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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Números 16

Siguen dos episodios de rebelión que ensucian la historia del pueblo de Israel en el desierto (Números 16).

El primero de ellos es el complot organizado por Coré, Datán y Abiram. Fomentan un espíritu de descontento no entre los menos destacados, sino entre los líderes de la comunidad, unos 250 de ellos. La crítica que dirigen a Moisés es doble: (a) Creen que ha asumido demasiada autoridad: “toda la comunidad es santa, lo mismo que sus miembros, y el Señor está en medio de ellos” (16:3). Moisés no tiene ningún derecho de colocarse por encima de “la comunidad del Señor” (16:3). (b) El ministerio de Moisés queda tan comprometido por sus fracasos que ya no se puede confiar en él. Los había sacado de “una tierra donde abundan la leche y la miel” (16:13), prometiéndoles mucho, pero conduciéndoles finalmente al desierto. Por tanto, ¿Qué derecho tiene de “enseñorearse sobre el pueblo”?

Este razonamiento gozaría de cierta credibilidad entre los que centraban su atención en sus adversidades, los que cuestionaban cualquier autoridad, las que tenían poca memoria de cómo habían sido rescatados de Egipto, los que menospreciaban todo lo que Dios les había cuidadosamente revelado, los que se veían influenciados por la retórica fácil pero que tenían en poco las promesas de la alianza. Son numerosos sus descendientes hoy en día. En el nombre del “sacerdocio de todos los creyentes” y de la importante verdad que la comunidad cristiana en su totalidad es santa, se han dejado de lado otras cosas ciertas que Dios dijo acerca de los líderes cristianos. Detrás de muchas de las reivindicaciones a favor de la justicia a menudo se esconde ni más ni menos que la codicia del poder, alimentada por el resentimiento.

Por supuesto, no todos los líderes de la iglesia cristiana merecen ser tratados con la misma deferencia: algunos de ellos son trepas, motivados únicamente por sus propios intereses, de los cuales la iglesia tiene la obligación de deshacerse (p. ej.: 2 Corintios 10-13). No se castiga a todos los que protestan con el mismo juicio que cayó sobre Coré y sus amigos: algunos, como Lutero y Calvino, como Whitefield y Wesley, y como Pablo y Amós en épocas anteriores, son reformadores genuinos. Pero en una era como la nuestra, caracterizada por la hostilidad hacia la autoridad, uno siempre debe asegurarse de que la conducta de los supuestos reformadores está siendo determinada por un auténtico compromiso con las palabras de Dios, en lugar de brotar de una manipulación de estas palabras a fin de perseguir los intereses propios y personales.

En la segunda rebelión, la comunidad israelita en su totalidad (16:14), nutrida por unos resentimientos patéticos, murmura contra Moisés y Aarón, acusándoles de haber matado a los rebeldes del día anterior –como si ellos pudiesen abrir la tierra bajo los pies de estas personas y hacer que desaparezcan. Miles de ellos perecen porque el pueblo en su conjunto aún no ha comprendido la santidad de Dios, la exclusividad de sus reivindicaciones, la inevitabilidad de su ira contra los rebeldes, su justa negación a que se le trate con desprecio.

¿Por qué tendría que ser menos severo el juicio de Dios contra nuestra generación?

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Isaías 6

Probablemente, la visión que Isaías tuvo de Dios y de su comisión (Isaías 6) ocurrió al principio de su ministerio, pero solo se recoge aquí por razones temáticas. Tras la serie de “ayes” contra el pueblo, Isaías pronuncia otro contra sí mismo (6:5), lo que muestra que su postura como profeta nunca ha sido farisaica. Además, la secuencia de su propio llamamiento, al ver a Dios (6:1-4), ser profundamente consciente de su pecado y confesarlo (6:5), su purificación (6:6-7) y comisión (6:8-13), es la que Israel debe experimentar si quiere volver a su papel asignado como siervo del Dios viviente. Nosotros también debemos seguir esta secuencia. Además, varios detalles del llamamiento de Isaías aparecen en los siguientes capítulos (como veremos), haciendo que esta ubicación de la narración de su visión de Dios sea altamente estratégica. Algunas notas:

(1) Isaías vio al Señor sentado en un trono cuando Uzías murió, como si el rey terrenal tuviese que fallecer antes de que el profeta pudiese comenzar a comprender lo impresionante que es el Rey divino.

(2) Los serafines, un orden superior de seres angelicales, realzan el trono con su adoración y su alabanza. El Señor es el Dios “tres veces santo”. En su uso principal, “santo” es casi un adjetivo exclusivo de Dios y engloba tanto su trascendencia como su justicia (5:16).

(3) Cuando lo finito, lo inmundo y lo mortal entran en contacto con lo infinito, lo puro y lo inmortal, debe producirse una profunda sensación de insuficiencia. Comenzar a ver a Dios es empezar a ver lo terrible y desesperado de nuestra situación. La santidad de Dios nos revela nuestras rebeliones y nuestra sucia naturaleza de una forma en que las comparaciones mutuas entre los miembros de la raza rebelde no pueden hacerlo. Aquí, Isaías se condena, porque en la presencia de Dios los grados de pecado parecen superfluos.

(4) Solo la purificación provista por el altar que Dios mismo ha prescrito bastará para quitar el pecado de Isaías.

(5) Por primera vez en esta visión, Dios habla y busca voluntarios (un acto condescendiente de gracia en sí mismo). Cuando Isaías responde, es menos el clamor del héroe que la petición del perdonado. Es como si suplicase: “¡Aquí! ¡Por favor! ¿Sirvo yo? ¿Hay alguna forma en que pueda ayudar? ¿Puedes utilizarme, por favor?”

(6) La comisión que Isaías recibe es predicar hasta que caiga el juicio irrevocable. No hay expectativa de avivamiento. Es demasiado tarde. La predicación solo servirá para endurecer a las personas. El único atisbo de esperanza, desarrollado concienzudamente más adelante en el libro (11:1), es que del tocón de la nación destruida brotará nueva vida, y de ese remanente, la semilla prometida (6:13b).

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Números 16

La rebelión de Coré

16 Y se rebeló Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, con Datán y Abiram, hijos de Eliab, y On, hijo de Pelet, hijos de Rubén, y se alzaron contra Moisés, junto con algunos de los israelitas, 250 jefes de la congregación, escogidos en la asamblea, hombres de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: «¡Basta ya de ustedes! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y el SEÑOR está en medio de ellos. ¿Por qué, entonces, ustedes se levantan por encima de la asamblea del SEÑOR?».

Cuando Moisés escuchó esto, cayó sobre su rostro; y habló a Coré y a todo su grupo y dijo: «Mañana temprano el SEÑOR mostrará quién es de Él, y quién es santo, y lo acercará a Él; aquel a quien Él escoja, lo acercará a Él. Hagan esto, Coré y todo el grupo suyo: tomen incensarios para ustedes, y pongan fuego en ellos, y echen incienso sobre ellos mañana en la presencia del SEÑOR; y el hombre a quien el SEÑOR escoja será el que es santo. ¡Basta ya de ustedes, hijos de Leví!».

Entonces Moisés dijo a Coré: «Oigan ahora, hijos de Leví. ¿No les es suficiente que el Dios de Israel los haya separado del resto de la congregación de Israel, para acercarlos a Él, a fin de cumplir el ministerio del tabernáculo del SEÑOR, y para estar ante la congregación para ministrarles, 10 y que se te ha acercado a ti, Coré, y a todos tus hermanos, hijos de Leví, contigo? ¿Y pretenden también el sacerdocio? 11 Por tanto, tú y toda tu compañía se han juntado contra el SEÑOR; pues en cuanto a Aarón, ¿quién es él para que murmuren contra él?».

12 Entonces Moisés mandó llamar a Datán y a Abiram, hijos de Eliab, pero ellos dijeron: «No iremos. 13 ¿No es suficiente que nos hayas sacado de una tierra que mana leche y miel para que muramos en el desierto, sino que también quieras enseñorearte sobre nosotros? 14 En verdad, tú no nos has traído a una tierra que mana leche y miel, ni nos has dado herencia de campos y viñas. ¿Les sacarías los ojos a estos hombres? ¡No iremos!».

15 Moisés se enojó mucho y dijo al SEÑOR: «¡No aceptes su ofrenda! No he tomado de ellos ni un solo asno, ni le he hecho daño a ninguno de ellos». 16 Y dijo Moisés a Coré: «Tú y toda tu compañía preséntense mañana delante del SEÑOR; tú, ellos y Aarón. 17 Cada uno de ustedes tome su incensario y ponga incienso en él, y cada uno de ustedes traiga su incensario delante del SEÑOR, 250 incensarios; tú también, y Aarón, cada uno traiga su incensario». 18 Y cada uno tomó su incensario y puso fuego en él, y echó incienso en él; y se pusieron a la puerta de la tienda de reunión con Moisés y Aarón. 19 Así reunió Coré a toda la congregación en contra de ellos a la puerta de la tienda de reunión, y la gloria del SEÑOR apareció a toda la congregación.

Castigo de Coré, sus compañeros y sus familias

20 Entonces el SEÑOR habló a Moisés y a Aarón: 21 «Apártense de entre esta congregación, para que Yo la destruya en un instante». 22 Pero ellos cayeron sobre sus rostros, y dijeron: «Oh Dios, Dios de los espíritus de toda carne, cuando un hombre peque, ¿te enojarás con toda la congregación?». 23 Entonces respondió el SEÑOR a Moisés: 24 «Habla a la congregación, y diles: “Aléjense de los alrededores de las tiendas de Coré, Datán y Abiram”».

25 Entonces se levantó Moisés y fue a Datán y a Abiram, y le seguían los ancianos de Israel, 26 y habló a la congregación: «Apártense ahora de las tiendas de estos malvados, y no toquen nada que les pertenezca, no sea que perezcan con todo su pecado».

27 Se retiraron, pues, de los alrededores de las tiendas de Coré, Datán y Abiram; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a la puerta de sus tiendas, junto con sus mujeres, sus hijos y sus pequeños. 28 Y Moisés dijo: «En esto conocerán que el SEÑOR me ha enviado para hacer todas estas obras, y que no es iniciativa mía. 29 Si estos mueren como mueren todos los hombres o si sufren la suerte de todos los hombres, entonces el SEÑOR no me envió. 30 Pero si el SEÑOR hace algo enteramente nuevo y la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y descienden vivos al Seol, entonces sabrán que estos hombres han despreciado al SEÑOR».

31 Y aconteció que cuando terminó de hablar todas estas palabras, la tierra debajo de ellos se partió, 32 y la tierra abrió su boca y se los tragó, a ellos y a sus casas y a todos los hombres de Coré con todos sus bienes. 33 Ellos y todo lo que les pertenecía descendieron vivos al Seol; y la tierra los cubrió y perecieron de en medio de la asamblea. 34 Todos los israelitas que estaban alrededor de ellos huyeron a sus gritos, pues decían: «¡No sea que la tierra nos trague!». 35 Salió también fuego del SEÑOR y consumió a los 250 hombres que ofrecían el incienso.

36 Entonces el SEÑOR habló a Moisés y dijo: 37 «Dile a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que levante los incensarios de en medio de la hoguera, pues son santos; y esparce allí las brasas. 38 En cuanto a los incensarios de estos que han pecado a costa de sus vidas, que se hagan de ellos láminas batidas para cubrir el altar, puesto que los presentaron ante el SEÑOR y son santos; y serán por señal a los israelitas». 39 El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce que habían presentado los que fueron quemados, y a golpe de martillo los hicieron una cubierta para el altar, 40 como recordatorio para los israelitas de que ningún laico, que no fuera descendiente de Aarón, debería acercarse a quemar incienso delante del SEÑOR, para que no le sucediera como a Coré y a su grupo, tal como el SEÑOR se lo había dicho por medio de Moisés.

Plaga mortal por causa de las quejas del pueblo

41 Pero al día siguiente, toda la congregación de los israelitas murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: «Ustedes son los que han sido la causa de la muerte del pueblo del SEÑOR». 42 Sucedió, sin embargo, que cuando la congregación se había juntado contra Moisés y Aarón, se volvieron hacia la tienda de reunión y vieron que la nube la cubría, y la gloria del SEÑOR apareció. 43 Entonces Moisés y Aarón fueron al frente de la tienda de reunión, 44 y el SEÑOR habló a Moisés y dijo: 45 «Apártense de en medio de esta congregación, para que Yo la destruya en un instante». Entonces ellos cayeron sobre sus rostros. 46 Y Moisés le dijo a Aarón: «Toma tu incensario y pon en él fuego del altar, y echa incienso en él; tráelo entonces pronto a la congregación y haz expiación por ellos, porque la ira ha salido de parte del SEÑOR. ¡La plaga ha comenzado!». 47 Aarón tomó el incensario como Moisés le había dicho, y corrió hacia el medio de la asamblea, pues vio que la plaga ya había comenzado entre el pueblo. Y echó el incienso e hizo expiación por el pueblo. 48 Entonces se colocó entre los muertos y los vivos, y la plaga se detuvo. 49 Y los que murieron a causa de la plaga fueron 14,700 sin contar los que murieron por causa de Coré. 50 Después Aarón regresó a Moisés a la puerta de la tienda de reunión, pues la plaga había sido detenida.

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Salmos 52–54

Lo vano de la maldad que se gloría

Para el director del coro. Masquil de David, cuando fue Doeg el edomita e informó a Saúl, diciéndole: «David está en casa de Ahimelec».

52 ¿Por qué te glorías del mal, oh poderoso? La misericordia de Dios es constante. Tu lengua trama destrucción Como afilada navaja, oh artífice de engaño. Amas el mal más que el bien, La mentira más que decir lo que es justo.         (Selah) Amas toda palabra destructora, Oh lengua de engaño.

Pero Dios te destruirá para siempre; Te arrebatará y te arrancará de tu tienda, Y te desarraigará de la tierra de los vivientes.    (Selah) Los justos verán esto y temerán, Y se reirán de él, diciendo: «Ese es el hombre que no quiso hacer de Dios su refugio, Sino que confió en la abundancia de sus riquezas Y se hizo fuerte en sus malos deseos».

Pero yo soy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre. Te daré gracias para siempre por lo que has hecho, Y esperaré en Tu nombre, porque es bueno delante de Tus santos.

Necedad y maldad de los hombres

Para el director del coro; según Mahalat. Masquil de David.

5353 El necio ha dicho en su corazón: «No hay Dios». Se han corrompido, han cometido injusticias abominables; No hay quien haga el bien. Dios ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres Para ver si hay alguien que entienda, Alguien que busque a Dios. Todos se han desviado, a una se han corrompido; No hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.

¿Acaso no tienen conocimiento los que hacen iniquidad, Que devoran a Mi pueblo como si comieran pan, Y no invocan a Dios? Donde antes no había terror, allí tiemblan de espanto, Porque Dios esparció los huesos del que acampaba contra ti; Tú los avergonzaste, porque Dios los había rechazado. ¡Oh, si de Sión saliera la salvación de Israel! Cuando Dios restaure a Su pueblo cautivo, Se regocijará Jacob y se alegrará Israel.

Oración pidiendo ayuda divina

Para el director del coro; con instrumentos de cuerda. Masquil de David, cuando los zifeos vinieron y dijeron a Saúl: «¿No está David escondido entre nosotros?».

54 ¡Sálvame! Oh Dios, por Tu nombre, Y hazme justicia con Tu poder. Escucha mi oración, oh Dios, Presta oído a las palabras de mi boca. Porque extraños se han levantado contra mí, Y hombres violentos buscan mi vida; No han puesto a Dios delante de sí.       (Selah)

Pero Dios es el que me ayuda; El Señor es el que sostiene mi alma. Él devolverá el mal a mis enemigos; Destrúyelos por Tu fidelidad.

Voluntariamente sacrificaré a Ti; Alabaré Tu nombre, oh SEÑOR, porque es bueno. Porque Él me ha librado de toda angustia, Y mis ojos han visto a mis enemigos derrotados.

   

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Isaías 6

Visión de Isaías

6 En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo:

«Santo, Santo, Santo es el SEÑOR de los ejércitos, Llena está toda la tierra de Su gloria».

Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije:

«¡Ay de mí! Porque perdido estoy, Pues soy hombre de labios inmundos Y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, Porque mis ojos han visto al Rey, el SEÑOR de los ejércitos».

Entonces voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas. Con él tocó mi boca, y me dijo: «Esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y perdonado tu pecado». Y oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?». «Aquí estoy; envíame a mí», le respondí. Y Él dijo:

«Ve, y dile a este pueblo: “Escuchen bien, pero no entiendan; Miren bien, pero no comprendan”. 10 Haz insensible el corazón de este pueblo, Endurece sus oídos, Y nubla sus ojos, No sea que vea con sus ojos, Y oiga con sus oídos, Y entienda con su corazón, Y se arrepienta y sea curado».

11 Entonces dije:

«¿Hasta cuándo, Señor?». Y Él respondió: «Hasta que las ciudades estén destruidas y sin habitantes, Las casas sin gente, Y la tierra completamente desolada; 12 Hasta que el SEÑOR haya alejado a los hombres, Y sean muchos los lugares abandonados en medio de la tierra. 13 Pero aún quedará una décima parte en ella, Y esta volverá a ser consumida Como el roble o la encina, Cuyo tronco permanece cuando es cortado: La simiente santa será su tronco».

   

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Hebreos 13

Deberes cristianos

13 Permanezca el amor fraternal. No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también ustedes están en el cuerpo. Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios.

Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho: «NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ», de manera que decimos confiadamente:

«EL SEÑOR ES EL QUE ME AYUDA; NO TEMERÉ. ¿QUE PODRÁ HACERME EL HOMBRE?».

Acuérdense de sus guías que les hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imiten su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. No se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas. Porque es buena cosa para el corazón el ser fortalecido por la gracia, no por alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban.

10 Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven en el tabernáculo. 11 Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es llevada al santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante Su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Así pues, salgamos a Su encuentro fuera del campamento, llevando Su oprobio. 14 Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.

15 Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante Él, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan Su nombre. 16 Y no se olviden ustedes de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios. 17 Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta. Permítanles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes.

Bendición y saludos finales

18 Oren por nosotros, pues confiamos en que tenemos una buena conciencia, deseando conducirnos honradamente en todo. 19 Es más, les exhorto a hacer esto, a fin de que yo les sea restituido muy pronto.

20 Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno, 21 los haga aptos en toda obra buena para hacer Su voluntad, obrando Él en nosotros lo que es agradable delante de Él mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

22 Les ruego, hermanos, que soporten la palabra de exhortación, pues les he escrito brevemente. 23 Sepan que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad, con el cual, si viene pronto, he de verlos. 24 Saluden a todos sus pastores y a todos los santos. Los de Italia los saludan.

25 La gracia sea con todos ustedes. Amén.

   

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