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¿Has leído El cielo es real?”. Me han hecho esta pregunta más veces de las que puedo contar. Así que déjenme decirles: no, no lo he leído. En realidad, el editor me pidió leer el manuscrito y ofrecer un respaldo antes de que el libro fuera publicado, pero me negué. Y está claro que la falta de un respaldo de mi parte no ha obstaculizado las ventas.

He esperado que el alboroto que rodea a este libro y muchos otros libros del tipo “murió, fue al cielo y regresó” termine. Y luego fui al cine durante las vacaciones y vi los cortes para la próxima película basada en El cielo es real. Así que antes de que me pregunten si voy a ver la película, déjenme decirles que no, no voy a verla.

¿Fomentan estos libros una fe genuina?

La gente dice que estas historias fomentan su fe, o la fe de alguien que conocen. Pero creo que en realidad disminuyen la fe bíblica, al elevar el clamor de una experiencia sobrenatural por encima del contenido de las Escrituras. La mayoría de estos clamores por ver el cielo se centran en preocupaciones terrenales y deseos humanos raquíticos que carecen de lo que la Biblia describe como el corazón del paraíso: la gloria de Dios, el Cordero que fue inmolado en el trono del universo. Al abrazar estas historias nos estamos diciendo simplemente que la Biblia no es suficiente, que una experiencia mística de otra persona es necesaria para verificar o “hacer realidad” lo que Dios ha dicho. Pero la fe salvífica es poner todas nuestras esperanzas en quién es Dios y lo que Dios ha dicho tal como se revela en la Biblia. Es estar confiados de lo que no podemos ver (Juan 20:29, Hebreos 11:01), no ser convencidos por algo que alguien supuestamente vio.

El cielo es real

El cielo es real

Grupo Nelson. 208 pp.
Grupo Nelson. 208 pp.

Curiosamente, Jesús mismo habló de la inutilidad de tal testimonio para generar una fe genuina. Jesús contó una historia acerca de un hombre rico en el lugar de los muertos quien llama al “Padre Abraham” para advertirle a sus hermanos de tal manera que no terminen en el lugar de tormento (Lucas 16:19-31). El rico quiere que alguien que halla muerto e ido al cielo vuelva a la vida y hable de su experiencia, de tal manera que los miembros de su familia crean lo que las Escrituras enseñan acerca de las consecuencias de no estar unidos a Cristo por la fe.

En esta historia de Jesús el Padre Abraham dice: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, (es decir, si no creen lo que dice la Biblia) tampoco escucharán aunque alguien se levante de entre los muertos”. Jesús está diciendo que todo lo que necesitamos para poner nuestra fe en las promesas de Dios, todo lo que necesitamos para encontrar consuelo y esperanza en cuanto a la vida más allá de esta vida se puede encontrar en las Escrituras.

Testimonios en los que se puede confiar

Sólo hay cinco testimonios de haber visto dentro de las realidades del cielo que estamos obligados a creer. Estos testimonios claramente aumentan, en lugar de disminuir, la fe bíblica. Está Isaías, que vio al Señor alto y sublime, sentado en un trono (Isaías 6); Ezequiel, a quien se le dio una visión del futuro cielo nuevo y tierra nueva que él describe como una ciudad/jardín en forma de un templo llamado El Señor está allí (Ezequiel 40-48); Esteban, quien, antes de ser apedreado por el pueblo de Jerusalén “miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra del Padre y dijo: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios” (Hechos 7:55-56); Juan, quien vio a Jesús resucitado y glorificado sentado en el trono del universo siendo adorado por todos los pueblos de la tierra, todas las criaturas de la tierra, y todos los ángeles del cielo (Apocalipsis 1, 4); y al apóstol Pablo, que fue arrebatado hasta el tercer cielo y quien “oyó cosas que no se pueden contar, que el hombre no puede expresar” (2 Corintios 12:1-7).  ¿No es interesante que Pablo, quien escribió la mayor parte del Nuevo Testamento, no incluyó detalles acerca de lo que vio en su tour personal de los cielos, y que de hecho dijo que no debía hablarse al respecto?

Ninguno de estos testigos afirma haber muerto y vuelto a la vida.  Ninguno de estos testimonios se enfoca en reuniones con otras personas que han muerto. Estos testigos fueron claramente cautivados solamente por Dios. Leemos que ellos cayeron sobre sus rostros mientras sus ojos veían la gloria de Dios irradiar de su ser.

Por supuesto, la Biblia nos cuenta acerca de algunas personas que murieron y volvieron a la vida. Sin embargo, no se digna en grabar sus testimonios sobre la experiencia. Evidentemente, no son dignos de ser mostrados a nosotros como un fundamento para la fe. Si lo fuera, ¿no habría un libro de Lázaro en el que nos narraría acerca de esos cuatro días en la tumba antes de que Jesús lo llamara de vuelto a la vida? Mateo nos cuenta que cuando Jesús murió, “se levantaron muchos cuerpos de santos que habían dormido” (Mateo 27:52). De manera sorprendente, eso es todo lo que se nos dice. Si los testimonios de aquellos que han muerto e ido al cielo y han vuelto a la vida tuvieran algo de valor para ayudarnos a poner nuestra fe en las promesas de Dios, ¿no estarían en los Evangelios sus testimonios?

Cómo saber que el cielo es real

La pregunta realmente no se trata de que si la descripción del cielo de un niño de 4 años de edad concuerda con lo que las Escrituras enseñan. La pregunta es si realmente creemos que Dios en su Palabra “nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Pedro 1:3). Es cierto que la Biblia no proporciona muchos detalles sobre lo que nos espera más allá de esta vida, como algunos de nosotros pudiéramos desear. Aun así, nos cuenta cuatro cosas importantes:

  1. Vamos a estar con Cristo (Lucas 23:42-43, Filipenses 1:21-23).
  2. Será mucho mejor que la vida en esta tierra (Filipenses 1:21-23).
  3. Estaremos ausentes de este cuerpo (2 Corintios 5:6-8).
  4. Nuestros espíritus serán perfectos; completamente limpios de pecado (Hebreos 12:22-23).

Publicado originalmente el 24 de enero de 2014 para The Gospel Coalition. Traducido por Eddy Garcia.

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