Giancarlo Montemayor: La Biblia nos da principios que, como padres, podemos aplicar a nuestros hijos; no solamente disciplina correctiva, sino también cómo instruirlos con disciplina positiva. Yo tengo dos niños pequeños y también estoy aprendiendo acerca del tema de la disciplina. Mis niños pequeños requieren mucha disciplina de ambos lados; tanto positiva como correctiva, instruyéndolos con la Palabra del Señor y, con sabiduría de padre y madre, enseñarles el camino del Señor.
La pregunta no es tanto si debo o no disciplinar, ¡debo hacerlo! La Biblia me instruye a eso. La sabiduría que la Biblia provee es cómo y de qué manera hacerlo dependiendo de la edad. Ahora Juan, tú tienes más experiencia en esto y seguramente puedes proveer más sabiduría en cómo, conforme van creciendo los hijos, pueden aplicarse diferentes métodos.
Juan Sánchez: El libro de Proverbios nos enseña que hay muchas maneras de discipular y disciplinar. Estas palabras son similares; disciplinar y discipular vienen de la misma raíz, pero tenemos que entender que el contexto de padre a hijo es uno de instrucción en amor. Muchas veces no enseñamos a nuestros hijos, esperamos que adivinen lo que está en nuestras mentes, y nos enojamos muy rápido con los niños porque tenemos una expectativa de ellos que no les hemos enseñado.
Así que mi sugerencia es invertir mucho tiempo instruyendo a la familia y a sus hijos en la Palabra de Dios; quién es Dios, qué es lo que Dios requiere, ayudándoles a entender obediencia; qué bueno es obedecer a Dios y obedecer a los padres que Dios nos da. Y en ese contexto positivo, ese contexto de instrucción, viene la disciplina de corregir.
También tenemos que entender teológicamente que la disciplina no es estar enojados porque no se están portando bien. En la disciplina reflejamos el carácter de Dios como Padre a nuestros hijos, el carácter de Dios en la justicia, y el proceso de la disciplina; que es un proceso donde también estamos enseñando el evangelio. Si mi hija sigue desobedeciendo al Señor, y sigue y sigue, y sigue; no va a caer bajo la disciplina mía, va a caer bajo la justicia de Dios y la ira de Dios finalmente. Así que el proceso de disciplina refleja el carácter de Dios y su justicia, y estamos tratando de salvar a nuestros hijos del juicio final de Dios, enseñándoles que la única manera de escapar del juicio final de Dios es a través de Jesucristo y su evangelio. Así que en el proceso de disciplina, debe haber mucha instrucción en la casa.
Queremos una casa de gozo, una casa de muchas conversaciones; pero cuando viene la disciplina, apuntamos a nuestros hijos a Dios. Él es un Dios de amor y santo, un Dios de misericordia y de justicia, y si nuestros hijos siguen este camino de desobediencia y rebelión, van a caer bajo de la ira de Dios. Rescatemos a nuestros hijos de esa ira y apuntemos siempre a Jesucristo y su evangelio.
GM: En cierto sentido, no es muy diferente a cómo hacemos disciplina en la iglesia. El propósito es el mismo, es rescatar su alma porque lo amamos; el fin es amar. Pablo nos dice: no exasperen los padres a los hijos; el fin no es disciplinarlos solo por exasperarlos, sino porque los amamos.
JS: Exacto. Así como en la familia, también en la iglesia.