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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Salmo 39

La autodisciplina suele ser algo muy positivo. De hecho, los cristianos creemos que Dios nos ha dado “un espíritu de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Sin embargo, algunas formas de autodisciplina son innobles, e incluso peligrosas.

Por ejemplo, los estoicos de los tiempos del apóstol Pablo creían que correspondía a la sabiduría vivir en armonía con la manera como están las cosas en el mundo, y que esto implicaba vivir “al margen” de las pasiones, en perfecta sintonía con la razón. Motivados por principios morales muy elevados, se enorgullecían de estar por encima de las emociones, por encima de cualquier lazo profundo o compromiso personal que pudiese suponer sufrimiento. Por un lado, hay algo admirable en semejante estoicismo. No obstante, dista mucho de los compromisos personales mandados en el evangelio, los cuales entrañan toda la vulnerabilidad y todo el sufrimiento que forman parte íntegra de este mundo caído. De hecho, aquí justamente reside el problema de la cosmovisión estoica: su visión del mundo y de lo que este tiene de malo está tan alejada de lo que la Biblia enseña que su definición del bien tiene más que ver con una cierta clase de panteísmo que con cualquier otra cosa. Por lo tanto, desde una perspectiva cristiana, aunque haya algo de admirable en el concepto estoico de la autodisciplina, no puede considerarse verdaderamente bueno. Hay cierta clase de autodisciplina que sólo sirve para inflar el ego del orgullo de la firme resolución.

Otra clase de autodisciplina más bien cuestionable se refleja al comienzo del Salmo 39. David ha resuelto callar. No queda del todo claro si su firme resolución a no decir nada, especialmente en presencia de los malos (39:1), está motivada por el miedo a verse, de otro modo, involucrado con ellos, o, lo que es más probable, por una convicción equivocada de que basta no decir nada y así no prestarles ningún apoyo explícito. Claramente, sin embargo, se trata de una resolución moral, en cierto sentido digna de respeto, pero absolutamente insuficiente, pues mientras callaba, tampoco decía nada bueno (39:2). De un modo u otro, intentaba vencer el pecado mediante un silencio disciplinado.

Pero David aprendió otro camino. Habla, pero es a Dios a quien se dirige (39:4). Es consciente de lo efímera que es la vida y llega a la conclusión de que, al final, no tenemos nada que buscar excepto poner nuestra confianza en el Señor (39:7). Sólo Dios nos puede librar de nuestras transgresiones y capacitarnos para evitar caer en las trampas de nuestros adversarios (39:8). Un silencio determinado ante el misterio de la Providencia no ofrece ninguna esperanza (39:9); es una falsa autodisciplina, un feo y triste desafío en lugar de una sumisión gozosa a la “disciplina” de Dios (39:11).

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Cantares 3

Si el final de Cantares 2 nos muestra a la amada y a su amante expresando fervientemente su devoción mutua y la exclusividad de su amor, Cantares 3 comienza con la mujer buscando frenéticamente a su amado. Muchos comentaristas han sugerido que este capítulo, y quizás la parte que comprende del 3 al 6, es la secuencia de un sueño. Puede que sea así, pues la amada dice: “Por las noches, sobre mi lecho, busco al amor de mi vida” (3:1, cursivas añadidas). En la primera sección (3:1-5), la amada busca a su amante, dando por hecho que, sólo porque ella lo conoce, todo el mundo también debería hacerlo, incluyendo los que ejercían funciones de policía nocturna (“los centinelas”). Lo encuentra y lo lleva al dormitorio de su madre (3:4), simbolizando la consumación oficial.

La coherencia de la siguiente sección (3:6-11) es discutida. La mejor opción es que “eso” en 3:6 (pronombre hebreo femenino) se refiere a la mujer. La llevan de su boda en el campo a la corte en el carruaje de Salomón, un vehículo lujoso y diseñado gloriosamente. El propio Salomón está presente y las “mujeres de Sion” miran y se maravillan mientras la pareja se dirige a su nuevo hogar. Esto conduce después al extravagante lenguaje del amante en el capítulo 4.

Sea o no la secuencia de un sueño (me inclino a pensar que lo es), queda muy claro que el lenguaje del amor es el de la alabanza y la invitación mutua. Cualquier cosa menos lo reprimirá. Si el lenguaje de la alabanza y la invitación actúan solo desde una parte, por ejemplo, esta se cansará con el tiempo o hará que quien habla se sienta servil o quizás desesperado. Si es de alabanza, pero no de invitación, nunca alimentará la intimidad; una buena relación, pero no buen sexo; si es al contrario, degenerará en mutua gratificación, pero no en edificación; buen sexo sin una buena relación.

Muchos de los que estamos casados y reflexionamos en el lenguaje del Cantar de los Cantares nos sentimos un poco avergonzados por su desenfreno sensual. Eso puede decir más acerca de quiénes somos que de lo que Dios quiere que seamos. Como cualquier otra cosa que Dios hizo buena, el matrimonio, el sexo y la intimidad pueden trivializarse, tratarse de forma sensacionalista y vejarse. Sin embargo, Dios lo hizo bueno. Los creyentes están obligados, tanto como su naturaleza transformada pueda a este lado de los nuevos cielos y nueva tierra, a exhibir la bondad de Dios en cada área a la que nos llame. Los casados debemos desarrollar deliberadamente el lenguaje de la alabanza e invitación mutuas.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Números 5

Leyes sobre los inmundos

5 Y el SEÑOR le dijo a Moisés: «Manda a los israelitas que echen del campamento a todo leproso, a todo el que padece de flujo y a todo el que es inmundo por causa de un muerto. Ustedes echarán tanto a hombres como a mujeres. Los echarán fuera del campamento para que no contaminen su campamento, donde Yo habito en medio de ellos». Y así lo hicieron los israelitas, y los echaron fuera del campamento. Tal como el SEÑOR había dicho a Moisés, así lo hicieron los israelitas.

Ley sobre la restitución

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: «Habla a los israelitas y diles: “El hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados de la humanidad, actuando pérfidamente contra el SEÑOR, esa persona es culpable; entonces confesará los pecados que ha cometido, y hará completa restitución por el daño causado, añadirá un quinto y lo dará al que él perjudicó. Pero si la persona no tiene pariente a quien se le haga la restitución por el daño, la restitución hecha por el daño debe ir al SEÑOR, para el sacerdote, además del carnero de expiación, con el cual se hace expiación por él. También toda ofrenda correspondiente a todas las cosas consagradas de los israelitas que ofrecen al sacerdote, serán suyas. 10 Las cosas consagradas de toda persona serán del sacerdote; lo que una persona dé al sacerdote será de él”».

La ley sobre los celos

11 El SEÑOR dijo además a Moisés: 12 «Habla a los israelitas, y diles: “Si la mujer de alguien se desvía y le es infiel, 13 teniendo relaciones carnales con otro sin que su marido se dé cuenta, ni sea descubierta, aunque ella se haya contaminado y no haya testigo contra ella, ni haya sido sorprendida en el acto mismo14 y un espíritu de celo viene sobre él y tiene celos de su mujer, habiéndose ella contaminado, o si viene un espíritu de celos sobre él y tiene celos de su mujer, no habiéndose ella contaminado, 15 el hombre llevará su mujer al sacerdote y llevará como ofrenda por ella 2.2 litros de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni pondrá sobre ella incienso, porque es una ofrenda de cereal, de celos, una ofrenda memorial de cereal, un recordatorio de iniquidad.

16 ”El sacerdote hará que ella se acerque y la pondrá delante del SEÑOR, 17 y el sacerdote tomará agua santa en una vasija de barro; tomará del polvo que está sobre el piso del tabernáculo, y lo pondrá en el agua. 18 Luego el sacerdote hará que la mujer esté delante del SEÑOR y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá en sus manos la ofrenda memorial de cereal, que es la ofrenda de celos, y en la mano del sacerdote estará el agua de amargura que trae maldición.

19 ”Entonces el sacerdote hará que ella pronuncie juramento, y dirá a la mujer: ‘Si ningún hombre se ha acostado contigo, y si no te has desviado a la inmundicia, estando sujeta a tu marido, sé inmune a esta agua de amargura que trae maldición; 20 pero si te has desviado, estando sujeta a tu marido, y te has corrompido, y otro hombre que no es tu marido se ha llegado a ti’, 21 (entonces el sacerdote hará que la mujer jure con el juramento de maldición, y el sacerdote dirá a la mujer): ‘El SEÑOR te haga maldición y juramento entre tu pueblo, haciendo el SEÑOR que tu muslo se enjute y tu vientre se hinche; 22 y esta agua que trae maldición entrará en tus entrañas, y hará que tu vientre se hinche y tu muslo se enjute’. Y la mujer dirá: ‘Amén, amén’.

23 ”Entonces el sacerdote escribirá estas maldiciones en un rollo, y las lavará en el agua de amargura. 24 Después hará que la mujer beba el agua de amargura que trae maldición, para que el agua que trae maldición entre a ella para causar amargura. 25 Y el sacerdote tomará la ofrenda de cereal de los celos de la mano de la mujer, y mecerá la ofrenda de cereal delante del SEÑOR y la llevará al altar; 26 el sacerdote tomará un puñado de la ofrenda de cereal como su ofrenda memorial y la quemará en el altar, y después hará que la mujer beba el agua. 27 Cuando le haya hecho beber el agua, sucederá que si ella se ha contaminado y ha sido infiel a su marido, el agua que trae maldición entrará en ella para producir amargura, y su vientre se hinchará, su muslo se enjutará y la mujer vendrá a ser una maldición en medio de su pueblo. 28 Pero si la mujer no se ha contaminado y es limpia, quedará libre y concebirá hijos.

29 ”Esta es la ley de los celos: Cuando una mujer que esté sujeta a su marido, se desvíe y se contamine, 30 o cuando un espíritu de celos venga sobre alguien y esté celoso de su mujer, entonces hará que la mujer se presente delante del SEÑOR, y el sacerdote le aplicará a ella toda esta ley. 31 Además, el marido quedará libre de culpa, pero la mujer llevará su culpa”».

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Salmo 39

Vanidad de la vida

Para el director del coro, para Jedutún. Salmo de David.

39 Yo dije: «Guardaré mis caminos
Para no pecar con mi lengua;
Guardaré mi boca como con mordaza
Mientras el impío esté en mi presencia».
Enmudecí y callé;
Guardé silencio aun acerca de lo bueno,
Y se agravó mi dolor.
Ardía mi corazón dentro de mí;
Mientras meditaba, se encendió el fuego;
Entonces dije con mi lengua:
«SEÑOR, hazme saber mi fin,
Y cuál es la medida de mis días,
Para que yo sepa cuán efímero soy.
Tú has hecho mis días muy breves,
Y mi existencia es como nada delante de Ti;
Ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es solo un soplo.           (Selah)
Sí, como una sombra anda el hombre;
Ciertamente en vano se afana;
Acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá.

»Y ahora, Señor, ¿qué espero?
En Ti está mi esperanza.
Líbrame de todas mis transgresiones;
No me hagas la burla de los necios.
Mudo me he quedado, no abro la boca,
Porque Tú eres el que ha obrado.
10 Quita de mí Tu plaga;
Por la dureza de Tu mano estoy pereciendo.
11 Con castigos reprendes al hombre por su iniquidad;
Como la polilla, consumes lo que es más precioso para él.
Ciertamente, todo hombre es solo un soplo.    (Selah)

12 »Escucha mi oración, oh SEÑOR, y presta
oído a mi clamor;
No guardes silencio ante mis lágrimas;
Porque extranjero soy junto a Ti,
Peregrino, como todos mis padres.
13 Aparta de mí Tu mirada, para poder alegrarme
Antes de que me vaya de aquí y ya no exista».

   

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Cantares 3

Ensueño de la esposa

LA ESPOSA:

3 «En mi lecho, por las noches, he buscado
Al que ama mi alma;
Lo busqué, pero no lo hallé.
“Me levantaré ahora, y andaré por la ciudad;
Por las calles y por las plazas
Buscaré al que ama mi alma”.
Lo busqué, pero no lo hallé.
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,
Y les dije: “¿Han visto al que ama mi alma?”.
Apenas los había pasado
Cuando hallé al que ama mi alma;
Lo agarré y no quise soltarlo,
Hasta que lo llevé a la casa de mi madre
Y a la alcoba de la que me concibió».

EL ESPOSO:

«Yo les ruego, oh hijas de Jerusalén,
Por las gacelas o por las ciervas del campo,
Que no levanten ni despierten a mi amor,
Hasta que quiera».

EL CORO:

«¿Qué es eso que sube del desierto
Como columnas de humo,
Con perfume de mirra e incienso,
Con todos los polvos aromáticos del mercader?
¡Miren! Es la litera de Salomón;
Sesenta valientes la rodean,
De los valientes de Israel.
Todos ellos manejan la espada,
Son diestros en la guerra,
Cada uno tiene la espada a su lado,
Contra los peligros de la noche.
El rey Salomón se ha hecho un carruaje
De madera del Líbano.
10 Hizo sus columnas de plata,
Su respaldo de oro
Y su asiento de púrpura,
Su interior tapizado con amor
Por las hijas de Jerusalén.
11 Salgan, hijas de Sión,
Y contemplen al rey Salomón con la corona
Con la cual su madre lo coronó
El día de sus bodas,
El día de la alegría de su corazón».

   

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Hebreos 3

Jesús, superior a Moisés

3 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, consideren a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. El cual fue fiel al que lo designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque Jesús ha sido considerado digno de más gloria que Moisés, así como el constructor de la casa tiene más honra que la casa. Porque toda casa es hecha por alguno, pero el que hace todas las cosas es Dios.

Moisés fue fiel en toda la casa de Dios como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir más tarde. Pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo:

«SI USTEDES OYEN HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAN SUS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACIÓN, COMO EN EL DÍA DE LA PRUEBA EN EL DESIERTO, DONDE SUS PADRES ME TENTARON Y ME PUSIERON A PRUEBA, Y VIERON MIS OBRAS POR CUARENTA AÑOS. 10 POR LO CUAL YO ME DISGUSTÉ CON AQUELLA GENERACIÓN, Y DIJE: “SIEMPRE SE DESVÍAN EN SU CORAZÓN, Y NO HAN CONOCIDO MIS CAMINOS”; 11 COMO JURÉ EN MI IRA: “NO ENTRARÁN EN MI REPOSO”».

12 Tengan cuidado, hermanos, no sea que en alguno de ustedes haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. 13 Antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: «Hoy»; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra seguridad. 15 Por lo cual se dice:

«SI USTEDES OYEN HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAN SUS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACIÓN».

16 Porque ¿quiénes, habiendo oído, lo provocaron? ¿Acaso no fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? 17 ¿Con quiénes se disgustó por cuarenta años? ¿No fue con aquellos que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en Su reposo, sino a los que fueron desobedientes? 19 Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

   

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