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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Números 21

El breve relato de la serpiente de bronce (Números 21:4-9) es probablemente el mejor conocido de todos los relatos de semejante brevedad de todo el Antiguo Testamento, debido al hecho de que Jesús mismo se refiere a él en Juan 3:14-15: “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna” ¿Qué significa este paralelismo que Jesús señala aquí?

En el relato de Números, se nos dice que mientras el pueblo continúa su itinerario, trazado por Dios, a través del desierto, se volvieron “En el camino se impacientaron y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés” (21:4-5). Incluso llegan a quejarse por los alimentos que Dios les ha estado dando, la provisión diaria de maná: “¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!” (21:5). Como consecuencia, el Señor envía un castigo en forma de serpientes venenosas. Mucha gente muere. Bajo este terrible latigazo, el pueblo confiese su pecado ante Moisés: “Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti” (21:7). Suplican a Moisés que interceda a Dios. Dios instruye a Moisés que haga una serpiente de bronce y que la coloque sobre un poste; “todos los que sean mordidos y la miren, vivirán” (21:8). Por tanto Moisés forja una serpiente de bronce, la coloca sobre un poste, y el resultado es justo el que Dios había ordenado.

Así que tenemos delante a un pueblo ingrato, emitiendo juicios contra Dios por cómo les ha tratado, y cuestionando a su líder. Se enfrentan al juicio de Dios, y la única manera de librarse del juicio es el remedio ordenado por Dios mismo, del cual se benefician simplemente al mirar a la serpiente de bronce.

La situación en la que se encuentra Nicodemo en Juan 3 no es tan diferente. Sus primeras palabras dan a entender que se ve autorizado a emitir juicios sobre Jesús (Juan 3:1-2), mientras de hecho demuestra muy poca compresión de lo que Jesús dice (3:4,10). El mundo está condenado y perece. Su única esperanza estriba en la provisión que Dios ha hecho –en otra cosa que ha sido levantada encima de un poste, o mejor dicho en otra persona que ha sido levantada en una cruz. Esta es el primer uso del vocablo “levantado” en el evangelio de Juan. A medida que los capítulos del libro se desarrollan, se convierte casi en una expresión técnica de la crucifixión de Jesús. El único remedio, la única salida, de la ira de Dios consiste en mirar la provisión de Dios: Debemos creer en el Hijo del Hombre quien ha sido “levantado”, si vamos a tener vida eterna.

Esta palabra sigue dirigiéndose a nosotros. La murmuración masiva es señal de la incredulidad. Tarde o temprano Dios nos pedirá cuentas. Nuestra única esperanza es mirar a Aquel que fue levantado en un madero.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Isaías 10:5-34

La idea central de Isaías 10:5-34 está muy clara. Tanto al principio como al final (10:5-19, 28-34), hace hincapié en el hecho de que Dios aplastará a la poderosa Asiria después de utilizarla para castigar a su propio pueblo del pacto. En la parte central (10:20-27), se insta a los israelitas a no temer a los asirios ni confiar en ellos, y apoyarse solo en el Señor.

Comenzaremos con esta sección central (10:20-27). Uno de sus temas importantes es “el remanente”. El juicio caerá, pero el pueblo de Dios no desaparecerá por completo: quedará un grupo de sus miembros. Probablemente, “el remanente de Israel” (10:20) no se refiere al del reino norteño de Israel, sino al de los israelitas del norte y del sur (nótese la analogía “pueblo de Jacob”, el antepasado común, y “remanente de Jacob”, 10:20, 21). “Se ha decretado destrucción, abrumadora justicia” (10:22) “en medio de todo el país” (10:23). Sin embargo, un remanente regresará, no sólo a un lugar, sino “al Dios poderoso” (10:21). A la luz de tales promesas, el pueblo del reino del sur, “que vive en Sion” (10:24), no debe temer a los asirios, ni siquiera cuando estos los derroten. La ira de Dios contra Israel acabará, volviéndose en breve contra los propios asirios (10:25-27).

Eso nos lleva a las secciones a ambos lados de 10:20-27. Por un lado, el tema está muy claro. El Dios que utiliza a Asiria para castigar a la obstinada comunidad del pacto, la hace responsable de sus propios pecados y la destruirá finalmente. El imperio que no es sino un hacha de guerra en la mano de Dios, blandida contra una nación rebelde (10:15), acabará reducido a la nada (10:34). El pronunciamiento de este juicio tiene el propósito de promover la fe y la perseverancia entre el remanente.

Hay un importante tema teológico subsidiario en este capítulo; la tensión bíblica entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana aparece con fuerza. El Señor utiliza a la poderosa Asiria como si fuese solo una herramienta en sus manos (10:5, 15). Él mismo la envía para castigar a Israel (10:6). Por supuesto, Asiria no es consciente de ese control por parte de Dios. Sin embargo, él la hace responsable de sus propias acciones y actitudes, en particular su arrogancia y soberbia (10:7-11, 13-14). Por tanto, la castigará (10:12). Esta tensión entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana no debe despreciarse o rechazarse, sino aprovecharse con gratitud, porque nos guardará de negar la realidad del mal y de imaginar que este puede triunfar finalmente. Meditemos en Hechos 2:23; 4:27-28.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Números 21

Conquista de Arad

21 Cuando el cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Neguev, oyó que Israel subía por el camino de Atarim, peleó contra Israel y le tomó algunos prisioneros. Entonces Israel hizo un voto al SEÑOR y dijo: «Si en verdad entregas a este pueblo en mis manos, yo destruiré por completo sus ciudades». Y oyó el SEÑOR la voz de Israel y les entregó a los cananeos; e Israel los destruyó por completo, a ellos y a sus ciudades. Por eso se llamó a aquel lugar Horma.

La serpiente de bronce

Partieron del monte Hor, por el camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom, y el pueblo se impacientó por causa del viaje. Y el pueblo habló contra Dios y Moisés: «¿Por qué nos han sacado de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay comida ni agua, y detestamos este alimento tan miserable». Y el SEÑOR envió serpientes abrasadoras entre el pueblo, y mordieron al pueblo, y mucha gente de Israel murió. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: «Hemos pecado, porque hemos hablado contra el SEÑOR y contra ti; intercede con el SEÑOR para que quite las serpientes de entre nosotros». Y Moisés intercedió por el pueblo. El SEÑOR dijo a Moisés: «Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá». Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre el asta; y sucedía que cuando una serpiente mordía a alguien, y este miraba a la serpiente de bronce, vivía.

10 Después los israelitas salieron y acamparon en Obot. 11 Y salieron de Obot y acamparon en Ije Abarim, en el desierto que está frente a Moab, al oriente. 12 De allí salieron y acamparon en el valle de Zered. 13 De allí salieron y acamparon al otro lado del Arnón, que está en el desierto y que sale del territorio de los amorreos, pues el Arnón es la frontera de Moab, entre Moab y los amorreos. 14 Por tanto se dice en el Libro de las Guerras del SEÑOR:

«Vaheb que está en Sufa Y los arroyos del Arnón, 15 Y la ladera de los arroyos Que llega hasta el sitio de Ar Y descansa en la frontera de Moab».

16 Y de allí continuaron hasta Beer; este es el pozo donde el SEÑOR le dijo a Moisés: «Reúne al pueblo y les daré agua».

17 Entonces cantó Israel este cántico:

«¡Salta, oh pozo! A él canten. 18 El pozo que cavaron los jefes, Que los nobles del pueblo hicieron Con el cetro y con sus báculos».

Y desde el desierto fueron a Mataná. 19 Y de Mataná a Nahaliel, y de Nahaliel a Bamot, 20 y de Bamot al valle que está en la tierra de Moab, en la cumbre del Pisga, que da al desierto.

21 Entonces Israel envió mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, diciéndole: 22 «Déjeme pasar por su tierra. No nos desviaremos, ni por campos ni por viñedos, ni beberemos agua de pozo. Iremos por el camino real hasta que hayamos cruzado sus fronteras». 23 Pero Sehón no permitió a Israel pasar por su territorio. Y reunió Sehón a todo su pueblo y salió al encuentro de Israel en el desierto, y llegó a Jahaza y peleó contra Israel. 24 Pero Israel lo hirió a filo de espada y tomó posesión de su tierra desde el Arnón hasta el Jaboc, hasta la frontera con los amonitas, porque Jazer era la frontera de los amonitas. 25 Israel tomó todas estas ciudades, y habitó Israel en todas las ciudades de los amorreos, en Hesbón y en todas sus aldeas. 26 Porque Hesbón era la ciudad de Sehón, rey de los amorreos, quien había peleado contra el rey anterior de Moab y le había quitado de su mano toda su tierra, hasta el Arnón. 27 Por eso dicen los que usan proverbios:

«Vengan a Hesbón. Sea edificada. Sea establecida la ciudad de Sehón. 28 Porque fuego salió de Hesbón, Una llama del pueblo de Sehón; Devoró a Ar de Moab, A los señores de las alturas del Arnón. 29 ¡Ay de ti, Moab! ¡Destruido eres, oh pueblo de Quemos! Ha dado a sus hijos como fugitivos Y a sus hijas a la cautividad, A un rey amorreo, Sehón. 30 Pero nosotros los hemos arrojado; Hesbón está destruido hasta Dibón; Después también asolamos hasta Nofa, La que llega hasta Medeba».

31 Así habitó Israel en la tierra de los amorreos. 32 Moisés envió a reconocer a Jazer, y tomaron sus villas y expulsaron a los amorreos que vivían allí.

33 Después se volvieron y subieron por el camino de Basán; y Og, rey de Basán, salió con todo su pueblo para presentarles batalla en Edrei. 34 Pero el SEÑOR dijo a Moisés: «No le tengas miedo porque lo he entregado en tu mano, y a todo su pueblo y a su tierra. Harás con él como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, el que habitaba en Hesbón». 35 Así que lo mataron a él, a sus hijos y a todo su pueblo, hasta que no le quedó remanente; y tomaron posesión de su tierra.

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Salmos 60-61

Lamento y oración en la derrota

Para el director del coro; según la tonada de «El lirio del testimonio». Mictam de David para enseñar, cuando luchó con Aram Naharaim y contra Aram Soba, y volvió Joab e hirió a 12,000 edomitas en el valle de la Sal.

60 Oh Dios, Tú nos has rechazado, nos has quebrantado, Te has enojado. Restáuranos, oh Dios. Has hecho temblar la tierra, la has hendido; Sana sus hendiduras, porque se tambalea. Cosas duras has hecho ver a Tu pueblo; Nos has dado a beber vino embriagador. Has dado un estandarte a los que te temen, Para que sea alzado por causa de la verdad.     (Selah) Para que sean librados Tus amados, Salva con Tu diestra, y respóndeme.

Dios ha hablado en Su santidad: «Me alegraré, repartiré a Siquem, Y mediré el valle de Sucot. Mío es Galaad, Mío es Manasés, Efraín es el casco de Mi cabeza, Judá es Mi cetro. Moab es la vasija en que me lavo; Sobre Edom arrojaré Mi calzado; Clama a gritos, oh Filistea, a causa de Mí».

¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom? 10 ¿No eres Tú, oh Dios, el que nos ha rechazado? ¿No saldrás, oh Dios, con nuestros ejércitos? 11 Danos ayuda contra el adversario, Pues vano es el auxilio del hombre. 12 En Dios haremos proezas, Y Él pisoteará a nuestros adversarios.

Confianza en la protección de Dios

Para el director del coro. Sobre instrumentos de cuerdas. Salmo de David.

61 Oye, oh Dios, mi clamor; Atiende a mi oración. Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo. Porque Tú has sido refugio para mí, Torre fuerte frente al enemigo. Que more yo en Tu tienda para siempre; Y me abrigue bajo el refugio de Tus alas.         (Selah)

Porque Tú, oh Dios, has escuchado mis votos; Tú me has dado la heredad de los que temen Tu nombre. Tú añadirás días a los días del rey; Sus años serán como muchas generaciones. Él reinará para siempre delante de Dios; Concédele misericordia y fidelidad para que lo guarden. Así cantaré alabanzas a Tu nombre para siempre, Cumpliendo mis votos día tras día.

   

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Isaías 10:5-34

Asiria, instrumento de castigo

¡Ay de Asiria, vara de Mi ira Y báculo en cuyas manos está Mi indignación! Contra una nación impía la envío Y contra el pueblo de Mi furor la mandaré, Para que capture botín y tome despojos Y los pisotee como el lodo de las calles. Pero ella no tiene tal intento, Ni piensa así en su corazón, Sino que su intención es destruir Y exterminar no pocas naciones. Porque dice: «¿No son mis príncipes todos reyes? ¿No es Calno como Carquemis? ¿No es Hamat como Arfad? ¿No es Samaria como Damasco? 10 Como mi mano alcanzó los reinos de los ídolos, Cuyas imágenes talladas excedían a las de Jerusalén y Samaria, 11 Como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿No haré así también a Jerusalén y a sus imágenes?».

12 Y sucederá que cuando el Señor haya terminado toda Su obra en el monte Sión y en Jerusalén, dirá: «Castigaré el fruto del corazón orgulloso del rey de Asiria y la ostentación de su arrogancia». 13 Porque ha dicho:

«Con el poder de mi mano lo hice, Y con mi sabiduría, pues tengo entendimiento. Quité las fronteras de los pueblos, Saqueé sus tesoros, Y como hombre fuerte abatí a sus habitantes. 14 Mi mano alcanzó las riquezas de los pueblos como a un nido; Como se recogen los huevos abandonados, yo junté toda la tierra, Y no hubo quien aleteara ni abriera el pico ni gorgojeara».

15 ¿Ha de enaltecerse el hacha sobre el que corta con ella? ¿Ha de engrandecerse la sierra sobre el que la maneja? ¡Como si un báculo manejara a los que lo levantan, Como si una vara levantara al que no es madera! 16 Por eso el Señor, DIOS de los ejércitos, enviará una enfermedad extenuante entre sus robustos guerreros; Y debajo de su gloria encenderá una hoguera como fuego abrasador. 17 La Luz de Israel se convertirá en fuego y su Santo en llama, Y quemará y consumirá sus espinos y sus zarzas en un solo día. 18 Él destruirá la gloria de su bosque y de su fértil huerto, tanto el alma como el cuerpo, Y será como cuando un enfermo languidece. 19 Y los árboles que queden de su bosque serán tan pocos Que un niño podrá contarlos.

20 Sucederá en aquel día que el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado, no volverán a apoyarse más en el que los hirió, sino que en verdad se apoyarán en el SEÑOR, el Santo de Israel.

21 Un remanente volverá; un remanente de Jacob volverá al Dios poderoso. 22 Pues aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, Solo un remanente de él volverá. La destrucción decidida rebosa justicia.

23 Pues una destrucción completa, ya decretada, ejecutará el Señor, DIOS de los ejércitos, en medio de toda la tierra.

24 Por tanto, así dice el Señor, DIOS de los ejércitos: «Pueblo Mío que moras en Sión, no temas al asirio que te hiere con vara y levanta su báculo contra ti a la manera de Egipto. 25 Porque dentro de muy poco Mi indignación contra ti terminará, y Mi ira la dirigiré contra ellos para su destrucción». 26 Y el SEÑOR de los ejércitos levantará un látigo contra él como en la matanza de Madián en la peña de Oreb; Su vara estará sobre el mar y lo levantará de la manera que lo hizo en Egipto. 27 En aquel día la carga de Asiria será quitada de tus hombros y su yugo de tu cuello, y el yugo se romperá a causa de la gordura.

28 Él ha venido contra Ajat, Ha pasado por Migrón. En Micmas dejó su equipaje. 29 Han pasado por el desfiladero, diciendo: «Geba será nuestro alojamiento». Ramá está aterrada, y Guibeá de Saúl ha huido. 30 ¡Clama a gran voz, oh hija de Galim! ¡Pon atención, Lais; desdichada de ti, Anatot! 31 Ha huido Madmena. Los habitantes de Gebim han buscado refugio. 32 Hoy mismo él se detendrá en Nob. Agitará su mano contra el monte de la hija de Sión, la colina de Jerusalén.

33 El Señor, DIOS de los ejércitos, Desgajará el ramaje con terrible crujido. Los árboles de gran altura serán cortados, Los más elevados serán abatidos. 34 Él cortará la espesura del bosque con hacha de hierro, Y el Líbano caerá ante el Poderoso.

   

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Santiago 4

Guerras y conflictos

4 ¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No vienen de las pasiones que combaten en sus miembros? Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra. No tienen, porque no piden. Piden y no reciben, porque piden con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres.

¡Oh almas adúlteras! ¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O piensan que la Escritura dice en vano: «Dios celosamente anhela el Espíritu que ha hecho morar en nosotros?». Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: «DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES». Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes.

Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones. Aflíjanse, laméntense y lloren. Que su risa se convierta en lamento y su gozo en tristeza. 10 Humíllense en la presencia del Señor y Él los exaltará.

11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley. Pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella12 Solo hay un Legislador y Juez, que es poderoso para salvar y para destruir. Pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?

La incertidumbre de la vida

13 Oigan ahora, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia». 14 Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Solo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.

15 Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 16 Pero ahora se jactan en su arrogancia. Toda jactancia semejante es mala. 17 A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.

   

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