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Hace unas semanas asistí al estreno en México de la película Éxodo de Ridley Scott. La película tiene mucho que podría comentar, y muchos otros así lo están haciendo. Por mi parte quisiera enfocarme solo en dos cosas que creo necesitan ser aclaradas de una mejor manera: La relación entre Séfora y Moisés y la relación entre Dios y Moisés.

Les advierto que revelaremos algunos puntos de la trama de la película en este artículo.

Idolatría matrimonial

Éxodo muestra lo que llamo “idolatría matrimonial”. Moisés y Séfora se enamoran, se casan y se preguntan mutuamente, “¿Qué es lo más importante para ti?”. A lo cual el otro responde, “Tú”. De hecho, es evidente que para Scott, el director, la fe de Moisés en Dios pasa a ser algo de mucha menor importancia que su matrimonio. Cuando Moisés regresa por Séfora y su hijo, después de haber cruzado el Mar Rojo, ella le dice que nunca cambiaría su fe para seguirlo, algo de lo cual Moisés está muy orgulloso. El mensaje que capté fue: “La fe de cada cual en la pareja no importa mientras realmente se amen”.

Exodo: Dioses y Reyes

Exodo: Dioses y Reyes

20th Century Fox. 151 min.
20th Century Fox. 151 min.

Lo cierto es que Dios le ha dado un alto valor al compromiso matrimonial, pero, irónicamente, este valor es ignorado en esta película. Aquí Moisés abandona a su esposa y a su hijo para ir a Egipto. Séfora le reclama, “¡Qué clase de Dios te pediría abandonar a tu familia!”. Sin embargo, la Biblia es muy clara sobre el hecho de que Moisés sí llevó a Séfora y a su hijo consigo a Egipto (Éxodo 4:20-26). ¡Dios nunca le pidió a Moisés que abandonara a su familia!

Este énfasis en el valor de una relación romántica pierde de vista que el matrimonio no es un fin en sí mismo. Está diseñado para llevarnos más allá de la persona que tenemos en frente para mostrarnos la realidad del amor y compromiso de Dios hacia nosotros, específicamente de Jesús hacia su Iglesia (Ef. 5:21-33). Por su parte, la película nos da una clara muestra de cómo algo bueno, creado por Dios, puede convertirse en un ídolo. Esto sin duda es un reflejo de una sociedad inmersa en disfrutar y exaltar los regalos de Dios, mientras ignora por completo al Dador de los regalos.

Un dios ambiguo

La relación entre Dios (un niño de 11 años) y Moisés es muy extraña. No hay ninguna pista de asombro y reverencia de Moisés hacia Dios. De hecho, Dios nunca le pide a Moisés que se quite las sandalias, omitiendo el trascendental detalle de que Moisés estaba entrando en un lugar santo porque Dios estaba ahí (Éxodo 3:4-6). Desde que se encuentra con él en el monte Horeb junto a la zarza ardiente (no en la zarza), enterrado por un río de lodo, hasta la revelación de los diez mandamientos, Moisés y Dios parecen dos personas que no quisieran trabajar juntas, pero tienen que hacerlo.

Lo más notable es la ambigüedad con la que Dios le habla a Moisés. Desde un principio, la manera en que va a sacar a Israel de Egipto no es clara. La misión de Moisés es tan vaga que lo primero que hace al regresar a Egipto es entrenar al pueblo hebreo para pelear contra los egipcios y causar una revolución de independencia. Dios después simplemente le dice a Moisés que vea lo que hará. Moisés parece no tener idea de que está hablando con Dios (en un punto lo llama un “simple mensajero”), ni de cómo Dios va a sacar a su pueblo.

Este es un marcado contraste con lo que vemos en la Biblia. Dios fue extremadamente específico con Moisés, no solo sobre cuáles plagas vendrían, sino con el endurecimiento que se manifestaría en Faraón al no dejarlos ir hasta que llegara la décima plaga.

Este punto también es un reflejo de lo que nuestra sociedad piensa sobre la Biblia, la Palabra revelada de Dios. Él nos ha dado una revelación clara, no solo de sí mismo, sino de su plan de redención. No existen muchos caminos hacia Dios, sino solo uno: Jesucristo. Dios no deja este punto a nuestra interpretación personal, como lo hizo con Moisés en la película Éxodo.

Lo cierto es que no podemos esperar que una película hecha por no cristianos pueda cargar con todo el peso de la historia de redención en el libro de Éxodo. Pero al hacer un filme basado en una obra, uno espera cierta fidelidad a las fuentes. En este caso, aunque pudieran tomarse ciertas libertades artísticas, que los elementos de la historia estuvieran al menos apegados a lo que la Biblia narra. Por su parte, lo que hace Éxodo es distorsionar la historia bíblica para presentar una cosmovisión secular de la vida: disfruta los regalos que Dios te da sin pensar cuánto más maravilloso es Él y obedécelo a tu manera, porque no puedes saber quién es realmente o qué es lo que quiere de ti.

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