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¡El liderazgo importa! Importa en el hogar. Importa en el lugar de trabajo. Importa en equipos deportivos y en grupos musicales. Y, por supuesto, el liderazgo es importante en la iglesia. 

El liderazgo es un tema tan importante que parece no haber fin de escribir, vender, y comprar libros de liderazgo. De hecho, pudiéramos decir que este artículo se trata sobre el liderazgo y tiene como propósito ayudar a los pastores a crecer en su liderazgo de la iglesia. Pero, ¿cómo debemos evaluar a los líderes, tanto los líderes hoy como los de mañana? Desafortunadamente, nosotros (y nuestras iglesias) evaluamos a los líderes con base en su capacidad y resultados. ¿Puede “predicar”? ¿Está la iglesia “creciendo”? 

Ahora, antes de entrar en lo que estoy a punto de decir sobre el liderazgo, permíteme ofrecer una nota: no soy un experto en liderazgo (lo que sea que signifique eso). Sin embargo, he cometido muchos errores de los cuales el Señor me ha enseñado mucho. De todos modos, lo que diré sobre el liderazgo no depende de haberme inscrito en “la escuela de los duros golpes pastorales”. En cambio, lo que diré depende de lo que la Escritura misma dice sobre el liderazgo en la iglesia. Y de acuerdo con las Escrituras, hay cualidades más importantes para evaluar a los líderes que la “capacidad” y los “resultados”. Permíteme ofrecer, entonces, algunos pensamientos bíblicos sobre la evaluación y el desarrollo del liderazgo.

El pastor debe ser un hombre que sigue la santidad y se caracteriza por luchar contra el pecado.

Al evaluar a los líderes de la iglesia (tanto líderes actuales como potenciales), considera estas cuatro “C” del liderazgo bíblico:

Carácter: Mientras que tendemos a elevar la capacidad como si fuera la cualidad más alta para el liderazgo, la Biblia destaca el carácter: hombres de carácter piadoso, como se describe en 1 Timoteo 3:1-14 y Tito 1:5-16. La cualidad básica del carácter de un hombre piadoso es que sea irreprochable. Estar por encima del reproche significa que cuando (no “si…”) las acusaciones lleguen contra un pastor, sean desechadas porque no caracterizan al acusado. Pablo comparte cuatro áreas en las que un anciano debe estar por encima de cualquier reproche:

  • Irreprochable en su carácter: el pastor, aunque no se espera que sea perfecto, debe ser un hombre que sigue la santidad y se caracteriza por luchar contra el pecado: “irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso” (1 Ti. 3:2-3). 
  • Irreprochable en su vida familiar: el pastor debe ser un hombre que primero haya demostrado madurez al pastorear bien su propio hogar. Debe ser fiel a su esposa, sin descuidarla. Debe amarla y cuidarla. Debe ser fiel en su crianza al disciplinar a sus hijos. Si alguien no puede administrar su propia casa, ¿cómo podrá administrar la casa de Dios (1 Ti. 3:4-5)? 
  • Irreprochable en su vida pública: el pastor también debe ser de buena reputación ante los extraños (1 Ti. 3:7). ¿Cómo liderará un pastor si no tiene una buena reputación?

Convicción: Un pastor también debe ser un hombre de convicciones bíblicas y sin reproche en su vida doctrinal. Debe ser un creyente maduro (no un nuevo converso). “Debe retener la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen” (Ti. 1:9).

Debemos considerar a hombres que están por encima de cualquier reproche y que aman a la iglesia lo suficiente como para cuidar y proteger al rebaño.

Cuidado: La palabra pastor indica alimentación, protección, y el cuidado de un rebaño. Los pastores o ancianos, entonces, están llamados a “pastorear el rebaño de Dios que está entre ustedes” con amor y compasión, liderando con el ejemplo (1 Pe. 5:1-4). Algunas evidencias de un hombre que cuida del rebaño son: está con el rebaño cuando se reúne en el día del Señor (mañana y tarde, si así se acostumbra); está con la iglesia cuando se cuida entre ella públicamente, en las reuniones de miembros; se preocupa por mostrar amor a otros miembros (como orar por los miembros, visitar a los enfermos o en prisión, practicar la hospitalidad con otros miembros de la iglesia); se preocupa por otros hermanos al entablar relaciones de discipulado; y cuida de los no creyentes al compartir el evangelio regularmente.

Capaz: Si bien las Escrituras enfatizan el carácter sobre la capacidad, el pastor debe ser un hombre que sea “capaz de enseñar” (1 Ti. 3:2). Él debe poder no solo enseñarle al pueblo de Dios la Palabra de Dios, sino que también debe poder refutar con amabilidad y paciencia a quienes se oponen al evangelio, para que el Señor pueda concederles el arrepentimiento, incluso a los enemigos del evangelio (2 Ti. 2:24-26).

Estas cuatro “C”, si se demuestran a lo largo de un tiempo (1 Ti. 5:22), producen credibilidad. En nuestra iglesia utilizamos la siguiente fórmula de liderazgo cuando estamos considerando hombres para el cargo de pastor (anciano):

C (carácter) + C (convicción) + C (cuidado) + C (capacidad) = Credibilidad

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T (tiempo)     

Nuevamente, no soy un experto en liderazgo, pero las Escrituras son claras: para los cargos públicos en la iglesia, debemos considerar a hombres que están por encima de cualquier reproche y que aman a la iglesia lo suficiente como para cuidar y proteger al rebaño, alimentándolo con la Palabra de Dios. Como pastor, luchemos por ser hombres así, y busquemos cultivar a hombres así en nuestras iglesias. A medida que nos enfocamos en la fidelidad como líderes, somos libres de confiar en el Señor para recibir cualquier resultado que Él considere que sea apropiado para bendecirnos.


Publicado originalmente en Facts and Friends. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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