Los cristianos pueden tener desacuerdos intensos. Basta con mirar el gran número de denominaciones evangélicas en nuestros días, o los puntos de contención dentro de las denominaciones o tribus teológicas. El debate actual sobre cómo abordar bíblicamente la “justicia social” es uno de esos desacuerdos. Este tipo de divisiones puede desalentarnos, dolernos, e incluso desafiar nuestra fe.
Sin embargo, los desacuerdos entre cristianos no son nada nuevo. De hecho, el mismo apóstol que exhortaba a los cristianos a ser “del mismo sentir” (Fil. 2:2) no siempre alcanzó ese ideal.
En Hechos 15:36-41, leemos la triste historia de un intenso desacuerdo entre el apóstol Pablo y Bernabé, su compañero cercano. Bernabé quería llevar a Juan Marcos en su próximo viaje misionero, pero Pablo no estuvo de acuerdo porque Marcos los había abandonado antes (Hch. 13:13). Lo que hizo que su desacuerdo fuera tan desalentador fue que resultó en una división posterior. Pero el propósito de la Biblia al revelar estas tristes realidades es instruir, no desalentar.
Así que evaluemos el incidente brevemente, para luego extraer algunas lecciones de él.
¿Quién tenía la razón?
Considera el asunto desde la perspectiva de ambos hombres. El razonamiento de Pablo se da en el texto: Juan Marcos había abandonado su puesto. Tal deserción era un asunto serio (Lc. 9:62; Pr. 25:19). ¿Qué capitán estaría entusiasmado de llevar a un soldado que recién abandonó su unidad en una misión anterior? Ciertamente parece, entonces, que Pablo estaba actuando de acuerdo con principios bíblicos.
Pero antes de formar nuestro juicio final, demos a Bernabé la oportunidad de expresarse (Pr. 18:17). El texto no nos da el razonamiento de Bernabé, pero quizás podamos inferirlo por lo que sabemos de su carácter (Hch. 4:36; 9:26-27). Dudo que Bernabé hubiera defendido las acciones de Marcos. Bernabé habría estado de acuerdo en que un ministro del evangelio debe ser fiel. Sin embargo, creo que él le habría recordado a Pablo otro principio bíblico: el pecado y el fracaso pasado no excluyen la fidelidad y el éxito futuro. Piensa en el apóstol Pedro. ¡Él negó a Jesús tres veces! Pero Jesús aún lo usó. Puedo escuchar a Bernabé diciendo: “Si Pedro pudo, ¿por qué no Marcos?”.
Antes de tomar bandos, debemos notar que el desacuerdo no era una cuestión de herejía o inmoralidad. No estaban discutiendo sobre un aspecto fundamental de la fe, como la deidad de Cristo. Tampoco estaban debatiendo si estaba bien que un ministro viviera en adulterio. En cambio, tenemos dos hombres totalmente comprometidos con Cristo, en desacuerdo sobre la aplicación de un principio bíblico. La tensión se produjo porque Pablo estaba poniendo mayor énfasis en un principio, y Bernabé en otro. A medida que cada uno de ellos colocaba sus principios en la balanza, el argumento giró sobre cuál lado tenía más peso en la escala.
Aquí tenemos dos hombres totalmente comprometidos con Cristo, en desacuerdo sobre la aplicación de un principio bíblico
No creo que Lucas da un juicio claro a favor de uno de los dos lados. La referencia a los hermanos que encomendaron a Pablo y a Silas a la gracia del Señor (Hch. 15:40) no significa necesariamente que estuvieran del lado de Pablo. Esto puede significar simplemente que, a pesar de la separación de Pablo y Bernabé, la iglesia de Antioquía no iba a dejar a Pablo a un lado. Y aún si estuvieran del lado de Pablo, eso no significa que tuvieran razón. Aparentemente Dios no quiere que sepamos quién estaba mayormente correcto y quién estaba mayormente equivocado.
¿Qué debemos aprender?
Entonces, habiendo evaluado la situación, ¿qué podemos aprender de esta historia para nuestros propios desacuerdos contemporáneos? Aquí hay cuatro lecciones.
1. Resiste la necesidad de siempre tomar bandos.
A veces tenemos que elegir un lado y tener opiniones firmes. Pero en muchos casos, no es necesario. Puede que tengamos preocupaciones o sospechas. Pero en muchos casos, puede ser más sabio dejar el asunto con el Señor.
A menudo miramos alrededor y nos preguntamos por qué dos grandes líderes cristianos trabajan en diferentes ministerios. Están en la misma ciudad; tienen las mismas creencias doctrinales; ¿por qué no trabajan más en conjunto? Hermanos y hermanas, Dios no siempre espera que tomemos bando. Resiste la tentación de querer resolverlo todo. Encomienda ambos lados al Señor (Fil. 3:15).
2. Reconoce que siempre existirán desacuerdos en esta era.
A veces tenemos una visión demasiado idealista de la iglesia. Y cuando alguna iglesia o pastor nos decepciona, estamos tentados a cuestionar el poder del evangelio o renunciar a la fe cristiana por completo. Pero Dios quiere que seamos realistas bíblicos. Si la finitud humana o el pecado remanente pudieron obstaculizar la relación armoniosa de dos apóstoles piadosos, no debería sorprendernos cuando, en nuestros días, creyentes piadosos tienen desacuerdos fuertes e incluso se separen.
Si la finitud humana pudo obstaculizar la relación armoniosa de dos apóstoles piadosos, no debería sorprendernos cuando creyentes piadosos tienen desacuerdos
Vivimos en una época en la que la revelación de Dios, aunque suficiente, es también parcial (1 Co. 13: 9-10), como un gran rompecabezas al que le faltan algunas piezas, pero las que están son suficientes para poder ver la imagen. Esta es una razón por la que los cristianos genuinos no siempre llegan a las mismas conclusiones en sus intentos de aplicar un principio bíblico. Como observó el puritano Matthew Henry: “Nunca seremos todos de una mente hasta que lleguemos al cielo, donde la luz y el amor son perfectos”.
3. Descansa en que la providencia de Dios puede usar esos desacuerdos para bien.
Estoy seguro que Satanás ganó algún terreno con esta división apostólica. Sin embargo, lo que él quiso usar para mal, Dios lo utilizó para bien (Gn. 50:20; Ro. 8:28).
Considera esto: como resultado de esta división, el esfuerzo misionero se duplicó en mano de obra. Ahora se podría hacer más trabajo; ahora se podrían plantar nuevas iglesias. La propuesta original de Pablo a Bernabé era simplemente volver a visitar las iglesias que ya habían plantado (Hch. 15:36), pero Dios tenía otros planes. El quería que el trabajo se expandiera hasta Macedonia y Grecia.
No quites de tu lista de oración a todos los que no están de acuerdo contigo
Considera también cómo Dios pudo haber usado esta disputa para el bien de los involucrados. La voluntad de Bernabé de restaurar a Marcos probablemente le dio al joven esperanza, mientras que el duro amor de Pablo probablemente lo hizo más decidido a no repetir su error. Tal vez como resultado del énfasis de Pablo en la fidelidad, Bernabé se volvió más vigilante y exigente con Marcos. Y tal vez el énfasis de Bernabé en la gracia ayudó a Pablo a volverse un poco más sensible y paciente en su ministerio posterior. De hecho, sabemos que en años posteriores Pablo haría por un esclavo llamado Onésimo, lo que Bernabé hizo por Marcos (Flm. 17-19).
Así que, prestemos atención a las maneras en que Dios puede estar usando desacuerdos y divisiones entre los hermanos piadosos para su bien, para nuestro bien, y para la gloria de su nombre.
4. Recuerda que las diferencias no tienen que destruir el amor.
A pesar de un fuerte desacuerdo e incluso de la separación, la Escritura parece indicar que ambas partes continuaron viéndose unos a otros como hermanos fieles y apoyándose mutuamente. Pablo continuó refiriéndose a Bernabé como apóstol de Cristo y obrero del reino (1 Co. 9:5-6). Y, sospecho que aquel que exhortó a los hermanos a orar por “todos los santos” lo hizo él mismo (Ef. 6:18). Pablo mantuvo a Bernabé y a Marcos en su lista de oraciones. Y estoy seguro de que Bernabé y Marcos hicieron lo mismo por Pablo.
Lo mismo debería ser cierto de nosotros. No quites de tu lista de oración a todos los que no están de acuerdo contigo. Si es que pienses que están equivocados, pide a Dios que los lleve a un entendimiento correcto. Pero, en la medida en que sigan caminando en la verdad, pídele que los bendiga.
No permitas que tu desacuerdo sea tan firme que no pueda ser revisado en el futuro. Pablo más tarde tuvo que revisar su opinión sobre Marcos, e incluso fue lo suficientemente humilde como para pedirle ayuda a Marcos (1 Ti. 4:11). ¿Te imaginas la alegría en el corazón de Marcos al enterarse de que Pablo, que alguna vez dudaba de su utilidad, deseaba ahora su servicio?
Así también, hermanos y hermanas, estemos dispuestos a revisar nuestros juicios. Algunas convicciones sobre doctrinas claras y ética bíblica no son negociables. Pero, cuando se trata de tomar decisiones sobre la aplicación de principios bíblicos, al menos deberíamos estar dispuestos a revisar nuestras opiniones. Y eso no será tan difícil de hacer si mantenemos el amor fraternal: el amor paciente y bondadoso, el amor que no es fácilmente provocado, el amor que todo lo soporta, todo lo cree, y todo lo espera (1 Co. 13:4-7).
¡Que Dios nos conceda tener más de este amor!