A lo largo de la historia cristiana encontramos diversos testimonios de perseverancia, incluso hasta llegar a la misma muerte. Ese es el llamamiento que hemos recibido de Dios, pues la evidencia de una fe genuina es la perseverancia a través del tiempo y la adversidad.
Sin embargo, no podemos hablar de la perseverancia solamente como un llamado o evidencia de fe. La perseverancia es un regalo que Dios nos ha dado, y no algo de lo cual podríamos jactarnos o vanagloriarnos como hombres. Esto es lo que el apóstol Pablo nos recuerda en su oración por los Filipenses.
