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Los pastores chinos pueden enseñarte lo que Juan Calvino no

Hoy, un pastor chino llamado Wang Yi está en la cárcel por subversión al Estado. No verá a su esposa, a su hijo ni a sus ancianos padres por casi una década. Pero Wang Yi no se propuso ser un héroe. Es simplemente un hombre que ha llegado a comprender cómo la gracia de Jesús libera su corazón para servir y adorar al Rey del universo, y sus compromisos teológicos le han costado todo.

En los últimos años, las iglesias occidentales se han planteado preguntas muy similares a las que escucho en las iglesias en casas chinas que se enfrentan a la persecución. ¿Cuál es el propósito de la iglesia en la sociedad? ¿Cómo entendemos la autoridad del Estado y la libertad religiosa? ¿Hacia dónde dirigimos nuestras lealtades?

Pero en estas conversaciones, hay una sorprendente falta de perspectiva global. Cualquier debate contemporáneo sobre el papel de la iglesia en un país secular debería incluir perspectivas fuera de nuestra herencia cultural. Tenemos mucho que aprender de los creyentes fieles de otros contextos que se enfrentan a las mismas presiones que nosotros.

Cercanía cultural

Con frecuencia, los cristianos occidentales piensan que las diferencias culturales entre sus países y China son demasiado importantes como para aprender unos de otros. Tanto el confucianismo como el budismo, cosas que no entendemos bien, forman el trasfondo cultural y religioso de gran parte de la teología china. Desde la década de 1950, China también ha estado dominada por el comunismo ateo, y la iglesia promedio occidental no sufre el tipo de persecución que han padecido los líderes de iglesias en casas como la de Wang Yi.

Al mismo tiempo, los protestantes estadounidenses—especialmente los evangélicos conservadores— recurren con facilidad a escritores teológicos que nunca hablaron nuestro idioma y vivieron hace siglos. El evangelicalismo norteamericano ciertamente tiene una herencia compartida con la Europa de la Reforma, pero tenemos más proximidad cultural con los cristianos de todo el mundo hoy que con Calvino o Lutero.

Tenemos más proximidad cultural con los cristianos de todo el mundo hoy que con Calvino o Lutero

Los reformadores eran preindustriales y predigitales. No sabían nada de nuestro mercado laboral ni de nuestros procesos de fabricación, y mucho menos de Internet, las redes sociales y la realidad virtual. Sus mundos eran predemocráticos y precapitalistas. Vivían dentro de sistemas de gobierno que no estaban abiertos a todos los hombres y mujeres, y no experimentaron el libre comercio y la empresa como nosotros. Más importante aún, la Europa de la Reforma era presecular. No podían imaginar un mundo en el que la religión no fuera la principal marca de identidad de individuos y comunidades.

Mi intención no es desalentar a los cristianos de leer a los reformadores, sino animarnos a considerar si podríamos tener más en común con los creyentes de Pekín o Lagos de lo que creemos.

Experiencia compartida

Los occidentales suelen pensar que el mundo musulmán es muy diferente del nuestro. Pero ¿quién podría mirar a Dubai y no ver algo de la sed de riqueza, placer y estatus material de Nueva York? Me gustaría saber cómo el evangelio transforma la necesidad de una mujer rica de los Emiratos de encontrar su identidad a través de las posesiones materiales y cómo podría aplicarse a luchas similares en las comunidades más ostentosas de Sudamérica.

Seattle y Berlín prosperan como centros de ocultismo y paganismo urbano que buscan interactuar con espíritus de formas que no hemos visto en Occidente desde hace mucho tiempo. Afortunadamente, tenemos hermanos y hermanas en partes de África e India que podrían enseñarnos a navegar y enfrentarnos al «medio excluido», a las creencias comunes sobre el poder de los espíritus, los ancestros y la curación que la modernidad occidental negó en su día y que ahora vemos reaparecer.

Esta semana, el pastor urbano típico de China escribirá su sermón en un ordenador portátil, haciendo pausas para consultar los mensajes en su teléfono. Se conecta a las redes sociales, que le parecen tanto un pantano de maldad como una oportunidad evangelística. En su congregación, las tentaciones del dinero y la adicción al trabajo son muy grandes. Lucha por mantener a la segunda generación en la iglesia frente a la marginación cultural, y observa cómo los jóvenes de sus ciudades caen presas de la pornografía, la adicción a los videojuegos, los trastornos alimentarios, los abusos y la confusión sobre la identidad sexual. Viviendo en una sociedad secular, lucha por superar la apatía ante las grandes preguntas de la vida.

En nuestro mundo interconectado, rápidamente cambiante y urbanizado, no hay ciudad global que no esté luchando con los mismos problemas que nosotros. Pero la buena noticia es que, hoy en día, en todos los contextos se pueden encontrar expresiones de la iglesia, junto con un liderazgo teológicamente autóctono. Esto significa que no tenemos que atravesar nuestras luchas solos.

Cristianismo universal

Un año antes de su detención en diciembre de 2018, Wang Yi escribió una carta pastoral a su congregación, exhortándoles a vivir sacrificialmente por causa del evangelio, no solo en su ciudad de Chengdu, sino en todo el mundo:

Si el Dios en el que creen es solo el Dios de Chengdu, entonces es un dios tribal. En cuanto a Lhasa o el Cabo de Buena Esperanza —lugares que nunca visitarán—, existen fuera del sentido de su vida. Si el Dios en el que creen es solo el dios de la industria de la construcción, entonces es un dios de la industria. Solo la industria de la construcción y las industrias relacionadas con ella son relevantes para ustedes.

Sin embargo, la iglesia no adora dioses tribales o de la industria, sino «la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo». “¿No lleno yo el cielo y la tierra?”, declara el Señor».

Si el Señor de ustedes es el Señor de todo el universo, entonces todo el universo está relacionado con el sentido de sus vidas. Todo el universo es su esfera de acción. Aunque vivan, se muevan y existan solo en un rincón del universo, a menos que cada parte tenga sentido, su rincón nunca podrá tener sentido.

En otras palabras, nuestra experiencia compartida con la iglesia global no se debe simplemente a la globalización. Está fundamentada en la naturaleza misma de Dios. La historia por sí sola es una obra demasiado pequeña para el Dios de todo el mundo.

Por lo tanto, los cristianos podemos mirar a través del globo, así como a través del tiempo, para dar forma a nuestra fe y edificar nuestras vidas. Deberíamos poder aprender de nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo, no solo porque tenemos mucho en común a través de nuestras sociedades modernas, urbanas y seculares, sino porque adoramos al mismo Dios que llena el cielo y la tierra como el Rey del universo.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido y adaptado por Eduardo Fergusson.
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