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Si hay una oración que todo cristiano ha hecho, es esta: “Señor, ¡quiero cambiar!”. A pesar de que ya hemos sido salvados, aún experimentamos el peso del pecado que nos asedia. Si “quiero cambiar” ha sido y es tu oración, la lectura de este libro será de mucho provecho para ti.

¡Ayuda! Quiero cambiar!, de Jim Newheiser, no trata de métodos basados en tus propias fuerzas; este recurso te ayuda a ver cómo el evangelio no solo es el punto de partida de la vida cristiana, sino también el camino por el cual podremos crecer en santidad. Aunque el libro es pequeño y su portada minimalista, su contenido es de gran ayuda espiritual y práctica.

El recurso está organizado en cuatro capítulos.

¡Ayuda! Quiero cambiar

¡Ayuda! Quiero cambiar

Poiema Publicaciones. 49 pp.
Poiema Publicaciones. 49 pp.

1. Los métodos que no son bíblicos conducen al fracaso

“Muchos cristianos profesantes buscan el cambio en sus vidas usando métodos contrarios a la Escritura. Como resultado no tienen el cambio que Dios busca producir en Su pueblo” (p. 13).

Newheiser nos introduce a la raíz del problema: nuestras motivaciones y métodos incorrectos. El autor describe cómo muchos hombres y mujeres intentan cambiar por medio de ministerios de liberación, misticismo, medicamentos, fórmulas de superación personal, moralismo, o programas de recuperación. Lejos de ayudar, estos intentos conducen a la desesperación cuando las personas experimentan fracaso tras fracaso. Newheiser nos explica estos métodos, refutándolos bíblicamente y guiándonos a la verdadera fuente de cambio.

2. El evangelio es la clave para el cambio

“Muchos cristianos piensan que el evangelio es importante solo al principio de la vida cristiana. Lo entienden solo como el medio por el cual nuestros pecados son perdonados por la fe en Cristo (justificación) y fracasan en ver la importancia del evangelio para nuestro crecimiento progresivo como cristianos (santificación)” (p. 17).

Es importante resaltar que, antes de entrar a la práctica en la tercera sección del libro, el autor dedica un capítulo para mostrarnos cómo el evangelio es más de lo que solemos pensar. El evangelio nos lleva a recordar lo que Dios ha hecho por nosotros y reconocer que nuestra posición ante Él está segura en Cristo. Esto promueve la santidad, nos da una nueva identidad, y un poder liberador. Ahora podemos ver a Cristo más precioso y disfrutable que cualquier pecado, y Él mismo nos capacita para llevar fruto (Jn. 15:5). Si no entendemos la obra del evangelio en nuestras vidas, los consejos prácticos no tendrán dónde sostenerse.

3. Tu responsabilidad en el cambio

Habiendo aclarado que lo primero es el evangelio, Newheiser procede a explicar la importancia de practicar disciplinas saludables motivadas por el agradecimiento y el amor a Dios. Nos equivocamos si pensamos que no tenemos responsabilidad alguna a la hora de cambiar. El autor cuenta que alguien le dijo: “Ya que la salvación es obra de Dios, no es mi deber esforzarme. Mejor esperaré a que Dios me cambie”. También nos habla de que, luego de escuchar sobre su adicción a la pornografía, un pastor le aconsejó a un hombre: “Solo ve a Cristo”. Pero la esposa replicó: “¿No hay algo concreto que podamos hacer? ¿Debemos poner un filtro en nuestra computadora? ¿Podría un hombre de la iglesia reunirse con mi esposo cada semana para rendirle cuentas?”.

Newheiser explica que el indicativo es el evangelio y el imperativo es nuestra responsabilidad, los pasos prácticos que nos ayudan a cambiar. Luego muestra cómo vemos esto en el Nuevo Testamento. El patrón típico en las epístolas es primero declarar la obra de Dios por medio de Cristo (ver Ef. 1-3; Col. 1-2; Ro. 1-11) y después llamar a los lectores a vivir a la luz de este evangelio (ver Ef. 4-6; Col. 3-4; Ro. 12-16). Los “por tanto” en la Biblia suelen dividir el indicativo (el evangelio) del imperativo (nuestra responsabilidad).

“Nuestras obras de obediencia no contribuyen a la justicia de Cristo que ya nos ha sido imputada. Dios ya no podría estar más favorablemente dispuesto hacia nosotros. Nosotros amamos (y obedecemos a Dios), no para hacer que Él nos ame, ni para hacer que nos ame más de lo que ya nos ama, sino porque Él nos amó primero (1Jn 4:19)” (p. 44).

4. ¿Cuándo sucederá el cambio?

El cambio sucede gradualmente en algunas personas, mientras que en otras es más rápido. Pero en algunos casos el cambio no se da, y esto evidencia que la buena obra del Espíritu aún no ha comenzado.

Es nuestra responsabilidad ir al evangelio y no amoldarnos a este mundo, huir del pecado, negarnos a nosotros mismos, y tomar nuestra cruz. Es necesario mirar a Jesús y luego dar pasos hacia Él para, como lo hizo Pedro, poder sostenernos en medio de las olas y el viento. En medio de todo, no debemos olvidar que el éxito en el cambio viene de Dios y no de nuestros propios méritos.

“El cambio es obra de Dios. Nosotros somos responsables de usar los medios bíblicos para buscar la santidad, pero dependemos completamente de la obra soberana del Espíritu Santo para que nos dé el éxito en Su tiempo perfecto” (p. 54).

Como escribió Pablo: “Estoy convencido de esto: El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Fil. 1:6).

Conclusión

Este libro será de provecho para todo creyente, sea nuevo o maduro. Sus páginas están llenas de textos bíblicos que conducirán al lector a ver la misericordia, la gracia, y el poder con el que Dios cambia nuestras vidas. El Dr. Newheiser sabe decir mucho con pocas palabras. Así que toma un resaltador, un libro de notas, y si puedes reúnete con un hermano o hermana y disfruten de esta edificante y reavivadora lectura.

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