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¿Te gustaría tener un encuentro divino con el Espíritu Santo? A qué creyente no, ¿verdad? Eso es lo que “el Apóstol Guillermo Maldonado” dice facilitar a sus lectores en este libro de 224 páginas. Según Cindy Jacobs, de la organización Generals International: “El solo hecho de leer este libro le provocará experiencias sobrenaturales con Dios”.

En Encuentro divino con el Espíritu Santo, Maldonado pretende escribir sobre la persona y la obra del Espíritu Santo desde una perspectiva cristiana y bíblica. Presenta al Espíritu Santo dentro de un contexto trinitario aparentemente ortodoxo, aunque utiliza algunas frases no del todo exactas, como cuando se refiere a la “esencia tripartita”¹ de Dios (p. 9).

El libro contiene algunas frases muy acertadas:

  • “El Espíritu Santo no habla de Él, sino que testifica de Jesús y de Su obra terminada en la cruz” (p. 10).
  • “Si alguien enseña o predica sin exaltar a Jesús, lo que habla no proviene de Dios y el Espíritu Santo no lo respalda” (p. 10).
  • “Necesitamos que el Espíritu Santo nos revele la persona del Salvador… Sin el Espíritu Santo no podemos tener revelación de Jesús ni entender las cosas espirituales…” (p. 65).
  • “La primera clave para ser guiado por el Espíritu de Dios es vivir una vida de oración y comunión constante con Dios, tal como Jesús lo hizo” (p. 183).
  • “Si decimos que tenemos intimidad con Dios, pero nuestras canciones hablan más de nosotros que de Él… necesitamos renovar y redirigir nuestra adoración” (p. 212).

Sin embargo, a pesar de la superficial apariencia de ortodoxia y espiritualidad bíblica, el libro adolece de una serie de defectos insalvables:

1. Una teología del Espíritu Santo muy selectiva

Maldonado no es el primero —ni será el último— en pretender darle más importancia al Espíritu Santo que otros predicadores y escritores, pero la realidad es que presenta una teología del Espíritu Santo muy selectiva y, por lo tanto, desequilibrada.

En el libro se habla muy poco sobre la obra del Espíritu Santo a lo largo del Antiguo Testamento. Y aunque Maldonado sí toca el tema del Espíritu Santo en la vida y el ministerio de Jesús, lo reduce a un brevísimo resumen de un par de párrafos. Incluso cuando habla del papel del Espíritu Santo en la vida de los creyentes, se centra en los pocos aspectos que le interesa resaltar y dice muy poco sobre otros aspectos igualmente importantes, como el testimonio del Espíritu Santo al creyente, su obra de iluminación y, sobre todo, su papel en la santificación del creyente.

Honestamente, a la luz del actual panorama en el mundo evangélico, ¿qué necesitamos: más (supuestos) milagros, o más cristianos verdaderos siendo santificados por el Espíritu Santo? Plantear la pregunta es contestarla.

2. Textos fuera de contexto

No se puede negar que el libro contiene bastantes citas bíblicas. Lamentablemente, una y otra vez, los pasajes son sacados de su contexto e interpretados no de acuerdo con las reglas de una sana hermenéutica bíblica, sino más bien torcidos para que digan lo que a Maldonado le interesa que digan.

Veamos algunos ejemplos:

Hechos 1:8

Maldonado aplica el poder que iban a recibir los primeros seguidores de Jesús al poder para hacer milagros, pero lo que Jesús dijo fue: “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos…”. Que sepamos, los ciento veinte creyentes presentes el día de Pentecostés no hicieron ningún milagro ese día, ¡pero sí fueron poderosos testigos de Jesús!

Romanos 8:14

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. Maldonado cita estas palabras de Pablo una y otra vez, sobre todo en su capítulo, “Cómo ser guiados por el Espíritu Santo”, pero las saca totalmente fuera de su contexto.

El autor las aplica a cómo, según él, el Espíritu Santo guía a las personas que hacen milagros, para que sepan cuándo, sobre quiénes, y qué milagros en particular van a hacer. Pero en el contexto de Romanos 8, Pablo se refiere a la dirección moral que da el Espíritu Santo a los verdaderos hijos de Dios para que estos no anden conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Una vez más, se quita la santificación y se impone la aparente obsesión del autor con los milagros.

1 Corintios 2:1-2

Lo que hace Maldonado con estas palabras de Pablo es pasmoso. Escribe: “Pablo reconoció su falla al tratar de impresionar a la gente en Atenas… con un mensaje de sabiduría humana en lugar de caminar en el poder de la cruz” (p. 134). Según Maldonado, ¡el apóstol Pablo se equivocó en Atenas, pero corrigió su error en Corinto!

Estos no son más que unos pocos ejemplos de cómo el autor maneja la Palabra a lo largo del libro.

3. Una obsesión con los milagros y las sanidades físicas

Este es el verdadero tema del libro. Porque para Maldonado, el Espíritu Santo significa, ante todo, poder; y para él, el poder significa, ante todo, milagros; y para él, los milagros significan, ante todo, milagros de sanidad. Y según parece, ¡una de las especialidades de Maldonado son “los milagros creativos”… o sea, la creación de partes del cuerpo que faltaban!

El libro contiene muchos testimonios de personas de diferentes partes del mundo, la inmensa mayoría son de (supuestas) sanidades físicas.

Según Maldonado, si alguien no hace milagros, no tiene la aprobación de Dios sobre su ministerio. “Si usted predica y no hay señales sobrenaturales que respalden su ministerio, algo anda mal” (p. 86). “Si usted es un líder y su iglesia está seca, no ocurren milagros, sanidades, rompimientos, ni ningún otro mover de Espíritu, usted necesita arrepentirse” (p. 61).

Y cuando habla (en el capítulo 4) del rechazo a la persona y las cosas del Espíritu, se refiere a las personas e iglesias que no comparten su forma particular de entender el poder y los dones del Espíritu Santo. A los tales aplica las palabras de Pablo sobre la apostasía en 2 Timoteo 3:5: “Teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder. A los tales evita”. Y añade: “La Biblia nos advierte que cada vez que nos encontremos con ese tipo de personas, debemos apartarnos de ellas” (p. 105). El autor dice que Dios juzga a pastores así y que él mismo ha visto “pastores morir sin cumplir su propósito en la tierra”, castigados por Dios por tal “error”. Una lectura rápida del pasaje a Timoteo nos muestra que Pablo se refiere a las personas mundanas y no nacidas de nuevo de todos los tiempos.

No sería una exageración decir que este libro no es tanto un libro sobre el Espíritu Santo, sino más bien un libro sobre milagros y, sobre todo, sanidades físicas; como si se pudiera reducir a eso toda la enseñanza de la Biblia sobre el Espíritu Santo.

Este libro no es tanto un libro sobre el Espíritu Santo, sino más bien un libro sobre milagros.

4. El falso “evangelio” de la prosperidad

Por si fuera poco, la teología que subyace todo lo demás en este libro es la del falso “evangelio” de la prosperidad.

Hablando de la muerte de Jesús, Maldonado se atreve a decir: “En la cruz Él tomó nuestras enfermedades para que recibamos Su sanidad; Él tomó nuestra esclavitud para que recibamos Su libertad; Él tomó nuestra pobreza para que recibamos Su prosperidad; Él tomó nuestra vergüenza, para que recibamos Su gloria; Él tomó nuestra muerte para que recibamos Su vida” (p. 66). Libertad, vida, y gloria, sí… pero ¿dónde enseña la Biblia el resto? Las mentiras más peligrosas son las medias verdades, y sobre todo cuando se trata de la cruz de Cristo.

Maldonado se dirige al lector y le declara: “Si sus finanzas están estancadas, hoy rompo el espíritu de pobreza sobre su vida y desato las riquezas que Jesús ya nos dio” (p. 67). Y hay varios testimonios en el libro de personas que han experimentado el poder de Maldonado para desatar esas “riquezas que Jesús ya nos dio”. Pero, ¡ay de aquellos que no le hagan caso! “Conozco gente que volvió atrás y ahora están divorciados, enfermos, desanimados, pobres, deprimidos y vacíos de la vida de Dios” (p. 27).

5. El libro exalta al “Apóstol Guillermo Maldonado”

La Biblia nos cuenta que tanto Saúl como Absalón (hijo de David) levantaron monumentos en su propio honor (1 S. 15:12; 2 S. 18:18). Este libro es una especie de monumento levantado por Maldonado en su propio honor.

Para empezar, insiste en decirnos una y otra vez, que es un apóstol. Además, usa el término “Apóstol” (con mayúscula) como título: “El Apóstol Maldonado”, algo que ni siquiera los verdaderos apóstoles del Señor hacían.

Finalmente, la mayoría de los ejemplos que Maldonado expone en el libro son para la gloria del Apóstol Maldonado. Es gracias a él y a su ministerio que ocurren todo tipo de milagros, que las personas son sanadas, que otras personas pasan de iglesias muertas a iglesias llenas del Espíritu Santo, etc.

“Hasta ese momento no sabíamos nada sobre ese Ministerio ni del Apóstol Maldonado, pero a medida que navegábamos por su página de internet, la presencia de Dios cayó sobre nosotros y tuvimos un hermoso encuentro con el Espíritu Santo” (p. 57).

“Una vez que nos sometimos bajo la cobertura espiritual del Apóstol Maldonado, nuestros servicios cambiaron, y la iglesia también. ¡Nos metimos en el río del Espíritu!” (p. 85).

“Desde que entramos bajo la cobertura espiritual del Apóstol Maldonado, ¡las sanidades y milagros creativos que el Señor ha hecho en nuestra iglesia han sido innumerables!” (p. 110).

Y vez tras vez nos recuerda cuántas decenas de miles de personas pertenecen a su red de iglesias, asisten a sus reuniones y ven sus programas de televisión, etc.

Pero lo más grave de todo es que, de la misma manera que la Iglesia católica pretende dispensar la gracia de Dios a través de los sacramentos de la Iglesia, el Apóstol Maldonado pretende dispensar los “encuentros divinos con el Espíritu Santo”.

Maldonado comparte con nosotros su llamamiento: “Dios me llamó con voz audible y me dio una asignación específica: ‘Yo te he llamado a traer Mi poder sobrenatural a esta generación'” (p. 14). Y nos informa: “Continuamente soy lleno del Espíritu y puedo desatar el poder de Dios donde quiera que voy” (p. 155). Hasta hay un mensaje para el lector: “En esta hora, yo declaro sobre usted un encuentro sobrenatural con el Espíritu Santo, y en el nombre de Jesús, lo activo y lo empodero para hacer milagros, señales y maravillas” (p. 31).

Al final, uno se queda con la duda: ¿es el (soberano) Espíritu Santo el que se manifiesta en estos “encuentros sobrenaturales”, o es “el Apóstol Guillermo Maldonado” el encargado de “desatar” el poder del Espíritu Santo?

Conclusión

Este libro es un triste ejemplo de que a veces los que más hablan del Espíritu Santo son los que menos dicen sobre el Espíritu Santo, por lo menos a la luz de toda la rica enseñanza de la Biblia sobre Él.

Aunque el título del libro sea “Encuentro divino con el Espíritu Santo”, el verdadero protagonista es el autor, su compromiso con el falso “evangelio” de la prosperidad, y su obsesión con los (supuestos) milagros que él mismo pretende realizar. Todo esto acaba desplazando al verdadero Espíritu Santo y sustituyéndolo por un encuentro muy humano con “el Apóstol Guillermo Maldonado”.


[1] El Dios trino es un ser indivisible y no un ser compuesto por tres partes.

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