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Pastor, ¿estás satisfecho con el evangelismo en tu congregación? Yo tampoco.

Estoy seguro de que cada pastor quiere ver más evangelismo, y no solo por parte del personal profesional con dones excepcionales. Queremos ver a personas comunes de la iglesia —padres y estudiantes, ejecutivos y jubilados, mecánicos y músicos— hablando sobre Jesús con sus amigos, compañeros de trabajo, y miembros de la familia. Entonces ¿por qué no lo hacen? ¿Podría ser que simplemente no saben cómo? Hablan con no cristianos todos los días, pero no tienen idea de cómo convertir las conversaciones diarias en conversaciones sobre el evangelio.

Y pastores, ahí es donde podemos ayudar. Necesitamos hacer más que alentar y exhortar a nuestra gente a tener conversaciones sobre el evangelio. Necesitamos enseñarles cómo. A continuación hay seis maneras en que hago esto en mi propia congregación. Ninguna de ellas requiere programas elaborados, personal especializado, o reuniones adicionales. Cada una simplemente requiere que tú, como pastor o líder, seas intencional.

1. Enséñales el evangelio

Los miembros de tu iglesia ya conocen el evangelio, ¿verdad? No necesariamente. Los cristianos, aunque hayan confiado en el evangelio, no significa que saben cómo explicarlo o conectarlo con la vida diaria. Si queremos que nuestra gente tenga conversaciones sobre el evangelio, debemos enseñarles explícitamente el evangelio. Cada sermón que predico explica el contenido del evangelio, así como su significado.

Hay muchas maneras en que podemos resumir las buenas nuevas. Una de las más simples es usar las cuatro categorías de 1) Dios, 2) hombre, 3) Cristo, y 4) respuesta. El evangelio nos dice algo acerca de cada una de esas categorías, así que en cada sermón conecto el pasaje con los cuatro. No asumas que tu gente conoce el evangelio. Enséñales.

2. Pídeles que te expliquen el evangelio

Si hay algo en lo que los predicadores piensan que son buenos, es predicar. Pero puede que te sorprendan cosas que no están pasando en la congregación. Y la única forma de saberlo es preguntando. La primera oportunidad que aprovecho para esto es la entrevista de membresía. Le pido a cada posible miembro que me explique el evangelio en aproximadamente un minuto. No estoy buscando un tratado, solo un resumen de las buenas noticias. Dentro de esas cuatro categorías (Dios, hombre, Cristo, respuesta), estoy especialmente alerta a las cosas que a menudo quedan fuera, como la expiación sustitutiva, la resurrección, y el arrepentimiento. A veces lo que oigo me sorprende.

Una vez me senté en la primera entrevista que estaba realizando un pastor amigo. Él es sin duda el mejor comunicador del evangelio que he escuchado. Pero cuando le pidió al posible miembro que le explicara el evangelio, que él le había estado explicando durante meses, ella no pudo. ¡Ni siquiera estuvo cerca! Mi amigo estaba tan sorprendido y nervioso que rápidamente terminó la entrevista y dijo que tendrían que completarla más tarde.

No lo tomes personal cuando los miembros potenciales no pueden explicar el evangelio, a pesar de que están claramente confiando en él. Míralo como una oportunidad para enseñarles con gracia. Les muestro explícitamente las categorías de “Dios, hombre, Cristo, respuesta” como una manera de organizar sus pensamientos. Si parece que ni siquiera reconocen el evangelio, y es posible que no sean convertidos, los invito a pasar algunas semanas estudiando conmigo el Evangelio de Marcos.

Pero no solo hago esto en entrevistas de membresía. Cuando interactúo con miembros de la iglesia, busco oportunidades para hacerles la misma pregunta. La mayoría del tiempo termino animado de verdad. Pero a veces la conversación me permite ayudarles a organizar sus pensamientos, o llenar algunas lagunas. Llevarás esto a un nuevo nivel cuando les pidas que te expliquen el evangelio dentro de un contexto amistoso. Tendrán la oportunidad de articular lo que creen. Simplemente no sabes lo que saben y creen hasta que lo preguntas.

3. Regala libros

Cuando pongo un buen libro en las manos de alguien, es como darles un nuevo amigo cristiano maduro que siempre está cerca y listo para hablar.

Algunos de mis favoritos son: ¿Qué es el evangelio? y ¿Quién es Jesús? por Greg Gilbert; Evangelismo por Mack Stiles; y ¿Es razonable creer en Dios? y Una fe lógica por Tim Keller.

Cuando pongo un buen libro en las manos de alguien, es como darles un nuevo amigo cristiano maduro que siempre está cerca y listo para hablar.

4. Cuéntales acerca de tus conversaciones del evangelio

Como pastores, deberíamos ser lentos para hablar de nosotros mismos, para no sucumbir a la jactancia. Pero esta vez está bien; deberías hablar sobre tu propio evangelismo. Recientemente le conté a mi congregación una historia sobre una conversación evangelística que tuve con mi enfermera de alergias, a quien veo todas las semanas, y otra conversación que tuve con un conductor de Lyft, a quien probablemente nunca volveré a ver. Que yo sepa, ninguno se ha convertido en cristiano. Pero el punto no era mostrar lo bueno que soy, sino modelar cómo llegué a tener esas conversaciones.

El conductor de Lyft me preguntó qué hacía para ganarme la vida. En lugar de asumir que sabía lo que significaba ser pastor, aproveché esa oportunidad para explicarle el evangelio. Mi enfermera de alergia me dijo que estaba comprometida y quería que este matrimonio fuera mejor que el anterior. Le pregunté qué pensaba que le ayudaría, y antes de que te des cuenta, estábamos hablando de lo que significa tener a Dios en el centro de tu matrimonio. Quería que la gente viera la diferencia entre las conversaciones con desconocidos y las conversaciones con personas que forman parte de su vida con regularidad.

También compartí conversaciones frustrantes con miembros de la familia, y conversaciones que esquivé por completo. Pero bueno o malo, cuando escuchan sobre mis conversaciones evangelísticas, eso los anima en las de ellos. No tengas miedo de ser un modelo imperfecto. Cuéntales sobre tu propio evangelismo.

5. Anímalos a hablar sobre sus conversaciones evangelísticas

Una cosa es que el pastor evangelice. Otra es que un miembro regular de la iglesia lo haga. Así que, crea oportunidades para que cuenten sus historias. Nosotros lo hacemos en nuestra reunión de oración del domingo por la noche. Cada pocas semanas preguntamos si alguien tiene una situación evangelística o una oportunidad por la cual podamos orar. Un domingo, una persona que trabaja para una compañía naviera habló sobre cómo invita a algunos a un estudio bíblico cuando salen de descanso a las 3 a. m. Una joven madre compartió una conversación sobre el evangelio que comenzó con otra madre en la escuela de sus hijos. Dos estudiantes universitarios compartieron conversaciones con algunos estudiantes internacionales. Luego oramos por ellos específicamente.

Las conversaciones evangelísticas parecen ser cada vez más normales, y cada vez más corporativas, a medida que oramos unos por otros.

Mi objetivo no es poner a nadie en un pedestal. Simplemente quiero que la gente piense: “Guau, si pueden ellos, yo también”. Con el tiempo, las conversaciones evangelísticas parecen cada vez más normales y cada vez más corporativas, mientras oramos los unos por los otros.

6. Háblales a los no cristianos en tus sermones

En un domingo cualquiera hay no cristianos en mi iglesia, y también están en la tuya. Algunos son adolescentes, o la familia que visita a un miembro, o amigos que han sido invitados a la iglesia. Les hablo directamente en cada sermón. Por lo general, trato de plantear honestamente las preguntas u objeciones que puedan tener sobre las Escrituras que estamos estudiando. A veces les hago preguntas destinadas a fomentar la reflexión propia. Casi siempre hago preguntas que hablan de sus anhelos, así como sus objeciones. Evito responder a todas las preguntas que planteo. Nunca trato de ganar puntos o ganar la discusión, sino de comprometerlos a tener un respeto genuino. Aprovecho la oportunidad para compartir el evangelio y, cuando la congregación me escucha hablar a los no cristianos, están aprendiendo a hacer lo mismo. Debes hacer esto incluso si no conoces a un solo no cristiano en la sala.

Entonces no solo hagas llamados al evangelio; modela cómo tener conversaciones sobre el evangelio en tus sermones.

Lo más importante, por supuesto, es lo que hace el Espíritu Santo. A menos que el Espíritu Santo nos dé un corazón por los perdidos y una convicción del poder del evangelio, ninguno de nosotros abrirá la boca. Necesitamos orar por nuestra gente, y también enseñarles. Pero si les enseñamos cómo tener conversaciones sobre el evangelio con palabras y ejemplos, no tengo ninguna duda de que el Espíritu Santo responderá esas oraciones.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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