piedra labrada que han edificado, No las habitarán; Han plantado viñas escogidas, pero no beberán su vino” (Am 5:11).

7) Servir al pueblo en vez de servirse del pueblo.

“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y di a los pastores… ‘¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Comen la grasa, se han vestido con la lana, degüellan la oveja engordada, pero no apacientan el rebaño’” (Ez 34:2-3).[3]

8) No usar el poder gubernamental para fines personales.

“Después dijo a Zeba y a Zalmuna: ‘¿Qué clase de hombres eran los que ustedes mataron en Tabor?’. ‘Eran como tú’, respondieron ellos, ‘cada uno parecía hijo de rey’. ‘Eran mis hermanos’, dijo él, ‘hijos de mi madre. Vive el SEÑOR, que si los hubieran dejado con vida, yo no les quitaría la vida a ustedes’” (Jue 8:18-19).

9) No pedir ni recibir sobornos.

“Ni tomarás soborno, porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte las palabras del justo” (Dt 16:19b).[4]

10) No mostrar favoritismo, especialmente a amigos y poderosos.

“No harás injusticia en el juicio; no favorecerás al pobre ni complacerás al rico, sino que con justicia juzgarás a tu prójimo” (Lv 19:15).

11) No aprovecharse del poder para apropiarse de lo ajeno.

“Samuel dijo a todo Israel:… Aquí estoy; testifiquen contra mí delante del SEÑOR y delante de Su ungido . ¿A quién he quitado un buey, o a quién he quitado un asno, o a quién he defraudado? ¿A quién he oprimido, o de mano de quién he tomado soborno para cegar mis ojos con él? Testifiquen, y se lo restituiré” (1 S 12:1a, 3-4).[5]

12) No usar la violencia injustamente para lograr fines gubernamentales o personales.

“Le dieron setenta piezas de plata de la casa de Baal Berit , con las cuales Abimelec tomó a sueldo hombres indignos y temerarios que lo siguieron. Luego fue a la casa de su padre en Ofra y sobre una piedra mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal…” (Jue 9; ver también 1 R 21:1-16).

13) No traicionar para lograr fines políticos.

“Pues mi padre peleó por ustedes, y arriesgó su vida y los libró de la mano de Madián, pero ustedes se han rebelado hoy contra la casa de mi padre y han matado a sus hijos, setenta hombres , sobre una piedra, y han hecho rey sobre los habitantes de Siquem a Abimelec, el hijo de su sierva, porque es pariente de ustedes” (Jue 9:17-18).

14) No sobrecargar al pueblo con impuestos para multiplicar innecesariamente empleados del gobierno.

“[El rey] les tomará lo mejor de sus campos, de sus viñedos y de sus olivares y se los dará a sus siervos. De su grano y de sus viñas tomará el diezmo, para darlo a sus oficiales y a sus siervos. Les tomará también sus siervos y sus siervas, sus mejores jóvenes y sus asnos, y los usará para su servicio. De sus rebaños tomará el diezmo, y ustedes mismos vendrán a ser sus siervos” (1 S 8:14-17; ver también Neh 5:14-19).

15) Permitir la crítica al gobierno.

“Ellos odian en la puerta al que reprende, Y aborrecen al que habla con integridad… Por tanto, el prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo” (Am 5:10, 13; ver también 7:12-17).[6]

16) No enriquecerse a expensas del pueblo.

“Ay del que edifica su casa sin justicia Y sus aposentos altos sin derecho, Que a su prójimo hace trabajar de balde Y no le da su salario” (Jer 22:13; ver también vv. 14-15).

17) Gobernar con sabiduría.

“Da, pues, a Tu siervo un corazón con entendimiento para juzgar a Tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal. Pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo Tuyo tan grande?” (1 R 3:9).[7]

18) No propiciar el endiosamiento ni la altivez.

“Adoraron al dragón, porque había dado autoridad a la bestia. Adoraron a la bestia, diciendo: ‘¿Quién es semejante a la bestia, y quién puede luchar contra ella?’. A la bestia se le dio una boca que hablaba palabras arrogantes y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses” (Ap 13:4-5; ver también vv. 1-10; 2 Ts 2:3-4).

19) Ser ejemplos de esfuerzo sacrificial en favor del pueblo.

“Ni yo, ni mis hermanos, ni mis criados, ni los hombres de la guardia que me seguían, ninguno de nosotros se quitó la ropa; cada uno llevaba su arma aun en el agua” (Neh 4:23; ver también vv. 16, 22; 5:10, 16).

Responsabilidades de los gobernados

1) Elegir con sabiduría a los mejores gobernantes posibles.

“Hablen ahora a oídos de todos los habitantes de Siquem: ‘¿Qué es mejor para ustedes, que todos los hijos de Jerobaal, setenta hombres, reinen sobre ustedes, o que reine sobre ustedes un solo hombre?’. Además, acuérdense que yo soy hueso y carne de ustedes”. Y los parientes de su madre hablaron todas estas palabras por él a oídos de todos los habitantes de Siquem. Y ellos se inclinaron a seguir a Abimelec, porque dijeron: “Es pariente nuestro” (Jue 9:2-3; ver también 2 R 11:1-21).

2) Exigir a los gobernantes justicia y socorro.

 “Los hombres y las mujeres del pueblo protestaron enérgicamente contra sus hermanos judíos… Y después de reflexionar, reprendí a los nobles y gobernantes: —¡Es inconcebible que a sus propios hermanos les exijan el pago de intereses! Convoqué además una gran asamblea contra ellos, y allí les recriminé: …Yo les ruego que les devuelvan campos, viñedos, olivares y casas, y también el uno por ciento de la plata, del trigo, del vino y del aceite que ustedes les exigen. —Está bien —respondieron ellos—, haremos todo lo que nos has pedido. Se lo devolveremos todo, sin exigirles nada” (Neh 5:1, 7, 8a, 11, 12a NVI).[8]

3) Orar por los gobernantes, para que hagan justicia, traigan paz y prosperidad al pueblo y disfruten de éxito y buena fama en su gobierno (Sal 72; 1 Ti 2:1-3).

4) Estar sujetos al gobierno.

“Por tanto, es necesario someterse [a los gobernantes], no solo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia” (Ro 13:5).

5) Pagar impuestos.

“Pues por esto también ustedes pagan impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto. Paguen a todos lo que deban: al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor” (Ro 13:6-7).[9]

6) Denunciar las injusticias del gobierno.

Oigan ahora esto, jefes de la casa de Jacob y gobernantes de la casa de Israel, Que aborrecen la justicia Y tuercen todo lo recto, Que edifican a Sión con sangre Y a Jerusalén con iniquidad. Sus jefes juzgan por soborno, Sus sacerdotes enseñan por precio, Sus profetas adivinan por dinero” (Mi 3:9-11a).[10]

7) No dejar que el gobierno usurpe el lugar de Dios.

“Pero Pedro y Juan, les contestaron: ‘Ustedes mismos juzguen si es justo delante de Dios obedecer a ustedes en vez de obedecer a Dios. Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído’” (Hch 4:19-20).[11]

8) Hacer lo bueno.

“Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien” (Ro 13:3-4a).

9) Proveer apoyo pastoral para cristianos que trabajan en el gobierno (Est 3:20; 4:13-14). Esta es una responsabilidad de gobernados cristianos.

Reflexión final

Estas pautas bíblicas nos orientan para ser buenos ciudadanos, tanto cuando formamos parte del gobierno como cuando nos encontramos sujetos a él. También nos instruyen para que podamos agradar a Dios en otros tipos de relaciones donde ejercemos autoridad o estamos sujetos a la autoridad, por ejemplo, en la familia, en la escuela, en el trabajo y en la iglesia.

 


Notas al pie

[1] Ver también: Jer 22:2-3; Sal 72:1-4, 12-14; Dt 16:18-20; Éx 23:1-3, 6-9; Is 11:3-5.
[2] Ver también: Neh 5:1-13; Is 11:4; Jer 22:16.
[3] Ver también: 1 R 12:1-19; y en contraste Neh 5. En Ez 34:2, así como en varios otros pasajes del Antiguo Testamento, la palabra “pastores” se refiere a los gobernantes.
[4] Ver también: 1 S 12:3; Éx 23:8; Am 5:12.
[5] Ver también: 1 R 21:1-16; Jer 22:3.
[6] La puerta mencionada en Am 5:10 era la puerta de la ciudad, donde los ancianos, los jueces y aun los reyes se sentaban para ejercer funciones gubernamentales (cp. Dt 21:19; 22:15; Rt 4:1-11; 1 R 22:10; Pr 24:7; 31:23).
[7] Ver también: 1 R 3:5-14; Is 11:1-5; Neh 2. Y para un ejemplo negativo, Jue 20–21.
[8] Nehemías no se dio cuenta del problema hasta que el pueblo clamó (Neh 5:6). Ver también, Jer 22:1-6.
[9] Ver también: Mt 22:15-22; Mr 12:13-17; Lc 20:20-26.
[10] Ver también: Mi 3:1-3, 9-12; 7:3; Am 5:12; Ap 13.
[11] Ver también: Dn 3; 6; Mt 22:15-22; Mr 12:13-17; Lc 20:20-26.
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