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Cuando yo era un adolescente de la iglesia en la década de 1990, una de las bandas cristianas más novedosas era Third Day (Tercer día). El nombre parecía una variación de la popular banda Third Eye Blind (Tercer ojo ciego), pero todos sabemos de dónde realmente vino el nombre. Según el evangelio de Pablo, Cristo “resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. Esto era de primera importancia (1 Co 15:3-5).

Todos sabemos que Cristo resucitó al tercer día. Pero probablemente no estemos tan familiarizados con la segunda mitad de la declaración de Pablo, es decir, que Cristo “resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Co 15:4). Esto no era solo algo que sucedió en la historia; también fue profetizado en el Antiguo Testamento. Jesús mismo lo declaró: “Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día” (Lc 24:46).

Esto hace surgir la pregunta: ¿Dónde? ¿Dónde está escrito que Cristo resucitaría al tercer día? Para encontrar la respuesta, debemos recordar que el Antiguo Testamento tiene más de una forma de mostrar a Cristo. A menudo pensamos primero en predicciones explícitas (p. ej., Mi 5:2). Pero nos quedamos cortos en nuestra búsqueda de las predicciones del “Mesías resucitado al tercer día”. Esto se debe a que, hasta donde sé, no hay ninguna.

El Antiguo Testamento tiene más de una forma de mostrar a Cristo

Sin embargo, el Antiguo Testamento también nos muestra a Cristo a través de patrones tipológicos, como el sacrificio del cordero de pascua y la construcción del tabernáculo (1 Co 5:7; Jn 1:14). Estas son cosas que Jesús también cumple. Creo que las Escrituras del “tercer día” a las que Pablo alude en 1 Corintios 15:4 entran en esta categoría.

En el Antiguo Testamento encontramos un patrón en el cual Dios hace grandes cosas al tercer día. Cosas redentoras. Cosas reveladoras. Sí, cosas de resurrección. A continuación se muestran cuatro ejemplos.

1. El perdón de la vida de Isaac

Probablemente todos estamos familiarizados con la historia de Abraham ofreciendo a Isaac (Gn 22). Fue una prueba intensa de la fe de Abraham, ya que Dios le ordenó hacer lo impensable para luego proveer un sustituto justo en el último minuto.

Este evento es una imagen de Dios ofreciendo a Jesús el Viernes Santo. Isaac es descrito como “tu hijo, tu único, a quien amas” (Gn 22:2; Jn 3:16). Se le ha visto cargando la leña sobre  la que sería ofrecido (Gn. 22:6; Jn 19:17). Cuando le pregunta a su padre: “‘Aquí están el fuego y la leña’, dijo Isaac, ‘pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?’ Y Abraham respondió: ‘Dios proveerá para Sí el cordero para el holocausto’” (Gn 22:7-8). Sí, lo proveería. Mientras que Dios perdonó la vida del hijo de Abraham, no nos negó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros (Ro 8:32).

Pero hay más. La historia también es una imagen de la resurrección de Jesús. Abraham le dice a su sirviente que tanto él como Isaac regresarán (Gn 22:5). El escritor de Hebreos parece inferir de esto que Abraham creía que Dios resucitaría a Isaac de entre los muertos: “Él consideró que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde también, en sentido figurado, lo volvió a recibir” (Heb 11:19).

Hablando en sentido figurado, Isaac fue ofrecido. En sentido figurado, resucitó de entre los muertos.

Génesis 22 describe el período de tiempo de la muerte y resurrección figurativas de Isaac:

“Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y tomó con él a dos de sus criados y a su hijo Isaac… y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho. Al tercer día alzó Abraham los ojos y vio el lugar de lejos” (Génesis 22:3-4).

Aquí es donde sucedió el hecho. Claro, la tipología no es precisa. Para Isaac, todo esto sucedió el mismo día (no un viernes y un domingo). Aún así, lo que le sucedió a Jesús le sucedió literalmente a Isaac en sentido figurado: su padre lo recibió de entre los muertos. Según Génesis 22:4, sucedió al tercer día.

2. El descenso en el Sinaí

En el Antiguo Testamento encontramos un patrón en el cual Dios hace grandes cosas al tercer día. Cosas redentoras. Cosas reveladoras

Una de las mayores manifestaciones de la presencia de Dios en todo el Antiguo Testamento fue cuando Dios descendió al monte Sinaí. Este fue un evento trascendental, ya que Dios entregó su ley a aquellos a quienes había redimido. Fue algo inolvidable para aquellos que lo presenciaron.

Dios anuncia el período de tiempo en el que transcurre el evento en Éxodo 19. Cuando la gente finalmente ha llegado al monte Sinaí, le dice a Moisés:

“Ve al pueblo y conságralos hoy y mañana, y que laven sus vestidos. Que estén preparados para el tercer día, porque al tercer día el Señor descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí” (Éxodo 19:10-11).

Eso fue exactamente lo que sucedió.

Esta fue la más grande de todas las manifestaciones divinas hasta ese momento, un día que nunca será olvidado. Sucedió “al tercer día”.

3. La resurrección de Israel

La reunión del pueblo de Dios después del exilio en Babilonia a veces se describe como una resurrección (Ez 37:11-14). Oseas describe el período de tiempo de esta resurrección:

“Vengan, volvamos al Señor.
Pues Él nos ha desgarrado, pero nos sanará;
Nos ha herido, pero nos vendará.
Nos dará vida después de dos días,
Al tercer día nos levantará
Y viviremos delante de Él” (Oseas 6:1-2).

Después de haber soportado la ira de Dios, siendo derribados y muertos en el exilio (Is 6:11-13; 40:1-2), Dios promete resucitarlos al tercer día.

La referencia aquí es de Israel siendo levantada, no del Mesías. Pero Jesús es el verdadero Israel, la última descendencia de Abraham. Como Israel, Dios lo resucitó al tercer día (para un paralelo cercano, observa el uso que hace Mateo 2:15 de Oseas 11:1).

4. La salvación de Jonás

La historia de Jonás es bien conocida, al menos una parte de ella. Todos sabemos que se lo tragó un gran pez, y todos sabemos que finalmente salió vivo y se convirtió en un instrumento de salvación para Nínive.

El autor nos da el período de tiempo en el cual Jonás estuvo en el vientre del pez: “y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches” (Jon 1:17). La mención de este período de tiempo es un fuerte indicio de que, después de tres días, Jonás se levantaría de lo que él mismo llamó “el seno del Seol” (Jon 2:2), la palabra hebrea para el lugar de los muertos (Hades en griego).

Puede que estés cuestionando mis ejemplos anteriores. Pero en este caso, Jesús conecta los puntos tipológicos para nosotros, trazando el paralelo entre la liberación de Jonás del Seol y la suya:

“Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás el profeta; porque como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra” (Mateo 12:39-40).

Dios diseñó toda la historia con Jesús en el centro, con cada liberación del tercer día apuntando directamente a Él

No te obsesiones con el hecho de que no hubo literalmente tres noches entre la muerte de Jesús y su resurrección. Los judíos contaban los días de manera inclusiva: el hecho de que Jesús estuviera muerto durante partes de tres días separados (viernes, sábado y domingo) era suficiente en sus mentes para justificar el lenguaje de “tres días y tres noches”.

El punto es que así como Jonás fue escupido del Hades al tercer día, también lo fue Jesús (Jon 2:2; Hch 2:27). Así como Jonás se convirtió en una señal para la gente de Nínive, Jesús se convirtió en una señal para su generación (Lc 11:30).

Conforme a las Escrituras

Cuando Pablo dice que Cristo resucitó al tercer día conforme a las Escrituras, creo que tenía pasajes como estos en mente, entre otros más (2 R 20:5; Est 5:1). Es cierto que solo el pasaje de Jonás se menciona explícitamente en el Nuevo Testamento. Pero en lugar de limitarnos en establecer conexiones con el Antiguo Testamento, deberíamos aprender del uso que hizo Jesús de Jonás 1:17 sobre cómo interpretar pasajes similares que no se mencionan explícitamente en el Nuevo Testamento.

La tumba vacía no debió haber sido una sorpresa, especialmente habiendo sucedido en el momento en que sucedió. No es como si los israelitas no habían estado preparados. Jesús no solo se los había dicho repetidamente (Mc 8:31; 9:31; 10:34), sino que Dios también había estado obrando maravillas al tercer día por milenios. No fue por accidente. Por el contrario, debería fortalecer nuestra fe considerar que Dios diseñó toda la historia con Jesús en el centro, con cada liberación del tercer día apuntando directamente a Él.

Resucitado y reinante, Jesús es supremo. Pero no estará solo; Él es solo las primicias. Algún día, “en sentido figurado”, el tercer día llegará para todos nosotros. Recuerda esto durante esta Semana Santa.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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