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Definición

La ética cristiana busca amar a Dios y al prójimo en todo aspecto moral y ético, estando guiada por la revelación de Dios en las Escrituras por encima de otros sistemas de pensamiento.

Sumario

El mayor deber ético de un cristiano es el mismo que el mayor mandamiento: amar a Dios y amar al prójimo. Las Escrituras son la autoridad cristiana para la ética, así como lo son para la teología. Esto es así porque Dios es nuestra máxima autoridad y estándar, ya que Él mismo es bondad. Aunque los cristianos conocen el carácter de Dios por medio de la lectura de las Escrituras, los creyentes son capaces de entender lo que es bueno de forma parcial e imperfecta por medio del orden creado y sus propias conciencias. Aunque los cristianos derivan su ética finalmente de las Escrituras, las diferentes partes de las mismas (como el código legal mosaico) han de leerse en su contexto histórico redentor y no aplicarse simplemente de una cultura lejana a otra. Los sistemas filosóficos que intentan dar normas éticas pueden ser útiles para el pensamiento cristiano sobre la ética, pero las Escrituras han de seguir siendo la autoridad para cualquier iniciativa cristiana en ese campo. Finalmente, aunque existen muchos problemas en la actualidad de los que la Biblia no nos habla directamente, hay principios bíblicos en los que se puede confiar para tener un juicio moral bien informado.

El deber ético más elevado de la persona es amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. Su segundo deber ético es amar al prójimo como a sí mismo. Para un cristiano, cumplir estas obligaciones morales es algo que toma lugar en obediencia a la Ley de Cristo y la sumisión a las enseñanzas de la Palabra de Dios. El fin último es glorificar a Dios en todo lo que se dice, hace, piensa y siente. Otros objetivos éticos generales incluyen ser una bendición para otros y el crecimiento como persona virtuosa.

Dado este punto de vista positivo, es bastante triste que muchas personas—tanto cristianas como no cristianas— tiendan a ver a los creyentes como legalistas y condenatorios. En un mundo que está en rebelión contra Dios, aquellos que defienden sus estándares morales tendrán que brillar en medio de la oscuridad y hablar en contra de las prácticas pecaminosas que pueden estar ampliamente aceptadas en la sociedad. Pero la Biblia no presenta simplemente un código ético que consiste en restricciones y cosas que no se deben hacer. Sí, hay cosas a evitar, pero también existen muchos deberes morales positivos que las Escrituras exigen. Si formulamos adecuadamente nuestros puntos de vista éticos desde la Biblia, encontraremos que debemos tanto rechazar el mal como realizar buenas obras. Existe una diferencia categórica entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, y la vida cristiana puede ser una experiencia en la que hacemos el bien de forma gozosa; la ética cristiana debería ser un deleite.

La ética cristiana y las Escrituras

Los cristianos evangélicos no deberían encontrar controversial decir que las Escrituras —la Palabra de Dios— son nuestra autoridad y estándar para la ética, y no solo para la teología. Esto es así porque Dios es nuestra autoridad y estándar final. No puede existir un estándar más elevado para la ética que Dios, no porque sea todopoderoso, sino porque Él mismo es la fuente de toda bondad. La bondad moral se define por la naturaleza de Dios, y cualquier cosa que Él ordene está de acuerdo con su perfecta y justa bondad. Hemos de obedecer cada palabra de Dios porque cada palabra que nos da fluye de su carácter, y su carácter es perfección moral infinita y absoluta. Dios no se mide a sí mismo con respecto a un estándar abstracto de bondad; no consulta a nadie más que a su propia naturaleza cuando emite mandamientos y reglas morales. Sus mandamientos morales no son arbitrarios y no podrían ser otros que los que son, ya que están basados en su inmutable bondad moral. Como los mandamientos de Dios se encuentran en las Escrituras, la Biblia es nuestra autoridad para la ética.

No obstante, el conocimiento de las exigencias morales de Dios no solo viene de leer las Escrituras. Aunque la revelación especial es definitiva, todas las personas de la tierra tienen algún conocimiento de los estándares morales de Dios por medio de la revelación general. Hemos de tener cuidado de equiparar lo que es “natural” con lo que es bueno, pero Dios ha creado el mundo de tal forma que existe una correspondencia general entre las verdades morales y lo que es mejor de forma natural para las personas. La gente puede ver con frecuencia lo que es mejor hacer (o no hacer) cuando aplican su razón a los hechos de la situación en la que están. Dios también ha creado a los seres humanos para operar con un sentido básico de su ley moral por medio de sus conciencias. La razón y la conciencia no son fiables o tan autoritativas como las enseñanzas que se encuentran en las Escrituras, sin embargo son fuentes útiles de conocimiento moral. La ética cristiana interpreta la revelación general por medio de la especial, pero utiliza ambas fuentes para extraer enseñanzas éticas.

La ética cristiana y la ley mosaica

A pesar del acuerdo que existe entre los evangélicos acerca de la importancia y autoridad de las Escrituras para la ética cristiana, existen debates acerca de la ley mosaica en la moralidad cristiana. Este no es el lugar para involucrarnos en discusiones acerca de la continuidad o discontinuidad del pacto, la teología bíblica o la hermenéutica, pero parece seguro decir que los cristianos no están directamente bajo la autoridad de la ley mosaica, ya que la ley formaba parte del pacto mosaico. La inauguración que Cristo hace de un nuevo pacto trae un cambio en la ley, como el libro de Hebreos deja claro. La iglesia no es una teocracia y lo que Cristo ha hecho es finalizar —por medio de su cumplimiento— el sistema de sacrificios del antiguo pacto. Sin embargo, ya que toda las Escrituras son inspiradas por Dios y útiles, muchas leyes particulares en la ley mosaica todavía encuentran aplicación hoy tanto en la iglesia como en la sociedad. La prohibición del asesinato y el robo, por ejemplo, son leyes que reflejan el eterno carácter moral de Dios. Los dos mayores mandamientos identificados por Jesús están consagrados en el Pentateuco y se aplican a todos los discípulos de Cristo. A veces, sin embargo, existen factores culturales que exigen que los cristianos disciernan el principio de la ley en lugar de aplicarlo de forma rígida y literal. Un ejemplo común es el mandamiento de la ley mosaica de construir una cornisa o poner una barandilla en el techo de tu casa (Dt 22:8). Como las personas de esa cultura pasaban tiempo en sus techos planos, caer desde ellos era un peligro potencial. Sin embargo, la gente no pasa el tiempo en techos inclinados, o en los techos de cabañas de paja, así que esa ley no se aplica en todas partes. El principio tras la ley, sin embargo, es que se han de tomar precauciones razonables para mantener la seguridad de las personas, y esa es una idea ética que se aplica en toda cultura. El principio es el mismo, incluso si algunas de las formas de aplicación en una cultura particular son diferentes.

La ética cristiana y la filosofía

Fuera de las Escrituras, los filósofos han propuesto distintos sistemas para la evaluación de la ética y la moralidad. Algunos han buscado la justificación para la ética en las consecuencias que surgen de ciertos comportamientos. En estos sistemas, algo se considera bueno si produce buenas consecuencias que sobrepasan las consecuencias negativas. Algunas personas valoran las consecuencias según el individuo solamente, pero la mayoría buscaría el bien común para el mayor número posible de personas. En la práctica, esto puede ser casi imposible de evaluar, pero la sensibilidad tras de ello parece ser beneficiosa y estar bastante extendida. Otros maestros de la ética han ignorado las consecuencias y han hecho énfasis en el valor moral intrínseco de las acciones y los agentes. Quizás el ejemplo más famoso es el imperativo categórico de Emmanuel Kant. Él defendió que solo deberíamos actuar desde la buena voluntad, y una buena voluntad cumple con su deber moral solo por el hecho de ser un deber y no por las consecuencias. Dijo que solo deberíamos actuar de tal forma que pudiéramos convertir nuestra conducta en una ley universal que todo el mundo siguiera. Tomemos por ejemplo la mentira: ¿Desearíamos que fuera una práctica universal el que todo el mundo dijera la verdad o que todo el mundo mintiera todo el tiempo? Si no podemos desear que todo el mundo mienta en todo momento, Kant argumentó que mentir debía ser estrictamente prohibido sin excepciones. Otra escuela ética se ha centrado más en el cultivo de un carácter virtuoso y en los motivos del agente que actúa. En este modelo, las acciones deberían desarrollar más la virtud de aquel que actúa.

En la ética cristiana existe lugar para todas las consideraciones mencionadas en el párrafo anterior. Ninguno de estos sistemas se sostiene por sí solo; necesita edificarse sobre el fundamento de la verdad de Dios. La Biblia deja claro qué cosas están bien o mal en relación con el carácter de Dios. Así pues, la moralidad es objetiva y hemos de obedecer los mandamientos de Dios. Esto no significa, sin embargo, que las consecuencias sean completamente irrelevantes. Aunque la moralidad de un acto no se basa solamente en las consecuencias, existen muchas advertencias y estímulos en las Escrituras que muestran ya sea las consecuencias positivas o negativas de obedecer o desobedecer a Dios. Hemos de mirar las consecuencias para la desobediencia, y hemos de ver las recompensas de seguir el camino de Dios. También hemos de actuar para bendecir a otros, y esto exige evaluar las consecuencias de nuestras palabras y actos. Dios está produciendo fruto espiritual en las vidas de sus hijos, Él está formando un carácter virtuoso en ellos que refleja el carácter de su Hijo. Así pues, actuar y crecer en virtud es un componente importante de la ética cristiana.

El estado ético y acción de un agente  se valora en más de un nivel. En ocasiones todo lo que podemos hacer es juzgar la acción misma, pero la acción por sí sola no es suficiente para la evaluación moral. Quizás sabemos que alguien disparó a otra persona, pero ¿fue un asesinato o defensa propia justificada? Para valorar adecuadamente la conducta ética necesitamos el conocimiento de la acción, las circunstancias en las que la acción sucedió, la intención y carácter del agente y posiblemente algunas de las consecuencias. Los fariseos podían impresionar a otros por medio de sus buenas obras religiosas, pero Dios mira el corazón. Incluso el orar y dar a los pobres desagrada a Dios si los motivos del corazón son equivocados.

La ética cristiana en el mundo de hoy

Por supuesto, existen un enorme número de problemas éticos prácticos que los cristianos enfrentan hoy. Algunos problemas son relativamente recientes en ciertas sociedades, como el aborto legalizado y el matrimonio homosexual. Otros problemas son más perennes y universales, como los problemas sexuales generales o la justificación para la defensa propia y la guerra. En ocasiones Dios ha hablado clara y directamente sobre un asunto ético (p. ej., no robarás), pero existen otros temas que no podrían tratarse directamente en la Biblia (p. ej., temas que requieren tecnología contemporánea, como la ingeniería genética o la fertilización in vitro). Incluso cuando la Biblia no habla de forma específica sobre un tema, existen principios bíblicos en los que podemos confiar para realizar un juicio moral informado.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Manuel Bento Falcón.

Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.

Lecturas adicionales

  1. John Frame, The Doctrine of the Christian Life. See the contents of this book. Read a critique by New Testament scholar Doug Moo.
  2. John and Paul Feinberg, Ethics for a Brave New World
  3. Norman Geisler, Christian Ethics: Options and Issues. You can see a brief summary of this book here.
  4. Ronald Nash, Lectures on Christian ethics
  5. Scott B. Rae, Moral Choices: An Introduction to Ethics
  6. TGC Courses, “Public Theology