La consejería realmente bíblica

La consejería realmente bíblica

La consejería bíblica es más que una transferencia fiel de conceptos bíblicos.

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“No todo lo que brilla es oro”, dice el refrán. Dicho de otro modo: las apariencias engañan. Cada creyente debe discernir, a luz de la Palabra, cualquier cosa que use el adjetivo “bíblico”.

Vivimos en un mundo caído, donde hay tiempos de dolor y angustia. Estos momentos son oportunidades para hablar la Palabra, pues las personas están más abiertas a escuchar cuando pasan por alguna dificultad. Por lo tanto, debemos asegurarnos como Iglesia de que nuestro consejo sea en realidad el consuelo y consejo de Dios. En otras palabras, que las personas reciban consejería que en verdad sea bíblica. Pero, ¿qué es lo que hace que la consejería sea realmente bíblica?

¿Qué no es la consejería bíblica?

En primer lugar, la consejería no es bíblica nada más por mencionar un tema que está en la Biblia, o por usar terminología bíblica. Es importante aclarar cuán fácil podemos caer en el error de decir que algo es bíblico simplemente porque está conectado con algún versículo o concepto en la Biblia, aunque deje de lado otras enseñanzas bíblicas.

Por ejemplo, la Escritura habla de la guerra espiritual. ¿Es correcto, entonces, decir que es bíblico aconsejar que se desaten demonios y se busque sanidad, asumiendo que el problema es algún tipo de ataque espiritual contra el cual se debe luchar?

En segundo lugar, la consejería no es bíblica nada más porque la persona aconsejando crea en la Biblia, sea creyente, y busque vivir bíblicamente. Si bien es cierto que creemos que es importante orar y mostrar la actitud de Cristo al aconsejar a otros, la pregunta es: ¿es la consejería bíblica cuando el consejero es alguien que cree en la Biblia, pero el contenido de su consejería está basado en una ideología secular que, en su raíz, es antibíblica?

La consejería bíblica es más que una transferencia fiel de conceptos bíblicos. No es un monólogo, o un pequeño sermón que se ofrece a la persona en necesidad.

Finalmente, la consejería no es realmente bíblica solo por ser ortodoxa y teológica. La consejería bíblica es más que una transferencia fiel de conceptos bíblicos. No es un monólogo, o un pequeño sermón que se ofrece a la persona en necesidad.

¿Qué es realmente la consejería bíblica?

1. Es aquella gobernada por la Biblia (2 Ti. 3:16-17).

La consejería bíblica es aquella en la que la Biblia gobierna y dirige la interacción. Esto incluye no solo el contenido, sino también la metodología. Es por eso que la verdadera consejería bíblica empieza mucho antes de la sesión o diálogo entre consejero y aconsejado. Debe haber una convicción de que los 66 libros de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, son la Palabra de Dios, y como tal son su revelación autoritativa, suficiente, infalible, e inerrante.

2. Es aquella que parte de una teología bíblica sólida (2 Ti. 2:15).

El consejero bíblico debe entender correctamente la Biblia. Esto se logra utilizando un método adecuado de interpretación. Aquí es donde un buen consejero hace exégesis y echa mano del método de interpretación histórico-gramático. Al interpretar la Biblia correctamente, se empieza a desarrollar la teología del consejero. Esto incluye una teología bíblica y sistemática. Es imperativo que el consejero sepa qué dice la Biblia sobre el problema de la humanidad y la solución en el evangelio.

3. Es aquella con profundas raíces en las Escrituras (Is. 40:8).

Finalmente, al tener una teología robusta, el consejero podrá dar consejos prácticos (teología aplicada a la vida) a los problemas que trae la vida. Además, esa misma teología informará cómo el consejero va a interactuar con el aconsejado. Así pues, la consejería que es realmente bíblica tiene profundas raíces en las Escrituras, y está basada en una visión elevada de la Palabra de Dios.

¿Cuáles son las consecuencias de no aconsejar bíblicamente?

Las consecuencias de no entender qué es lo que hace que la consejería sea realmente bíblica pueden ser desastrosas.

Por un lado, hay muchos sistemas de consejería, incluso dentro de la iglesia, que se saltan los primeros dos puntos mencionados arriba, con el pretexto (quizá bien intencionado) de querer ser prácticos a la hora de ayudar a la gente. No obstante, el problema de este enfoque es que si un consejo práctico carece de fundamento bíblico, ya no es consejo de Dios. Si el consejo se limita a perspectivas humanas, salpicadas con versículos bíblicos sacados fuera de contexto, no tendrá ningún fundamento sólido.

La consejería que es realmente bíblica tiene profundas raíces en las Escrituras, y está basada en una visión elevada de la Palabra de Dios.

Por otro lado, hay personas que quizá entienden la centralidad de la Palabra, practican una hermenéutica responsable, y aman la teología; pero trágicamente se quedan sin implementar el último paso. En otras palabras, no logran aplicar la teología a la vida cotidiana y a los problemas de las personas. Y cuando el consejo se queda anclado en la teología pero ignora la práctica, solamente se estará dispensando la Palabra, pero no se estará ministrando la Palabra. Pese a que esta perspectiva es “técnicamente” bíblica, es incompleta e ineficaz para traer ayuda práctica a las personas.

Entonces, si hemos de ser consejeros bíblicos, debemos ser hombres y mujeres que sigan el ejemplo de los bereanos, quienes escudriñaban las Escrituras (Hch. 17:11). Solo así podremos ministrar fielmente y con efectividad la Palabra de verdad a las necesidades de las personas. Un buen consejero cristiano debe ser un buen teólogo, para de esa manera dar el mejor consejo de parte de Dios a personas necesitadas en este mundo roto.

IMAGE: LIGHTSTOCK.