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En alguna parte del mundo, una madre en agonía clama a Dios mientras sostiene el cuerpo sin vida de su pequeño niño; un padre contiene las lágrimas en oración ante la realidad de que su hijo no volverá a caminar; una mujer reposa en el Señor con un corazón destrozado al enterarse de la infidelidad de su esposo. Cada una de estas circunstancias nos evocan emociones que probablemente te son familiares, emociones que nos recuerdan lo que es sufrir.

El sufrimiento en la humanidad es extenso y las situaciones que lo infligen son innumerables. La idea de un Dios de bondad inmensurable parece cuestionable ante tanta aflicción. Todos sufrimos y pocas cosas en la vida estremecen más el alma como la idea de sufrir. Pero entonces, ¿cómo deberíamos entender el sufrimiento ante el amor de Dios?

Sufrir nunca es en vano, es una adaptación escrita de las que fueron originalmente seis sesiones grabadas en audio sobre la realidad del sufrimiento. Con fundamento bíblico y una vida experimentada en la aflicción, la misionera Elisabeth Elliot define el sufrimiento a la luz del evangelio y lo contextualiza en la vida de un seguidor de Cristo. Con solo seis capítulos, es un pequeño libro que contiene grandes reflexiones y despliega un amplio panorama de la obra de Dios y nuestro papel en medio de la aflicción.

Sufrir nunca es en vano

Sufrir nunca es en vano

B&H Español. 128.

Sufrir nunca es en vano, es una adaptación escrita de las que fueron originalmente seis sesiones grabadas en audio sobre la realidad del sufrimiento. Con fundamento bíblico y una vida experimentada en la aflicción, la misionera Elisabeth Elliot define el sufrimiento a la luz del evangelio y lo contextualiza en la vida de un seguidor de Cristo. Con solo seis capítulos, es un pequeño libro que contiene grandes reflexiones y despliega un amplio panorama de la obra de Dios y nuestro papel en medio de la aflicción.

B&H Español. 128.

En los primeros capítulos del libro, La terrible verdad y El mensaje, verás cómo la autora relata con sinceridad los cuestionamientos que surgen ante la crudeza del sufrimiento. Con palabras amenas y personales, ella nos lleva a un razonamiento honesto sobre la aflicción y lo indispensable que será para entender a plenitud conceptos inquebrantables sobre Dios.

Elliot nos recuerda que según la Palabra de Dios hay verdades que únicamente podremos entender a partir del dolor, afirmándonos con sinceridad: “Las cosas más profundas que he aprendido en mi propia vida provienen del sufrimiento más profundo; de las aguas más hondas y de los fuegos más violentos, han surgido las cosas más insondables que conozco sobre Dios” (loc. 309). La autora identifica el sufrimiento cómo un instrumento para captar nuestra atención, centrando nuestra reflexión en Dios y su evangelio, ya que “solo en la cruz podemos comenzar a armonizar esta aparente contradicción entre sufrimiento y amor. Nunca entenderemos el sufrimiento a menos que entendamos el amor de Dios” (loc. 351).

En los capítulos Aceptación, Gratitud y Ofrenda, descubrirás la relevancia de sufrir en la cercanía de la cruz y cómo deberíamos acércanos ante lo ineludible. La línea de pensamiento te llevará a reflexionar en la respuesta que distingue al cristiano en los momentos más difíciles. Con hermosas palabras, se nos alienta a pasar por las etapas de sufrimiento recordando que nuestra confianza debe estar en Dios, su gracia y sus promesas que son efectivas en Cristo. Y es que, en esos momentos de sufrimiento, “los cristianos deben ser personas que estén preparadas para mirar fijamente los hechos, los hechos horribles, y luego mirar al otro nivel en el que esos hechos deben interpretarse y no titubear ante la promesa de Dios” (loc. 824).

En el último capítulo, Transfiguración, leerás acerca de lo que Dios hace con nuestra perspectiva, cuando esta es distorsionada, y explica cómo todo obra para su gloria. La autora termina con una profunda reflexión sobre cómo Cristo transforma el sufrimiento y nuestra perspectiva en tiempos sombríos. Ella regresa a lo fundamental: la obra de Cristo en la cruz, señalando el principio de la muerte que abre paso a la vida. Nos recuerda que “el mejor fruto brota [incluso] de la poda más drástica” (loc. 1,370).

Sufrir nunca es en vano te llevará a meditar en lo que significa sufrir desde la perspectiva divina y sus principios resonarán en tu mente, dejando una fuerte y profunda impresión a largo de tu día. Te animará a aferrarte con más fervor a nuestro Señor Jesucristo y producirá un anhelo mayor de tener plena confianza en Dios y Su obra en todo tiempo. Sus palabras te llevarán a contemplar la aflicción de la cruz y serás motivado a aferrarte a lo inmutable, a aceptar el inexorable amor de Dios que prevalece incluso en el sufrimiento y tener gratitud por Su control soberano aun en medio del caos.

Mientras leía este libro, recordaba las palabras del salmista: “Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (Sal 76:23, NTV). Sufrir nunca es en vano es un libro que recomiendo leer, principalmente porque te acercará a comprender la aflicción desde la perspectiva de la cruz.

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