La relación entre la Iglesia y el Estado
Dios entregó el poder de la espada a los gobernantes y el poder de las llaves a las iglesias; y pretende que trabajen por separado, pero en cooperación hacia el mayor fin de la adoración.
Dios entregó el poder de la espada a los gobernantes y el poder de las llaves a las iglesias; y pretende que trabajen por separado, pero en cooperación hacia el mayor fin de la adoración.
El nuevo nacimiento no es una nueva religión, un mero cambio de inclinación o una mejoría de la naturaleza humana.
Comprender la realidad de la enemistad de la humanidad con Dios nos motiva a evangelizar y buscar que otros experimenten el gozo de la reconciliación con Dios en Cristo.
Si Jesús predicó el arrepentimiento y los apóstoles predicaron el arrepentimiento, entonces no hace falta decir que la iglesia de todos los tiempos debe predicar el arrepentimiento.
Debido a nuestra unión con Cristo, participamos de Su justificación; Su justicia aprobada por Su resurrección es contada como nuestra, nos es imputada.