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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Salmo 85

¡Qué emparejamiento tan maravilloso! “El amor y la verdad se encontrarán”. Y le sigue otro: “Se besarán la paz y la justicia” (Salmo 85:10). 

La traducción “amor y verdad” son bastante distintas de otras versiones bíblicas que han optado por “amor y fidelidad”. Pero el hebreo subyacente, un emparejamiento sumamente común (como en 86:15 o Éxodo 34:6; ver la meditación del 23 de Marzo), se podría traducir de ambas formas. El primer término suele aludir al amor del pacto de Dios, su misericordia: su pura bondad o gracia del pacto se derramó sobre su pueblo que no lo merecía. El segundo vocablo varía en las traducciones dependiendo de a qué se haga referencia. Cuando la reina de Sabá le comenta a Salomón que todo lo que había oído sobre él era “verdad”, literalmente “la verdad”, utiliza la palabra que se traduce “fidelidad”. Un informe “verdadero” es “fiel”; cuando la verdad se encarna en el carácter, se convierte en fidelidad. 

Como expone este salmo, las categorías se utilizan de forma evocativa. Cuando leemos el primer emparejamiento: “El amor y la verdad se han encontrado”, lo natural es pensar que se tratan de descripciones de Dios: Él es el Dios de la gracia o el amor del pacto y de la fidelidad completamente fiable. El segundo emparejado podría tomarse de la misma manera: Dios es de una justicia que no se puede calificar y la fuente de todo bienestar. En él, la justicia y la paz se besan. Sin embargo, en el versículo siguiente, la segunda palabra del primer emparejado y la primera del segundo están tomadas y colocadas juntas para introducir un nuevo pensamiento: “La verdad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo” (85:11). En el contexto total del salmo, la fidelidad del pueblo parece vincularse a la justicia del Señor: la primera surge de la tierra, mientras que la segunda observa desde el cielo. No es absolutamente necesario tomar las cosas de este modo, pero el salmista reconoce implícitamente los vínculos al principio de su poema: “Perdonaste la iniquidad de tu pueblo […] Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación […] Muéstranos, oh Señor, tu misericordia […] Él promete paz a su pueblo, a sus santos; pero que no vuelvan ellos a la insensatez” (85:2-8; cursivas añadidas). 

Como quiera que combinemos estos emparejados, resulta vital recordar que el amor y la fidelidad pertenecen a Dios, que la justicia y la paz se encuentran y se besan en él. Por ello, Dios puede ser al mismo tiempo justo y Aquel que justifica lo impío mediante la entrega misericordiosa de su Hijo (Romanos 3:25-26). ¿Acaso debe sorprendernos descubrir que, entre los portadores de su imagen, la misericordia y la verdad, la justicia y la paz suben y bajan juntos?

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Isaías 31

Aunque Isaías 31 comienza en un plano histórico, el texto se fija en un horizonte más distante y en una esperanza más amplia, como ocurre tantas veces en esta profecía.

Por un lado, Isaías sigue pronunciando lamentos divinos sobre “los que descienden a Egipto en busca de ayuda, de los que se apoyan en la caballería, de los que confían en la multitud de sus carros de guerra… pero no toman en cuenta al Santo de Israel, ni buscan al Señor” (31:1). El profeta recurre al sarcasmo: Dios “es también sabio, y traerá calamidad” (31:2), así como a la metáfora: el Señor puede asemejarse a un león perfectamente capaz de luchar (31:4) o a una bandada de aves que saben cómo proteger a los suyos (31:5). Esta idea lleva al lector a los versículos esenciales de este capítulo, los únicos escritos en prosa: “Israelitas, ¡volveos a aquel contra quien os habéis rebelado tan abiertamente! Porque en aquel día cada uno de vosotros rechazará los ídolos de plata y oro que vuestras propias manos pecadoras fabricaron” (31:6-7).

No hay alternativa al arrepentimiento, no hay otra forma de experimentar la bendición del Señor. La naturaleza del arrepentimiento en la Escritura descarta el sinsentido de un arrepentimiento parcial o supeditado. El arrepentimiento genuino no se aparta de un pecado mientras sigue en los demás; si este fuese parcial, sería tan incongruente como un embarazo parcial. La lealtad a Dios solo en áreas selectivas no es lealtad, sino traición. Arrepentirse de ser desleal en ciertos aspectos, prefiriendo seguir siéndolo en otros, no es en absoluto arrepentimiento. Dios no nos pide que dejemos a este ídolo o a aquel, permitiéndonos seguir alimentando a muchos otros; él exige que abandonemos totalmente la idolatría y volvamos al Dios contra el que nos hemos “rebelado tan abiertamente”, porque él es más que capaz de defender a su pueblo del poder de Asiria, de blandir una espada “no de hombre” (31:8). El cumplimiento literal de esta promesa es 37:36 (véase la meditación del 5 de junio).

Los indicios de una liberación aún mayor en un futuro lejano no son difíciles de encontrar. Una vez más, Isaías predice lo que ocurrirá “en aquel día” (31:7), esa significativa expresión que señala tan habitualmente el escorzo profético. Aunque la pérdida de casi doscientos mil soldados asirios, referida en 37:38, tuvo lugar en 701 a.C., la caída definitiva de Asiria y de su capital, Nínive, descrita en los versículos finales de este capítulo, no ocurriría hasta un siglo después (612). Además, las referencias al fuego de Dios en Sion (31:9) recuerdan 4:2-6 y 29:5-8, visiones de la destrucción de todos los enemigos de Sion y del reinado futuro del Señor.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Deuteronomio 3

Derrota del rey de Basán

3»Volvimos, pues, y subimos por el camino de Basán, y Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con todo su pueblo para pelear en Edrei. Pero el Señor me dijo: “No le tengas miedo, porque Yo lo he entregado en tu mano a todo su pueblo y su tierra; y harás con él tal como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón”. Así que el Señor nuestro Dios también entregó en nuestra mano a Og, rey de Basán, con todo su pueblo, y los herimos hasta que no quedaron sobrevivientes. Conquistamos en aquel entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomáramos: sesenta ciudades, toda la región de Argob, el reino de Og en Basán. Todas estas eran ciudades fortificadas con altas murallas, puertas y barras, aparte de muchos otros pueblos sin murallas. Las destruimos totalmente, como hicimos con Sehón, rey de Hesbón, exterminando a todos los hombres, mujeres y niños de cada ciudad. Pero tomamos como nuestro botín todos los animales y los despojos de las ciudades.

»Tomamos entonces la tierra de mano de los dos reyes de los amorreos que estaban del otro lado del Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón (los sidonios llaman Sirión, a Hermón, y los amorreos lo llaman Senir): 10 todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán. 11 Porque solo Og, rey de Basán, quedaba de los gigantes. Su cama era una cama de hierro; está en Rabá, ciudad de los amonitas. Tenía 9 codos (4 metros) de largo y 4 codos (1.6 metros) de ancho, según el codo de un hombre.

Rubén, Gad y Manasés se establecen

12 »Tomamos posesión, pues, de esta tierra en aquel tiempo. Desde Aroer, que está en el valle del Arnón, y la mitad de la región montañosa de Galaad y sus ciudades, se la di a los rubenitas y a los gaditas. 13 Y el resto de Galaad y todo Basán, el reino de Og, toda la región de Argob, se la di a la media tribu de Manasés. (En cuanto a todo Basán, se le llama la tierra de los gigantes. 14 Jair, hijo de Manasés, tomó toda la región de Argob hasta la frontera con Gesur y Maaca, y la llamó, es decir a Basán, según su propio nombre, Havot Jair, como se llama hasta hoy). 15 A Maquir le di Galaad. 16 A los rubenitas y a los gaditas les di desde Galaad hasta el valle del Arnón, el medio del valle como frontera, hasta el arroyo Jaboc, frontera de los amonitas; 17 también el Arabá, con el Jordán como frontera, desde el Cineret hasta el mar del Arabá, el Mar Salado , al pie de las laderas del Pisga al oriente.

18 »En aquel tiempo yo les ordené a ustedes: “El Señor su Dios les ha dado esta tierra para poseerla. Todos ustedes, hombres valientes, cruzarán armados delante de sus hermanos, los israelitas. 19 Pero sus mujeres, sus pequeños y su ganado (yo sé que ustedes tienen mucho ganado) permanecerán en las ciudades que les he dado, 20 hasta que el Señor dé reposo a sus compatriotas como a ustedes, y ellos posean también la tierra que el Señor, Dios de ustedes, les dará al otro lado del Jordán. Entonces podrán volver cada hombre a la posesión que les he dado”.

21 »En aquel tiempo le ordené a Josué: “Tus ojos han visto todo lo que el Señor, Dios de ustedes, ha hecho a estos dos reyes; así hará el Señor a todos los reinos por los cuales vas a pasar. 22 No les teman, porque el Señor su Dios es el que pelea por ustedes”.

No se le concede a Moisés cruzar el Jordán

23 »Yo también supliqué al Señor en aquel tiempo: 24 “Oh Señor Dios, Tú has comenzado a mostrar a Tu siervo Tu grandeza y Tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en los cielos o en la tierra que pueda hacer obras y hechos tan poderosos como los Tuyos? 25 Permíteme, te suplico, cruzar y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, aquella buena región montañosa y el Líbano”.

26 »Pero el Señor se enojó conmigo por causa de ustedes, y no me escuchó; y el Señor me dijo: “¡Basta! No me hables más de esto. 27 Sube a la cumbre del monte Pisga y alza tus ojos al occidente, al norte, al sur y al oriente, y mírala con tus propios ojos, porque tú no cruzarás este Jordán. 28 Pero encarga a Josué, y anímalo y fortalécelo, porque él pasará a la cabeza de este pueblo, y él les dará por heredad la tierra que tú verás”. 29 Así que nos quedamos en el valle frente a Bet Peor.

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Salmo 85

Oración pidiendo misericordia para la nación

Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré.

85 Oh Señor, Tú mostraste favor a Tu tierra, Cambiaste la cautividad de Jacob.  Perdonaste la iniquidad de Tu pueblo, Cubriste todo su pecado. (Selah)Retiraste toda Tu furia, Te apartaste del ardor de Tu ira.

Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, Haz cesar Tu indignación contra nosotros. ¿Estarás enojado con nosotros para siempre? ¿Prolongarás Tu ira de generación en generación? ¿No volverás a darnos vida Para que Tu pueblo se regocije en Ti? Muéstranos, oh Señor, Tu misericordia, Y danos Tu salvación.

Escucharé lo que dirá Dios el Señor, Porque hablará paz a Su pueblo, a Sus santos; Pero que no vuelvan ellos a la insensatez. Ciertamente cercana está Su salvación para los que le temen, Para que more Su gloria en nuestra tierra. 10 La misericordia y la verdad se han encontrado, La justicia y la paz se han besado. 11 La verdad brota de la tierra, Y la justicia mira desde los cielos. 12 Ciertamente el Señor dará lo que es bueno, Y nuestra tierra dará su fruto. 13 La justicia irá delante de Él Y pondrá por camino Sus pasos.

   

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Isaías 31

31¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda! En los caballos buscan apoyo, Y confían en los carros porque son muchos, Y en los jinetes porque son muy fuertes, Pero no miran al Santo de Israel, ni buscan al Señor.  Pero Él también es sabio, y traerá el mal, Y no se retractará de Sus palabras; Sino que se levantará contra la casa de los malhechores Y contra la ayuda de los que obran iniquidad.  Pues los egipcios son hombres, y no Dios, Y sus caballos son carne, y no espíritu. El Señor, pues, extenderá Su mano, Y el que ayuda tropezará, Y el que recibe ayuda caerá; Todos ellos a una perecerán.

Porque así me dice el Señor:

«Tal como gruñe el león o el leoncillo sobre su presa, Contra el que se reúne una multitud de pastores, Pero que no se atemoriza de sus voces ni se acobarda por su multitud, Así descenderá el Señor de los ejércitos para combatir sobre el monte Sión y sobre su colina». Como aves que vuelan, así protegerá el Señor de los ejércitos a Jerusalén; La protegerá y la librará, La perdonará y la rescatará.

 Vuelvan a Aquel de quien tan profundamente se han apartado, oh hijos de Israel. Porque en aquel día cada uno repudiará sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que les han hecho sus manos pecadoras.

El asirio caerá por espada, no de hombre, Y la espada no humana lo devorará. No escapará de la espada, Y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados. «Su fortaleza a causa del terror pasará, Y sus príncipes se espantarán ante el estandarte», Declara el Señor, que tiene Su fuego en Sión y Su horno en Jerusalén.

   

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Apocalipsis 1

La revelación de Jesucristo

1La Revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Él la dio a conocer enviándola por medio de Su ángel a Su siervo Juan, quien dio testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo, y de todo lo que vio. Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca.

Saludo a las siete iglesias

Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para Dios, Su Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. Él viene con las nubes, y todo ojo lo verá, aun los que lo traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él. Sí. Amén.

«Yo soy el Alfa y la Omega», dice el Señor Dios, «el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».

Visión de Cristo

Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, me encontraba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 Estaba yo en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como sonido de trompeta, 11 que decía: «Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea».

12 Entonces me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo, y al volverme, vi siete candelabros de oro. 13 En medio de los candelabros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro. 14 Su cabeza y Sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve. Sus ojos eran como una llama de fuego. 15 Sus pies se parecían al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y Su voz como el ruido de muchas aguas. 16 En Su mano derecha tenía siete estrellas, y de Su boca salía una espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza.

17 Cuando lo vi, caí como muerto a Sus pies. Y Él puso Su mano derecha sobre mí, diciendo: «No temas, Yo soy el Primero y el Último, 18 y el que vive, y estuve muerto. Pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades. 19 Escribe, pues, las cosas que has visto, y las que son, y las que han de suceder después de estas. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas que viste en Mi mano derecha y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias.

   

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