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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Juan 18

Cuando Pilato le pregunta a Jesús si es o no el “rey de los judíos” (Juan 18:33), lo que más le interesa saber es si Jesús representa alguna amenaza política. ¿Acaso es uno de los mesías nacionalistas y autoproclamados que pretenden restarle poder a la superpotencia romana? En tal caso, le corres­pondería la pena capital.

La respuesta que Jesús le da a Pilato, no la había escuchado jamás: “Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios siervos pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36).

Es una respuesta que merece ser considerada en profundidad. Analizaremos ahora cuatro aspectos de ella:

(1) La palabra “reino” no puede tener aquí el significado estático, como en el caso del “reino de Jordania” o el “reino de Arabia Saudí”. Quiere decir algo más dinámico, próximo al concepto de “dominio real”, o “gobierno real”, puesto que Jesús se refiere a la procedencia u origen de su reino, es decir: la fuente de su autoridad para gobernar. Esto no significa que su dominio real carezca de territorio que vaya unido a él; sí que lo hay, como veremos más adelante, pero no es el énfasis en este caso.

(2) Jesús afirma que su reino “no es de este mundo”; procede “de otro lugar”. En otras palabras, todos los reinos y los centros de fuerza política construidos por los seres humanos encuentran su autoridad en realidades de este mundo. No así Jesús. Su reino, su autoridad para gobernar, procede de “otra parte” – y los lectores de este evangelio saben que, con esto, quiere decir el cielo, de Dios mismo.

(3) Por esto, sus siervos no lucharán. Su reino no avanza ni se convierte en imperio como los imperios de este mundo logran sus avances: a saber, inevitablemente con grandes movilizaciones militares. El reino de Dios no avanza gracias a los ejércitos humanos y los santos guerreros. Hemos de lamentar que los promotores de las cruzadas no hubiesen reflexionado un poco más en este texto. Por lo visto, Pilato comprendió y aceptó al menos parte de la respuesta de Jesús y, por lo tanto, no vio en él ninguna amenaza política (18:38).

(4) Sin embargo, esto no quiere decir que Jesús no reivindique nada en absoluto en lo que se refiere a los reinos de este mundo. Insiste en que es el Rey Jesús, aunque la fuente de su autoridad no se encuentre en este mundo y sus siervos no lo defiendan con las armas. No obstante esto, vendrá un día cuando todos le reconocerán como único Señor de señores y Rey de reyes (Apocalipsis 17:14; 19:16), y todos los reinos de esto mundo están destinados a pertenecerle (Apocalipsis 11:15).

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Filipenses 2

Pocos pasajes contienen tanta teología y ética como Filipenses 2. Solo podemos detenernos en algunos de estos maravillosos temas:

(1) Los expertos han traducido 2:5-11 en todo tipo de variantes creativas. La NVI lo hace correctamente en gran medida. Se nos dice que Cristo Jesús “no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos” (2:6-7). Todo ello es bastante maravilloso, una descripción gloriosa de la encarnación que prepara el camino para la cruz. Podríamos parafrasear la primera línea del versículo 6: “El cual, siendo Dios en naturaleza”. Siguiendo un literalismo puro, sería una traducción perfectamente aceptable. Sin embargo, el griego utiliza participios con más frecuencia que el castellano, y los participios adverbiales griegos, como el que se traduce siendo en esta línea, tienen diversas relaciones lógicas con su contexto, que este debe determinar. Probablemente, la mayor parte de los lectores en castellano parafrasearían mentalmente este pasaje así: “El cual, aunque era Dios en naturaleza…”. Queda claro que tiene sentido y puede ser correcto, pero existen buenas razones contextuales para pensar que el participio es causal: “El cual, porque era Dios en naturaleza”. En otras palabras, porque era Dios en naturaleza, no sólo rechazó considerar la igualdad con Dios como algo de lo que beneficiarse, sino que se rebajó hasta no ser nadie: este tipo de sacrificio personal, esta clase de gracia, mostraban su divinidad.

(2) “Vuestra actitud debe ser como la de Cristo Jesús” (2:5), que renunció a sus derechos, de los que podría haberse aprovechado, humillándose y muriendo en odiosa ignominia, a fin de que pudiésemos ser salvos. Finalmente, fue vindicado (2:6-11). La exhortación de 2:5 apoya de este modo la serie de exhortaciones de 2:1-4. ¿Cómo esto es así?

(3) Los versículos que siguen al “himno de Cristo” (como se le llama a menudo) en 2:6-11 hacen hincapié en la perseverancia. “Así que” establece la conexión al principio del versículo 12. Cristo se rebajó y murió de forma vergonzosa, pero finalmente fue vindicado gloriosamente, y por tanto nosotros también deberíamos mirar hacia el futuro y “llevar a cabo” nuestra salvación “con temor y temblor” (2:12). Por supuesto, encontramos el mejor incentivo cuando recordamos que “Dios es quien produce en vosotros tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (2:13). Rechazamos la pasividad total, “dejando que Dios obre”; más bien, ejercitamos nuestra salvación, pero al mismo tiempo reconocemos con gozo que tanto nuestra disposición como nuestros hechos evidencian la obra de Dios en nosotros. Él nos vindicará.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Éxodo 39

Las vestiduras sacerdotales

39 Las vestiduras finamente tejidas para ministrar en el lugar santo se hicieron de tela azul, púrpura y escarlata, y también se hicieron las vestiduras sagradas para Aarón, tal como el Señor había mandado a Moisés.

Bezalel hizo el efod de oro, de tela azul, púrpura y escarlata y de lino fino torcido. Y batieron a martillo láminas de oro, y las cortaron en hilos para entretejerlas con la tela azul, púrpura y escarlata y el lino fino, obra de hábil artífice. Hicieron para el efod hombreras que se fijaban al mismo, y lo fijaron sobre sus dos extremos. El cinto hábilmente tejido que estaba sobre el efod, era del mismo material, de la misma hechura: de oro, de tela azul, púrpura y escarlata y de lino fino torcido, tal como el Señor había mandado a Moisés.

También labraron las piedras de ónice, montadas en engastes de filigrana de oro. Fueron grabadas como las grabaduras de un sello, con los nombres de los hijos de Israel. Bezalel las puso sobre las hombreras del efod, como piedras memoriales para los hijos de Israel, tal como el Señor había mandado a Moisés.

También hizo el pectoral, obra de hábil artífice como la obra del efod: de oro, de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido. Era cuadrado y doble. Hicieron el pectoral de un palmo de largo y un palmo de ancho al ser doblado. 10 En él se montaron cuatro hileras de piedras. La primera hilera era una hilera de un rubí, un topacio y una esmeralda; 11 la segunda hilera, una turquesa, un zafiro y un diamante; 12 la tercera hilera, un jacinto, una ágata y una amatista; 13 y la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe. Estaban montadas en engaste de filigrana de oro.

14 Las piedras correspondían a los nombres de los hijos de Israel. Eran doce, conforme a sus nombres, grabadas como las grabaduras de un sello, cada una con su nombre conforme a las doce tribus. 15 Para el pectoral se hicieron cadenillas de oro puro en forma de cordones trenzados.

16 Se hicieron también dos engastes de filigrana de oro y dos anillos de oro, y se pusieron los dos anillos en los dos extremos del pectoral. 17 Los dos cordones de oro se pusieron en los anillos al extremo del pectoral, 18 y se colocaron los otros dos extremos de los dos cordones en los dos engastes de filigrana, y los fijaron en las hombreras del efod en su parte delantera.

19 Hicieron otros dos anillos de oro y los colocaron en los dos extremos del pectoral, en el borde que da al lado interior del efod. 20 También hicieron otros dos anillos de oro, y los pusieron en la parte inferior de las dos hombreras del efod, delante, cerca de su unión, sobre el cinto tejido del efod. 21 Ataron el pectoral por sus anillos a los anillos del efod con un cordón azul, para que estuviera sobre el cinto tejido del efod y para que el pectoral no se desprendiera del efod, tal como el Señor había mandado a Moisés.

22 Entonces Bezalel hizo el manto del efod de obra tejida, todo de tela azul. 23 La abertura del manto estaba en el centro, como la abertura de una cota de malla, con una orla todo alrededor de la abertura para que no se rompiera. 24 En el borde inferior del manto se hicieron granadas de tela azul, púrpura y escarlata y de lino torcido. 25 Hicieron también campanillas de oro puro, y pusieron las campanillas entre las granadas alrededor de todo el borde del manto, 26 alternando una campanilla y una granada alrededor de todo el borde del manto para el servicio, tal como el Señor había mandado a Moisés.

27 Para Aarón y sus hijos hicieron las túnicas de lino fino tejido, 28 la tiara de lino fino, los adornos de las mitras de lino fino, los calzoncillos de lino, de lino fino torcido, 29 y el cinturón de lino fino torcido, de azul, púrpura y escarlata, obra de tejedor, tal como el Señor había mandado a Moisés.

30 La lámina de la diadema santa la hicieron de oro puro, y grabaron en ella como la grabadura de un sello: Santidad al Señor. 31 Y le pusieron un cordón azul para sujetarla sobre la tiara por arriba, tal como el Señor había mandado a Moisés.

32 Así fue acabada toda la obra del tabernáculo de la tienda de reunión. Los israelitas hicieron conforme a todo lo que el Señor había mandado a Moisés. Así lo hicieron.

La obra presentada a Moisés

33 Entonces trajeron el tabernáculo a Moisés, la tienda con todo su mobiliario: sus broches, sus tablas, sus barras, sus columnas y sus basas; 34 la cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, la cubierta de pieles de marsopa y el velo de separación; 35 el arca del testimonio, sus varas y el propiciatorio; 36 la mesa, todos sus utensilios y el pan de la Presencia; 37 el candelabro de oro puro con su conjunto de lámparas y todos sus utensilios, y el aceite para el alumbrado; 38 el altar de oro, el aceite de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la tienda; 39 el altar de bronce con su enrejado de bronce, sus varas y todos sus utensilios, la pila y su base; 40 las cortinas del atrio con sus columnas y sus basas, la cortina para la entrada del atrio, sus cuerdas, sus estacas y todos los utensilios del servicio del tabernáculo de la tienda de reunión; 41 las vestiduras tejidas para ministrar en el lugar santo y las vestiduras sagradas para el sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos para ministrar como sacerdotes.

42 Los israelitas hicieron toda la obra conforme a todo lo que el Señor había ordenado a Moisés. 43 Y Moisés examinó toda la obra, y vio que la habían llevado a cabo. Tal como el Señor había ordenado, así la habían hecho. Y Moisés los bendijo.

   

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Juan 18

Traición y arresto de Jesús

18 Después de decir esto, Jesús salió con Sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto en el cual entró Él con Sus discípulos. También Judas, el que lo iba a entregar, conocía el lugar porque Jesús se había reunido allí muchas veces con Sus discípulos. Entonces Judas, tomando la tropa romana, y a varios guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue* allá con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo*: «¿A quién buscan?». «A Jesús el Nazareno», le respondieron. Él les dijo*: «Yo soy». Y Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. Y cuando Él les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús entonces volvió a preguntarles: «¿A quién buscan?». «A Jesús el Nazareno», dijeron. Respondió Jesús: «Les he dicho que Yo soy; por tanto, si me buscan a Mí, dejen ir a estos».

Así se cumplía la palabra que había dicho: «De los que me diste, no perdí ninguno». 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. 11 Jesús le dijo a Pedro: «Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no he de beberla?».

12 Entonces la tropa romana, el comandante y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron, 13 y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote ese año. 14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que convenía que un hombre muriera por el pueblo.

Primera negación de Pedro

15 Simón Pedro seguía a Jesús, y también otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote, 16 pero Pedro estaba afuera, a la puerta. Así que el otro discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, salió y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro. 17 Entonces la criada que cuidaba la puerta dijo* a Pedro: «¿No eres tú también uno de los discípulos de este hombre?». «No lo soy», dijo* él.

18 Los siervos y los guardias estaban de pie calentándose junto a unas brasas que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos de pie, calentándose.

Jesús ante el sumo sacerdote

19 Entonces el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de Sus discípulos y de Sus enseñanzas. 20 Jesús le respondió: «Yo he hablado al mundo públicamente; siempre enseñé en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en secreto. 21 ¿Por qué me preguntas a Mí? Pregúntales a los que han oído lo que hablé; estos saben lo que he dicho».

22 Cuando dijo esto, uno de los guardias que estaba cerca, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así respondes al sumo sacerdote?». 23 Jesús le respondió: «Si he hablado mal, da testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas?». 24 Anás entonces lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega a Jesús otra vez

25 Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le preguntaron: «¿No eres tú también uno de Sus discípulos?». «No lo soy», dijo Pedro, negándolo. 26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, que era pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, dijo*: «¿No te vi yo en el huerto con Él?». 27 Y Pedro lo negó otra vez, y al instante cantó un gallo.

Jesús ante Pilato

28 Entonces llevaron* a Jesús de casa de Caifás al Pretorio; era muy de mañana; y ellos no entraron al Pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua. 29 Pilato, pues, salió afuera hacia ellos y dijo*: «¿Qué acusación traen contra este hombre?». 30 Ellos respondieron: «Si este hombre no fuera malhechor, no se lo hubiéramos entregado».

31 Entonces Pilato les dijo: «Se lo pueden llevar y juzgar conforme a su ley». «A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie», le dijeron los judíos. 32 Esto sucedió para que se cumpliera la palabra que Jesús había hablado, dando a entender de qué clase de muerte iba a morir.

Diálogo entre Jesús y Pilato

33 Pilato volvió a entrar al Pretorio, y llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres Tú el Rey de los judíos?». 34 Jesús respondió: «¿Esto lo dices por tu cuenta, o porque otros te lo han dicho de Mí?». 35 Pilato contestó: «¿Acaso soy yo judío? Tu nación y los principales sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?».

36 Jesús le respondió: «Mi reino no es de este mundo. Si Mi reino fuera de este mundo, entonces Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los judíos. Pero ahora Mi reino no es de aquí». 37 «¿Así que Tú eres rey?», le dijo Pilato. «Tú dices que soy rey», respondió Jesús. «Para esto Yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha Mi voz».

38 Pilato le preguntó*: «¿Qué es la verdad?».

Y habiendo dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo*: «Yo no encuentro ningún delito en Él. 39 Pero es costumbre entre ustedes que les suelte a alguien durante la fiesta de la Pascua. ¿Quieren, pues, que les suelte al Rey de los judíos?». 40 Entonces volvieron a gritar, diciendo: «No a Este, sino a Barrabás». Y Barrabás era un ladrón.

   

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Proverbios 15

15 La suave respuesta aparta el furor,
Pero la palabra hiriente hace subir la ira.
La lengua del sabio hace grato el conocimiento,
Pero la boca de los necios habla necedades.
En todo lugar están los ojos del Señor,
Observando a los malos y a los buenos.
La lengua apacible es árbol de vida,
Pero la perversidad en ella quebranta el espíritu.
El necio rechaza la disciplina de su padre,
Pero es prudente el que acepta la reprensión.
En la casa del justo hay mucha riqueza,
Pero en las ganancias del impío hay turbación.
Los labios de los sabios esparcen conocimiento,
Pero no así el corazón de los necios.
El sacrificio de los impíos es abominación al Señor,
Pero la oración de los rectos es Su deleite.
Abominación al Señor es el camino del impío,
Pero Él ama al que sigue la justicia.
10 La disciplina severa es para el que abandona el camino;
El que aborrece la reprensión morirá.
11 El Seol y el Abadón están delante del Señor,
¡Cuánto más los corazones de los hombres!
12 El insolente no ama al que lo reprende,
Ni se allegará a los sabios.
13 El corazón gozoso alegra el rostro,
Pero en la tristeza del corazón se quebranta el espíritu.
14 El corazón inteligente busca conocimiento,
Pero la boca de los necios se alimenta de necedades.
15 Todos los días del afligido son malos,
Pero el de corazón alegre tiene un banquete continuo.
16 Mejor es poco con temor del Señor,
Que gran tesoro con turbación.
17 Mejor es un plato de legumbres donde hay amor,
Que buey engordado con odio.
18 El hombre irascible provoca riñas,
Pero el lento para la ira apacigua pleitos.
19 El camino del perezoso es como un seto de espinos,
Pero la senda de los rectos es una calzada.
20 El hijo sabio alegra al padre,
Pero el hombre necio desprecia a su madre.
21 La necedad es alegría para el insensato,
Pero el hombre inteligente anda rectamente.
22 Sin consulta, los planes se frustran,
Pero con muchos consejeros, triunfan.
23 El hombre se alegra con la respuesta adecuada,
Y una palabra a tiempo, ¡cuán agradable es!
24 La senda de la vida para el sabio es hacia arriba
Para que se aparte del Seol que está abajo.
25 El Señor derribará la casa de los soberbios,
Pero afianzará los linderos de la viuda.
26 Abominación al Señor son los planes perversos,
Pero son puras las palabras agradables.
27 Perturba su casa el que tiene ganancias ilícitas,
Pero el que aborrece el soborno, vivirá.
28 El corazón del justo medita cómo responder,
Pero la boca de los impíos habla lo malo.
29 El Señor está lejos de los impíos,
Pero escucha la oración de los justos.
30 La luz de los ojos alegra el corazón,
Y las buenas noticias fortalecen los huesos.
31 Aquel cuyo oído escucha las reprensiones de la vida
Morará entre los sabios.
32 El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo,
Pero el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento.
33 El temor del Señor es instrucción de sabiduría,
Y antes de la gloria está la humildad.

   

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Filipenses 2

Humillación y exaltación de Cristo

2 Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, hagan completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito.

No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.

Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Exhortación a la obediencia

12 Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor. 13 Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención.

14 Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, 15 para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo, 16 sosteniendo firmemente la palabra de vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano ni habré trabajado en vano.

17 Pero aunque yo sea derramado como libación sobre el sacrificio y servicio de su fe, me regocijo y comparto mi gozo con todos ustedes. 18 Y también ustedes, les ruego, regocíjense de la misma manera, y compartan su gozo conmigo.

Timoteo y Epafrodito, soldados fieles

19 Pero espero en el Señor Jesús enviarles pronto a Timoteo, a fin de que yo también sea alentado al saber de la condición de ustedes. 20 Pues a nadie más tengo del mismo sentir y que esté sinceramente interesado en el bienestar de ustedes. 21 Porque todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús. 22 Pero ustedes conocen los probados méritos de Timoteo, que sirvió conmigo en la propagación del evangelio como un hijo sirve a su padre.

23 Por tanto, a este espero enviárselo inmediatamente tan pronto vea cómo van las cosas conmigo; 24 y confío en el Señor que también yo mismo iré pronto. 25 Pero creí necesario enviarles a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de lucha, quien también es su mensajero y servidor para mis necesidades. 26 Porque él los extrañaba a todos, y estaba angustiado porque ustedes habían oído que se había enfermado. 27 Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir. Pero Dios tuvo misericordia de él, y no solo de él, sino también de mí, para que yo no tuviera tristeza sobre tristeza.

28 Así que lo he enviado con mayor solicitud, para que al verlo de nuevo, se regocijen y yo esté más tranquilo en cuanto a ustedes29 Recíbanlo, pues, en el Señor con todo gozo, y tengan en alta estima a los que son como él. 30 Porque estuvo al borde de la muerte por la obra de Cristo, arriesgando su vida para completar lo que faltaba en el servicio de ustedes hacia mí.

   

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