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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Éxodo 33

Es imposible comprender Éxodo 33 si no tenemos en cuenta dos circunstancias: (1) El tabernáculo aún no se había construido. “La Tienda de reunión” que se montaba fuera del campamento (33:7) debía ser, por tanto, un arreglo provisional. (2) El tema del juicio que brota del desgraciado episodio del becerro de oro sigue vivo. Dios dice que no será él quien acompañe a su pueblo, sino que enviará a un ángel que les ayude (33:1-3).

Por tanto, Moisés sigue intercediendo (32:12-13). Insistiendo en el hecho de que la nación pertenece a Dios, Moisés quiere saber ahora quién irá con él. (Aarón ha quedado tremendamente comprometido) Moisés, por su parte, quiere conocer y seguir en los caminos de Dios. Dios contesta: “Yo mismo iré contigo y te daré descanso” (33:14). Pero ¿cómo encaja esto con la amenaza de parte de Dios de no hacer más que enviar a su ángel, y de mantenerse lejos del pueblo para no destruirlo por completo? Por lo que Moisés sigue: “O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí” (33:15). ¿Finalmente qué es lo que más distingue a esta nación naciente de todas las demás, sino la presencia del Dios viviente? (33:16).

Y el Señor le promete, “Está bien, haré lo que me pides —le dijo el SEÑOR a Moisés—, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo” (33:17).

Aunque Moisés continúa orando en los mismos términos en el capítulo siguiente (34:9), lo glorioso aquí es que Dios ya no habla de abandonar a su pueblo. Tras su construcción, el tabernáculo estaría situado en medio de las doce tribus.

Tres breves reflexiones: (1) Estos capítulos ejemplifican la verdad de que Dios es un Dios celoso (Éx 20:5; 34:1-4). Que un ser humano sea celoso de otro ser humano es pecado; somos finitos, y somos llamados a ser administradores de lo que hemos recibido, no celosos por lo que los demás tengan o sean. Pero que Dios no fuese celoso de su propia gloria soberana sería un fallo muy importante: sería dejar de reivindicar su significado único como Dios, implícitamente asintiendo que las criaturas creadas a su imagen tienen derecho a la independencia. (2) Se dice unas cuarenta veces en el Antiguo Testamento que “Dios se arrepintió” de algo, o que cambia de opinión. Tales pasajes reflejan su interacción con otras personas. Cuando los cuarenta se leen juntos, aparecen ciertos patrones – incluida una integración de este “cambio de opinión” con su voluntad soberana. (3) Maravillosamente, cuando Moisés suplica ver la gloria de Dios, Dios promete manifestar su bondad (33:18-19). No es ningún accidente que la manifestación por excelencia de la gloria de Dios en el evangelio de Juan sea la cruz.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Proverbios 9

En la vida real, la mayoría de nosotros somos una mezcla de sabios y necios, de prudentes e insensatos, de reflexivos e impulsivos. Sin embargo, esta característica nos ayuda a afrontar situaciones estableciendo las alternativas como una simple elección, precisamente lo que Proverbios 9 hace por nosotros. Representa a dos mujeres, la sabia y la insensata, llamando a las personas. En cierto modo, este impulso hacia una elección simple, sabiduría o insensatez, bien o mal, el Señor o rebelión, es típico de la literatura sapiencial. Es una forma poderosa y evocadora de afrontar los problemas básicos de las decisiones que tomamos.

Comencemos con la insensatez (9:13-18). La imagen de esta sentada a la puerta de su casa recuerda al lector la de una prostituta. Ella llama a los viandantes, aquellos que “van por el camino” (9:15). Es “escandalosa, frívola y desvergonzada” (9:13). Lo que ofrece nunca está fresco: es recalentado, robado y adornado con promesas de disfrute esotérico, como las promesas de sexo ilícito (9:17). Los engañados por ella no reflexionan en el hecho de que sus seducciones llevan a la muerte (9:17).

La sabiduría, también, construye una casa e invita a la gente a entrar (9:1-6), pero su hogar es estable y está bien construido (9:1). Como la insensatez, la sabiduría llama “desde lo más alto de la ciudad”, desde donde pueden oírla (9:3, 14). Sin embargo, a diferencia de la de aquella, esta ha preparado una comida deliciosa y nutritiva (9:2, 5). Los “inexpertos”, es decir, aquellos que aún no tienen sabiduría, pero están dispuestos a adquirirla, pueden entrar, festejar y aprender a andar “por el camino del discernimiento” (9:6).

Por supuesto, hablar de informar o corregir a los simples atrae inmediatamente la atención sobre cómo recibirán estos el consejo de la sabiduría. En cierto sentido, quien acepta la sabiduría, ya está demostrando ser sabio; quien la rechaza, es un impío, que se burla. De ahí el marcado contraste con los siguientes versículos (9:7-9): “No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará” (9:8), con las dos alternativas personificadas en los versículos 7 y 9.

El momento culminante del capítulo llega en 9:10-12: “El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento” (9:10). Normalmente, las bendiciones llegan incluso en esta vida para los que tienen estas prioridades y este compromiso (9:11-12). Sobre todo, esta definición del “comienzo de la sabiduría” muestra de forma elocuente que la sabiduría expuesta en Proverbios no es una percepción esotérica ni una habilidad intelectual secular; más bien, es dedicación a Dios y todo lo que fluye de ella en el pensamiento y en la vida.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Éxodo 33

La presencia del Señor

33 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que has sacado de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: “A tu descendencia la daré”. Enviaré un ángel delante de ti, y echaré fuera a los cananeos, a los amorreos, a los hititas, a los ferezeos, a los heveos y a los jebuseos. Sube a una tierra que mana leche y miel. Pues Yo no subiré en medio de ti, oh Israel, no sea que te destruya en el camino, porque eres un pueblo terco».

Cuando el pueblo oyó esta mala noticia, hicieron duelo, y ninguno de ellos se puso sus joyas. Porque el Señor había dicho a Moisés: «Dile a los israelitas: “Ustedes son un pueblo terco. Si por un momento Yo me presentara en medio de ustedes, los destruiría. Ahora pues, quítense sus joyas, para que Yo sepa qué he de hacer con ustedes”». A partir del monte Horeb los israelitas se despojaron de sus joyas.

Moisés acostumbraba tomar la tienda, y la levantaba fuera del campamento a buena distancia de este, y la llamó la tienda de reunión. Y sucedía que todo el que buscaba al Señor salía a la tienda de reunión, que estaba fuera del campamento. Cuando Moisés salía a la tienda, todo el pueblo se levantaba y permanecía de pie, cada uno a la entrada de su tienda, y seguía con la vista a Moisés hasta que él entraba en la tienda. También cuando Moisés entraba en la tienda, la columna de nube descendía y permanecía a la entrada de la tienda, y el Señor hablaba con Moisés. 10 Cuando todo el pueblo veía la columna de nube situada a la entrada de la tienda de reunión todos se levantaban y adoraban, cada cual a la entrada de su tienda.

11 Y el Señor acostumbraba hablar con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Cuando Moisés regresaba al campamento, su joven ayudante Josué, hijo de Nun, no se apartaba de la tienda.

Moisés responde al Señor

12 Entonces Moisés dijo al Señor: «Mira, Tú me dices: “Haz subir a este pueblo”. Pero Tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Además has dicho: “Te he conocido por tu nombre, y también has hallado gracia ante Mis ojos”. 13 Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo».

14 «Mi presencia irá contigo, y Yo te daré descanso», le contestó el Señor. 15 Entonces Moisés le dijo: «Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas salir de aquí. 16 ¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante Tus ojos, yo y Tu pueblo? ¿No es acaso en que Tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y Tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la superficie de la tierra?».

17 Y el Señor respondió a Moisés: «También haré esto que has hablado, por cuanto has hallado gracia ante Mis ojos y te he conocido por tu nombre». 18 Entonces Moisés dijo: «Te ruego que me muestres Tu gloria». 19 Y el Señor respondió: «Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti. Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión». 20 Y añadió: «No puedes ver Mi rostro; porque nadie me puede ver, y vivir».

21 Entonces el Señor dijo: «Hay un lugar junto a Mí, y tú estarás sobre la peña; 22 y sucederá que al pasar Mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con Mi mano hasta que Yo haya pasado. 23 Después apartaré Mi mano y verás Mis espaldas; pero Mi rostro no se verá».

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Juan 12

María unge a Jesús

12 Entonces Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, al que Jesús había resucitado de entre los muertos. Y le hicieron una cena allí, y Marta servía; pero Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él.

Entonces María, tomando unos 300 gramos de perfume de nardo puro que costaba mucho, ungió los pies de Jesús, y se los secó con los cabellos, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. Y Judas Iscariote, uno de Sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo*: «¿Por qué no se vendió este perfume por 300 denarios y se dio a los pobres?».

Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón, y como tenía la bolsa del dinero, sustraía de lo que se echaba en ella. Entonces Jesús dijo: «Déjala, para que lo guarde para el día de Mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes; pero a Mí no siempre me tendrán».

Conspiración para matar a Lázaro

Entonces la gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí; y vinieron no solo por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 10 Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro; 11 porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.

La entrada triunfal

12 Al día siguiente, cuando la gran multitud que había venido a la fiesta, oyó que Jesús venía a Jerusalén, 13 tomaron hojas de las palmas y salieron a recibir a Jesús, y gritaban: «¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel».

14 Jesús, hallando un asnillo, se montó en él; como está escrito: 15 «No temas, mira, Sión; he aquí, tu Rey viene, montado en un pollino de asna». 16 Sus discípulos no entendieron esto al principio, pero después, cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto se había escrito de Él, y de que le habían hecho estas cosas.

17 Y así, la multitud que estaba con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de Él. 18 Por eso la multitud fue también a recibir a Jesús, porque habían oído que Él había hecho esta señal. 19 Entonces los fariseos se decían unos a otros: «¿Ven que ustedes no consiguen nada? Miren, todo el mundo se ha ido tras Él».

Unos griegos buscan a Jesús

20 Había unos griegos entre los que subían a adorar en la fiesta; 21 estos fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús».

22 Felipe fue* y se lo dijo* a Andrés; Andrés y Felipe fueron* y se lo dijeron* a Jesús. 23 Jesús les respondió*: «Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. 25 El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. 26 Si alguien me sirve, que me siga; y donde Yo estoy, allí también estará Mi servidor; si alguien me sirve, el Padre lo honrará.

Jesús anuncia Su muerte

27 »Ahora Mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? Pero para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica Tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Y lo he glorificado, y de nuevo lo glorificaré».

29 Por eso la multitud que estaba allí y oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían: «Un ángel le ha hablado». 30 Jesús les dijo: «Esta voz no ha venido por causa Mía, sino por causa de ustedes. 31 Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Pero Yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a Mí mismo».

33 Pero Él decía esto para indicar la clase de muerte que iba a morir. 34 Entonces la multitud le respondió: «Hemos oído en la ley que el Cristo permanecerá para siempre; ¿y cómo dices Tú: “El Hijo del Hombre tiene que ser levantado”? ¿Quién es este Hijo del Hombre?».

35 Jesús entonces les dijo: «Todavía, por un poco de tiempo, la Luz estará entre ustedes. Caminen mientras tengan la Luz, para que no los sorprendan las tinieblas; el que anda en la oscuridad no sabe adónde va. 36 Mientras tienen la Luz, crean en la Luz, para que sean hijos de la Luz».

Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.

37 Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en Él, 38 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?». 39 Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también: 40 «Él ha cegado sus ojos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y Yo los sane». 41 Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de Él.

42 Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.

Juzgados por la palabra de Jesús

44 Entonces Jesús exclamó: «El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquel que me ha enviado. 45 Y el que me ve, ve a Aquel que me ha enviado. 46 Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en Mí no permanezca en tinieblas. 47 Si alguno oye Mis palabras y no las guarda, Yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final.

49 »Porque Yo no he hablado por Mi propia cuenta, sino que el Padre mismo que me ha enviado me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar. 50 Y sé que Su mandamiento es vida eterna; por eso lo que Yo hablo, lo hablo tal como el Padre me lo ha dicho».

   

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Proverbios 9

La sabiduría y la insensatez

9 La sabiduría ha edificado su casa,
Ha labrado sus siete columnas;
Ha preparado su alimento, ha mezclado su vino,
Ha puesto también su mesa;
Ha enviado a sus doncellas, y clama
Desde los lugares más altos de la ciudad:
«El que sea simple que entre aquí».
Al falto de entendimiento le dice:
«Ven, come de mi pan,
Y bebe del vino que he mezclado.
Abandona la necedad y vivirás;
Anda por el camino del entendimiento».

El que instruye al insolente, atrae sobre sí deshonra,
Y el que reprende al impío recibe insultos.
No reprendas al insolente, para que no te aborrezca;
Reprende al sabio, y te amará.
Da instrucción al sabio, y será aún más sabio,
Enseña al justo, y aumentará su saber.
10 El principio de la sabiduría es el temor del Señor,
Y el conocimiento del Santo es inteligencia.
11 Pues por mí se multiplicarán tus días,
Y años de vida te serán añadidos.
12 Si eres sabio, eres sabio para provecho tuyo,
Y si escarneces, tú solo lo sufrirás.

13 La mujer insensata es alborotadora,
Es simple y no sabe nada.
14 Se sienta a la puerta de su casa,
En un asiento, en los lugares altos de la ciudad,
15 Llamando a los que pasan,
A los que van derechos por sus sendas:
16 «El que sea simple, que entre aquí».
Y al falto de entendimiento, le dice:
17 «Dulces son las aguas hurtadas,
Y el pan comido en secreto es sabroso».
18 Pero él no sabe que allí están los muertos,
Que sus invitados están en las profundidades del Seol.

   

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Efesios 2

De muerte a vida por Cristo

2 Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados), y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

En Cristo hay paz y unidad

11 Por tanto, recuerden que en otro tiempo, ustedes los gentiles en la carne, que son llamados «Incircuncisión» por la tal llamada «Circuncisión», hecha en la carne por manos humanas, 12 recuerden que en ese tiempo ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.

14 Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 poniendo fin a la enemistad en Su carne, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Él mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, 16 y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. 17 Y vino y anunció paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca. 18 Porque por medio de Cristo los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu.

19 Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios. 20 Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, 21 en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. 22 En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

   

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