Realmente no quería leer La cabaña. Solo dispongo de una cierta cantidad de tiempo en el día.
Pero varias personas me han pedido hacer algunos comentarios sobre la popular novela de William Young. Dado a que los miembros de la iglesia eventualmente comenzaron a preguntar, decidí intentarlo.
He escuchado a personas emocionarse con este libro (en el buen sentido), y he oído a otros emocionarse con este libro (en el mal sentido). Algunos lo describieron como el mejor libro de los últimos 50 años. Otros lo describieron como la peor herejía que jamás haya llegado a la librería cristiana.
Al final, descubrí que La cabaña no era tan bueno como algunos habían dicho, ni era tan malo como otros lo habían acusado. Tiene todo lo positivo del evangelicalismo contemporáneo y, sin embargo, también tiene todos los inconvenientes de la expresión evangélica actual.
Antes de comenzar, permíteme tratar (a lo sumo) la mayor objeción que recibí al ofrecer una crítica de La cabaña…
“¿No te das cuenta de que La cabaña es un libro de ficción?”
Algunos entusiastas de La cabaña descartan la idea de que podamos criticar la ficción. Cuando los teólogos y pastores critican la representación de Dios en este libro, los fanáticos de La cabaña rápidamente regresan a la idea de que no podemos juzgar la ficción propiamente. Dan Brown alegó algo similar respecto a los errores fácticos de El código da Vinci. (No estoy colocando los libros de Brown y Young en la misma categoría, solo señalando que ambos autores han cuestionado la legitimidad de criticar algo que es ficticio).
Por supuesto, nadie sugiere que La cabaña y El código da Vinci sean obras de no ficción. Sin embargo, la ficción nos moldea. El entretenimiento violento puede ser etiquetado como “fantasía”. Lo mismo se aplica a las novelas románticas. Pero sería una tontería pensar que este tipo de entretenimiento ficticio no tiene influencia formativa sobre nosotros. Las historias de ficción pueden ejercer una gran influencia en cómo vemos el mundo.
La ficción no está fuera de los límites de la crítica. Brown habla de figuras históricas reales. Young ofrece una representación memorable de personas verdaderas (la Trinidad). Cuando tratas con personajes no ficticios, inevitablemente te abres a la crítica.
Digamos que conoces a un autor que quiere usar a tus abuelos como los personajes principales de una novela. El autor te dice que la narración será ficticia, pero que tus abuelos tendrán los papeles protagonistas. Y piensas: ¡Suena genial!
Pero cuando el manuscrito llega a tus manos, descubres que la historia no representa con precisión las personalidades de tus abuelos. La relación entre ellos también está completamente mal. La abuela regaña al abuelo. Al principio, se escapan y se fugan para casarse (lo cual difiere totalmente de sus caracteres). En un momento, contemplan el divorcio.
Cuando te quejas, el autor responde: “¿Recuerdas? Te dije que sería ficticio”.
“Sí”, dices algo exasperado, “sabía que la historia sería ficticia, pero pensé que representarías bien a mis abuelos. Los abuelos en tu historia no se parecen en nada a mis abuelos”.
“¿A quién le importa?”, responde el autor. “Es una obra de ficción”.
“Bueno, a mí me importa”, dices, “porque la gente terminará este libro pensando que mis abuelos son como tú los retrataste en la historia”.
Retratar a Dios de una manera inconsistente con su revelación en las Escrituras (y principalmente en Jesús) es tergiversar a Personas vivas
Mi mayor problema con La cabaña es su representación de Dios. Entiendo que el libro es una obra de ficción, no un tratado teológico, y por lo tanto debe ser tratado como ficción. Pero los personajes principales son el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Estas son personas reales. Retratar a Dios de una manera inconsistente con su revelación en las Escrituras (y principalmente en Jesús) es tergiversar a Personas vivas.
Cuando las personas terminen de leer La cabaña no tendrán una mejor comprensión de la Trinidad (a pesar de las brillantes manchas en la contraportada). Probablemente tendrán una visión más distorsionada del Dios en tres personas.
Los aspectos positivos
Para ser justos, encontré algunas cosas que me gustaron de La cabaña. Aquí están los aspectos positivos:
- La historia no minimiza el mal. Toma en serio el pecado y el sufrimiento.
- El libro se enfoca en que Dios nos encuentra en nuestro sufrimiento. Dios no está ausente en nuestro dolor. Cuando alguien está en lo más profundo del dolor y la desesperación, Dios a menudo se hace más presente.
- El libro muestra la necesidad de un encuentro personal con Dios. El cristianismo se trata de la comunión con un Dios personal y relacional.
Ahora, veamos los aspectos negativos de La cabaña:
Una visión muy pobre de la institución de la iglesia
Jesús (el personaje en La Cabaña) dice no reconocer la institución de la iglesia como algo que él comenzó. Entiendo el intenso dolor que causa ser herido por una iglesia local. Algunos lectores se identificarán con la descripción que Young hace de las imperfecciones de la iglesia local. Sin embargo, el evangelicalismo ya está plagado de soluciones al sufrimiento que enfatizan a “Jesús y yo” o “Dios y yo”. ¡Necesitamos comunidad! La cabaña agrava los problemas del individualismo y hace que la institución de la iglesia sea innecesaria e irrelevante.
Una visión pobre de la Biblia
Al Dios de la Biblia le importa profundamente cómo es representado. Manipular la forma en que Dios se ha revelado es presentar una imagen falsa de Dios
La cabaña enfatiza tanto el encuentro personal con Dios en la experiencia mística de Mack, que hace de las Escrituras algo irrelevante. La Biblia se reduce a palabras en papel que deben ser decodificadas por aquellos con entrenamiento teológico. En cambio, “aprenderás a escuchar mis pensamientos en los tuyos”, dice Sarayu (el Espíritu Santo). “Puede que me veas en una obra de arte, o en la música, o en el silencio, o a través de la gente, o en la Creación, o en tu alegría y tristeza…”. En otras palabras, para encontrar a Dios, busca en cualquier otro lugar que no sea en la Biblia. Oprah estaría complacida.
La visión distorsionada de la Trinidad
No hay absolutamente ningún sentido de trascendencia y santidad. Es la perspectiva de “Dios es mi cuate” a la enésima potencia. Compara (mejor aún, ¡contrasta!) el encuentro de Mack con Dios con los capítulos finales de Job o la sorprendente visión de Dios que Isaías presencia en el templo. Difícilmente puedes imaginarte al personaje descrito por Young como “Papá” provocando el mismo tipo de respuesta. Al Dios de la Biblia le importa profundamente cómo es representado. Manipular la forma en que Dios se ha revelado es presentar una imagen falsa de Dios.
¿Por qué este libro es popular?
Nunca debemos dejar pasar un fenómeno cultural sin preguntarnos las razones de su popularidad. Aquí hay algunas razones por las que creo que La cabaña es tan popular:
- Padres ausentes. Mucha gente ha crecido con papás ausentes o figuras paternas abusivas. Para muchos, la madre es el pilar del hogar. Retratar a Dios el Padre como una matriarca seguramente tendrá sentido para un buen número de personas.
- La tendencia antiautoritaria de nuestra cultura. En un momento del libro, Dios habla de que no hay roles de jerarquía en la Trinidad. Dios incluso se somete a los humanos. Esto encaja con una cultura que desde ya evita las interpretaciones tradicionales del rol y la autoridad. (Puedo imaginarme a mis amigos rumanos voltear los ojos frente a La Cabaña y diciendo: “¡Eso es tan americano!”)
- La inmanencia de Dios. Con frecuencia los evangélicos bajan a Dios al nivel de un amigo comprensivo y fiel. Básicamente, esta es una visión pequeña y reduccionista de Dios. Al igual que lo es tergiversar a Dios para hacerlo tan diferente que es prácticamente irreconocible. Es tergiversar a Dios y hacer de Él alguien tan cercano y humano que pierde su divinidad.
El desafío para los evangélicos
Nunca debemos dejar pasar un fenómeno cultural sin preguntarnos las razones de su popularidad
Es fácil sentarse y criticar a La cabaña (¡Hay tanto para criticar!). Pero quizás los evangélicos que pueden ver los problemas con La cabaña deberían invertir algo de energía creativa en escribir historias con las cuales las personas se puedan identificar de una manera similar. Como he escrito en otra parte:
“¿Alguna vez te has preguntado por qué las historias a menudo tienen un mayor impacto que debatir los detalles teológicos de la interpretación bíblica?
C.S. Lewis podría haber escrito un excelente tratado teológico sobre cómo habría sido el mundo si Adán y Eva nunca hubieran pecado. Pero Perelandra hizo un trabajo mucho mejor. Lewis podría haber (y a veces lo hizo) descrito en un colorido lenguaje teológico la naturaleza de la expiación, pero ver a Aslan sacrificando su vida por el rebelde Edmund encendió nuestra imaginación. En su consejo a los aspirantes a escritores, Lewis les recordó que describieran las verdades vívidamente, no solo multiplicando adjetivos, sino trabajando arduamente para ayudar a las personas a sentir la belleza de las verdades presentadas.
Cuando considero el éxito fenomenal de La cabaña, el seminarista en mí se despierta y quiere hacer una lista detallada de las muchas aberraciones teológicas del libro. Pero quizás el mayor desafío para alguien como yo es reconocer el poder de una buena historia y luego tomar un éxito de ventas como La cabaña como incentivo para escribir mejores historias”.