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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Hechos 7

Los salmos históricos del Antiguo Testamento nos ofrecen muchísimos ejemplos en los cuales los escritores repasaban la historia compartida de Israel con algún propósito especial, ya sea teológico o ético. Algo parecido ocurre cuando 1 y 2 de Crónicas vuelven a narrar 1 y 2 de Samuel y 1 y 2 de Reyes, como para centrarse en el reino del sur y en ciertas perspectivas teológicas. Esta forma de discurso continúa en algunos sermones del Nuevo Testamento. Pablo, en Antioquía de Pisidia, comienza el relato histórico con el Éxodo y organiza sus prioridades como un cronista para mostrar que Jesús realmente es el Mesías prometido (Hechos 13:16 ss.; ver también la meditación del 26 de julio). Aquí, en Hechos 7, Esteban, el primer mártir cristiano, comienza con Abraham. 

¿Cuáles son las ventajas de este acercamiento? Y en cuanto a Esteban en particular, ¿qué intenta demostrar? 

Una de las ventajas es que narrar la historia capta la atención de la audiencia –y, en este caso, la audiencia era excesivamente hostil y necesitaba tranquilizarse. Su identidad personal estaba entrelazada con su historia nacional. Al menos en un principio, esta narración debió haber apaciguado los ánimos, estableciendo un terreno común para mostrar que Esteban estaba dentro de los límites de la ley. Una segunda ventaja tiene que ver con el hecho de que el cambio que Esteban quería efectuar en la mente de su audiencia judía era tan grande, que sólo podría adoptarse dentro del marco de una cosmovisión modificada. En otras palabras, los judíos pensantes no serían capaces de aceptar la identidad de Jesús –y mucho menos su muerte y resurrección– a no ser que percibieran que esto era lo que las Escrituras enseñaban. Y este hecho no se podía establecer fácilmente a menos que estuviera anclado en el tejido mismo del relato del Antiguo Testamento. De manera que debían contar una y otra vez la historia para resaltar los aspectos más importantes. 

A medida que Esteban relata la historia, surge un tema lentamente al principio y luego se va acelerando hasta volverse explosivo: el pecado repetitivo del pueblo. Cuando Esteban comienza la historia, al principio no menciona la maldad de Israel. Luego, habla brevemente sobre la maldad de los hermanos de José (7:9). La maldad comunitaria resurge en la época de Moisés (7:25-27, 35). Ahora el paso se aligera. El pueblo rehusó obedecer a Moisés y “en sus corazones se volvieron a Egipto” (7:39). 

Se cuenta el episodio del becerro de oro y este se equipara con la idolatría en la época de Amós (7:42-43). Avanzamos hasta David y Salomón, y la insistencia de que Dios no puede ser domesticado por un edificio. Finalmente, aparece la explosiva condenación, no sólo de las pasadas generaciones israelitas que rechazaron a Dios y su revelación, sino también de todos sus descendientes contemporáneos que resisten al Espíritu (7:51-53). 

¿Qué relación tiene este hecho con las lecciones que debemos extraer de la historia bíblica? 

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Jeremías 16

Tres observaciones relativas a Jeremías 16:

(1) La primera sección de este capítulo tiene lugar probablemente muy pronto en el ministerio de Jeremías. Se le prohíbe casarse, no sólo porque las mujeres y los niños pasarán en pocas décadas momentos extraordinariamente difíciles durante el asedio y el subsiguiente exilio, sino también como forma simbólica de anunciar el ascetismo obligado que el juicio originará. En una cultura en la que casi todos los varones se casaban, su celibato constituía, sin duda, un poderoso símbolo.

(2) Uno de los rasgos más asombroso de este capítulo es que el pueblo no parece ser realmente consciente de su culpabilidad. No pueden ver por qué deben enfrentarse al juicio. “¿Por qué ha decretado el Señor contra nosotros esta calamidad tan grande? ¿Cuál es nuestra iniquidad? ¿Qué pecado hemos cometido contra el Señor nuestro Dios?” (16:10). Una de las cosas que mejor indica lo lejos que un pueblo se ha apartado de Dios es no percibir más su propia culpa. Los seres humanos que aman verdaderamente la justicia y la integridad se dan cuenta inevitablemente de cuándo las quebrantan. Los más santos son los primeros en confesar su pecado con vergüenza y contrición. Los más culpables son felizmente inconscientes de sus corrupciones e idolatrías. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Dónde se encuentran nuestras iglesias en este tipo de espectro? ¿O nuestra cultura? ¿Estamos caracterizados por una profunda contrición o por una abierta incapacidad para pensar que lo hemos hecho realmente tan mal? ¿Qué dice eso de nosotros? ¿Qué dice eso de la postura de Dios hacia nosotros?

(3) Aunque el Señor promete juicio, existen dos elementos esperanzadores. El primero es que Dios sacará un día al pueblo del exilio con un rescate tan espectacular e inesperado que eclipsará la gloria del éxodo (16:14-15). El segundo es que parte del propósito de este juicio es pedagógico. El pueblo ha amado a dioses falsos. “Por eso, esta vez les daré una lección; les daré a conocer mi mano poderosa. ¡Así sabrán que mi nombre es el Señor!” (16:21). El exilio debía reducir, si no eliminar, la idolatría crónica del pueblo del pacto. Demostró ser especialmente efectivo, en este aspecto, en la idolatría formal o externa. La historia de los judíos tras el retorno del exilio es muy diferente de lo que era antes del mismo. A pesar de algunos fallos terribles, la historia judía posexílica exhibe mucho menos politeísmo y sincretismo que la preexílica. Por supuesto, tanto para judíos como para gentiles, el lazo de la idolatría es mucho más sutil y corrosivo que los atractivos del politeísmo formal.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Jueces 3

Israel probado por medio de otras naciones

3 Estas son las naciones que el Señor dejó para probar con ellas a Israel (es decir, a los que no habían experimentado ninguna de las guerras de Canaán, y así las generaciones de los israelitas conocieran la guerra, o sea, aquellos que antes no la habían experimentado). Estas naciones son: los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte de Baal Hermón hasta Lebo Hamat. Y eran para probar a Israel, para ver si obedecían los mandamientos que el Señor había ordenado a sus padres por medio de Moisés.

Los israelitas habitaron entre los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Tomaron para sí a sus hijas por mujeres, y dieron sus propias hijas a los hijos de ellos, y sirvieron a sus dioses.

Otoniel libra a Israel de Cusán Risataim

Los israelitas hicieron lo malo ante los ojos del Señor, y olvidaron al Señor su Dios, y sirvieron a los Baales y a las imágenes de Asera. Entonces se encendió la ira del Señor contra Israel, y los vendió en manos de Cusán Risataim, rey de Mesopotamia. Y los israelitas sirvieron a Cusán Risataim por ocho años.

Cuando los israelitas clamaron al Señor, el Señor levantó un libertador a los israelitas para que los librara, a Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb. 10 Y vino sobre él el Espíritu del Señor, y juzgó a Israel. Cuando salió a la guerra, el Señor entregó en su mano a Cusán Risataim, rey de Mesopotamia, y su poder prevaleció sobre Cusán Risataim. 11 La tierra tuvo descanso por cuarenta años. Y murió Otoniel, hijo de Quenaz.

Aod libra a Israel de Moab

12 Los israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor. Entonces el Señor fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel, porque habían hecho lo malo ante los ojos del Señor. 13 Y Eglón reunió consigo a los amonitas y amalecitas. Fue y derrotó a Israel, y se apoderaron de la ciudad de las palmeras. 14 Y los israelitas sirvieron a Eglón, rey de Moab, por dieciocho años.

15 Pero los israelitas clamaron al Señor, y el Señor les levantó un libertador, a Aod, hijo de Gera, el benjamita, el cual era zurdo. Y los israelitas enviaron tributo con él a Eglón, rey de Moab. 16 Aod se hizo una espada de dos filos, de un codo (45 centímetros) de largo, y la ató a su muslo derecho debajo de la ropa. 17 Y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab; y Eglón era un hombre muy grueso.

18 Cuando Aod terminó de presentar el tributo, despidió a la gente que había traído el tributo. 19 Pero él se volvió desde los ídolos que estaban en Gilgal, y dijo: «Tengo un mensaje secreto para usted, oh rey». «Guarda silencio», le dijo el rey. Y todos los que le servían salieron. 20 Aod vino a él cuando estaba sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: «Tengo un mensaje de Dios para usted». Y él se levantó de su silla.

21 Aod alargó la mano izquierda, tomó la espada de su muslo derecho, y se la hundió en el vientre. 22 Y la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura se cerró sobre la hoja, pues no sacó la espada de su vientre. Y se le salieron los excrementos. 23 Entonces salió Aod al corredor, cerró tras sí las puertas de la sala de la terraza y les pasó el cerrojo.

24 Después que él salió, vinieron los siervos y vieron que las puertas de la sala de la terraza tenían el cerrojo pasado, y dijeron: «Sin duda que el rey está haciendo su necesidad en la sala de verano». 25 Y esperaron hasta sentir inquietud, pues él no abría las puertas de la sala de la terraza. Entonces tomaron la llave y las abrieron, y su señor estaba en el suelo, muerto.

26 Pero Aod había escapado mientras ellos esperaban. Pasando por los ídolos, había huido a Seirat. 27 Cuando llegó, tocó la trompeta en la región montañosa de Efraín; y los israelitas descendieron con él de la región montañosa, estando él al frente de ellos. 28 Entonces Aod les dijo: «Persíganlos, porque el Señor ha entregado en sus manos a sus enemigos, los moabitas». Y descendieron tras él y se apoderaron de los vados del Jordán frente a Moab, y no dejaron pasar a nadie. 29 En aquella ocasión mataron a unos 10,000 moabitas, todos hombres robustos y valientes; ninguno escapó. 30 Así Moab fue subyugado aquel día bajo la mano de Israel. Y la tierra tuvo descanso durante ochenta años.

Samgar libra a Israel de los filisteos

31 Después de Aod vino Samgar, hijo de Anat, el cual hirió a 600 filisteos con una aguijada de bueyes. Y él también salvó a Israel.

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Hechos 7

Discurso de Esteban

7 El sumo sacerdote dijo: «¿Es esto así?».

Esteban respondió: «Escúchenme, hermanos y padres. El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán, y le dijo: “Sal de tu tierra y de tu familia, y ve a la tierra que Yo te mostraré”.

»Entonces Abraham salió de la tierra de los caldeos y se estableció en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora ustedes habitan. No le dio en ella heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin embargo, aunque no tenía hijo, prometió que se la daría en posesión a Él y a su descendencia después de Él. Y Dios dijo así: “Que sus descendientes serían extranjeros en una tierra extraña, y que serían esclavizados y maltratados por 400 años. Pero Yo mismo juzgaré a cualquier nación de la cual sean esclavos”, dijo Dios, “y después de eso saldrán y me servirán en este lugar”. Dios le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham vino a ser el padre de Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e Isaac vino a ser el padre de Jacob, y Jacob de los doce patriarcas.

»Los patriarcas tuvieron envidia de José y lo vendieron para Egipto. Pero Dios estaba con él, 10 y lo rescató de todas sus aflicciones. Le dio gracia y sabiduría delante de Faraón, rey de Egipto, y este lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.

11 »Entonces vino hambre sobre todo Egipto y Canaán, y con ella gran aflicción, y nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Pero cuando Jacob supo que había grano en Egipto, envió a nuestros padres allá la primera vez. 13 En la segunda visita, José se dio a conocer a sus hermanos, y conoció Faraón la familia de José. 14 José, enviando mensaje, mandó llamar a Jacob su padre y a toda su familia, en total setenta y cinco personas.

15 »Y Jacob descendió a Egipto, y allí murió él y también nuestros padres. 16 De allí fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma de dinero había comprado Abraham a los hijos de Hamor en Siquem.

17 »Pero a medida que se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había confirmado a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto, 18 hasta que surgió otro rey en Egipto que no sabía nada de José. 19 Este rey, obrando con astucia contra nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a sus niños para que no vivieran.

20 »Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su padre. 21 Después de ser abandonado para morir, la hija de Faraón se lo llevó y lo crió como su propio hijo. 22 Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos.

23 »Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los israelitas. 24 Al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al oprimido, matando al egipcio. 25 Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron.

26 »Al día siguiente se les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos, diciendo: “Varones, ustedes son hermanos, ¿por qué se hieren el uno al otro?”. 27 Pero el que estaba hiriendo a su prójimo lo empujó, diciendo: “¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 28 ¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?”. 29 Al oír estas palabras, Moisés huyó y se convirtió en extranjero en la tierra de Madián, donde fue padre de dos hijos.

30 »Pasados cuarenta años, se le apareció un Ángel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardía. 31 Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor: 32 “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob”. Moisés temblando, no se atrevía a mirar.

33 »Pero el Señor le dijo: “Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás es tierra santa. 34 Ciertamente he visto la opresión de Mi pueblo en Egipto y he oído sus gemidos, y he descendido para librarlos; ven ahora y te enviaré a Egipto”.

35 Este Moisés, a quien ellos rechazaron, diciendo: “¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?” es el mismo que Dios envió para ser gobernante y libertador con la ayuda del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó, haciendo prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto por cuarenta años.

37 »Este es el mismo Moisés que dijo a los israelitas: “Dios les levantará un profeta como yo de entre sus hermanos”. 38 Este es el que estaba en la congregación en el desierto junto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para transmitirlas a ustedes, 39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que lo repudiaron, y en sus corazones desearon regresar a Egipto, 40 diciendo a Aarón: “Haznos dioses que vayan delante de nosotros, porque a este Moisés que nos saco de la tierra de Egipto, no sabemos lo que le haya pasado”.

41 »En aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos. 42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó para que sirvieran al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los profetas: “¿Acaso fue a Mí a quien ofrecieron victimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? 43 También llevaron el tabernáculo de Moloc, y la estrella del dios Renfan, las imágenes que hicieron para adorarlas. Yo también los deportaré más allá de Babilonia”.

44 »Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como le había ordenado que lo hiciera el que habló a Moisés, conforme al modelo que había visto. 45 A su vez, habiéndolo recibido, nuestros padres lo introdujeron con Josué al tomar posesión de las naciones que Dios arrojó de delante de nuestros padres, hasta los días de David. 46 Y David halló gracia delante de Dios, y pidió el favor de hallar una morada para el Dios de Jacob. 47 Pero fue Salomón quien le edificó una casa.

48 »Sin embargo, el Altísimo no habita en casas hechas por manos de hombres; como dice el profeta:

49 “El cielo es Mi trono, Y la tierra el estrado de Mis pies; ¿Qué casa me edificarán?”, dice el Señor, “¿O cuál es el lugar de Mi reposo? 50 ¿No fue Mi mano la que hizo todas estas cosas?”.

51 »Ustedes, que son tercos e incircuncisos de corazón y de oídos, resisten siempre al Espíritu Santo; como hicieron sus padres, así hacen también ustedes. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que antes habían anunciado la venida del Justo, del cual ahora ustedes se hicieron traidores y asesinos; 53 ustedes que recibieron la ley por disposición de ángeles y sin embargo no la guardaron».

Martirio de Esteban

54 Al oír esto, se sintieron profundamente ofendidos, y crujían los dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; 56 y dijo: «Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios».

57 Entonces ellos gritaron a gran voz, y tapándose los oídos se lanzaron a una contra él. 58 Echándolo fuera de la ciudad, comenzaron a apedrearlo; y los testigos pusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo. 59 Y mientras lo apedreaban, Esteban invocaba al Señor y decía: «Señor Jesús, recibe mi espíritu».

60 Cayendo de rodillas, clamó en alta voz: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado». Habiendo dicho esto, durmió.

   

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Jeremías 16

Calamidades venideras

16 Entonces la palabra del SEÑOR vino a mí, y me dijo: «No tomes para ti mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar». Porque así dice el SEÑOR acerca de los hijos e hijas nacidos en este lugar, y acerca de las madres que los dieron a luz, y de los padres que los engendraron en esta tierra: «De enfermedades crueles morirán; no serán llorados ni sepultados. Serán como estiércol sobre la superficie de la tierra. A espada y por hambre serán acabados, y sus cadáveres servirán de alimento para las aves del cielo y para las bestias de la tierra».

Porque así dice el SEÑOR: «No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado de este pueblo Mi paz, la misericordia y la compasión», declara el SEÑOR. «Morirán grandes y pequeños en esta tierra; no serán enterrados, ni los llorarán, y nadie se sajará ni se rapará por ellos. No partirán el pan en el duelo para ellos, a fin de consolarlos por el muerto, ni les darán a beber la copa de consolación por su padre o por su madre. Tampoco entres en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y beber». Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: «Voy a hacer que desaparezca de este lugar, ante los ojos de ustedes y en sus días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia.

10 »Y sucederá que cuando anuncies a este pueblo todas estas palabras, ellos te dirán: “¿Por qué el SEÑOR ha pronunciado toda esta gran calamidad contra nosotros? ¿Cuál es nuestra iniquidad y cuál es nuestro pecado que hemos cometido contra el SEÑOR nuestro Dios?”. 11 Entonces les dirás: “Esto es porque sus padres me abandonaron”, declara el SEÑOR, “y siguieron a otros dioses y los sirvieron y se postraron ante ellos, pero a Mí me abandonaron y no guardaron Mi ley. 12 Y ustedes han hecho peor que sus padres, porque cada uno de ustedes anda tras la terquedad de su malvado corazón, sin escucharme. 13 Por tanto, Yo los arrojaré de esta tierra a una tierra que ni ustedes ni sus padres han conocido; y allí servirán a otros dioses día y noche, pues no les mostraré clemencia”.

La restauración prometida

14 »Por tanto, vienen días», declara el SEÑOR, «cuando ya no se dirá: “Vive el SEÑOR, que sacó a los israelitas de la tierra de Egipto”, 15 sino: “Vive el SEÑOR, que hizo subir a los israelitas de la tierra del norte y de todos los países adonde los había desterrado”. Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres.

16 »Enviaré a muchos pescadores», declara el SEÑOR, «que los pescarán; y después enviaré a muchos cazadores, que los cazarán por todo monte y por toda colina y por las hendiduras de las peñas. 17 Porque Mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, que no se me ocultan, ni su iniquidad está encubierta a Mis ojos. 18 Pero primero, pagaré al doble su iniquidad y su pecado, porque ellos han contaminado Mi tierra con los cadáveres de sus ídolos abominables y han llenado Mi heredad con sus abominaciones».

19 ¡Oh SEÑOR, fuerza mía y fortaleza mía, Refugio mío en el día de angustia! A ti vendrán las naciones Desde los confines de la tierra y dirán: «Nuestros padres heredaron solo mentira, Vanidad y cosas sin provecho». 20 ¿Puede hacer el hombre dioses para sí? ¡Pero no son dioses! 21 «Por tanto, voy a darles a conocer, Esta vez les haré conocer Mi poder y Mi fortaleza; Entonces sabrán que Mi nombre es el SEÑOR».

   

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Marcos 2

Curación de un paralítico

2 Cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les explicaba la palabra.

Entonces vinieron* y le trajeron un paralítico llevado entre cuatro hombres. Como no pudieron acercarse a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que estaba acostado el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo* al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: «¿Por qué habla Este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?».

Al instante Jesús, conociendo en Su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: «¿Por qué piensan estas cosas en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? 10 Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados», dijo* al paralítico: 11 «A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».

12 Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás hemos visto cosa semejante».

Llamamiento de Leví y la cena en su casa

13 Jesús salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: «Sígueme». Y levantándose, lo siguió.

15 Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y Sus discípulos; porque había muchos de ellos que lo seguían. 16 Cuando los escribas de los fariseos vieron que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a Sus discípulos: «¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?».

17 Al oír esto, Jesús les dijo*: «Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Pregunta sobre el ayuno

18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron* y dijeron* a Jesús: «¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero Tus discípulos no ayunan?».

19 Y Jesús les respondió: «¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. 20 Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día. 21 Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierden el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos».

Jesús, Señor del día de reposo

23 Aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por los sembrados, y Sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigas. 24 Entonces los fariseos le decían: «Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo?».

25 Jesús les contestó*: «¿Nunca han leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y también sus compañeros; 26 cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él?». 27 Y Él continuó diciéndoles: «El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo».

   

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