La tarea pastoral no es un cargo que uno elige, sino el llamado de Dios a nuestros corazones confirmado por la iglesia.
Todo lo que sucede en la iglesia, su comunión, sus ministerios y su relación con otras organizaciones, colabora con el propósito primario de la iglesia: cumplir la gran comisión.
No nos conformemos con solo señalar las inconsistencias y consecuencias de la ideología de género. Cavemos más profundo y apuntemos a la libertad verdadera que solo tenemos en Cristo.
Ser mujer implica mucho más que producir óvulos en la madurez sana. Pero la definición de mujer empieza ahí. Como dice Génesis 1:27-28: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo…». Rechazar esta verdad fundamental solo trae destrucción y confusión.
Gracias a Dios, nosotros tenemos una nueva identidad en Cristo, la cual nos ha sido dada. Por eso no tenemos que tratar de fabricarla, porque está en nuestro ADN espiritual.
