Predicador, ¿qué hay en tu menú para los niños?

A mi familia le encanta comer fuera de casa. Nos encantan las hamburguesas, la comida tailandesa, el sushi y la pizza, tanto la comida fina como la comida rápida. Si puedes nombrarlo, lo más probable es que lo hayamos comido. En nuestras numerosas experiencias gastronómicas, una cosa ha sido cierta en todos y cada uno de los restaurantes: todos tenían menú infantil.

Los restaurantes entienden que si no pueden alimentar a los niños, no atraerán a las familias. Del mismo modo, cuando la mayoría de los padres visitan una nueva iglesia, quieren saber si tienen comida espiritual para alimentar a sus hijos. En la mayoría de las iglesias hay un menú infantil. En él hay cosas como clases del ministerio infantil, escuela bíblica de vacaciones, Oansa o grupo de jóvenes.

Pero a menudo falta un elemento en el menú: el sermón. Sí, me doy cuenta de que básicamente todas las iglesias tienen un sermón. Sin embargo, muchos (¿la mayoría?) de los sermones no tienen nada para los niños. Así que te pregunto: predicador, ¿qué hay en tu menú para los niños?

¿Te diriges regularmente a los niños en tus sermones? Cuando ayudas a los adultos de tu congregación a pensar en cómo aplicar el texto a sus vidas, ¿ayudas a los niños a hacer lo mismo? Cuando prepares un banquete para tu congregación, recuerda incluir algo para los niños.

Cuando ayudas a los adultos de tu congregación a pensar en cómo aplicar el texto a sus vidas, ¿ayudas a los niños a hacer lo mismo?

Aquí hay tres elementos del menú que he incluido en mi predicación que, por la gracia de Dios, han involucrado a los niños y han hecho crecer su amor por la Palabra de Dios. (Tú ya tienes estos elementos en tu despensa de predicación. Sólo necesitas prepararlos de una manera un poco diferente).

1. Preguntas

Hazte el hábito de hacer preguntas a los niños sobre el texto que estás predicando. Llámalos colectivamente: «Niños, tengo una pregunta para ustedes. ¿Alguno de ustedes puede decirme…?». Tendrás que dejar claro si estás pidiendo respuestas verbales («Levanta la mano si sabes…») o si estás preguntando retóricamente («Piensa si tú alguna vez…»). También debes tener en cuenta las edades de los niños de tu congregación y el tipo de preguntas que pueden responder. Dado que las capacidades cognitivas se desarrollan rápidamente durante la infancia, puedes incluso plantear preguntas a grupos específicos: «Tengo una pregunta para los niños de cinco a siete años… para los niños de siete a diez años… para los niños de diez a trece años… para los adolescentes». Sé todo lo específico que quieras, pero asegúrate de variar.

Estoy predicando el libro de Génesis y he hecho todo tipo de preguntas a los niños. Cuando hablé de Dios como un escudo, pregunté a los más pequeños para qué se usan los escudos. Al hablar del pacto de Dios con Noé, pedí a los adolescentes que nombraran los principales pactos del Antiguo Testamento. Mientras explicaba por qué Lot y Abram se separaron, pregunté a los niños qué pasaría si pusiera a diez de ellos en una habitación con juguetes suficientes solo para dos de ellos. Como respuesta, gritaron correctamente: «¡Pelearíamos!».

A los niños les encanta responder preguntas. Se les iluminan los ojos y levantan las manos. Las preguntas consistentes hacen maravillas para su interés por los sermones.

2. Ilustraciones

Sirve ilustraciones apropiadas para su edad. Las ilustraciones dirigidas a los niños no solo captan su atención, sino que resaltan verdades bíblicas que de otro modo podrían pasar por alto.

Cuando prepares ilustraciones para niños, deberás utilizar ingredientes adecuados para ellos. Las ilustraciones tomadas del matrimonio, el trabajo o los acontecimientos actuales pueden ser tan difíciles de procesar como las verdades bíblicas que intentas ilustrar. Piensa en el tipo de cosas que capten su imaginación.

Cuando hables de nuestra impotencia para derrotar al pecado, pinta un cuadro para los niños pequeños que muestre lo imposible que sería derrotar a un ejército masivo si solo tuvieran pistolas de dardos y espadas de plástico. Cuando hables con chicas adolescentes, diles que imaginen lo increíble que sería si fueran amigas de Taylor Swift y pudieran llamarla cuando quisieran. Luego diles que es mucho más increíble que sean amigas de Dios y puedan hablar con Él siempre que quieran.

Desde Daniel el Tigre hasta Narnia, desde Dude Perfect hasta los parques de diversiones, desde sentir miedo en la oscuridad hasta ser sorprendido haciendo algo malo, la lista de maneras de ilustrar verdades bíblicas para los niños es interminable. Entra en su mundo e ilustra a partir de ahí para hacer más comestible la comida que has preparado. (Una ventaja añadida de las ilustraciones para niños es que ¡la mayoría de los adultos también pueden identificarse fácilmente con estos escenarios!)

No temas animarte y ser expresivo. Puede que esto no sea natural para algunos predicadores, pero yo lo recomiendo. A los niños les encanta ver historias representadas, y meterse en el personaje por un momento es una forma estupenda de hacer que un pasaje cobre vida. El objetivo no es hacer tonterías por hacer tonterías, sino captar su imaginación y llenar sus mentes con la grandeza de Dios.

3. Aplicaciones

He dejado las «aplicaciones» para el final. Supongo que trabajas cada semana para ayudar a tu congregación a aplicar el texto a sus vidas. Al hacerlo, considera incluir algunos puntos de aplicación para los niños.

Una de las maneras más efectivas de enseñar a los niños que ellos no son espectadores en la iglesia es hablándoles directamente de cómo deben vivir a la luz de lo que dice la Biblia. Considera los diversos mandamientos que encontramos en las Escrituras: mandamientos de dejar a un lado la ira, caminar por fe, esperar en Dios y hablar la verdad en amor, entre otros. Piensa en situaciones de la vida en las que los niños puedan obedecer esos mandamientos.

Queremos que nuestros hijos sepan que la iglesia es para ellos, que Jesús es para ellos y que la vida eterna es para ellos

Por ejemplo, puedes decir algo así:

Niños, fíjense en lo que nos enseña este pasaje. Enseña que hay una conexión entre la fe y ser un pacificador. Aquellos que caminan por fe tendrán la disposición de ser pacificadores y de renunciar voluntariamente a sus derechos en favor de la unidad. ¿Eso te describe a ti? ¿Dirían tus padres que eres un pacificador? ¿Buscas maneras de hacer las paces con tus hermanos, o buscas maneras de conseguir lo que quieres? ¿Dirían tus hermanos que eres el tipo de persona que renuncia voluntariamente a sus derechos por el bien de ellos? ¿O siempre tomas el mejor asiento, la mejor comida, el mejor control, la mejor ropa?

De nuevo, debes tener en cuenta las distintas edades. La aplicación para un niño de nueve años será diferente de la aplicación para los adolescentes. Aunque puedes hablar a los adolescentes de la misma manera que a los adultos, te animo a que te dirijas a ellos como grupo para que se den cuenta de que has preparado parte de la comida para ellos. Algunas de mis conversaciones más alentadoras después del servicio han sido con adolescentes que querían pensar más sobre cómo aplicar el sermón en sus vidas.

Queremos que nuestros hijos sepan que la iglesia es para ellos, que Jesús es para ellos y que la vida eterna es para ellos, así que hablemos con ellos en nuestros sermones. Considera la posibilidad de añadir estos elementos a tu menú, y con el tiempo encontrarás un apetito creciente entre los niños por la comida que has trabajado tan duro en preparar.

Publicado en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.