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Desde el principio, los credos y las formulaciones de los mismos han desempeñado un papel crucial en las creencias y prácticas de las iglesias cristianas. Algunos cristianos (normalmente en las tradiciones de las iglesias libres) niegan a los credos cualquier autoridad en la enseñanza o valor en la adoración. Pero este rechazo de la tradición suele provenir de un malentendido de la función de los credos y la comprensión protestante clásica de la sola Scriptura. Los credos no tienen una «autoridad» independiente por sí mismos, pero son «autoritativos» o normativos en la medida en que representan fielmente lo que enseñan las Escrituras.[1] Como interpretaciones fieles de las Escrituras, los credos pueden ser una gran ventaja para nosotros hoy.

Los credos están en la Biblia

Puede que los credos se hayan formulado siglos después de que se escribieran los últimos libros de la Biblia, pero hay numerosos modelos de formulaciones en forma de credo dentro de las Escrituras. Consideremos los numerosos pasajes de las Escrituras que resumen y profesan la fe de Israel y de la iglesia primitiva en forma de credo. El Shemá (Dt 6:4-5) era una profesión sencilla y concisa de la fe de Israel: «Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza».[2] Este pronunciamiento declaraba la unicidad del Dios de Israel y el mandato para Su pueblo. El salterio contiene fórmulas litúrgicas como: «Porque para siempre es Su misericordia» (Sal 100:5; 106:1; 118:1-29; 136:1-26) las cuales ayudaron a arraigar la fe de Israel en los corazones de sus oyentes. Las epístolas del Nuevo Testamento contienen himnos antiguos dirigidos a Cristo que cumplían una función litúrgica importante en la iglesia primitiva (Fil 2:6-11; Col 1:15-20; 1 Ti 3:16).[3] Dados estos precedentes bíblicos, no debe sorprendernos que la iglesia primitiva replicara este patrón en sus propias expresiones de fe y adoración.

Los credos resumen la gran historia de las Escrituras

Sí, algunos credos utilizan conceptos filosóficos, pero no son meras abstracciones basadas en una contemplación especulativa. Por el contrario, como observa astutamente N. T. Wright, los credos son «narrativas portátiles» que…

…cuentan conscientemente la historia, concretamente la historia bíblica, desde la creación hasta la nueva creación, centrándose particularmente, por supuesto, en Jesús y resumiendo lo que la Escritura dice sobre Él en una poderosa y breve narrativa (un proceso que ya podemos ver que ocurre dentro del propio Nuevo Testamento). Cuando la historia más amplia necesita ser colocada dentro de un discurso particular, con fines argumentativos, didácticos, retóricos o de cualquier otra índole, tiene sentido y no es contrario a su propio carácter juntarla por medio de un instrumento telescópico y permitir que, convenientemente empacada, ocupe su lugar en ese nuevo contexto, siempre y cuando nos demos cuenta de que acumulará moho si la dejamos en su bolsa para siempre.[4]

Los credos modelan para nosotros una forma sucinta de hablar de toda la historia bíblica

Aunque no pretenden sustituir a las Escrituras, los credos modelan para nosotros una forma sucinta de hablar de toda la historia bíblica de la creación, la caída, la redención y la restauración. El Credo de los Apóstoles es un ejemplo claro de este tipo de discurso:

Creo en Dios Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra;

Y en Jesucristo, Su Hijo unigénito, Señor nuestro;
Que fue concebido por el Espíritu Santo,
Nació de la virgen María;
Padeció bajo Poncio Pilato,
Fue crucificado, muerto y sepultado;
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos;
Ascendió a los cielos;
Y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo;
La Santa Iglesia católica; la comunión de los santos;
El perdón de los pecados;
La resurrección del cuerpo;
Y la vida eterna. Amén.

El credo empieza con el principio de la historia —Dios es «Creador del cielo y de la tierra»— y termina con el final de la historia: el Hijo regresará «a juzgar a vivos y muertos», trayendo consigo «la resurrección del cuerpo» y «la vida eterna». Aunque no describe explícitamente la caída, sí habla del «perdón de los pecados» necesario a causa de la humanidad caída. No aborda directamente la historia de Israel, pero sí clama sobre el Mesías de Israel que cumple las promesas dadas a Israel.

Los credos explican la revelación bíblica

Los cristianos suelen tener curiosidad por saber por qué valoramos tanto los credos cuando la Escritura misma es una autoridad clara y suficiente para la fe y la práctica. Aunque la Escritura es la fuente suprema de la revelación divina y la única norma que rige nuestra fe, ella debe ser interpretada (Neh 8:8; Hch 8:30-35). Cada lector interpreta la Biblia para dar sentido a su significado. Los sermones son interpretaciones del mensaje bíblico que incluyen explicaciones y aplicaciones. Lo mismo ocurre con los primeros credos: son explicaciones de lo que la Biblia dice sobre Jesucristo. Ciertamente, no necesitamos los credos para interpretar la Escritura, ya que el mensaje de la Escritura tiene una claridad interna que se puede captar con la ayuda iluminadora del Espíritu Santo. Sin embargo, los credos son guías útiles y el fruto de siglos de reflexión sobre el mensaje bíblico.

Los credos son guías útiles y el fruto de siglos de reflexión sobre el mensaje bíblico

La iglesia primitiva se enfrentó a serios desafíos externos por parte de las sectas heréticas que, si bien defendían con sus labios la autoridad bíblica, socavaban su significado. Entonces, ¿cómo respondieron a aquellos que, como Arrio, utilizaban textos bíblicos para defender su visión errónea del Hijo? Como explicó R. P. C. Hanson: «los teólogos de la iglesia cristiana se dieron cuenta poco a poco de que las cuestiones más profundas a las que se enfrenta el cristianismo no pueden responderse con un lenguaje puramente bíblico, porque las preguntas tienen que ver con el significado del propio lenguaje bíblico».[5] Aunque los credos usaron un lenguaje conceptual que habría sido ajeno a los autores humanos de las Escrituras (por ejemplo, homoousion), expresaron los mismos juicios hechos por los autores bíblicos. Los padres nicenos emitieron el mismo juicio que Pablo hizo sobre Jesús en cuanto a que es verdaderamente igual a Dios y digno de devoción y servicio (Flp 2:5-11), pero lo hicieron empleando categorías filosóficas que habrían sido familiares en su contexto.[6]


Publicado originalmente en For the Church. Traducido por Equipo Coalición.

[1] Véase Rhyne R. Putman, «Baptists, Sola Scriptura, and the Place of the Christian Tradition», en Baptists and the Christian Tradition: Towards an Evangelical Baptist Catholicity, editado por Matthew Y. Emerson, Christopher W. Morgan y R. Lucas Stamps (Nashville: B&H Academic, 2020), 27-54.
[2] Una visión general útil de estas formulaciones bíblicas de los credos puede encontrarse en Michael F. Bird, What Christians Ought to Believe: An Introduction to Christian Doctrine through the Apostle’s Creed (Grand Rapids: Zondervan, 2016), 19-21.
[3]  Steven E. Fowl, The Story of Christ in the Ethics of Paul: An Analysis of the Function of the Hymnic Material in the Pauline Corpus, JSNTSS 36 (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1990).
[4] N. T. Wright, «Reading Paul, Thinking Scripture», en Scripture’s Doctrine and Theology’s Bible: How the New Testament Shapes Christian Dogmatics, ed. Markus Bockmuehl y Alan J. Torrance (Grand Rapids: Baker, 2008), 64.
[5] R. P. C. Hanson, The Search for the Christian Doctrine of God: The Arian Controversy, 318-381 (Londres/Nueva York: T&T Clark, 1988), xxi.
[6]  David S. Yeago, «The New Testament and Nicene Dogma: A Contribution to the Recovery of Theological Exegesis», en Theological Interpretation of Scripture: Classic and Contemporary Readings, ed. Stephen E. Fowl (Cambridge, MA: Blackwell, 1997), 93.
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