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¿Debería continuar la “iglesia” en línea después de la pandemia?

La semana que viene estaré fuera de la ciudad por unos días. Esta será la primera vez que estaré lejos de mi esposa y mis hijos desde marzo del año pasado, cuando hubo un cierre de muchas cosas debido a la pandemia. Si bien estoy agradecido por el mínimo de normalidad que trae un viaje como este, la falta de familiaridad con la distancia será complicado. Lo que sí sé es que los extrañaré muchísimo. Esto ya era cierto cuando viajaba antes del COVID-19 y tengo curiosidad por saber cuánto más los extrañaré (ciertamente no será menos) ahora.

Como de costumbre, programaremos nuestras llamadas diarias por FaceTime mientras no estoy, algo por lo cual estoy agradecido. Poder al menos ver sus caras, escuchar sus voces y hacer que vean y escuchen la mía es un gran regalo mientras estamos separados. Pero el componente más crítico de este regalo es un anhelo. A medida que interactuamos en nuestros dispositivos digitales, se profundiza nuestro deseo de sostener una reunión analógica cuando regrese a casa y estemos juntos de nuevo, física y plenamente presentes el uno con el otro.

Esto mismo sucede con la iglesia.

Este fin de semana mi iglesia se reunirá en persona por primera vez desde hace exactamente un año. Si bien he estado agradecido por los servicios en línea, el mayor regalo de esta temporada difícil ha sido un anhelo profundo e intenso por la presencia física. No estamos solos. Las iglesias en todo el mundo están comenzando a reunirse físicamente de alguna forma y, aunque no todas las personas están listas para volver a reunirse, aquellas que regresan parecen volver con un anhelo renovado.

¿Qué significa esto para el futuro de los servicios en línea? A medida que la iglesia analógica comienza a regresar, ¿qué pasará con la iglesia digital? 

La adoración malinterpretada

La vida de adoración de la iglesia es y siempre ha sido un esfuerzo participativo. En la Biblia, las palabras hebreas y griegas para adoración reflejan un involucramiento de todo el cuerpo. Estas palabras expresan cosas como inclinarse, postrarse, acercarse para besar la mano, etc. La adoración bíblica es una expresión física de devoción y lealtad. Si bien puede incluir cantar, no solo significa cantar. Ciertamente no significa “ver a los cantantes en el escenario mientras ocasionalmente tarareamos la canción”, como es la práctica moderna común en el culto cristiano.

La vida de adoración de la iglesia es y siempre ha sido un esfuerzo participativo

Nuestra eclesiología estrictamente en línea durante este pasado año ha acentuado la malinterpretación. Como la vida de adoración comunitaria de la iglesia ha sido relegada a los mismos dispositivos usados para nuestro entretenimiento, muchos “feligreses” se han deslizado con demasiada facilidad hacia una identidad de consumidor. Mucho antes de marzo de 2020 ya vivíamos la tensión entre participación y pasividad, pero al menos lo hacíamos juntos, en persona, hombro con hombro. Ahora nos hemos instalado cómodamente como audiencias aisladas que consumen contenido de adoración con solo hacer clic en nuestros dispositivos individuales.

Una jerarquía híbrida

A medida que pensamos sobre el futuro de la iglesia digital y los servicios en línea, debemos considerar cuidadosamente las desventajas de este medio. El futuro pospandémico bien puede que sea un híbrido, al menos durante algún tiempo. Para nuestra iglesia, esto se debe principalmente a que muchos no estarán listos para regresar en persona en el futuro cercano.

A medida que las iglesias se reúnen y se involucran nuevamente en aunar esfuerzos para inspirar la participación física en nuestras congregaciones, los líderes de las iglesias deberían abordar las expresiones en línea con el mismo nivel de urgencia. En lugar de simplemente ofrecer contenido, debemos centrarnos en provocar acciones, tanto en persona como en línea. Por ejemplo, las invitaciones regulares a ponerse de pie, arrodillarse, levantar las manos, responder en oración, tomar el pan y la copa de comunión, pueden ser interrupciones simples pero profundas de nuestra postura predeterminada de consumidor, convirtiendo al público en participantes.

En lugar de simplemente ofrecer contenido, las iglesias deben enfocarse en provocar acciones, tanto en persona como en línea, convirtiendo al público en participantes

En los próximos meses y años será de vital importancia la elaboración creativa y bien pensada de nuestros servicios de adoración para minimizar las oportunidades de inacción. Pero, en última instancia, para quienes continúan con los servicios en línea, debemos explicar a nuestras comunidades que lo digital es un acuerdo necesario para algunos y no una opción conveniente para todos. La claridad de la jerarquía es necesaria: para todos los que puedan, la reunión física, en persona, debe volver a ser la prioridad una vez más.

Regocíjense juntos

Como soy una persona muy introvertida, pensé que estaba preparado mental y emocionalmente para un período prolongado de aislamiento. Había una parte de mí que anhelaba la soledad impuesta. Sin embargo, me he sorprendido por lo desagradable y agobiante que ha sido la soledad. Lo más sorprendente de todo ha sido la pérdida constante del gozo. No me di cuenta de lo mucho que mi gozo había estado y sigue estando ligado de forma indisoluble a la comunidad cristiana.

David Brooks escribe en The Second Mountain: The Quest for a Moral Life (La segunda montaña: La búsqueda de una vida moral) que: “el gozo tiende a involucrar cierta trascendencia del yo. Se produce cuando se desvanece la barrera externa entre tú y otra persona o entidad y te sientes fusionado”. Sugeriría que es cuando la barrera digital también se desvanece entre nosotros. El gozo es diferente de los sentimientos de felicidad superficiales y fugaces que pueden fabricarse individual y artificialmente. El verdadero gozo surge cuando nos liberamos de las tendencias egocéntricas (que las tecnologías digitales amplifican) y nos sumergimos en una historia más amplia.

La gente estampa Nehemías 8:10 en tazas de café y calcomanías: “la alegría del SEÑOR es la fortaleza de ustedes”. Pero a menudo pasamos por alto que estas palabras fueron dichas por Nehemías cuando todo el pueblo de Dios estaba reunido para adorar. El contexto es esencialmente un servicio de adoración.

La historia nos dice que la gente lloró colectivamente al escuchar las palabras de Dios leídas en voz alta, siendo afectados por el sentimiento de culpa. Pero Nehemías les instruye: “Vayan, coman de la grasa, beban de lo dulce, y manden raciones a los que no tienen nada preparado; porque este día es santo para nuestro Señor. No se entristezcan, porque la alegría del SEÑOR es la fortaleza de ustedes” (Neh 8:10). 

Los pronombres están en plural. La alegría del SEÑOR es la fortaleza de todos ustedes; de manera conjunta, “como un solo hombre”.

Hemos perdido mucho con nuestro aislamiento del año pasado. La tecnología en línea nos ha mantenido unidos como por un hilo débil. Pero no es suficiente. Hay duelo, regocijo, banquete y todo lo demás que nos falta por hacer: juntos, física y plenamente presentes como uno. Que nuestro anhelo nos lleve de regreso a casa, a Dios y a los demás.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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