×

Nadab y Abiú eran los dos hijos mayores de Aarón, el hermano mayor de Moisés y el primer sumo sacerdote de Israel. Ya que el sacerdocio en Israel era hereditario, tanto Nadab como Abiú fueron consagrados como sacerdotes al lado de su padre cuando llegaron a la edad estipulada por la ley. Y Nadab, por ser el hijo primogénito de Aarón, pudo haber sido el segundo sumo sacerdote de Israel.

Sin embargo, como enseña la Palabra, tan pronto como los sacerdotes iniciaron el ministerio (Lv. 9), Nadab y Abiú «tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que Él no les había ordenado. Y de la presencia del Señor salió fuego que los consumió, y murieron delante del Señor» (Lv. 10:1-2).

¿Cómo podemos entender la impactante muerte de ellos?

La consecuencia de ofrecer “fuego extraño”

Aunque nos resulte chocante este relato, como otros pasajes de la Biblia que también describen a personas matadas fulminantemente por el Señor, no hace falta ir muy lejos para encontrar la explicación de las muertes de Nadab y Abiú: ellos ofrecieron «fuego extraño» delante del Señor, y Él los mató con fuego del cielo. La forma de matarlos (con fuego del cielo) reflejó la naturaleza del pecado de ellos (el haber ofrecido «fuego extraño» delante del Señor).

No se nos dan más detalles sobre el «fuego extraño» que ofrecieron Nadab y Abiú, pero lo único que necesitamos saber es que, en vez de ofrecer el tipo de fuego que el Señor había estipulado en su ley, Nadab y Abiú ofrecieron otro tipo de fuego, el que ellos mismos quisieron presentar (Lv. 10:1).

No se puede adorar al Dios santo de cualquier manera o según nuestro antojo; tiene que ser según Él nos ha dicho en su Palabra.

Por lo tanto, la causa de las muertes fulminantes de Nadab y su hermano Abiú no fue solo la causa material en sí ese «fuego extraño»—, sino la actitud irreverente, rebelde, y temeraria que tuvieron ante Dios. Ellos se atrevieron a ofrecer delante del Señor no aquello que Él había mandado, sino lo que a ellos se les antojó ofrecer.

No podemos encontrar excusa o atenuante en la ignorancia; Nadab y Abiú fueron consagrados al sacerdocio el mismo día que su padre, conocían perfectamente la ley del Señor, y sabían en qué consistían sus deberes como sacerdotes del pueblo del Señor.

Además, hay otro detalle del relato que puede estar relacionado con el tema: en el contexto de las muertes de Nadab y Abiú, ese mismo día el Señor le dijo a Aarón:

«Ustedes no beberán vino ni licor, ni tú ni tus hijos contigo, cuando entren en la tienda de reunión, para que no mueran. Es un estatuto perpetuo por todas sus generaciones, y para que hagan distinción entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio, y para que enseñen a los Israelitas todos los estatutos que el Señor les ha dicho por medio de Moisés», Levítico 10:9-11.

¿Por qué le dijo el Señor eso a Aarón, y por qué se lo dijo ese mismo día, en el contexto de las muertes fulminantes de sus hijos mayores? Aunque no podemos ser dogmáticos al respecto, creo que Nadab y Abiú actuaron bajo la influencia del licor. Creo que es la explicación más natural de los versículos del 9 al 11.

Esto explicaría por qué Nadab y Abiú ofrecieron «fuego extraño»: por no distinguir «entre lo santo y lo profano»; y nos ayuda a entender mejor por qué el Señor les mató: «Ustedes no beberán vino ni licor, ni tú ni tus hijos contigo, cuando entren en la tienda de reunión, para que no mueran…».

5 lecciones que aprendemos de este evento

¿Cuál es el mensaje de las muertes de Nadab y Abiú para nosotros hoy?

  1. No se puede adorar al Dios santo de cualquier manera o según nuestro antojo; tiene que ser según Él nos ha dicho en su Palabra.
  2. Aunque es cierto que la ignorancia de la ley no exime de culpa, el conocimiento de la ley aumenta la culpa. Y nosotros tenemos mucho más conocimiento —tanto de la ley como del evangelio— que Nadab y Abiú.
  3. Sea cual sea nuestro punto de vista con respecto al licor, Levítico 10:8-11 es uno de muchos pasajes bíblicos que nos advierten de los graves peligros asociados con su consumo.
  4. «La paga del pecado es muerte» (Ro. 6:23a). Nadab y Abiú murieron por su pecado. Pero la muerte es la paga justa de todos nuestros pecados también.
  5. Por último, Nadab y Abiú nos representan a nosotros; nosotros también somos seres humanos pecadores, culpables ante Dios, y merecedores de su justo juicio; pero gracias al amor de Dios en Cristo, ¡podemos ser perdonados, absueltos, y gloriosamente salvados!

Imagen: Lightstock.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando