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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Gálatas 6

El final de Gálatas 6 une varios temas.

(1) La costumbre de Pablo era dictar sus cartas. Sin embargo, para autentificarlas, frecuentemente escribía las últimas líneas de manera distintiva, de su propio puño y letra (comparar con 2 Tesalonicenses 3:17). Aquí (Gálatas 6:11), hace lo mismo. Algunos sugieren que estas “letras grandes” indican que le estaba fallando la vista. Esto es posible, pero no seguro. El tema importante es que Pablo quiere que sus lectores reconozcan la verdadera voz detrás de esta epístola.

(2) Los agitadores estaban intentando que los creyentes gentiles de Galacia aceptaran la circuncisión (6:12). Ellos pensaban que esto les convertiría en buenos judíos, lo cual entendían que era una condición necesaria para llegar a ser cristianos genuinos. No obstante, Pablo detecta que al menos parte de su motivación es mantener la aceptabilidad en los círculos de las sinagogas judías. En esta etapa de la historia de la iglesia, la mayoría de la persecución venía de concilios de sinagogas que ejercían la disciplina. Pablo mismo había sufrido bastante: los treinta y nueve latigazos, soportados cinco veces (2 Cor. 11), eran un castigo de la sinagoga. Pablo afirma que algunos judíos que se llaman a sí mismos cristianos y que insisten en que los cristianos gentiles se conviertan en judíos, sencillamente se resisten a soportar el oprobio que tendrán que sufrir de parte de ciertos compañeros judíos si sus “hermanos” más cercanos fueran gentiles que no se sujetan a la ley.

(3) No sólo eso, sino que la circuncisión era una marca rotunda de fidelidad al pacto. Según Pablo, aquí se encuentra el verdadero problema: si a los circuncisos se les hace imposible “obedecer la ley”, ¿por qué intentan obligar a otros a tomar ese camino (6:13)? Algunos quieren contar los conversos al judaísmo como quien cuenta las victorias de una lucha. Pero Pablo insiste en que el cristiano no se jacte sino de la cruz del Señor Jesús (6:14). Ese es el único fundamento de nuestra aceptación delante de Dios y nada más: ni la circuncisión, ni guardar la ley, ni la mesa kosher, ni pertenecer a la comunidad correcta. El único motivo es la cruz, por lo cual esta debe ser nuestra única “jactancia”. Si crees eso, importará poco lo que el mundo piense. Es como si, en cuanto a ti, el mundo ha sido crucificado y, en cuanto al mundo, tú has sido crucificado.

(4) De esta obra crucial de Jesucristo, se levanta la “nueva creación” (6:15). Eso es lo que cuenta: hombres y mujeres tan transformados por su fe en Jesús que pertenecen a la nueva creación que aún no se ha consumado. Esto es invariablemente cierto, incluso para el “Israel de Dios”, que se puede referir a la iglesia como el verdadero Israel o querer decir que el Israel racial debe enfrentar esta verdad como todos los demás.

(5) En lo personal, Pablo le recuerda tranquilamente a sus lectores gálatas que ha pagado por sus creencias mediante el sufrimiento. ¿Pueden los agitadores alegar lo mismo? ¿Por qué, entonces, debería un verdadero cristiano añadirle aún más sufrimientos a Pablo?

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Ezequiel 33

Ezequiel 33 marca un punto de inflexión en el libro. Los capítulos 33—37 recogen oráculos relacionados con la caída de Jerusalén. Aunque las advertencias y llamamientos al arrepentimiento continúan, se puede oír ahora una nota de alivio. Mientras los exiliados veían difícil creer que Jerusalén pudiese caer, Ezequiel no paraba de advertirles. Una vez consumado el desastre, Dios concede a Ezequiel en su misericordia palabras que aliviarán a la comunidad de exiliados, alimentarán su fe y armarán de valor su mente y su voluntad.

Antes de llegar a ese punto de inflexión, la primera mitad del capítulo vuelve a un tema introducido por primera vez en 3:16-21: el Ezequiel centinela. Se incide de nuevo en ello porque el profeta comienza una nueva fase de su ministerio. En cierto sentido, Dios lo vuelve a comisionar. Al mismo tiempo, las noticias que está a punto de comunicar en relación a la caída de Jerusalén dan al pueblo una nueva oportunidad para arrepentirse y confiar en el Señor. Por tanto, la primera mitad del capítulo (33:1-20) se divide de forma natural en estos dos asuntos. Por un lado, Dios recuerda al profeta su terrible responsabilidad como centinela (33:1-9). Se le obliga a estar, en cierto modo, separado de sus compatriotas exiliados. Debe velar, escuchar al Todopoderoso y proclamar lo que él le dice que transmita, advirtiendo sobre juicio venidero y suscitando la fe en la fidelidad de Dios. Por otro lado, se insta al pueblo a reaccionar ante las advertencias del centinela (33:10-20). No deben confiar en su propia justicia ni caer en el fatalismo. La respuesta apropiada siempre es prestar atención al vigía del Señor, porque él mismo declara: “Tan cierto como que yo vivo… que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?” (33:11).

Después, llegan las noticias: Jerusalén ha caído (33:22). Ezequiel queda liberado del silencio que Dios le impuso anteriormente: puede conversar abiertamente y decir otras cosas que no sean las dadas a él como profeta. Sin embargo, todo lo que habla en el resto del capítulo son más palabras del Señor. Menciona dos temas: (a) Los que han quedado entre las ruinas de la ciudad son siempre optimistas. Creen que se restablecerán, aunque no han renunciado a sus pecados. Así pues, Dios seguirá con su castigo hasta que solo quede desolación, a fin de que entiendan que él es el Señor (33:23-29). (b) Los exiliados a los que Ezequiel se dirige directamente han aprendido a disfrutar escuchándolo, del mismo modo que lo hacemos ante un buen orador, pero no han tomado conciencia de que deben arrepentirse.

¿Dónde encontramos las analogías más cercanas a tales posturas actualmente?

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

1 Reyes 2

Últimas palabras de David

2 Y acercándose los días de su muerte, David dio órdenes a su hijo Salomón: «Yo voy por el camino de todos en la tierra. Sé, pues, fuerte y sé hombre. Guarda los mandatos del SEÑOR tu Dios, andando en Sus caminos, guardando Sus estatutos, Sus mandamientos, Sus ordenanzas y Sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, para que el SEÑOR cumpla la promesa que me hizo: “Si tus hijos guardan su camino, andando delante de Mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel”.

»También sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, lo que hizo a los dos jefes de los ejércitos de Israel, a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter, a los cuales mató; también derramó sangre de guerra en tiempo de paz. Y puso sangre de guerra en el cinturón que lo ceñía y en las sandalias que tenía en sus pies. Haz, pues, conforme a tu sabiduría, y no permitas que sus canas desciendan al Seol en paz. Pero muestra bondad a los hijos de Barzilai el galaadita, y que estén entre los que comen a tu mesa; porque ellos me ayudaron cuando huía de tu hermano Absalón.

»Mira, contigo está Simei, hijo de Gera, el benjamita de Bahurim; él fue el que me maldijo con una terrible maldición el día que yo iba a Mahanaim. Pero cuando descendió a mi encuentro en el Jordán, le juré por el SEÑOR, diciendo: “No te mataré a espada”. Pero ahora, no lo dejes sin castigo, porque eres hombre sabio. Sabrás lo que debes hacer con él y harás que desciendan sus canas con sangre al Seol».

10 Y durmió David con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. 11 Los días que David reinó sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén. 12 Salomón se sentó en el trono de David su padre y su reino se afianzó en gran manera.

Salomón consolida su reino

13 Entonces Adonías, hijo de Haguit, vino a Betsabé, madre de Salomón; y ella le dijo: «¿Vienes en paz?». «En paz», respondió él. 14 Y añadió: «Tengo algo que decirle». Y ella dijo: «Habla». 15 «Usted sabe», dijo él, «que el reino era mío y que todo Israel esperaba que yo fuera rey; pero el reino ha cambiado de manos y ha venido a ser de mi hermano, porque por voluntad del SEÑOR era suyo. 16 Ahora yo le hago una petición, no me la niegue». «Habla», le dijo ella. 17 Él entonces dijo: «Le ruego que hable al rey Salomón, pues él no se lo negará, para que me dé por mujer a Abisag la sunamita». 18 «Muy bien», dijo Betsabé, «hablaré por ti al rey».

19 Betsabé fue al rey Salomón para hablarle por Adonías. El rey se levantó a recibirla, se inclinó delante de ella, y se sentó en su trono; hizo colocar un trono para la madre del rey y ella se sentó a su diestra. 20 Entonces ella dijo: «Te hago una pequeña petición; no me la niegues». «Pide, madre mía, porque no te la negaré», le dijo el rey. 21 Y ella dijo: «Que se dé a Abisag la sunamita por mujer a tu hermano Adonías». 22 El rey Salomón respondió a su madre: «¿Por qué pides a Abisag la sunamita para Adonías? Pide para él también el reino, pues es mi hermano mayor, y con él están el sacerdote Abiatar y Joab, hijo de Sarvia».

23 Y el rey Salomón juró por el SEÑOR, diciendo: «Así me haga Dios y aun más, si Adonías no ha hablado esta palabra contra su propia vida. 24 Ahora pues, vive el SEÑOR que me ha confirmado y me ha puesto en el trono de mi padre David, y que me ha hecho una casa como había prometido, que hoy mismo Adonías morirá». 25 El rey Salomón envió a Benaía, hijo de Joiada, y este atacó a Adonías y lo mató.

26 Entonces dijo el rey al sacerdote Abiatar: «Vete a Anatot, a tu campo, porque mereces morir; pero no te daré muerte en esta ocasión porque llevaste el arca del Señor DIOS delante de mi padre David, y porque fuiste afligido con todas las cosas con que mi padre fue afligido». 27 Así Salomón privó a Abiatar de ser sacerdote del SEÑOR, para que se cumpliera la palabra que el SEÑOR había hablado acerca de la casa de Elí en Silo.

28 Cuando las noticias llegaron a Joab, porque Joab había seguido a Adonías, aunque no había seguido a Absalón, Joab huyó a la tienda del SEÑOR y se agarró de los cuernos del altar. 29 Y se le informó al rey Salomón que Joab había huido a la tienda del SEÑOR, y que estaba junto al altar. Entonces Salomón envió a Benaía, hijo de Joiada, diciendo: «Ve y atácalo».

30 Benaía entró en la tienda del SEÑOR y le dijo: «Así ha dicho el rey: “Sal de ahí”». Pero él dijo: «No, pues moriré aquí». Benaía llevó la respuesta al rey: «Así Joab habló y así me respondió». 31 Y el rey le dijo: «Haz como él ha dicho; atácalo, mátalo y entiérralo, para que quites de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab derramó sin causa. 32 El SEÑOR hará volver su sangre sobre su propia cabeza, porque él atacó a dos hombres más justos y mejores que él y los mató a espada sin que mi padre David lo supiera: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá. 33 Su sangre, pues, recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; pero para David y su descendencia, para su casa y su trono, haya paz de parte del SEÑOR para siempre».

34 Entonces subió Benaía, hijo de Joiada, lo atacó y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto. 35 En su lugar el rey nombró sobre el ejército a Benaía, hijo de Joiada, y el rey nombró al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.

36 Después el rey envió a llamar a Simei, y le dijo: «Edifícate una casa en Jerusalén, vive ahí y no salgas de allí a ninguna parte. 37 Porque el día que salgas y pases el torrente Cedrón, ten por cierto que sin duda morirás; tu sangre recaerá sobre tu cabeza». 38 Entonces Simei dijo al rey: «La palabra es buena; como ha dicho el rey mi señor, así lo hará su siervo». Y vivió Simei en Jerusalén muchos días.

39 Pero aconteció que después de tres años, dos de los siervos de Simei huyeron a donde Aquis, hijo de Maaca, rey de Gat. Le avisaron a Simei: «Tus siervos están en Gat». 40 Simei se levantó, ensilló su asno y fue a Gat a ver a Aquis para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei y trajo sus siervos de Gat. 41 Pero informaron a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat y había vuelto.

42 Entonces el rey envió a llamar a Simei y le dijo: «¿No te hice jurar por el SEÑOR y te advertí seriamente: “El día que salgas y vayas a cualquier parte, ten por seguro que ciertamente morirás”? Y tú me dijiste: “La palabra que he oído es buena”. 43 ¿Por qué, entonces, no guardaste el juramento del SEÑOR y el mandamiento que te impuse?». 44 Dijo además el rey a Simei: «Tú sabes todo el mal que hiciste a mi padre David, que tú reconoces en tu corazón; el SEÑOR, pues, hará recaer tu mal sobre tu propia cabeza. 45 Pero el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme delante del SEÑOR para siempre». 46 Entonces el rey mandó a Benaía, hijo de Joiada, y este salió y atacó a Simei y lo mató. Así fue confirmado el reino en las manos de Salomón.

   

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Gálatas 6

6 Hermanos , aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo. Porque si alguien se cree que es algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Pero que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no con respecto a otro. Porque cada uno llevará su propia carga.

Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña. No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos. 10 Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.

Declaraciones finales

11 Miren con qué letras tan grandes les escribo de mi propia mano. 12 Los que desean agradar en la carne tratan de obligarlos a que se circunciden, simplemente para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo. 13 Porque ni aun los mismos que son circuncidados guardan la ley, pero ellos desean hacerlos circuncidar para gloriarse en la carne de ustedes.

14 Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. 15 Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. 16 Y a los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y sobre el Israel de Dios.

17 De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

18 Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes. Amén.

   

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Ezequiel 33

El deber del centinela

33 Y vino a mí la palabra del SEÑOR: «Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: “Si Yo traigo una espada sobre un país, y la gente del país toma a un hombre de entre ellos y lo ponen de centinela, este ve venir la espada sobre el país, y toca la trompeta y advierte al pueblo, y el que oye el sonido de la trompeta no se da por advertido, y viene una espada y se lo lleva, su sangre recaerá sobre su propia cabeza. Oyó el sonido de la trompeta pero no se dio por advertido; su sangre recaerá sobre él. Pero si hubiera hecho caso, habría salvado su vida. Pero si el centinela ve venir la espada y no toca la trompeta, y el pueblo no es advertido, y una espada viene y se lleva a uno de entre ellos, él será llevado por su iniquidad; pero Yo demandaré su sangre de mano del centinela”.

»Y a ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel; oirás, pues, la palabra de Mi boca, y les advertirás de Mi parte. Cuando Yo diga al impío: “Impío, ciertamente morirás”, si tú no hablas para advertir al impío de su camino, ese impío morirá por su iniquidad, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú, de tu parte adviertes al impío para que se aparte de su camino, y él no se aparta de su camino, morirá por su iniquidad, pero tú habrás librado tu vida.

10 »Y tú, hijo de hombre, dile a la casa de Israel: “Así han hablado: ‘Ciertamente nuestras transgresiones y nuestros pecados están sobre nosotros, y por ellos nos estamos consumiendo; ¿cómo, pues, podremos vivir?’”. 11 Diles: “Vivo Yo”, declara el Señor DIOS, “que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Vuélvanse, vuélvanse de sus malos caminos. ¿Por qué han de morir, oh casa de Israel?”.

12 »Y tú, hijo de hombre, dile a los hijos de tu pueblo: “La justicia del justo no lo salvará el día de su transgresión, y la maldad del impío no le será tropiezo el día que se aparte de su maldad; como tampoco el justo podrá vivir por su justicia el día que peque”. 13 Cuando Yo diga al justo que ciertamente vivirá, si él confía tanto en su justicia que hace iniquidad, ninguna de sus obras justas le será recordada, sino que por la misma iniquidad que cometió morirá. 14 Pero cuando Yo diga al impío: “Ciertamente morirás”, si él se aparta de su pecado y practica el derecho y la justicia, 15 si el impío devuelve la prenda, restituye lo que ha robado, anda en los preceptos de vida sin cometer iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá. 16 Ninguno de los pecados que ha cometido le será recordado. Él ha practicado el derecho y la justicia; ciertamente vivirá.

17 »Pero los hijos de tu pueblo dicen: “No es recto el camino del Señor”, pero es su propio camino el que no es recto. 18 Cuando el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ello. 19 Pero cuando el impío se aparta de su maldad y practica el derecho y la justicia, vivirá por ello. 20 Sin embargo, ustedes dicen: “No es recto el camino del Señor”. Yo los juzgaré a cada uno de ustedes según sus caminos, oh casa de Israel».

Devastación de la tierra

21 En el año duodécimo de nuestro destierro, a los cinco días del mes décimo, vino a mí un fugitivo de Jerusalén, diciendo: «La ciudad ha sido tomada». 22 Y la mano del SEÑOR había venido sobre mí la tarde antes de llegar el fugitivo. Y Él abrió mi boca cuando aquel llegó a mí por la mañana; mi boca se abrió y dejé de estar mudo.

23 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR: 24 «Hijo de hombre, los que viven en estos lugares desolados de la tierra de Israel dicen: “Uno solo era Abraham, y poseyó la tierra; así que a nosotros que somos muchos se nos ha dado la tierra en posesión”. 25 Por tanto, diles: “Así dice el Señor DIOS: ‘Ustedes comen carne con sangre, alzan los ojos a sus ídolos mientras derraman sangre. ¿Poseerán entonces la tierra? 26 Ustedes confían en su espada, cometen abominaciones, cada uno contamina la mujer de su prójimo. ¿Poseerán entonces la tierra?’”.

27 »Así les dirás: “Así dice el Señor DIOS: ‘Vivo Yo, que los que están en los lugares desolados caerán a espada, y los que están en campo abierto los entregaré a las fieras para ser devorados, y los que están en los refugios y en las cuevas, de pestilencia morirán. 28 Convertiré la tierra en desolación y en soledad, y cesará el orgullo de su poder; los montes de Israel serán desolados, y nadie pasará por ellos29 Y sabrán que Yo soy el SEÑOR, cuando Yo convierta la tierra en desolación y en soledad por todas las abominaciones que han cometido’”.

30 »Pero en cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las entradas de las casas; hablan el uno al otro, cada cual a su hermano, diciendo: “Vengan ahora, y oigan cual es la palabra que viene del SEÑOR”. 31 Y vienen a ti como viene el pueblo, y se sientan delante de ti como pueblo Mío, oyen tus palabras y no las cumplen sino que siguen los deseos sensuales expresados por su boca, y sus corazones andan tras sus ganancias. 32 Y tú eres para ellos como la canción de amor de uno que tiene una voz hermosa y toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica. 33 Y cuando esto suceda, como ciertamente sucederá, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos».

   

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Salmos 81–82

Bondad de Dios y desobediencia de Israel

Para el director del coro; sobre Gitit. Salmo de Asaf.

81 Canten con gozo a Dios, fortaleza nuestra; Aclamen con júbilo al Dios de Jacob. Entonen canto de alabanza, y toquen el pandero, La melodiosa lira con el arpa. Toquen la trompeta en la luna nueva, En la luna llena, en el día de nuestra fiesta. Porque es estatuto para Israel, Ordenanza del Dios de Jacob. Él lo estableció por testimonio en José, Cuando salió sobre la tierra de Egipto. Un lenguaje que yo no conocía, oí:

«Yo libré su hombro de la carga, Sus manos se libraron de las canastas. En la angustia llamaste, y Yo te rescaté; Te respondí en el escondite del trueno; En las aguas de Meriba te probé. (Selah) Oye, pueblo Mío, y te amonestaré. ¡Oh Israel, si tú me oyeras! No haya en ti dios ajeno, Ni adores a dios extranjero. 10 Yo, el SEÑOR, soy tu Dios, Que te saqué de la tierra de Egipto; Abre bien tu boca y la llenaré.

11 »Pero Mi pueblo no escuchó Mi voz; Israel no me obedeció. 12 Por eso los entregué a la dureza de su corazón, Para que anduvieran en sus propias intrigas. 13 ¡Oh, si Mi pueblo me oyera, Si Israel anduviera en Mis caminos! 14 En un momento Yo subyugaría a sus enemigos Y volvería Mi mano contra sus adversarios. 15 Los que aborrecen al SEÑOR le fingirían obediencia, Y el tiempo de su castigo sería para siempre. 16 Pero Yo te alimentaría con lo mejor del trigo, Y con miel de la peña te saciaría».

Dios, juez supremo

Salmo de Asaf.

82 Dios ocupa Su lugar en Su congregación; Él juzga en medio de los jueces. ¿Hasta cuándo juzgarán ustedes injustamente Y favorecerán a los impíos? (Selah) Defiendan al débil y al huérfano; Hagan justicia al afligido y al menesteroso. Rescaten al débil y al necesitado; Líbrenlos de la mano de los impíos.

Ellos no saben ni entienden; Caminan en tinieblas; Son sacudidos todos los cimientos de la tierra. Yo dije: «Ustedes son dioses, Y todos son hijos del Altísimo. Sin embargo, como hombres morirán, Y caerán como cualquiera de los príncipes». ¡Levántate, oh Dios, juzga la tierra! Porque Tú posees todas las naciones.

   

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