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Nota del editor: 

Este artículo fue adaptado del capítulo 10 del libro de Mark Dever, Discipling: How to Help Others Follow Jesus [Discipulando: cómo ayudar a otros a seguir a Jesús] (Crossway, 2016).

El Nuevo Testamento está lleno de instrucción sobre cómo discipular a los creyentes en general, pero de vez en cuando también se enfoca particularmente en cómo levantar líderes en la iglesia. Por ejemplo, Pablo le dice a Tito: “Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé” (Ti. 1:5). Luego describe cómo deben ser estos ancianos. De manera similar, le dice a Timoteo que busque “hombres fieles aptos para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2).

De la misma manera, me gustaría ofrecer consejos sobre cómo he trabajado personalmente para encontrar, animar, y levantar otros líderes en mi iglesia, ya sea para servir en mi iglesia o eventualmente en otras iglesias. Muchos de los asuntos discutidos a continuación se aplican al discipulado de manera más amplia. Después de todo, los criterios enumerados para un anciano en Tito 1 y 1 Timoteo 3 deberían caracterizar a cada cristiano, excepto el requisito de no ser recién convertido y el de ser apto para enseñar. Es decir, los objetivos de discipular a un creyente y a un posible líder de iglesia son básicamente los mismos.

Sin embargo, quiero poner especialmente en los ancianos la responsabilidad de pensar en cómo levantar futuros líderes. Esa es una de sus obligaciones particulares. Samuel Miller (1769-1850) dijo una vez:

Dondequiera que estés, intenta siempre adquirir y mantener una influencia en los jóvenes. Son la esperanza de la iglesia y del Estado; y el que desempeñe un papel decisivo en llenar sus mentes con sentimientos de sabiduría, virtud, y piedad, es uno de los más grandes benefactores de su especie. Por lo tanto, son dignos de tu atención especial e inagotable… En pocas palabras, emplea cada método cristiano para unirlos a tu persona y ministerio, y para inducirlos a tomar interés desde temprano en los asuntos de la iglesia.

Aquí hay nueve pasos para levantar líderes en tu iglesia.

1. Pastorea con los requisitos bíblicos en mente

El lugar para comenzar es con los requisitos que Pablo da a Timoteo y a Tito:

“Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); no un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo”, 1 Timoteo 3:1-7, también Tito 1:6-9.

No hay nada extraordinario en estas virtudes. Sin embargo, como oí decir a Don Carson una vez, un anciano hace extraordinariamente bien lo que un cristiano ordinario debe hacer. Es un modelo para todo el rebaño. Es un cuadro de madurez para todos.

En ocasiones pregunto a los jóvenes si han pensado en servir como ancianos, y lo hago temprano en su discipulado, sabiendo que pueden estar a años de estar calificados y listos. Es mi manera de preguntar si servir y construir a la iglesia es una de sus ambiciones, y si no, ¿por qué no? Es decir, una buena herramienta de discipulado para cada cristiano es esta lista (a excepción de ser apto para enseñar).

Dicho esto, no creo que Pablo quiera proporcionar una lista exhaustiva de lo que debe ser un anciano. Por ejemplo, nunca dice: “lector fiel de la Biblia”, u “hombre de oración”, aunque creo que cada anciano debe ser esas dos cosas. Cuando se trata de levantar líderes en general, y hombres que la iglesia apoye financieramente en especial, creo que también debemos buscar dones naturales de liderazgo. Quiero promover y equipar a hombres que al parecer pueden ayudar a avanzar el cristianismo en lugares a donde yo nunca iré: el futuro más allá de mi muerte.

Quiero promover y equipar a hombres que al parecer pueden ayudar a avanzar el cristianismo en lugares a donde yo nunca iré: el futuro más allá de mi muerte.

¿Significa esto que estoy transgrediendo Santiago 2:1 al tener favoritos? No lo creo. Santiago se preocupa por favorecer indebidamente a los ricos. El mal discernimiento y la discriminación incorrecta no hacen que todas las distinciones sean malas. Recuerda, Pablo le dice a Timoteo que busque “hombres fieles” que puedan “enseñar a otros”, así como hombres que “aspiren al oficio de obispo”. Un hombre puede aspirar por las razones equivocadas, pero un hombre que no aspira en absoluto no está calificado.

En última instancia, debes pastorear hombres con la mira en los requisitos bíblicos. Esa es la línea base. Y cuando un hombre demuestra los dones naturales que tiene en que la gente lo sigue, más puedes buscar oportunidades para que él practique ser líder.

2. Adoptar una posición de búsqueda

Si deseas levantar líderes, necesitas estar en posición de observación permanente. Esta debe ser tu postura, especialmente si eres un anciano. El anglicano Phillip Jensen de Sydney habla de “jóvenes que vale la pena observar”. ¿Puedes nombrar a algunos jóvenes así a tu alrededor?

Los pastores deben ser profundamente oportunistas en cuanto a levantar más pastores. Y toda la iglesia debe tener una profunda confianza en que el Señor quiere que se levanten nuevos líderes.

Mantengo mis ojos abiertos de varias maneras. Me mezclo con la congregación e interactúo con ellos. Voy a la puerta después de los servicios dominicales y noto quién dice qué, o quién está interactuando con quién. Me esfuerzo por proporcionar muchas oportunidades de enseñanza en la vida semanal de nuestra iglesia donde puedan surgir maestros talentosos. Orar a diario por todo el directorio de la membresía de la iglesia también trae personas a la mente.

3. Pasa tiempo personal

Pasar tiempo con la gente es parte crucial de levantar líderes, así como Jesús llamó a los discípulos a acompañarlo al monte para que estuvieran “con él”.

Tristemente, veo que muchos pastores construyen muros a su alrededor. Ellos no son hombres que estarán levantando más líderes, al menos no directamente. No estoy diciendo que necesites ser extrovertido, pero un pastor sí tiene que encontrar alguna manera de pasar tiempo con otros líderes potenciales en su iglesia. Hebreos 13 exhorta a la iglesia a seguir el ejemplo de sus ancianos. ¿Cómo pueden hacerlo si no conocen a sus líderes de cerca? El llamado de Pablo a la imitación requiere ese mismo tiempo.

Así que un pastor necesita encontrar formas de pasar tiempo con hombres más jóvenes. Los almuerzos pueden ser cruciales. En aquellas ocasiones en que mi esposa me pide que vaya a la tienda, por lo general empiezo a sudar frío por temor a comprar algo que no debo (problema mío, no de ella), y por eso a menudo llevo a un hermano conmigo. De esa manera, podemos pasar tiempo intencional juntos, y él puede compartir mi culpa si me equivoco en algo. Meto a la gente en mi horario de preparación de sermones también, incluyendo un almuerzo dedicado a lluvia de ideas sobre la aplicación, y una lectura previa el sábado por la noche. Estas reuniones no solo mejoran el sermón, sino que también me permiten escuchar la opinión de gente diferente, y animarlos.

Todos estos ejemplos están diseñados en torno a mí, mi trabajo, y mi horario. Averigua qué horario funciona para ti, y mete discípulos en ese horario.

4. Promueve confianza

Si deseas ver líderes, tu postura general debe estar caracterizada por una disposición a promover la confianza. Habiendo vivido en diferentes lugares y viajado, sé que tal disposición varía de un lugar a otro. Pero creo que es una característica del amor: el amor cree todas las cosas y espera todas las cosas (1 Co. 13:7). Probablemente tienes miembros de tu iglesia a quienes el Señor ha confiado con grandes talentos, pero para que se descubran, alguien debe confiar de antemano en ellos, dándoles crédito. Los buenos líderes lo hacen. No esperan a que la gente se pruebe a sí misma, y luego les da oportunidades de enseñanza. No, ellos ven el indicio de algo que, con un poco de estímulo, podría crecer y florecer. Así que dale crédito y deja que el joven discípulo lo gaste.

Muchos líderes, con la mejor motivación, pueden ser demasiado conservadores en esto. Más de una vez he visto pastores mayores que son incapaces de afirmar el liderazgo de nadie. O he presenciado cómo los hombres se convierten en ancianos laicos y, a continuación, suben la escalera de su casa en el árbol para que nadie más pueda entrar, pidiendo de posibles ancianos más de lo que nadie jamás ha pedido. Ahora bien: vas a cometer errores. No le atinarás al cien. Yo no lo he hecho. Pero definitivamente me arriesgo en el liderazgo. Vale la pena. Dios es soberano. Cristo edificará su Iglesia. Así que demos el paso y tomemos algunos riesgos.

Las congregaciones, por su parte, deben ser pacientes con los jóvenes en el liderazgo, ya que cometen errores de jóvenes. A menudo digo a las iglesias que no tengan miedo de nominar a un cachorro de león. Puede rayar el piso o dañar algunos muebles, pero si eres paciente con él, tendrás un león que te amará para toda la vida.

5. Delega responsabilidades

Este punto está ligado al anterior. ¿Cómo promueves la confianza? Delegando responsabilidad y oportunidad. Hay varios componentes en esto:

Da a la gente la oportunidad de liderar.

Mantén en silencio una lista de hombres en tu congregación que piensas que podrían ser buenos maestros, oradores públicos, líderes de servicio, o maestros de la escuela dominical. Pruébalos delegando. Nuevamente, reconozco que algunos pastores se sienten muy protectores con respecto a sus rebaños: “Pero Mark, el Espíritu Santo me ha puesto por supervisor”. Ahí es donde digo: Cuando mueras, amigo, la iglesia estará bien. Y debes ayudar a que esté mejor aflojando tus riendas ahora y preparando a otros líderes delegando. Tu meta no es construir tu reino. Tu objetivo es capacitar a otros dándoles oportunidades para dirigir y enseñar.

Pierde votos y discusiones.

Delegar autoridad significa ceder una medida de control. Y si estás dispuesto a hacer eso, necesitas estar dispuesto a perder votos o no siempre tener la última palabra. No todo debe ir por donde tú quieres. ¡Si nunca dejas que la gente conduzca de una manera contraria a tu propia opinión, no estás dejándolos liderar realmente! Por lo tanto, sí, puede que te sientas decepcionado al perder en uno u otro tema, pero la ganancia de animar a otros líderes a liderar es una mejor inversión a largo plazo (sin mencionar que bendice a la iglesia con los dones de su sabiduría).

Cultiva el respeto por otros líderes.

Hace algunos años, nuestro pastor adjunto y yo estábamos de pie en la plataforma al frente de la iglesia antes de que comenzara un estudio bíblico. Él estaba por dirigirlo. Mientras jugábamos hablando entre nosotros, le di unas palmadas en la cabeza (él es más bajo que yo). Él inmediatamente me llevó a un lado y me dijo amable pero firmemente: “Mark, detente. No puedes tratarme así delante de la congregación si quieres que me respeten”. Una vez que lo dijo, me pareció tan obvio. ¡Por supuesto! Necesitaba tratarlo públicamente como un líder y trabajar para cultivar en la congregación ese respeto hacia él.

6. Da y recibe retroalimentación

Una vez que delegues responsabilidades y oportunidades para ministrar, también necesitas crear estructuras de retroalimentación. Para empezar, eso significa mostrar a aquellos que estás discipulando cómo dar y recibir crítica de forma piadosa. Sé honesto y tierno con los hermanos sobre cosas que podrían mejorar.

Tu habilidad para dar crítica piadosa crecerá grandemente al modelar lo que significa invitar y recibir crítica piadosa. Para alentarla, trato de recibir comentarios críticos sin responder (no es que siempre tenga éxito), incluso si no estoy de acuerdo con la crítica. Respondo si pienso que el comentario engañará a otros, pero si derribo cada crítica constructiva que me ofrezca uno más joven, especialmente después de que he invitado la retroalimentación, él aprenderá rápidamente que es vano (y vergonzoso) ofrecerme sus opiniones de manera directa. ¡Y eso sería de lo menos útil para mí! Siempre hay espacio de mejora en mi ministerio. Los comentarios que he recibido durante 20 años me han ayudado mucho a servir mejor a la iglesia.

Además de modelar lo que significa dar y recibir críticas piadosas, también debemos modelar el dar estímulo piadoso. Pablo tenía muchas cosas críticas que decir a la iglesia de Corinto, pero abre su carta dando gracias a Dios por ellos (1 Co. 1:5, 7). No creo que Pablo estuviera halagando a los corintios. Creo que estaba reconociendo correctamente lo que Dios había hecho. ¿Acaso no debemos reconocer que lo que viene de Dios pertenece a Dios, como las evidencias de la gracia en las vidas de los demás? Alentar a los aspirantes a líderes debe enseñarles a alabar a Dios.

Muchas veces he visto a hombres, particularmente chicos más jóvenes, actuar como si el verdadero liderazgo se mostrara en la corrección de los demás. Es por eso que a menudo los sermones de los jóvenes son regaños. Lo que no han descubierto es que suele lograrse más mediante el ánimo. Hay momentos para regañar, pero del 80 al 90 por ciento de lo que esperas corregir puede lograrse mediante el ánimo. Si miras hacia atrás en tu vida y consideras qué te influyó más, probablemente te darás cuenta de que fue la gente que creyó en ti. Como Henry Drummond una vez dijo: “Te darás cuenta, si piensas por un momento, de que las personas que influyen en ti son las personas que creen en ti. En un ambiente de sospecha, los hombres se marchitan; pero en esa atmósfera se expanden y encuentran aliento y compañerismo educativo”.

Hay momentos para regañar, pero del 80 al 90 por ciento de lo que esperas corregir puede lograrse mediante el ánimo.

Cuando observo que los hombres que estoy discipulando animan y critican a mí o a los demás, aprendo tanto de ellos como de lo que están comentando. Es como estar en una galería de arte y no mirar las pinturas, sino a la gente observando las pinturas. ¿A qué se sienten atraídos? ¿Qué enfatizan? La creación de buenos lazos de retroalimentación, si eres un pastor, ayuda a que todo este discipulado suceda.

7. Fomenta la autoridad piadosa

Muy a menudo hoy en día la gente no entiende lo que un don de autoridad piadosa puede ser. El aumento de los líderes nos obliga a enseñar acerca de la autoridad piadosa, y fomentarla. Jesús ciertamente enseñó a sus discípulos sobre el buen uso de la autoridad (Mt. 20:25-27).

El mundo caído usa mal la autoridad y miente sobre la autoridad bien usada. La mentira básica de Satanás a Adán y Eva fue que Dios realmente no podía amarlos y al mismo tiempo decirles que no.

La verdadera naturaleza de la autoridad se hizo evidente para mí hace años cuando estaba predicando a través de 2 Samuel. Las “últimas palabras” de David son sorprendentes:

“El que con justicia gobierna sobre los hombres, que en el temor de Dios gobierna, es como la luz de la mañana cuando se levanta el sol en una mañana sin nubes, cuando brota de la tierra la tierna hierba por el resplandor del sol tras la lluvia”, 2 Samuel 23:3-4.

La buena autoridad bendice a los que están bajo esta. Los nutre. La gente gravitará hacia una autoridad saludable que se desgasta por el bien de aquellos bajo su cuidado, en lugar de usarlos para su propio bien. Mira cómo una familia prospera bajo buenos padres, o un equipo bajo un buen entrenador.

El abuso de la autoridad por parte de los pastores es un pecado terriblemente destructivo y particularmente blasfemo.

Es por eso que el abuso de autoridad por los pastores es un pecado terriblemente destructivo y particularmente blasfemo. Además, las historias de predicadores de prosperidad que compran aviones privados por decenas de millones de dólares señalan algo increíblemente retorcido y satánico. Estos “pastores” refuerzan la mentira que Satanás silbó en el oído de Adán y Eva en el Edén: esa autoridad es solo una manera de abusar de ti para beneficio del líder.

Gracias a Dios, el Rey en la cruz nos muestra que lo contrario es cierto cuando se trata de la autoridad piadosa.

Así como Jesús enseñó a sus discípulos en el uso piadoso de la autoridad, y lo modeló en sí mismo, así también nosotros debemos hacerlo con los hombres que estamos levantando en el liderazgo.

8. Espere claridad

Los líderes en la iglesia deben saber cómo ser inusualmente claros en la doctrina y enseñar la verdad en general. Esto es una implicación de lo que Pablo enseña a los líderes de Éfeso en Hechos 20. Y es su presuposición a lo largo de sus cartas a Timoteo y a Tito.

Un líder debe poseer claridad sobre la verdad. Debes buscar personas que tengan una capacidad natural para responder a la pregunta, “¿Por qué?”. Y necesitan ser especialmente claros sobre ciertos temas: los asuntos más básicos de la teología y el evangelio; aquellas doctrinas que distinguen a tu iglesia de otras; y aquellas enseñanzas en la Escritura que están bajo fuego y no son populares en el mundo en general.

9. Fomenta una cultura de humildad

Lo que estas ocho prácticas anteriores requieren es una cultura de humildad. El discipulado cristiano depende de tal humildad que expulsa la envidia.

No es ningún signo de humildad en mí si estoy viendo a otro ministro y pensando que “podría hacerlo mejor”, o sintiéndome desanimado porque “nunca podría hacerlo tan bien”. Dios hace diferentes cosas buenas con diferentes personas. Somos como distintos instrumentos en la orquesta, y un buen líder ayuda a cada persona a encontrar su lugar. ¿Por qué el trombón estaría celoso del timbal? Cada uno se puede disfrutar por lo que es.

Una manera de ver todo mi ministerio es preparando a mi iglesia para el próximo pastor.

Fomentar una cultura de humildad significa trabajar en contra del temor al hombre. Y lo hacemos, por supuesto, aprendiendo a temer al Señor. Antes de que los hombres asistan al internado pastoral en mi iglesia, les pedimos que lean el libro de Ed Welch, When People Are Big y God Is Small [Cuando las personas son grandes y Dios es pequeño]. Si no conoces ese libro, lo recomiendo encarecidamente. Todo aspirante a líder debe aprender a reconocer el miedo del hombre en sí mismo. Una forma de verlo en un nuevo interno es cuando aparece en nuestra iglesia y se siente amenazado por otros líderes fuertes. Sin embargo, quiero líderes fuertes, tantos como pueda. Después de todo, una manera de ver todo mi ministerio es preparando a mi iglesia para el próximo pastor.

En general, la humildad nos lleva a hablar cuando debemos hablar y a permanecer en silencio cuando debemos permanecer en silencio. Nos lleva a ser tiernos y de piel gruesa. Quiero ver prosperar a la iglesia de Dios al ver levantarse a más líderes humildes. Creo que mi humildad es parte de cómo eso va a suceder.

¡Qué gozo es servir a Dios para discipular a otros! ¿Por qué no pasar tu vida haciéndolo?


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Daniel Lobo.
Imagen: Lightstock.
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