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¿Alguna vez escuchaste a alguien decir o llegaste a pensar que «la Biblia es machista»? Quienes afirman esto lo hacen porque consideran que Dios da un lugar de superioridad a los hombres en los relatos de la Biblia y que Sus mandatos discriminan a las mujeres, e incluso pueden llegar a constituir limitaciones para su desarrollo pleno. 

Si esto fuera cierto, sería demasiado triste para nosotras. De hecho, dejaría en evidencia que el carácter de Dios no es como nos enseña Su Palabra. Pero ¿es esto así?

El libro Mujeres de influencia: El legado de una mujer virtuosa (B&H Español, 2022) podrá ayudarnos a disipar estas dudas. Escrito por más de diez mujeres, nos ofrece un estudio cuidadoso de la Palabra de Dios que nos llevará a asombrarnos del lugar que Él ha dado a la mujer a lo largo de Su historia.

Mujeres de influenciia

Mujeres de influenciia

B&H Español. 208.

El libro Mujeres de influencia: El legado de una mujer virtuosa (B&H Español, 2022) podrá ayudarnos a disipar estas dudas. Escrito por más de diez mujeres, nos ofrece un estudio cuidadoso de la Palabra de Dios que nos llevará a asombrarnos del lugar que Él ha dado a la mujer a lo largo de Su historia.

B&H Español. 208.

Mujeres de influencia

Las autoras nos enseñan, en los primeros capítulos, cuál es el diseño de Dios para la mujer y el lugar que Él pensó para ella dentro de Su plan de redención. Esto nos sirve para comprender cuáles son las áreas de servicio que Dios estableció para nosotras hoy.

La segunda mitad del libro explica de qué maneras podemos cultivar nuestro carácter para ser influyentes y dejar un legado bíblico a las próximas generaciones.

Analicemos su contenido.

La mujer en el Edén

Los capítulos 1 y 2 del libro se enfocan donde todo comenzó. En Génesis encontramos la creación del hombre y de la mujer. Dios creó a ambos a Su imagen y semejanza, iguales en dignidad y valor, pero con algunas diferencias, tanto físicas como de roles.

Dios creó primero al hombre y cuando vio que estaba solo, consideró que esto no era bueno. Por eso creó a la mujer con un papel especial: ser ayuda idónea, capaz de nutrir y dar vida (Gn 2:18). «Dios nunca pretendió que la mujer fuera una persona inferior o débil. El papel de la mujer no es menor, ni inferior, sino diferente al del hombre» (p. 12).

«La ayuda idónea es un rol elevado y extraordinario» (p. 14) y esto queda evidente en que la palabra hebrea que la Biblia usa para «ayuda» (Gn 2:18) es ezer; la cual también es atribuida a Dios en otros pasajes de la Biblia, donde se revela como nuestro Ayudador (p. ej., Gn 49:25; Sal 10:14; 37:40; Is 41:10). A medida que avanzamos en la lectura de la Biblia podemos ver esta función siendo desarrollada de múltiples maneras, más de las que pudiéramos imaginar.

La mujer en el Antiguo Testamento

Cuando pensamos en cómo era el papel de la mujer en el Antiguo Testamento, su vida y su rol, tal vez lo primero que nos viene a la mente es un sentido de opresión y falta de libertad, de abuso y de constantes limitaciones; mujeres que aparentemente no tenían voz ni voto, que en muchas ocasiones su valor era material o reproductivo (p. 36).

El argumento anterior es uno de los más usados contra la Biblia y se llega a considerar como el fundamento para el supuesto machismo que promueve. La justificación de quienes dicen que la Biblia es machista es aparentemente extraída del Antiguo Testamento.

Sin embargo, el capítulo 3 analiza las implicaciones del hecho de que «Dios tuvo el cuidado de dejar plasmados ejemplos de mujeres que formaron parte de Su historia y fueron usadas por orquestación divina» (p. 36).

Sifra y Fúa, Jael, Ester, Rut y Miriam son algunas de las mujeres que Dios quiso que quedaran registradas en la Biblia para darnos hermosos ejemplos de fortaleza, entrega y confianza en Dios (Éx 1:16-17; 15:20-21; Jue 4 y 5). Estas mujeres se pusieron en las manos de Dios y, con honor y valentía, asumieron su rol de ayuda idónea en sus familias y en su contexto.

La mujer en el Nuevo Testamento

El capítulo 4 nos ayuda a comprender que, desde los primeros versículos del Nuevo Testamento, ya se puede ver que «en Su gracia y soberanía, Dios escogió a una mujer para llevar a cabo su plan redentor. Hay que reconocer que, si se habla de servicio a Dios, ¡este fue tan sublime, abnegado, desprendido y valiente!» (p. 47). Sí, estamos hablando de María. Pero ella no fue la única mujer tenida en cuenta por Dios.

Elizabeth, su prima, también tuvo el privilegio de ser la escogida para traer a Juan el Bautista, el heraldo del Mesías. Ambas mujeres, «además de su humildad y rendición a la voluntad de Dios, ratifican el rol dado a la mujer desde Génesis como ayuda idónea, que da vida y nutre» (p. 48). Unos capítulos más adelante aparece Ana, ejemplo de una vida entregada al Señor y un corazón que anhelaba la llegada del Mesías (Lc 2:36-38).

Estas mujeres aparecen en los primeros capítulos de los evangelios y ya podemos asombrarnos al ver cómo Dios decidió que las mujeres sean una parte importante para concretar Su plan. Esto no es todo, pues cuando vemos a Jesús tratar con las mujeres durante Su ministerio, podemos asombrarnos aún más.

La mujer samaritana es un hermoso ejemplo. «¡A la menos indicada, la descalificada y estigmatizada! ¡Pero así es Jesús! ¡La escogió, la vió, la amó y la rescató para luego usarla para Su gloria!» (p. 51). También podemos notar que hubo lugar para mujeres como María Magdalena, Juana y Susana, quienes caminaron al lado de Jesús sometidas a Su liderazgo, siendo de ayuda en el desarrollo y sostén de Su ministerio (Lc 24:8-10).

Por último, podemos ver el lugar que ocuparon las mujeres en la iglesia primitiva y las múltiples tareas que desarrollaron siendo protagonistas del obrar de Dios. Febe, Priscila, Trifena, Trifosa, la hermana Pérsida, Lidia, Dorcas, entre otras, fueron reconocidas por el apóstol Pablo por su servicio abnegado y su colaboración. «Cada mujer mencionada aquí está unida por el hilo del servicio en diferentes áreas, dada la multiforme gracia de Dios. Esto permea su esencia y propósito desde que fue creada: ser ayuda idónea, que complementa, que sustenta» (p. 57).

El único árbol entre tantos

Después de leer todo lo anterior, no nos quedan dudas de que la Biblia muestra a las mujeres siendo favorecidas y honradas por Dios al darles la oportunidad de «nutrir a Su pueblo, colaborar de manera estratégica, construir ciudades, consolar y exhortar a líderes varones, sostener económicamente la obra misionera; vemos maestras de teología, portadoras de noticias cruciales, poderosas intercesoras, ministras de alabanza y mucho más» (p. 152).

Es importante aclarar algo obvio: nada de esto fue hecho por mujeres solas. Era parte del plan de Dios usar a hombres y mujeres que, complementando sus características y roles, llevaran a cabo las buenas obras que Dios pensó para ellos.

Sin embargo, aquí viene el punto que ha sido como «el árbol que tapa el bosque» para muchas mujeres: «Como mujeres que anhelamos servir a Dios es importante que entendamos que en esto también debemos operar dentro de ciertos límites establecidos por Él para nosotras» (p. 84). Este límite está muy lejos de dejarnos fuera del servicio en un lugar de inferioridad, como nuestro corazón engañoso quiere hacernos creer. Más bien se asemeja al mandato que Dios les dió a Adán y Eva en el huerto del Edén. En Su generosidad, Dios les dió múltiples árboles de los cuales comer, prohibiéndoles solo uno.

Hay un área que Dios, en Su sabiduría y autoridad de Diseñador y Creador, determinó que fuera exclusiva para los varones: «Cuando la iglesia está reunida, el lugar de enseñanza no le corresponde a la mujer, sino al hombre. Del mismo modo, tampoco está la mujer llamada a ocupar una posición de autoridad por encima del hombre» (p. 88). Sin embargo, las mujeres «sí podemos y debemos enseñar a una nueva generación, ya sea de hijos, nietos o de mujeres que comienzan a caminar en la fe. ¡Y la verdad es que esa tarea es grande!» (p. 90).

En este tema se enfoca el capítulo 5, dando el fundamento bíblico y mostrando de qué maneras podemos desarrollar nuestro rol de ayuda idónea dentro de estos límites llenos de amor dados por Dios.

Conclusión 

Después de realizar este recorrido que Mujeres de influencia hace a través de la Biblia, podemos responder a la idea de que «la Biblia es machista» con un rotundo no. «La Palabra de Dios es profundamente generosa con el sexo femenino» (p. 152). Dios no favorece de manera especial a hombres ni a mujeres. La Escritura los muestra a ambos siendo usados por Él para concretar Sus planes, valiéndose de Su perfecto diseño y de sus diferencias para llevar a cabo Su obra de redención.

Hermana, si alguna vez pensaste que en el plan de Dios nuestro lugar es secundario, te ruego que sigas profundizando en este tema. Mira a tu alrededor y ora para que Dios te muestre de qué maneras y en qué áreas puedes servir a los demás, glorificando a Dios y teniendo el privilegio de ser un reflejo de nuestro fiel Ayudador, quien nos da vida y nos sustenta. Encontrarás deleite al experimentar la belleza de vivir según el diseño de Dios.

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