¿Puedo suspender el servicio dominical para ver la final del Mundial?

¿Puedo suspender el servicio dominical para ver la final del Mundial?

Reflejemos el evangelio en nuestras vidas, sin importar las presiones del mundo.

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La final de la Copa del Mundo este año será el domingo 15 de julio. Como el torneo se celebra en Rusia, el partido se realizará al mismo tiempo en que la mayoría de los países de habla hispana celebran sus servicios dominicales.

Me imagino que hay muchos pastores preguntándose qué hacer ese día. ¿Celebramos el servicio a la hora normal? ¿Cambiamos el horario para que las personas puedan mirar el encuentro deportivo?

Independientemente de la decisión que tomemos al respecto, es importante que lo hagamos con responsabilidad y convicciones bíblicas, no influenciados por las presiones culturales.

Uno de mis mayores errores

Nuestra iglesia se congrega los domingos por la tarde y ya experimentamos este problema en las pasadas dos copas mundiales.

En la final de la Copa Mundial 2010, éramos una iglesia recién plantada y teníamos un equipo de liderazgo compuesto por dos puertorriqueños y dos sudamericanos. Cuando observamos el conflicto, decidimos hablar del tema.

Para mí la decisión era sencilla: nada sustituye la importancia de congregarnos los domingos. Sin embargo, mis compañeros sudamericanos hablaron sobre la importancia del mundial y su significado en la cultura. Como equipo, decidimos proyectar el evento y luego tener nuestro servicio. Para complicar las cosas, la final se fue a tiempo extra y el partido se extendió.

He cometido muchos errores como pastor y, desde mi perspectiva, proyectar la final de la Copa Mundial antes del servicio de adoración fue uno de los mayores. Al final del partido nadie estaba listo para adorar, pues la gente tenía la mente distraída por el juego.

Para la final de fútbol del 2014, decidimos tener el servicio sin importar si coincidía o no con el evento. Por mi parte, grabé el partido e invité a mi casa a los que querían verlo luego del servicio.

El domingo es el día en el cual nos congregamos para proclamar al mundo que nuestra lealtad está con el evangelio.

La asistencia de ese domingo fue menor de lo usual, pero me sorprendió ver el apoyo y la presencia que tuvimos de muchas personas fanáticas del fútbol. Muchos me decían: “No soy ni alemán ni argentino, pero soy creyente y por eso estoy aquí”.

Con esta experiencia, quisiera compartir algunos principios que aprendí al respecto.

1. Todos batallamos con ídolos.

He escrito varios artículos sobre el día del Señor. Le he dedicado incontables horas de estudio, y he visto que muchas personas piensan que no hay buenas razones para observar tal día.

Así como todos batallamos con ídolos en diversas áreas, todos podemos tener ídolos que compiten con el llamado a guardar ese día. Todos, en algún momento, sentimos que nuestra excusa es válida para no ir a congregarnos un domingo. Pero debemos mirar las Escrituras y ver qué dice la Palabra de Dios acerca de este tema, y entonces tomar una decisión informada.

2. Tenemos libertad de conciencia.

Cuando se trata de obedecer a Dios, muchos creyentes dicen: “¡No quiero ser legalista!”. Sin embargo, ser obedientes no es legalismo; es un requisito de todo creyente, y la Biblia nos llama a tener convicciones fundamentadas sobre todo lo que hacemos.

Aunque diferentes creyentes pueden llegar a diferentes conclusiones (Ro. 14:22), es claro que todos debemos ver la supremacía de congregarnos cada domingo, y que nuestras convicciones deben basarse en un estudio bíblico cuidadoso.

Como pastor, una de las cosas que más me preocupa no es que la gente decida faltar a la iglesia el domingo para ver un partido de fútbol, sino que las personas tomen esta decisión sin haber estudiado el tema desde una perspectiva bíblica. Pensar que “tengo libertad” y “no quiero ser legalista”, no son bases suficientes para tomar una decisión tan importante.

Una de las formas principales en las que testificamos del evangelio es siendo diferentes a los demás. Así le decimos al mundo que no hay nada que nos satisfaga más que Cristo.

En el Nuevo Testamento, es claro que el domingo se volvió el centro de la adoración cristiana. Así como el sábado lo fue en el Antiguo Testamento, el domingo es el día en el cual nos congregamos para proclamar al mundo que nuestra lealtad está con el evangelio. Un día de la semana fue separado para que le digamos a Dios: “Confió en ti y en tu provisión para mí”. No solo confiamos en la provisión física, sino también (y más importante) en la provisión de un Salvador. Declaramos semanalmente nuestra lealtad al Rey que nos compró con su sangre.

3. Necesitamos considerar bien nuestras excusas.

Muchas personas argumentan sobre la importancia cultural de la Copa del Mundo, y de la posibilidad de usarla para predicar el evangelio. Aunque estoy de acuerdo en que podemos ser intencionales y usar este evento para crear ambientes de conversaciones evangelísticas, una de las formas principales en las que testificamos del evangelio es siendo diferentes a los demás. Así le decimos al mundo que no hay nada que nos satisfaga más que Cristo.

Algunos tal vez dirán: “Pastor, tú no entiendes. En Puerto Rico, donde vives, el fútbol no es importante”. Mi respuesta es: ¡Todos tenemos nuestras “copas mundiales”! Cosas que compiten con nuestra lealtad al Reino. Para mí, por ejemplo, es poder correr el maratón de Nueva York. Para alguien como yo, que disfruta correr y estar en Nueva York, parecería lógico correr allí. El único problema es que esa carrera no me permitiría congregarme con mi iglesia. Por consiguiente, he tenido que morir a mí sueño de correr en esta carrera.

4. Lo que haces comunica lo que crees.

Cuando tomamos decisiones, a menudo no consideramos lo que ellas comunican.

Uno de los grandes pecados del siglo 21 es no observar el día del Señor por razones efímeras.

Si un pastor decide cancelar el servicio del domingo para que la iglesia pueda ver la final de la Copa Mundial, o decide mover el horario del mismo, hay un serio problema: los miembros de la iglesia pueden pensar que tienen permitido dejar de congregarse por razones que crean pertinentes.

Es por eso que, teniendo yo convicciones fuertes sobre la importancia de congregarnos cada domingo, pienso que uno de los grandes pecados del siglo 21 es no observar el día del Señor por razones efímeras… como el ver la final de la Copa Mundial.

A su vez, es importante señalar que cada creyente tiene que informar su conciencia bíblicamente y que, con una conciencia tranquila, pueda tener fe en lo que escoge, creyendo que tiene el respaldo de la Palabra de Dios para hacerlo.

Que Dios nos ayude a ser personas que reflejen fielmente el llamado del evangelio para nuestras vidas, sin importar las presiones del mundo.

Imagen: FIFA.