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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado y abreviado del libro Estudiando el Antiguo Testamento: Cómo leer bien la narrativa, la poesía y la profecía bíblicas (B&H Español,, 2025), por Dominik Hernández.

Leer bien la literatura es una cuestión de organización. La Biblia es literatura por excelencia, lo que significa que estamos inequívocamente llamados a ser buenos lectores de sus textos, especialmente de aquellas secciones que podrían considerarse difíciles.

Si aprendemos a hacer una lectura responsable de los textos del Antiguo Testamento, comprenderemos que son sumamente aplicables a nuestra vida cotidiana. Aquí expongo cuatro compromisos fundamentales que sitúan al lector cristiano en la trayectoria correcta para leer y aplicar el Antiguo Testamento a su vida, a pesar de algunas de las dificultades que podamos encontrar al leer.

Leer con humildad

Una disposición humilde engendra enseñanza, que constantemente refina y mejora nuestra comprensión del texto bíblico. En la predicación de Apolos en Éfeso narrada en Hechos 18 se retrata a una persona con una disposición ejemplar para recibir nueva instrucción y llevar a cabo su ministerio de forma excelente gracias a ello.

Apolos era un cristiano judío del siglo I que hace un cameo en Hechos 18. Durante esta breve escena, Apolos aparece como un maestro dotado. Sin embargo, Apolos no conocía bien el mensaje que enseñaba. El texto relata esto de la siguiente manera:

Llegó entonces a Éfeso un judío que se llamaba Apolos, natural de Alejandría, hombre elocuente, y que era poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque solo conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar abiertamente en la sinagoga. Pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios. (Hch 18:24-26).

Este pasaje muestra varias correspondencias con el estudio del Antiguo Testamento por parte del cristiano moderno. Apolos era un valiente y dedicado creyente en Jesús, un evangelista incluso. Apolos era un maestro dotado que hablaba con elocuencia en la sinagoga sobre las cosas del Señor. Parece que Apolos tenía un «ministerio exitoso».

Sin embargo, el ministerio de Apolos no era tan edificante como podía ser porque su enseñanza era incompleta. Apolos enseñaba fielmente todo lo que sabía de una manera precisa, pero no estaba enseñando todo el mensaje que debía comunicar a sus oyentes. Por eso Priscila y Aquila «lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios» (Hch 18:26).

Si aprendemos a hacer una lectura responsable de los textos del Antiguo Testamento, comprenderemos que son sumamente aplicables a nuestra vida cotidiana

Tras la conversación con Priscila y Aquila, Apolos tenía que tomar una decisión. Tenía la opción de ser receptivo a los consejos de ellos, aunque apenas los conocía.. Apolos también tenía la opción de ignorar la instrucción y fingir que una información más comprensiva no era importante para su exitoso ministerio. Apolos optó por escuchar humildemente cuando se le presentó información más completa sobre el mensaje que, en cierto modo, ya estaba enseñando con éxito. El libro de Hechos no describe la conversación entre estos tres discípulos de Jesús, por lo que el lector no sabe cómo cambió el contenido del mensaje de Apolos. Más bien, el narrador muestra al lector cómo el ministerio de enseñanza de Apolos sigue siendo eficaz con un conocimiento más amplio del camino de Dios (Hch 18:27-28).

La reacción de Apolos a la enseñanza de Priscila y Aquila constituye un ejemplo supremo de humildad que conduce a la enseñanza y, por tanto, sirve de modelo de disposición para comprometerse con el Antiguo Testamento. El aprecio cristiano por el Antiguo Testamento crece en proporción a la medida en que los cristianos actúan como Apolos: comportándose con humildad, aceptando la instrucción y profundizando en la comprensión de estos textos antiguos para entender mejor el carácter de Dios y Su plan divino.

Leer sucesivamente

El segundo compromiso fundamental que ayudará a mejorar nuestra lectura del Antiguo Testamento es el compromiso de leer el texto sucesivamente. La lectura sucesiva no significa necesariamente empezar por el principio de la Biblia, ni siquiera por el principio de un libro determinado. Más bien significa que consideremos dónde estamos leyendo en términos de una sucesión de información revelada.

No podemos obtener toda la información que necesitamos o deseamos en un momento; a veces, debemos esperar. Los lectores comprometidos con la lectura sucesiva del Antiguo Testamento reconocen que se revela más información sobre el carácter de Dios y Sus planes cuando simplemente seguimos leyendo.

A lo largo del extenso período de tiempo que abarcan las páginas del Antiguo Testamento, desde la creación del universo hasta el período persa, sus autores revelan progresivamente aspectos particulares del carácter de Dios y proporcionan razones específicas para las acciones divinas. Cuando consideremos que este descubrimiento progresivo de nueva información forma parte de la experiencia de lectura del Antiguo Testamento, prosperaremos en nuestra lectura.

Si reconocemos que vamos descubriendo información sobre Dios y Sus planes poco a poco, podremos interpretar mejor lo que se dice exactamente sobre estos importantes temas en distintos momentos del Antiguo Testamento.

Dado que los autores de la Escritura revelaron información sobre Dios y Su plan de una manera progresiva (es decir, hacia el futuro), los cristianos deben esforzarse por comprender que la revelación se hace de ciertas maneras, en ciertos momentos y por razones distintas que se relacionan principalmente con un momento. La lectura sucesiva es una de las mejores maneras de comprenderlo. Los lectores pueden entonces incorporar esta información a lo que la Biblia revela sobre el carácter y el plan de Dios.

A medida que los lectores de la Biblia se abren paso sucesivamente a través del Antiguo y del Nuevo Testamento, el carácter de Dios no cambia, pero el lector va conociendo más detalles relacionados con quién es Dios y qué hace. Desde el relato de la creación, observamos que el Dios del universo posee ciertos atributos que nunca cambian. Por ejemplo, Dios es omnisciente, omnipresente y omnipotente.

Sin embargo, la caracterización de Dios se desarrolla y se completa a medida que la Escritura avanza de una escena a otra, de un estilo literario a otro y de un recurso estético a otro. Nuestra percepción del carácter general de Dios se transforma a medida que continúa el proceso de lectura, aunque sepamos que Dios posee ciertos atributos que son esenciales para el carácter divino y que no cambian.

Al leer la Biblia con humildad y sucesivamente, se hacen inteligibles algunas de las razones por las que Dios hace cosas que podríamos considerar peculiares. Además, algunas de las diferencias que percibimos en el carácter de Dios entre los dos testamentos disminuyen.

Seamos claros: no todas las dificultades son fáciles de resolver o descifrar. Sin embargo, las dificultades deben abordarse de manera que se reduzcan los problemas interpretativos innecesarios y se facilite la comprensión de algunos temas. La lectura con visión al futuro, reconociendo que se dispondrá de más información, ofrece a los lectores del Antiguo Testamento la esperanza de que al menos algunos temas se resolverán si perseveramos en nuestra lectura.

Leer en su totalidad

Una de las principales formas de superar las legítimas dificultades relacionadas con el Antiguo Testamento es leer realmente toda la Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento.

Saltarse intencionadamente secciones «aburridas», repetitivas, confusas o complicadas resulta en desintegrar deliberadamente partes de una entidad que se pretende entender como un todo integrado. Por supuesto, es posible desarrollar una comprensión parcial del conjunto leyendo solo algunas partes. Sin embargo, pasar por alto y descartar intencionadamente secciones del Antiguo Testamento es ignorar la información de fondo de una historia, el desarrollo de los personajes de un drama y los motivos sutiles, aunque vitales, que acompañan una narrativa.

Francamente, podemos hacernos una idea general de lo que ocurre en la Biblia leyendo partes de ella, pero será una idea general parcialmente informada que, en ocasiones, puede llevarnos a desconcertantes dilemas teológicos.

Es posible que los cristianos entiendan mucho sobre la Biblia centrándose solo en partes del texto bíblico, especialmente si esas partes están hacia el final (es decir, el Nuevo Testamento). Sin embargo, si solo leemos parcialmente, nos perderemos mucho. Si solo leemos instantes de ciertas secciones de una obra más amplia, es difícil ver cómo se desarrollan los personajes bíblicos.

Es un reto rastrear los principales motivos e imágenes que los escritores bíblicos utilizan y reutilizan para lograr sus propósitos teológicos; es difícil entender por qué Dios se relaciona de determinadas maneras con ciertos grupos de personas a lo largo del dilatado período de tiempo representado en los textos del Antiguo Testamento. Lo que quizás sea más importante, es difícil descubrir conexiones entre los textos bíblicos relativos al carácter y la obra de Dios para observar cómo se desarrolla Dios como persona y cómo lleva a cabo Sus planes divinos. Pero la dedicación a la lectura humilde, sucesiva y completa del Antiguo Testamento facilita una comprensión más profunda de la estructura y la trama generales de toda la Biblia. La lectura de este modo también amplía nuestra conciencia del desarrollo de los personajes principales. Esto es especialmente evidente al observar cómo se representa al protagonista principal, Dios, a lo largo del texto.

Leer deliberadamente

Leer deliberadamente consiste en ralentizar intencionadamente el proceso de lectura para prestar especial atención al «cómo», «qué» y «porqué» que comunican los escritores bíblicos para provocar una respuesta en sus lectores.

La lectura deliberada se coloca al final de esta lista de compromisos básicos con la lectura bíblica porque es un objetivo ambicioso que deben perseguir constantemente incluso los lectores más dedicados del Antiguo Testamento. En otras palabras, los lectores que están totalmente comprometidos con el texto del Antiguo Testamento de forma humilde, sucesiva y completa deben esforzarse conscientemente por considerar en su totalidad lo que los autores están haciendo exactamente con sus palabras.

Este último compromiso de lectura enfatiza la palabra «conscientemente». Debemos leer despacio para centrarnos cuidadosamente en cómo un autor utiliza la retórica para comunicarse con su audiencia y llamarla a responder.

Esta es una práctica que no resulta natural para muchos lectores del Antiguo Testamento hoy en día. Tal vez sea porque creemos que hay un mensaje vivo y actual en las palabras de las Escrituras, y estamos ansiosos por buscarlo; tal vez sea porque deseamos rápidamente más información que pueda ayudarnos en el proceso de interpretación; tal vez sea por el desalentador tamaño del Antiguo Testamento y nuestro anhelo de conquistarlo como proyecto de lectura.

Sea cual sea la razón, incluso los lectores comprometidos tienden a leer el Antiguo Testamento demasiado rápido. Aunque la lectura apresurada de la Biblia tiene sus ventajas, como adquirir rápidamente información sobre la Biblia y sentirse animado por haber leído un texto tan extenso, una desventaja importante es la posibilidad de perderse la observación extraordinaria del autor.

En cambio, si vamos más despacio y observamos la creatividad y el ingenio de los autores bíblicos, podremos plantearnos las preguntas a las que intentaban dar respuesta. Leer deliberadamente nos permite leer el Antiguo Testamento en los términos de los escritores.

Los autores del Antiguo Testamento escribieron para ser leídos. Nosotros, como lectores contemporáneos, les debemos una buena lectura. Leer bien implica permitirles comunicar exactamente lo que deseaban transmitir. Esto difícilmente puede lograrse apresurándose a través de la cuidadosa retórica y los recursos estéticos que utilizan para comunicar sus mensajes.

Leer deliberadamente es un compromiso que trasciende los obstáculos cristianos de no interactuar suficientemente con el Antiguo Testamento y luchar por comprender algunas de sus partes más difíciles. Se trata de una disposición hacia la lectura que todos los cristianos pueden adoptar para mejorar sus interpretaciones del Antiguo Testamento.

Este compromiso fundamental habla menos de la cantidad que los lectores deben leer y más de la calidad de la lectura que pueden recibir del texto escrito. Como lectores cristianos contemporáneos, estamos motivados a comprometernos con el Antiguo Testamento porque es una comunicación escrita y verbal de Dios.

Dios ha confiado Su Palabra a Su comunidad, y leerla deliberadamente es nuestra responsabilidad.


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