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Leyendo Confesiones, parece que a Agustín de Hipona no le faltaban palabras para orar. La razón no era que tuviera una “unción especial” o que fuera más santo que cualquier otro creyente. No. La razón era que su corazón estaba empapado de las Escrituras. 

Este teólogo se deleitaba en contemplar al Señor a través de su Palabra. Esto hacía que, de forma natural, brotara de sus labios (y su pluma) una alabanza a Dios por quien es Él y lo que Él ha hecho (Sal. 45:1).


Esta es la discusión de nuestra lectura del mes de marzo en Coalición Lee.

Coalición Lee es el grupo de lectura virtual de Coalición por el Evangelio. Cada mes leemos juntos un libro diferente y compartimos lo que aprendemos en nuestras redes sociales con el hashtag #CoaliciónLee.

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