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¿Deberían los pastores usar IA para preparar sus sermones?

Nota del editor: 

Para conocer otra perspectiva sobre este tema, te invitamos a leer estas palabras del pastor John Piper.

Casi todas las semanas me preguntan sobre la inteligencia artificial (IA) y la predicación. Por eso, hace un par de meses decidí reflexionar más profunda y claramente al respecto, para poder responder a estas preguntas con sensatez y claridad. Dudo que sea el único al que le hacen estas preguntas, así que espero que las siguientes reflexiones te sirvan al considerar el papel de la IA en la predicación y la enseñanza.

La IA ha llegado para quedarse. Ya es parte de nuestra vida cotidiana y el ministerio no es la excepción. Con solo unas pocas indicaciones, la IA puede generar bosquejos de sermones, resumir comentarios bíblicos, trazar paralelismos en toda la Escritura e incluso sugerir aplicaciones e ilustraciones. Para los pastores y estudiantes de seminario, esto es tanto un regalo como un desafío. La pregunta no es simplemente si podemos usar la IA para preparar sermones, sino si deberíamos hacerlo.

En un esfuerzo por pensar con claridad sobre este tema, he encontrado útil recuperar un antiguo marco de la Retórica de Aristóteles, donde describe tres componentes necesarios de la persuasión: logos (la lógica o el contenido del mensaje), pathos (la resonancia emocional) y ethos (la credibilidad y el carácter del orador). Aunque Aristóteles obviamente no escribió sobre la predicación en el siglo XXI, encuentro que sus categorías ofrecen una rúbrica sorprendentemente útil.

Aquí tienes mi argumento: la IA puede ayudar con el logos, pero no puede transmitir pathos ni ethos. En la predicación cristiana fiel (especialmente la predicación centrada en el evangelio que busca llegar al corazón del oyente), esos elementos faltantes no son opcionales.

El poder de la predicación no está solo en la información.

Predicar es un acto espiritual: un momento donde la Palabra de Dios se encuentra con personas reales, en un lugar real, a través de un predicador real, en el poder del Espíritu Santo. La predicación se fundamenta en la revelación divina, es transmitida por un mensajero redimido y tiene como objetivo no solo las mentes, sino también los corazones y las vidas. Como dice el apóstol Pablo: «Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por amor de Jesús» (2 Co 4:5). Esta clase de predicación no puede ser automatizada.

Logos: La IA puede ayudar con el contenido del sermón

Empecemos con lo que la IA puede hacer. Nota: No estoy argumentando lo que debería hacer, solo estoy señalando lo que puede hacer. En lo que respecta al logos (la estructura lógica y la sustancia intelectual de un mensaje), la IA tiene un potencial evidente.

Puede:

  • Bosquejar un pasaje y resumir sus temas.
  • Identificar conexiones textuales a lo largo del canon.
  • Sugerir ilustraciones útiles o perspectivas teológicas.
  • Aclarar términos técnicos y el contexto histórico.

Algunos pueden encontrar estas herramientas especialmente útiles en las primeras etapas de la preparación de un sermón. Para un estudiante de seminario que lucha con un texto difícil, o un pastor que enfrenta múltiples responsabilidades de enseñanza semanales, la IA puede servir como un asistente de pensamiento rápido. No reemplaza los comentarios ni el estudio personal, pero puede ayudarte a arrancar el proceso.

Predicar no es solo explicar, es proclamar. Es anunciar buenas noticias a personas reales, en tiempo real, en un lugar y momento concretos

Sin embargo, incluso aquí, hay un límite. La IA puede recopilar información, pero no puede producir iluminación. Puede imitar la perspectiva teológica, pero no puede ver la gloria de Cristo en el texto (2 Co 3:18). Puede ayudarte a organizar tus pensamientos, pero no puede conmover el alma. Y no puede comprender plenamente el arco redentor de la Escritura, de Génesis a Apocalipsis, porque no conoce al Redentor.

El logos de un sermón centrado en el evangelio es más que lógica; es lógica del evangelio. No se centra simplemente en principios bíblicos, sino en la persona y obra de Jesús. La IA puede replicar la estructura de ese mensaje, pero no puede comprenderlo. Solo el Espíritu de Dios revela lo que Dios nos ha dado gratuitamente (1 Co 2:10-12). Por eso la predicación nunca es solo informativa: es profundamente espiritual.

Pathos: la IA no puede predicar con pasión impulsada por el Espíritu

Predicar no es solo explicar, es proclamar. Es anunciar buenas noticias a personas reales, en tiempo real, en un lugar y momento concretos. Requiere discernimiento emocional, calidez pastoral y una urgencia llena del Espíritu. Eso es pathos, y ahí es donde la IA se queda corta.

La IA no puede sentir el peso del pecado ni el asombro por la gracia. No puede predicar con lágrimas ni con gozo. No puede percibir el ánimo de una congregación ni ministrar a heridas que no se ven. No puede celebrar una boda ni llorar en un funeral. Puede imitar un tono, pero no puede ministrar con ternura.

Predicar con pathos no es manipular las emociones, sino involucrarlas con veracidad. El corazón del predicador debe ser el primero en conmoverse por el evangelio, si espera que otros también lo sean. Es famosa la frase de Jonathan Edwards: «Consideraría que estoy cumpliendo con mi deber al elevar los afectos de mis oyentes tan alto como me sea posible, siempre que no sean afectados por nada más que la verdad». Esta es la tarea del predicador y no puede ser realizada algorítmicamente por un modelo de lenguaje. La predicación del evangelio exige un corazón que arde con la verdad que declara. La IA puede sugerir qué decir, pero no puede suministrar el fuego.

Ethos: la IA no tiene un carácter que respalde el mensaje

Quizás la limitación más sorprendente de la IA en la predicación es su falta de ethos. El ethos se refiere a la credibilidad moral del orador. En el modelo de Aristóteles, un mensaje resulta persuasivo en parte porque la audiencia confía en quien lo comunica.

La autoridad de un sermón no proviene simplemente de la exégesis, sino de una vida transformada por la gracia

Este principio es profundamente bíblico. Pablo fundamenta una y otra vez su autoridad apostólica en su conducta: «saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos» (1 Ts 1:5). La vida del predicador da peso al mensaje, no porque el mensajero sea el centro, sino porque el mensajero no debe contradecir el mensaje.

Todos los que predicamos lo hacemos como pecadores redimidos, como santos que aún pecan. Necesitamos el evangelio que predicamos tanto como quienes nos escuchan. En un marco centrado en el evangelio, el predicador no es solo un transmisor de la verdad, sino un testigo de ella. La autoridad de un sermón no proviene simplemente de la exégesis, sino de una vida transformada por la gracia, marcada por el arrepentimiento, moldeada por la Escritura y llena del Espíritu.

La IA no puede caminar con Dios. A veces imitará una disculpa cuando comete un error, pero no puede arrepentirse del pecado en medio de la comunidad. No puede modelar humildad. No puede suplicar desde la experiencia. No puede encarnar el evangelio. Pero tú, como predicador, sí puedes y debes hacerlo.

Los predicadores no somos llamados a la perfección, pero sí al arrepentimiento. Estamos llamados a vivir en la plenitud del evangelio, y cuando lo hacemos, al buscar seguir a Jesús, experimentamos la poderosa transformación del Espíritu Santo. Somos llamados a ser fieles, auténticos y arrepentidos. El ethos de la predicación está ligado a la unión del predicador con Cristo, la cual no puede descargarse ni delegarse.

Conclusión: Una herramienta, no un maestro.

Entonces, ¿deberían los pastores usar la IA para preparar sus sermones? En última instancia, tú debes decidir qué es lo correcto. Si decides usarla, necesitas, como mínimo, discernimiento y límites. La IA puede ser una herramienta útil para organizar ideas, estructurar el contenido y afinar las explicaciones. Puede ayudar con el logos de tu sermón. Pero predicar no se trata solo de lo que dices. También importa cómo lo dices y quién lo dice.

Que tus sermones no sean formados solo por algoritmos, sino por la adoración de Aquel que te llamó a predicar

A riesgo de sonar como un hombre anciano, permíteme mostrar mi edad un poco. Así como mi padre obtuvo su licencia como electricista antes de que existieran las herramientas inalámbricas, yo obtuve mis dos títulos antes de que existiera la IA. Eso me formó de maneras que no quisiera perder. Sinceramente, creo que la IA le quitará a la próxima generación parte de esa formación.

Tú eres el predicador. No porque seas el protagonista del mensaje, sino porque eres quien ha sido llamado a dar testimonio del verdadero protagonista: Jesucristo. Ese testimonio debe ser claro (logos), sincero (pathos) y creíble (ethos). Ese testimonio nunca podrá ser automatizado.

Así que, si vas a usar estas herramientas, hazlo con los ojos bien abiertos a lo que podrías perder en el camino. No dejes que la IA sustituya la oración ni el esfuerzo de luchar con un texto. No puedes delegar el corazón. No descuides la formación de una vida piadosa. Que tus sermones no sean formados solo por algoritmos, sino por la adoración de Aquel que te llamó a predicar.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition Canada. Traducido por Eduardo Fergusson.
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