Una de mis canciones favoritas es «Everybody Wants to Rule the World» («Todos quieren gobernar el mundo») de Tears for Fears. Aunque la canción representa lo mejor de la música de los años ochentas, también aborda una verdad profunda.
Consideremos algo tan simple como el deseo de escalar montañas, y así «dominar» esas partes de la creación. En los últimos sesenta años, miles de personas han intentado escalar el Monte Everest, con siete mil personas que han «conquistado» la cima más alta del mundo. Sin embargo, esta hazaña no está exenta de grandes riesgos, ya que alrededor de 350 personas han perdido la vida en el intento. La humanidad desea gobernar el mundo, pero la muerte (y el pecado) nos lo impide.
En la Escritura, hay una estrecha relación entre el reino de Dios y la esperanza de la resurrección. En Génesis 1-2, Dios da vida y otorga a la humanidad el privilegio y el llamado de reinar sobre la creación. Pero con la caída, la humanidad no reina como Dios lo había planeado y la muerte entra en escena. Afortunadamente, la historia de la Biblia no termina con el pecado y la muerte. Dios promete redención (Gn 3:15), y esta esperanza se desarrolla desde Génesis 3:15 hasta Apocalipsis 22:21.
Los temas paralelos de la resurrección y el reinado convergen en la persona y la obra de Cristo
Implícita en esta esperanza está la promesa de que el pueblo de Dios un día vencerá la muerte y gobernará sobre la creación según el propósito de Dios. En este artículo, destaco cómo los temas paralelos de la resurrección y el reinado convergen en la persona y la obra de Cristo. En Su resurrección, Jesús vence a los enemigos del pecado y la muerte y, por lo tanto, ejerce Su dominio sobre la creación.
Resurrección y realeza
En la vida y muerte de Jesús, mucho podría decirse sobre estos dos temas. La venida de Cristo marca la llegada del reino (Mr 1:14-15) y Jesús proclama de Sí mismo que Él es «la resurrección y la vida» (Jn 11:25). Además, Su muerte está vinculada con Su identidad como el Mesías (1 Co 1:23) y constituye el sacrificio final que da vida al pueblo de Dios. Sin embargo, algo de monumental importancia ocurre con la resurrección de Jesús: Pedro proclama que Dios lo levantó de entre los muertos y lo exaltó a Su diestra (Hch 2:22-36). De manera similar, en Hechos 13:16-37, Pablo predica que Dios resucitó a Jesús y vincula Su resurrección con Su realeza. En ambos casos, la implicación es que la resurrección de Jesús constituye Su entronización.
Pablo establece de manera explícita la conexión entre la resurrección de Cristo y Su entronización. En Romanos 1:4, Pablo escribe que Jesús «fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder… por la resurrección de entre los muertos». Mientras que Jesús reinó «en debilidad» en Su crucifixión (2 Co 13:4), ahora reina como el Hijo de Dios con poder en Su resurrección. Además, en Efesios 1:20, Pablo escribe que el «poder [de Dios] obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales». Aquí, la resurrección y la entronización de Cristo están tan estrechamente vinculadas que una implica y garantiza la otra.
Esta conexión entre la resurrección de Jesús y Su reinado es significativa. Dios crea a la humanidad para reinar sobre la creación (Sal 8) y el autor de Hebreos enfatiza que el mundo venidero está sujeto a la humanidad (He 2:5-8). Sin embargo, el problema es que, en el presente, no todo está sujeto a la humanidad (v. 8). Debido al pecado y la muerte, el llamado de la humanidad a gobernar sobre la creación se ve frustrado y sofocado, quedando incompleto, especialmente porque el resultado final de (casi) toda vida es la muerte. En consecuencia, la creación termina gobernando sobre la humanidad.
El Viviente
Aquí es donde la resurrección y la exaltación de Jesús entran en escena. Aunque la humanidad aún no gobierna sobre todas las cosas, Jesús está actualmente «coronado de gloria y honor» (v. 9), la misma descripción utilizada para la humanidad en la creación (Sal 8:5). Jesús está «coronado de gloria y honor» porque ha vencido la muerte y ahora reina. C. S. Lewis escribe:
Los escritores del Nuevo Testamento hablan como si el logro de Cristo al resucitar de entre los muertos fuera el primer evento de su tipo en toda la historia del universo. Él es «las primicias», el «pionero de la vida». Ha abierto una puerta que había estado cerrada desde la muerte del primer hombre. Ha enfrentado y vencido al rey de la muerte. Todo es diferente porque Él lo ha logrado. Este es el comienzo de la nueva creación: se ha abierto un nuevo capítulo en la historia cósmica.
En Apocalipsis 1:18, Jesús proclama: «[Yo soy] el que vive, y estuve muerto. Pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades». A través de Su resurrección, Jesús ha conquistado el pecado y la muerte y, como resultado, reina sobre la creación. Aunque los creyentes aún no reinan sobre la creación como Dios lo había planeado originalmente, la resurrección y el reinado de Jesús tienen profundas implicaciones para quienes están unidos a Él por la fe.
Mirando hacia adelante
La resurrección de Jesús de entre los muertos y Su gobierno sobre todas las cosas son buenas noticias para aquellos que están unidos a Cristo por la fe. Así como Jesús ha vencido el pecado y la muerte, también lo hará Su pueblo. Los creyentes han sido liberados de la condenación del pecado (Ro 8:1) y, por lo tanto, ya han pasado de muerte a vida (Jn 5:24). Porque han sido vivificados y hechos una nueva creación en Cristo (Ef 2:1-10; Ro 6:1-14), ya no son esclavos del pecado, sino siervos de Cristo y de la justicia (Ro 6:15-23).
La consumación de la salvación ocurre en la segunda venida de Jesús. Solo entonces los cristianos heredarán sus cuerpos glorificados (1 Co 15:35-58) y reinarán con Cristo sobre la nueva creación (Ap 22:5). A la luz de esto, debemos recordar las palabras de Pablo en 2 Corintios 4:16-17:
Por tanto, no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo, nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Este artículo es una adaptación de Resurrection and Reign: The Inseparable Bond Between Resurrection Life and the Kingdom of God in All of Scripture [Resurrección y reinado: el vínculo inseparable entre la vida de resurrección y el reino de Dios en toda la Escritura] por M. Jeff Brannon, publicado en Themelios 49, no. 3 (diciembre de 2024). Accede a la revista completa en línea (en inglés).